Camino al futuro (19 page)

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Authors: Peter Rinearson Bill Gates

BOOK: Camino al futuro
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Disponemos de tecnología para módems capaces de transmitir datos a 33.600 baudios e incluso a 38.400 baudios. Pero los módems no podrán funcionar a velocidades mucho mayores utilizando las líneas telefónicas normales.

Ésta es una de las razones por las que en el mundo se están cambiando las redes analógicas de banda estrecha, que se diseñaron para transportar voz por las redes digitales que transportan mucha más información por segundo En los próximos años, las empresas de teléfono y de televisión por cable tendrán que mejorar sus redes con nuevos conectores digitales y con cables de fibra óptica que tienen un ancho de banda mucho mayor que el hilo de cobre. Una vez que esté disponible la nueva infraestructura, la era de las comunicaciones de banda ancha —la era de la autopista de la Información— habrá llegado.

Los conectores digitales no son como los de luz. No encienden ni apagan ada. Son más parecidos a los dispositivos de cambio de vía en las estaciones de trenes que encaminan los vagones de un carril a otro.

Pensemos en una corriente de información como un mensaje de correo electrónico o una película, como si fueran un «tren» de bits que sale de una estación de ferrocarril (un servidor) y viaja por la red hacia una estación de destino (nuestra PC o nuestro televisor). La red tiene incontables conectores, cada uno de los cuales puede encaminar la información hacia su destino. Podríamos suponer que la función de los conectores fuera encontrar el camino más curto para el tren. Pero no es así. El hecho de encaminar todo el tren de una vez podría obstruir los rieles y las estaciones por donde pase el tren. Sería algo así como una locomotora que tira de una fila muy larga de vagones. Nadie más podría pasar hasta que el tren no hubiera terminado de hacerlo. Para obviar este problema, los conectores digitales de redes dividen al tren en «vagones» individuales de información digital y en algunos casos encaminan a cada uno de ellos por separado. Las diferentes partes de un solo mensaje de correo electrónico. Por ejemplo, pueden circular por rulas muy distintas, y cada vagón encuentra su propio camino a través de los conectores hacia su destino, donde se vuelven a reunir a lodos los vagones, y se les ensambla en un «tren» coherente de información. Sin embargo, cuando pidamos una película. Todos los vagones seguirán la misma ruta para garantizar una entrega segura, pero incluso así los vagones dejarán una porción de espacio entre sí, de manera que puedan entremezclarse con ellos otras corrientes de contenido que pasen a través de los mismos conectores. Por supuesto que a los bloques de información no se les llama vagones. Se les llama «paquetes» o «celdas».

El encaminamiento de paquetes es más probable que se realice mediante el uso de un protocolo de comunicación, conocido como modo de transferencia asíncrona o ATM (no confundirlo con automatic teller machine).

Las empresas de telefonía de larga distancia de lodo el mundo están entusiasmadas con el protocolo ATM. De acuerdo con las reglas del protocolo, se divide una corriente digital de datos en paquetes, cada uno de los cuales consta de 48 bytes de información para transportar y 5 bytes de información de control que capacita a los conectores de la red para encaminar el paquete a su destino. Un segundo de video, por ejemplo, se divide en miles de paquetes, cada uno de los cuales se envía por separado a su destino. Los conectores ATM tienen la capacidad de manejar muchas corrientes de información al mismo tiempo porque éstas se distribuyen a velocidades muy altas: más de 622 millones de bits por segundo con la tecnología existente y 2000 millones de bits o más por segundo, con el tiempo.

Las líneas de comunicaciones necesitan de gran capacidad para controlar esta enorme cantidad de información al mismo tiempo, y es entonces cuando entra en juego el cable de fibra óptica. La fibra, el hilo de vidrio estirado que transporta información en un rayo de luz modulada, será el asfalto de la autopista de la información, o los rieles del ferrocarril de la información, por seguir con nuestra analogía. Todas las troncales principales de larga distancia que transportan las llamadas telefónicas entre los «palios de operaciones» en los Estados Unidos utilizan ya la fibra óptica. Parte de algunas redes de televisión por cable también la utilizan.

Las empresas de redes no estaban pensando en el ATM cuando comenzaron a instalar la fibra, pero ahora siempre lo tienen en cuenta. Las compañías de teléfono y de cable tenderán gradualmente cables de fibra óptica a los puntos de distribución de los barrios, desde donde se transferirán las señales al cable coaxial que nos suministra la televisión por cable o a las líneas de cable bifilar de hilos de cobre que nos dan el servicio telefónico.

Con el tiempo, la fibra puede llegar directo a nuestros hogares, especialmente si utilizamos grandes cantidades de dalos. Pero no es necesario que haya cables de fibra durante lodo el camino hacia nuestra casa para contar con un gran servicio de banda ancha.

Las redes de banda ancha no estarán muy extendidas durante varios años, excepto en aquellos distritos comerciales y en otras áreas en las que haya gran número de personas dispuestas a pagar por sus conexiones. Todo el mundo está muy de acuerdo con que la instalación de la infraestructura residencial va a ser un proceso prolongado. Ese reconocimiento pone de manifiesto un cambio de mentalidad respecto a la que prevalecía en 1994, cuando las empresas de teléfono y de cable prometían que en unos cuantos años habría millones de conexiones residenciales de banda ancha. Fue un periodo notable por la extravagancia de sus promesas. Varias grandes empresas telefónicas de Estados Unidos proclamaron que, a lo largo de la década, cablearían de 500.000 a 1.000.000 de casas anualmente para dar servicios de redes de banda ancha, y esperaban que a finales de 1996 estuvieran conectadas 9.000.000 de ellas. Bell Atlantic decía que cablearía hasta un millón y medio de casas en algunos años y ocho millones hacia el año 2.000. Aunque reconoció que el hecho de dar acceso popular a conexiones de alta velocidad no significaría necesariamente que se solicitaran servicios de banda ancha para todas ellas. Pacifíc Bell decía que cinco millones y medio de sus clientes tendrían conexiones de banda ancha para el final de la década y Ameritech afirmaba que conectaba seis millones de hogares de sus clientes. Se tildó a Microsoft de conservadora, porque nuestra reacción a estas pretensiones fue prudente: dijimos que la nueva infraestructura no estaría construida hasta que no Uniésemos una prueba fehaciente de que se obtendría beneficio suficiente como para Justificar la gran inversión.

La constatación de que el hecho de proporcionar banda ancha no se produciría de la noche a la mañana llegó cuando las compañías reconocieron que los costos de tender un sistema de banda ancha eran mayores de lo que habían supuesto y que habrá muy pocas aplicaciones para ella. Lo que es igual de impórtame, el tremendo éxito de Interne! que comenzó en 1995 demostró que millones de personas utilizarían con entusiasmo redes interactivas de banda ancha para tareas realizables con computadoras personales. Como dije en el prólogo, la repentina popularidad de la Internet me sorprendió. Mis errores consistieron en subestimar cuanta gente estaba dispuesta a utilizar una red relativamente lenta y la frenética generación de contenido para Internet que se produciría. La Internet estaba plagada de problemas, desde la dificultad para establecer conexiones hasta su falta de seguridad y privacidad. Sin embarco, a finales de 1995 costaba claro que la Internet estaba alcanzando la masa crítica, generando una espiral de éxito positiva incluso mayor de la que tuvo la PC original. Ahora, cada nuevo usuario de Internet aprovecha al máximo para crear contenido nuevo y, a su vez. Más contenido atrae más usuarios. El éxito repentino de Internet es un testimonio impresióname de la naturaleza irresistible de las redes interactivas, y una línea divisoria que ha transformado las expectativas de futuro de todo el mundo.

Cuando se puso en boga el término «autopista de la in formación», en la primavera de 1993. Muchas empresas supusieron que la revolución de las comunicaciones despegaría con la televisión interactiva. Todo el mundo pensó que las aplicaciones de video serían el trampolín de lanzamiento al éxito comercial de las redes digitales. El televisor parecía ser el dispositivo obvio para dar servicios iniciales porque era más barato, más común y más fácil de usar que las computadoras personales. La mayor parle de las propuestas para llevar la interactividad a las casas se centraban en el envío de vídeo, lo que no es sorprendente, porque el vídeo bajo demanda se inspira en el gran numero de películas y de programas de televisión que ya están disponibles y es una aplicación relativamente fácil de poner en práctica. Las empresas de cable y de teléfono se apresuraron a efectuar ensayos de televisión interactiva, tanto para aprender del mercado como para demostrar al mundo que estaban situadas en el filo del Próximo Gran Suceso de la humanidad. Algunos de estos ensayos demostraron ser improductivos desde el punto de vista de la tecnología.

En uno de ellos, por ejemplo, cuando en una casa pedían una película atrasada, las escenas eran casi cómicas: se cargaba a mano una cinta en un aparato de vídeo en la sede de la empresa de cable y se pasaba para beneficio de ese cliente único en toda la ciudad. Esto puede haber proporcionado una buena información desde el punto de vista del marketing, pero no era la autopista de la información.

En Microsoft estuvimos de acuerdo con la clásica idea de que el video bajo demanda era necesariamente una aplicación estrella para las conexiones de banda ancha. Creímos que si la red quería triunfar tenía que esta: disponible desde el principio una amplia gama de aplicaciones, y nos pusimos a crear una plataforma de software que soportaría miríadas de aplicaciones y a fabricarlas nosotros mismos. En otras palabras, traíamos de hacer lo que habíamos hecho con Windows: crear una plataforma de software y una colección de aplicaciones claves que ayudarían a dar valor a la plataforma. No nos lanzamos a hacer pruebas, y ello llevó a algunos periodistas a decir que nos estábamos quedando rezagados en la carrera para construir la autopista. En realidad, estábamos preocupados.

Estábamos atareados construyendo una arquitectura amplia para respaldar una red plenamente definida. Consideramos que la mayor parte de las pruebas tempranas eran ejercicios de relaciones públicas, distracciones más que oportunidades. Y no quisimos enfrascarnos en una prueba hasta que no tuviéramos algo real para probar.

Algunas empresas no veían que el software de la computadora personal tuviese papel alguno que desempeñar en el mercado interactivo. Nosotros pujábamos por una fuerte compatibilidad y sinergia entre la PC y el televisor, y creíamos que las redes informáticas corporativas y la gran red interactiva convergerían con el tiempo, y que conducirían a una arquitectura común para el intercambio de información digital.

Mientras lanío, toda la industria comenzó a luchar con el fin de justificar las inversiones que habría que realizar para llevar la red de banda ancha hasta decenas de millones de hogares en sólo unos años. El costo de conectar un televisor o una computadora personal en una casa de Estados Unidos a una red de banda ancha se estimó en unos 1200 dólares, con un margen por exceso o defecto de alrededor de 2ÜO dólares. Ese precio incluía llevar la fibra óptica hasta el barrio, los servidores, los conectores y la electrónica en e] hogar. Con unos 100 millones de hogares en Estados Unidos, significaba unos 120 mil millones de dólares sólo en un país. Las empresas que habían planificado inversiones agresivas comenzaron a preocuparse por saber cuánto pagaría la gente por los servicios interactivos.

Se dieron cuenta de que se necesitarían nuevos servicios para genera tantos ingresos, como la televisión por cable, y que las aplicaciones de entretenimiento no serían suficientes por sí solas. Estudios de mercado sugirieron que el vídeo bajo demanda podía generar sólo algo más de beneficio que los sistemas más sencillos y baratos que se limitaban a pasar películas populares con frecuencia. Estas noticias hicieron más difícil justificar la construcción acelerada de nuevas y costosas infraestructuras.

Yo pensé que la solución vendría de aplicaciones innovadoras nuevas.

Cuando nos reunimos para debatir qué íbamos a fabricar para la autopista, pregunté: «¿Qué estamos haciendo en el campo de la medicina? ¿Qué estamos haciendo en el del transpone? ¿Qué estamos haciendo en educación? ¿Nos estamos engañando? ¿Provocarán entusiasmo estas aplicaciones? ¿Cómo vamos a conseguir desarrollar lodo el material que necesitamos?». Sabíamos que tendría que haber muchas empresas construyendo también estas aplicaciones. Sin embargo, sin la red era difícil hacer que otras empresas invirtieran.

Una vez que la industria constató que a corto plazo no se generarían los beneficios suficientes para justificar las costosas conexiones de banda ancha que se habían prometido, se cancelaron o reajustaron la mayor parte de las más de cuarenta pruebas de tecnología interactiva. Entre las experiencias de banda ancha bidireccional que se pusieron en marcha estaban las de Time-Warner en Orlando. Florida. Bell Atlantic. Cerca de Washington. D.C, y una de la más importante empresa de telecomunicaciones japonesas, NTT en Yokosuka. Japón. Microsoft y NEC fueron socios en el proyecto japonés.

Si una red de banda ancha era demasiado cara. ¿Por qué no plantearse la banda de ancho medio como un paso en esta evolución? Incluso aunque esto eliminaría una aplicación como la del vídeo bajo demanda, tecnologías como la RDSI (Red Digital de Servicios Integrados) y la ADSL (Asymmetrical Digital Subscriber Line) podrían proporcionar servicios de datos con un ancho de banda medio (con calidad de vídeo sólo regular) por los cables existentes, ahorrando una gran cantidad de dinero. Pero la industria no estaba segura todavía de que un público que se suponía deseaba el vídeo primero y ante todo. Iba a contentarse con conexiones de red que proporcionasen un vídeo subestándar. Seguíamos necesitando aplicaciones incluso aunque los costos fueran menores. La revolución interactiva parecía estar atascada.

Después, casi de la noche a la mañana, la Internet desveló las dudas que se cernían sobre la industria. Quedó claro que la red interactiva se construiría primero en torno a la computadora personal y después en torno al televisor, que incluso llegaría a ser parecido a la PC. Habría sinergias entre la PC con sus bien establecidos entornos de autor y de contenido y el entorno de televisión interactiva final. Quedó claro también que la red pública (la llamada autopista) y las redes corporativas serían similares e interactuarían entre si. Finalmente, la industria comprobó que la gente estaba dispuesta a pagar por la conexión.

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