América (58 page)

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Authors: James Ellroy

Tags: #Histórico, Intriga

BOOK: América
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DOCUMENTO ANEXO: 1/5/61.

Nota personal de J. Edgar Hoover a Howard Hughes.

Apreciado Howard:

No debes de interesarte mucho por
Hush-Hush
últimamente. Si echas un vistazo al número del 24 de abril, verás que entró en prensa con mucha precipitación, por decir lo menos que se puede decir, o con cierta dosis de negligencia y/o propósitos criminales, en el peor de los casos.

¿Acaso el señor L. Sands posee alguna precognición espúrea de sucesos impredecibles? El artículo mencionaba una serie de muertos por sobredosis de heroína entre los negros de la zona de Miami, pero mis contactos en la policía de Miami me dicen que tales sobredosis no se han producido.

En cambio, nueve adolescentes cubanos murieron por administración de heroína adulterada. Mi contacto me ha contado que el 18 de abril, dos jóvenes cubanos robaron un maletín que contenía una gran cantidad de heroína tóxica de un coche involucrado en un tiroteo aún por resolver, que dejó dos cubanos muertos.

Mi contacto mencionó el artículo de
Hush-Hush
, tan curiosamente profético (aunque históricamente inexacto). Le dije que debía de ser una de esas extrañas coincidencias de la vida y se dio por satisfecho con la explicación.

Te recomiendo que insistas al señor Sands para que sus artículos resulten razonablemente verosímiles.
Hush-Hush
no debería publicar ciencia ficción, a menos que sea en nuestro directo interés.

Con mis mejores deseos,

Edgar

DOCUMENTO ANEXO: 8/5/61.

Columna en el
Miami Herald
:

EL PRESIDENTE REÚNE UN GRUPO DE ALTO NIVEL PARA EVALUAR

EL FRACASO DE BAHÍA DE COCHINOS

Tras calificar de «amarga lección» la abortada invasión de los exiliados cubanos en Bahía de Cochinos, el presidente Kennedy ha declarado hoy que lo sucedido era también una lección de la que se proponía sacar consecuencias. El Presidente explicó en una reunión informal con periodistas que ha organizado un grupo de estudio para analizar con detalle por qué fracasó la invasión de Bahía de Cochinos y para evaluar la política norteamericano-cubana después de lo que denominó «un episodio catastróficamente embarazoso».

El grupo entrevistará a supervivientes evacuados de Bahía de Cochinos, a personal de la Agencia Central de Inteligencia involucrado en la planificación de la invasión y a portavoces del exilio cubano pertenecientes a las numerosas organizaciones anticastristas que prosperan actualmente en Florida.

Formarán este grupo de estudio el almirante Arleigh Burke y el general Maxwell Taylor. El presidente será el Fiscal General, Robert F. Kennedy.

DOCUMENTO ANEXO: 10/5/61.

Nota personal de Robert F. Kennedy a Kemper Boyd

Apreciado Kemper:

Detesto molestar con asuntos de trabajo a un hombre herido, pero sé que eres resistente, que te recuperas bien y que estás impaciente por reincorporarte a tus deberes en el Departamento de Justicia. Lamento haberte enviado en la misión en que te hirieron y doy gracias a Dios de que ya casi estés curado.

Tengo una segunda misión para ti, adecuada geográficamente por tu trabajo en Anniston y por tus esporádicas excursiones a Miami por cuenta del señor Hoover. El Presidente ha formado un grupo para estudiar el desastre de Bahía de Cochinos y la cuestión cubana en general.

Nos reuniremos con altos funcionarios de la CIA, los encargados de llevar a cabo la acción, y con supervivientes del desembarco y representantes de muchas facciones de exiliados, patrocinadas o no por la CIA. Yo presido el grupo y quiero que actúes como mi enlace y portavoz con el contingente de la CIA en Miami y con sus pupilos cubanos.

Creo que harás bien el trabajo, aunque tu valoración de la preparación de los exilados previa a la invasión resultó totalmente errónea. Debes saber que el Presidente y yo no te culpamos en absoluto del fracaso final. En este punto de la investigación, creo que la culpa debe atribuirse por igual a unos agentes de la CIA excesivamente entusiastas, a descuidos en la seguridad previa a la invasión y a un rotundo error de cálculo respecto al descontento interno en Cuba.

Disfruta de otra semana de descanso en Miami. El Presidente te envía sus mejores deseos; a los dos nos ha parecido irónico que a un hombre de cuarenta y cinco años como tú, que ha rondado el peligro toda su vida adulta, lo hiriera una bala perdida disparada por un revoltoso anónimo en unos disturbios callejeros.

Ponte bien y llámame la semana que viene

Bob

DOCUMENTO ANEXO: 11/5/61.

Memorándums idénticos del Director del FBI, J. Edgar Hoover, a los jefes de Agentes Especiales de Nueva York, Los Ángeles, Miami, Boston, Dallas, Tampa, Chicago y Cleveland. Todos marcados: «Confidencial 1-A. Destruir después de leído.»

Señor:

Su nombre ha sido eliminado de este mensaje por motivos de seguridad. Considere esta comunicación máximo secreto e infórmeme personalmente sobre el cumplimiento de la orden siguiente.

Haga que sus agentes de más confianza del Programa contra la Delincuencia Organizada apresuren sus esfuerzos por instalar escuchas clandestinas en lugares conocidos de reunión del Hampa. Considérelo su máxima prioridad. No comunique ninguna información relativa a esta operación mediante los cauces existentes del Departamento de Justicia. Todo lo que tenga, informes orales y escritos y todas las transcripciones de las escuchas, remítamelo a mí exclusivamente. Considere esta operación limitada al círculo mencionado y ajena a toda sanción y supervisión del Departamento de Justicia.

JEH

DOCUMENTO ANEXO: 27/5/61.

Artículo en la sección «El vigía del crimen» del Orlando Sentinel.

LA EXTRAÑA ODISEA DE CARLOS MARCELLO

Al parecer, nadie sabe dónde nació nuestro hombre. En general, se admite que este (presunto) capo de la mafia, Carlos Marcello, nació en Túnez, norte de África, o en algún lugar de Guatemala. Pero los recuerdos más tempranos de Marcello no pertenecen a ninguno de esos dos lugares sino a su patria de adopción, Estados Unidos de América, el país del cual lo deportó el 4 de abril de este año el Fiscal General Robert F. Kennedy.

Carlos Marcello, hombre sin patria.

Según explica Marcello, la Patrulla de Fronteras de Estados Unidos lo secuestró ilegalmente en Nueva Orleans y lo depositó cerca de Ciudad de Guatemala, Centroamérica. Dice que escapó audazmente del aeropuerto y se ocultó en «varios ingratos rincones de Guatemala» acompañado por un abogado que buscaba frenéticamente la manera de devolverlo legalmente a su hogar, a su familia y a su (presunto) imperio de la extorsión, que ronda los trescientos millones de dólares al año. Mientras tanto, Robert F. Kennedy seguía soplos anónimos que situaban al (presunto) jefe de la mafia en numerosos lugares de Luisiana. Los soplos no produjeron resultados y Kennedy comprendió que Marcello había estado escondido en Guatemala, bajo protección del gobierno guatemalteco, desde el mismo instante de su «audaz huida».

Entonces Kennedy ejerció presiones diplomáticas. El Primer Ministro cedió enseguida a ellas y ordenó a la policía estatal que iniciara la búsqueda de Marcello. Las pesquisas no tardaron en dar con el (presunto) sultán de la mafia y con su abogado, que ocupaban un apartamento de alquiler cerca de la capital. Los dos hombres fueron deportados de inmediato a El Salvador.

Allí anduvieron de pueblo en pueblo, comiendo bazofia grasienta en cantinas baratas y durmiendo en chozas de adobe. El abogado intentó ponerse en contacto con un piloto, subalterno de Marcello, para que los llevara a escondites más agradables, pero no consiguió dar con él y, siempre bajo la amenaza de otra captura y deportación, continuaron su deambular.

Robert F. Kennedy y sus abogados del Departamento de Justicia prepararon documentos legales. El abogado que acompañaba a Marcello también redactó los suyos y los dictó por teléfono al gabinete jurídico oficial del (presunto) pachá de la mafia, en Nueva York. El piloto amigo de Marcello apareció de la nada y (según la fuente confidencial de este periodista) transportó su alijo de compinches desde el Salvador hasta Matamoros, en México, volando a ras de las copas de los árboles para evitar ser detectados por el radar.

Desde allí, Marcello y su abogado cruzaron la frontera. El (presunto) maharajá de la mafia se entregó en el centro de Detención de la Patrulla de Fronteras de Estados Unidos en McAllen, Tejas, con la esperanza de que un tribunal de apelación sobre cuestiones de inmigración, formado por tres magistrados, le permitiría quedar en libertad bajo palabra y permanecer en el país.

Su confianza estaba justificada. La semana pasada, Marcello salió del juzgado en libertad… aunque amenazado por el espectro terrible de la pérdida de nacionalidad.

Un funcionario del Departamento de Justicia comentó a este periodista que el asunto de la deportación de Marcello podía prolongarse en los tribunales durante años. Al ser interrogado sobre si podría alcanzarse un compromiso viable, el fiscal general Kennedy declaró que «es posible, si Marcello accede a entregar todas sus propiedades y bienes en Estados Unidos y a cambiar de aires para instalarse en Rusia o en Mozambique».

La extraña odisea de Carlos Marcelo continúa…

DOCUMENTO ANEXO: 30/5/61.

Nota personal de Kemper Boyd a John Stanton.

John:

Gracias por la ginebra y el salmón ahumado. Eran incomparablemente mejores que el menú del hospital, y los disfruté enormemente.

Vuelvo a estar en Anniston desde el día 12. El Hermano Pequeño no sabe qué significa «periodo de convalecencia» y ya me tiene tras los luchadores de la libertad, recogiendo declaraciones para el Grupo de Estudio sobre Cuba que ha organizado Jack. (También podemos agradecer a N. Chasco que me llevara al hospital sin dar parte a la policía. Néstor es excelente para sobornar a médicos bilingües.)

La misión del Grupo de Estudio me inquieta. He participado en la Causa desde su concepción y una palabra de más al Hermano Pequeño destruiría mis relaciones con ambos hermanos, haría que me retirasen la licencia de abogado y me impediría encontrar empleo nunca más en ningún cuerpo de seguridad o de inteligencia. Dicho esto, debes saber que para las entrevistas he escogido deliberadamente exiliados que no me han visto nunca y que no saben que soy empleado secreto de la Agencia. Me dedico a pulir sus declaraciones para presentar de la manera más favorable posible la planificación llevada a cabo por la Agencia en los preparativos de la invasión. Como ya sabes, el Hermano Mayor se ha convertido en un virulento enemigo de la Agencia. El Hermano Pequeño comparte su fervor, pero también demuestra un sincero entusiasmo por la Causa. Esto último me da ánimos, pero debo insistir una vez más en la absoluta necesidad de ocultar cualquier vinculación Organización-exilio-Agencia al Hermano Pequeño, quien se hace ahora más problemático dada su nueva proximidad a la Causa.

Voy a abandonar el trabajo para el que me había contratado la Agencia y me concentraré únicamente en mis dos misiones para el Departamento de Justicia. Creo que puedo prestar mejor servicio a la Agencia si trabajo como vía directa entre ésta y el Hermano Pequeño. Con la cuestión cubana sometida a una profunda reorientación política, cuanto más cerca esté de quienes trazan dicha política mejor podré servir a la Agencia y a la Causa.

Nuestro negocio en Miami sigue siendo sólidamente lucrativo. Confío en que Fulo y Néstor serán capaces de mantenerlo así. Santo me asegura que nuestros colegas italianos continuarán haciendo abultadas donaciones. Playa Girón ha permitido que todos saboreasen brevemente lo que podía haber sido. Ahora, nadie quiere echarse atrás. ¿No serían mucho más cómodas nuestras vidas si el Hermano Pequeño no aborreciera tanto a los italianos?

Afectuosamente,

Kemper

71

(Miami/ Blessington, 6/61-11/61)

La central de Tiger Kab tenía una gran diana de dardos. En ella, los taxistas colocaban fotografías de Fidel y las destrozaban hasta hacerlas confeti.

Pete tenía sus propios blancos privados.

Como Ward Littell.

Ahora, muchacho de Carlos Marcello: miembro de la banda e intocable.

Como Howard Hughes, su ex jefe y benefactor.

Hughes lo había despedido. Lenny Sands dijo que los mormones lo habían forzado a hacerlo. El fiasco de
Hush-Hush
había contribuido a la decisión.

Por aquel entonces, Boyd se hallaba en el hospital, atiborrado de morfina.

Tampoco había podido llamar a Lenny para decirle que frenara la edición.

Lenny estaba en paradero desconocido, con algún chico guapo, y no sabía que la invasión había fracasado.

Drácula adoraba a sus mormones. Duane Spurgeon, el jefe mormón, consiguió algunos contactos para proveerlo de droga. Ahora, Drácula podía tomar las Líneas Aéreas Narco sin tener que comprarle el billete a Pete Bondurant.

La buena noticia era que Spurgeon tenía cáncer. La mala, que Hughes había cerrado
Hush-Hush
.

El artículo sobre Bahía de Cochinos y las sobredosis había recibido demasiados varapalos.

Pero Hughes mantuvo en nómina a Lenny para que le escribiera una revista de escándalos privada.

La revista recogería escándalos demasiado escandalosos para el consumidor de escándalos normal. Y solamente la leerían dos viciosos de los escándalos: el propio Drácula y J. Edgar Hoover.

Drácula pagaba a Lenny quinientos pavos a la semana. Y lo llamaba todas las noches.

Lenny estaba harto de Drácula y de su sueño húmedo de «¡Quiero Las Vegas!».

Hughes y Littell eran simples partidas preliminares en el campeonato de dardos. La partida principal era el presidente John F. Kennedy.

Kennedy, que se había arrugado en Bahía de Cochinos.

Kennedy, que se había cagado en los pantalones y había permitido que Cuba siguiera siendo comunista.

Kennedy, que se había dedicado a disimular y a mirar a otra parte mientras once hombres de Blessington perdían la vida.

Pete hizo llegar a Jack el asunto del préstamo Hughes/Nixon. Puso su firma conjunta en la hipoteca de la Casa Blanca del mamón. Habló del acuerdo sobre el porcentaje del casino para Boyd/Bondurant, casi tan sucio como Dick Nixon el Marrullero.

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