Cómo leer y por qué (31 page)

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Authors: Harold Bloom

Tags: #Referencia, Ensayo

BOOK: Cómo leer y por qué
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Faulkner hace continuo hincapié en que Darl es un sabedor. Sabe que su hermana está embarazada, que Jewel no es hijo de Anse, que en el verdadero sentido su madre no es su madre y que la actitud humana es una especia de desastre aborigen. Y sabe que hasta el paisaje es un vacío, una caída desde una realidad previa. Así en la sección 34:

… Sobre la superficie incesante se alzan —árboles, cañas, enredaderas— sin raíces, cercenadas de la tierra, espectrales sobre una escena de desolación inmensa pero circunscrita llena de la voz del agua yerma y doliente.

Poeta y metafísico intuitivo, Darl se encuentra peligrosamente cerca de un precipicio al cual debe caer. Las heridas psíquicas que lleva son el legado de la frialdad de Addie y el egoísmo de Anse; está destinado a la demencia. Para él no hay salida; sólo siente deseo sexual por la hermana y la familia es su condena.

En el último monólogo (57) que le oímos está tan disociado que todas sus percepciones, más anómalas que nunca, lo observan en tercera persona. Dos guardias lo escoltan en tren al manicomio del estado, y la voz interior nos hace añicos:

Uno se sentó a su lado y el otro se sentó enfrente de él de espaldas al viaje. Uno tenía que viajar de espaldas porque el dinero del estado tenía una cara para cada reverso y un reverso para cada cara y ellos viajan con el dinero del estado lo cual es incesto. Las monedas tienen una mujer de un lado y un búfalo del otro; dos caras y ninguna espalda.

Partido en dos, Darl conversa consigo mismo pero no deja de ver: «el dinero del estado lo cual es incesto». Acecha este pasaje la rabelesiana burla de Yago del amor heterosexual —el amor es una bestia de dos espaldas—, pero hay una consideración más profundamente shakesperiana en el dinero del estado visto como incesto; no estamos muy lejos de
Medida por medida
.

Puede que
Mientras agonizo
se le haga difícil al lector. Bien, es difícil; pero legítimamente. Faulkner, que tenía una aguda necesidad de ser su propio padre, exaspera a ciertas feministas con su identificación implícita pero obsesiva de la sexualidad femenina con la muerte. La cordura de Darl muere con la madre, y en cierto sentido su trastorno explícita lo que en los hermanos permanece mudo. En este libro la naturaleza es en sí misma una herida. André Gide hizo la extraña observación de que los personajes de Faulkner carecían de alma; lo que quería decir es que los Bundren, como los Compson de
El ruido y la furia
, no tenían esperanza, no podían creer que alguna vez fueran a levantarles la condena. Dios se niega a entablar alianza alguna con los Bundren o los Compson, tal vez porque vienen de un abismo y a él deben regresar. Quizá por eso Dewey Dell grite que cree en Dios con tanta desesperación.
Mientras agonizo
hace un retrato catastrófico de la condición humana, con la familia nuclear como la catástrofe más terrible.

3. NATHANAEL WEST: «Miss Lonelyhearts»

Flannery O’Connor asociaba el espíritu de
Miss Lonelyhearts
[12]
con el de
Mientras agonizo
, que eran sus dos novelas modernas favoritas. Era una muestra de perspicacia digna de ella: hay una afinidad profunda, no superficial, entre estos dos libros apocalípticos. Como el de Faulkner, el de West no es una sátira sino una farsa trágica. Parodista de genio rancio, con
Miss Lonelyhearts
West logró su obra maestra. Claro que publicó la novela con sólo treinta años y habría podido sobrepasarla si no hubiera muerto en un accidente automovilístico a los treinta y siete. Con todo, el libro es tan sublime en su negatividad, tan perfecto en su desesperación farsesca, que uno no desearía que fuese diferente ni mejor.

Si bien el primer encuentro con
Miss Lonelyhearts
deja al lector estupefacto, el libro no es difícil como
Mientras agonizo
. West, nacido Nathan Weinstein, es sin duda es el más grande escritor judío de Norteamérica antes de que Philip Roth llegara a la reciente etapa en que produjo
El teatro de Sabbath
y
Pastoral americana
. Especie de judío antisemita, carente de interés por la tradición judía esotérica (la Cabala) y sin conocimiento alguno de ella, West, irónicamente, se convirtió en una figura literaria significativa de la historia del gnosticismo judaico. Quien desee encontrar un contexto apropiado para la lectura de
Miss Lonelyhearts
debería leer el gran ensayo «La redención por el pecado» incluido en La
idea mesiánica en el judaismo
, de Gershom Scholem.

West se arriesga a presentar en su soberbia novela breve dos protagonistas antipáticos:
Miss Lonelyhearts
, que escribe la sección de asistencia a los desesperados en el periódico neoyorquino Dispatch, y su editor Shrike. Nunca se nos da el nombre real de
Miss Lonelyhearts
, un presunto Cristo humanamente inadecuado; pero el nombre de Shrike es inmejorable. Unsbrike (alcaudón, usado antiguamente en cetrería) es un pájaro entre pequeño y mediano, de pico notablemente ganchudo y máscara facial más bien desagradable. Su nombre latino,
lanius
, significa «carnicero», y en inglés se lo suele llamar
butcher-bird
(pájaro carnicero), dado que tiene la costumbre de empalar insectos en las espinas de los arbustos y luego devorarlos. Hay en esto connotaciones de crucificción, y Shrike es una especie de Satán norteamericano que atormenta a Miss Lonelyhearts y si pudiera lo crucificaría.

A lo largo de la novela prevalece un tono desesperado, un salvajismo de intensidad casi histérica. El estilo sienta a la naturaleza y el talante de Miss Lonelyhearts; es un Adán Americano caído, un presunto Walt Whitman que proclama el amor universal pero es frío hasta la médula. A Shrike también lo consume la histeria religiosa, una desesperación que emana de la nostalgia de Dios, un ansia de Cristo.

West da realce a la novela dejando comprender al lector que el incesante (y elocuente) lenguaje «empalador» de Shrike ha destruido a Miss Lonelyhearts mucho antes de que el relato comience. Cruzando un parquecillo, Miss Lonelyhearts pisa «la sombra de una farola que caía sobre el sendero como una flecha»; y como una flecha la sombra se clava en él. West consideraba el libro una «novela lírica». Dentro de la espectacular economía verbal que alcanzó, casi no hay frase que no tenga importancia. Acaso al lector lo cautiven, como a mí, ciertas cartas que Miss Lonelyhearts recibe para la columna del Sufrimiento, en especial una de una chica de dieciséis años que ha nacido sin nariz:

Estoy sentada mirándome todo el día y llorando. Tengo un agujero grande en medio de la cara que mete miedo a toda la gente, incluso a mí misma, sí que no puedo culpar a los chicos que no quieren salir conmigo. Mi madre me quiere, pero llora terriblemente cuando me mira.

¿Qué habré hecho yo para merecer un castigo tan terrible?
[13]

La risa que nos provoca la carta es una reacción defensiva; del mismo modo tendemos a reír de incomodidad con toda la violencia grotesca en la que West abunda, y que en la frase final de la novela destruirá literalmente a Miss Lonelyhearts. Los quince retablos, cada uno con su título, rezuman violencia abierta o reprimida. Llega un momento en que hasta una primavera muy tardía causa la siguiente reflexión: «Se había necesitado toda la brutalidad de julio para torturar el polvo exhausto hasta extraerle unas pocas varas verdes».

Shrike y Miss Lonelyhearts son dobles invertidos; ambos representan a West, escindido entre la inteligencia satánica del primero y la incapacidad para creer del segundo. Tan convencido está Miss Lonelyhearts que el mundo entero ha muerto que: «Se preguntó si la histeria era realmente un precio demasiado alto para devolverlo a la vida». La grandeza demónica de Shrike alcanza su epifanía negativa en la sección octava, «Miss Lonelyhearts en el pantano de la depresión», en donde se ofrece al lector o lectora una soberbia parodia de las «salidas» que tendría para elegir. Se oye al propio West en las despiadadas imitaciones que hace Shrike, empezando por el vitalismo sexual de D M. Lawrence:

A ese ritmo siembras, te afanas y azuzas a tu ganado, entre las hileras preñadas de maíz y patatas. Tu andar se convierte en el cadencioso paso sexual del indio embriagado por la danza y vas hundiendo la semilla en la tierra que es mujer.

Más graciosa todavía me parece la parodia del temprano primitivismo de Melville, por ejemplo el de
Typee
:

Por la tarde, junto a la laguna azul, cantas para tu amor las suaves sílabas y vocablos de su lánguido idioma. Tu cuerpo está tan tostado como el suyo y los turistas sólo te distinguen si te señala el indignado dedo del misionero… Te pasas los días soñando, pescando, cazando, bailando, nadando, besando y recogiendo flores para adornar tu pelo…

El encantador detalle narcisista de recoger flores no para el pelo de la amada, sino para el propio, casi nos despierta cariño por Shrike. Entretanto las maravillosas parodias continúan y culminan con el esteticismo, el credo del sublime Walter Pater y el divino Oscar Wilde:

Diles que sabes que tienes los zapatos rotos y la cara llena de granos, sí, y los dientes de caballo y un pie deforme, pero que no te importa, porque mañana tocan los últimos cuartetos de Beethoven en el Carnegie Hall y en casa tienes las obras de Shakespeare en un volumen.

La posición de ese «sí» es magnífica, y la estética se descartada como una tediosa evasión más, semejante a las drogas, el alcohol y el suicidio. Llegado a la cumbre de su elocuencia satánica, Shrike exclama: «Todo es desolación y vejación para el espíritu. Me siento muy mal». El mal es
él
, el infierno, y en su ámbito también está Miss Lonelyhearts: la segunda mitad de la novela describe el descenso del fallido Cristo norteamericano al abismo de Fay Doyle, la no recompensada mujer de Peter Doyle (nombre del amado de Walt Whitman). En la cruel sección final, sombríamente titulada «Miss Lonelyhearts tiene una experiencia religiosa», el tullido Doyle aparece con una pistola. Convertido en Cristo, Miss Lonelyhearts lo recibe en éxtasis:

La pistola que había dentro del paquete se disparó y Miss Lonelyhearts se desplomó, arrastrando al tullido consigo. Los dos cayeron dando tumbos escaleras abajo.

La novela acaba con estas palabras, epítome de la visión de Nathanael West. ¿Cómo leer
Miss Lonelyhearts
? Con la atención nerviosa apta para una «novela lírica» que es a un tiempo una parodia de la religiosidad americana y un ejemplo mayor de su poder prevaleciente. Según profetizó West, hoy en día no hay ninguna nación tan religiosa ni implícitamente violenta como la nuestra. Sólo un puñado de norteamericanos no cree en Dios, y sólo un puñado de los que creen no están convencidos de que Dios los ama en régimen personal e individual. Baruch Spinoza, el gran filósofo de la ética judeo-holandés observó —es fama— que era esencial aprender a amar a Dios sin esperar que él nos amara a cambio. No conozco afirmación menos norteamericana. ¿Por qué leer
Miss Lonelyhearts
? Para comprender mejor la obsesión norteamericana por las armas y la violencia, nuestra fanática necesidad de que Dios nos ame y nuestras raíces gnósticas (siempre abiertamente negadas), que nos enseñan la redención por el pecado, pero sobre todo para experimentar los placeres que ofrece uno de los mayores parodistas que hemos tenido después de Mark Twain.

No habrá en nuestro país más escritores como West; la parodia literaria se extinguió con él, si bien el rescoldo se avivó un tiempo en su cuñado S. J. Perelman. Los destellos del estilo en el último Terry Southern y el metamórfico Gore Vidal han amainado. Están las autoparodias del Hemingway de los años finales y las parodias posteriores de Mailer, tanto de Hemingway como de sí mismo. Estos talentos formidables han sido subsumidos por las realidades de los medios de comunicación; ¿qué autoparodia podría competir con los noticieros televisivos, los comentaristas o aun con el «New York Times»? La realidad norteamericana es más grotesca y cómica que lo que podría concebir el mejor parodista. Hay algo curiosamente nostálgico en
Miss Lonelyheaits
, juicio mío éste que habría irritado a West. Sin embargo él no era un satírico, de los que secretamente esperan mejorarnos, sino un parodista demónico: aportaba algo de música para celebrar nuestra marcha al infierno. Leámoslo por sus profecías, y por la inquietante risa que nos provoca, mientras nos acercamos al abismo que la religión norteamericana ha preparado para el alma del país.

4. THOMAS PYNCHON: «La subasta del lote 49»

En cierto modo, Edipa Maas, la heroína de
La subasta del lote 49
, se parece al lector ideal de
Cómo leer y por qué
. Lo que Edipa busca es descubrir cómo y por qué leer el relato en el cual se encuentra. La Edipa de Pynchon no siempre es buena lectora, pero es digna de su de nombre: como el Edipo de Sófocles, busca sin cesar la verdad. Nunca llegamos a saber si está en la huella o es víctima de una broma paranoide que le juega su antiguo amante muerto, Inverarity, nombre cuya relación con la verdad es ambigua. La subasta del lote 4.9 no deja nunca de enseñarnos cómo leerla, pero, dado que la enseñanza es ambivalente, la duda persiste. En cambio, se hace más claro por qué leer esta novela corta. Absorbente continuación de la línea de
Mientras agonizo
y
Miss Lonelyhearts
, es el paso siguiente en el logro de una comprensión apocalíptica de los Estados Unidos.

El mejor consejo para el lector de
La subasta del lote 49
es que haga caso omiso de las pistas demasiado obvias, como las referencias pentecostales diseminadas por el libro. Pynchon brinda información redundante, buena parte de ella ruido blanco. Como es un cabalista juguetón, de la variedad baraja de Tarot, cualquier detalle de la novela puede significar todo o nada. Puede que las mejores claves de
La subasta del lote 49
radiquen en los primeros placeres que proporciona: es terriblemente divertida, aunque no al modo cruel de
Miss Lonelyhearts
. Pynchon también es un escritor paródico, pero no salvaje, y el lector debería llegar a querer a Edipa Maas, siempre bienintencionada aun cuando no sepa qué significa nada. La buena voluntad absoluta de Edipa contrasta agudamente con la conspiración paranoide del Tristero que ella devela o bien inventa en parte. Hasta los paranoicos tienen enemigos, pero Edipa no tiene ninguno a menos que el fallecido Inverarity esté desempeñando el papel desde la tumba. En el universo de Tristero es imposible para Edipa conocer todos los hechos, porque proliferan sin cesar por todas partes.

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