Read Contra el viento del Norte Online
Authors: Daniel Glattauer
2) Porque estás sola en casa.
3) Porque te sientes sola.
4) Porque sopla el viento del norte.
Dos minutos después
Re:
Gracias por no estar enfadado conmigo, Leo. Ayer te escribí unos mensajes de lo más prosaicos. Tú no eres para mí un amigo normal. Significas mucho, mucho más para mí. Eres para mí. Eres. Eres. Eres el que responde a mis preguntas no formuladas: sí, me siento sola, y por eso te escribo.
40 segundos después
Fw:
¿Y qué tal te ha ido con Mia?
Dos minutos y medio después
Re:
¡Me ha ido fatal! No le gusta cómo hablo de Bernhard. No le gusta cómo hablo de mi matrimonio. No le gusta cómo hablo de mi familia. No le gusta cómo hablo de mis correos electrónicos. No le gusta cómo hablo de mí..., de Leo. No le gusta que hable. No le gusta nada. No le gusto yo.
Un minuto después
Fw:
¿Por qué has hablado de esas cosas? Pensé que queríais ir de gira por los bares, como en los viejos tiempos.
Tres minutos después
Re:
Los viejos tiempos no pueden repetirse. Como su nombre indica, son viejos. Los nuevos tiempos nunca pueden ser como los viejos. Cuando lo intentan, parecen viejos y agotados, como quienes los echan de menos. Nunca deberían añorarse los viejos tiempos. El que añora los viejos tiempos es un viejo añorante. ¿Puedo confesarte una cosa? Lo único que quería era volver a casa... con Leo.
50 segundos después
Fw:
¡Está bien que de vez en cuando yo sea tu hogar!
Dos minutos después
Re:
Dime con toda franqueza, Leo, ¿qué piensas de mí y de Bernhard después de todo lo que sabes por mí y por Mia? Sé sincero, por favor.
Cuatro minutos después
Fw:
¡Ufff...! ¿Te parece una pregunta para las doce y media de la noche? Y: ¿no querías mantener tu «vida interior» completamente alejada de mí, ahora y siempre? Pero, bueno, de acuerdo: creo que vuestro matrimonio funciona bien.
45 segundos después
Re:
«Funciona bien»: ¿eso es despectivo?, ¿es algo malo? ¿Por qué todas las personas importantes me transmiten que una relación «que funciona bien» es una mala relación?
Seis minutos después
Fw:
No es despectivo, Emmi. Si algo funciona bien, no puede ser tan malo, ¿no? Malo es solo cuando ya no funciona bien. En ese caso uno debería preguntarse: ¿por qué ya no funciona tan bien? O: ¿realmente puede funcionar mejor? Pero, Emmi, creo de veras que no soy la persona indicada para discutir contigo sobre Bernhard y vuestro matrimonio. Es probable que Mia tampoco lo sea. Bernhard, sí, Bernhard seria la persona indicada, me parece.
13 minutos después
Fw:
¡Eh, Emmi!, ¿ya te has dormido? ,
35 segundos después
Re:
Me gustaría oír tu voz, Leo.
25 segundos después
Fw:
¿Cómo dices?
40 segundos después
Re:
Que me gustaría oír tu voz.
Tres minutos después
Fw:
¿Si? ¿De veras? ¿Y en que habías pensado? ¿Quieres que grabe una maqueta y te la envíe? ;Qué quieres oír? ¿Basta con una prueba de micrófono, «un, dos, tres, probando»? ¿O quieres que cante una canción? (Cuando por casualidad pillo un tono, ya no se me escapa, y no suena nada mal.) Podrías acompañarme con el piano...
55 segundos después
Re:
¡Ahora mismo! ME GUSTARÍA OÍR TU VOZ AHORA MISMO, LEO. Dame ese gusto, por favor. Llámame. 83 17 433. Déjame un mensaje en el contestador. Por favor, por favor, por favor. Sólo unas palabras.
Un minuto después
Fw:
Y a mí me gustaría oír cómo pronuncias esas frases que en tus mensajes escribes con mayúsculas. ¿A gritos? ¿Con voz estridente? ¿Chillando?
Dos minutos después
Re:
Bueno, está bien, Leo, te propongo lo siguiente: tú me llamas ahora y me grabas uno de tus mensajes. Por ejemplo: «¿Sí? ¿De veras? ¿Y en qué habías pensado? ¿Quieres que grabe una maqueta y te la envíe? ¿Qué quieres oír? ...», etc. Y luego te llamo yo y digo: «¡Ahora mismo! ME GUSTARÍA OÍR TU VOZ AHORA MISMO, LEO. Dame ese gusto...», etc.
Tres minutos después
Fw:
Contrapropuesta: de acuerdo, pero dejémoslo todo para mañana. Primero tengo que recobrar la voz. Además, estoy muerto de cansancio. Sesión de contestador, esta noche, sobre las nueve, con una buena copa de vino. ¿Te parece bien?
Un minuto después
Re:
Vale. Que pases bien el resto de la noche, Leo. Gracias por estar ahí. Gracias por acogerme. Gracias por existir. Gracias.
45 segundos después
Fw:
¡Ahora voy a quitar el ordenador de la cama!
Buenas noches.
La noche siguiente
Asunto: Nuestras voces
Hola, Emmi.
¿Lo hacemos?
Tres minutos después
Re:
Pues claro, ya estoy impaciente.
Dos minutos después
Fw:
¿Y si no te gusta mi voz? ¿Si te impresiona? ¿Y si piensas: así ha estado hablando conmigo este tío todo el tiempo? (¡Salud! Estoy bebiendo vino francés corriente.)
Un minuto y medio después
Re:
¿Y al revés? ¿Y si mi voz no te gusta? ¿Y si se te encoge el ombligo? ¿Si luego no quieres seguir charlando conmigo? (¡Chinchín! Yo bebo whisky, si está permitido. Estoy demasiado nerviosa para tomar vino.)
Dos minutos después
Fw:
Tomemos los dos últimos mensajes que acabamos de enviar. ¿De acuerdo?
Tres minutos después
Re:
Pero son mensajes complicados, se componen casi sólo de preguntas. Es difícil pronunciar preguntas cuando se le habla a alguien por primera vez. Sobre todo para las mujeres. Las mujeres resultan vocalmente perjudicadas con las preguntas, porque tienen que subir el tono al final de las frases, o sea, se ven obligadas a usar registros más agudos aún. Si encima están nerviosas, les puede hacer gallos la voz. ¿Entiendes lo que quiero decir? Los gallos suenan muy ridículos.
Un minuto después
Fw:
¡EMPECEMOS AHORA MISMO, EMMI! Yo hablo el primero. En cinco minutos hablas tú. Cuando terminemos de hablar, nos mandamos un correo electrónico. Y DESPUÉS escuchamos los mensajes del contestador. ¿Entendido?
30 segundos después
Re:
¡Un momento! Tu número de teléfono, si tienes la bondad.
35 segundos después
Fw:
¡Oh, perdón! 45 20 737. Bueno, empiezo.
Nueve minutos después
Fw:
He terminado. Ahora tú.
Siete minutos después
Re:
Ya está. ¿Quién escucha el primero?
50 segundos después
Fw:
Los dos al mismo tiempo.
40 segundos después
Re:
Vale, nos escribimos luego.
14 minutos después
Re:
¿Por qué no escribes, Leo? Si no te gusta mi voz, puedes decírmelo a la cara (a la bandeja de entrada) sin miedo. Me parece que en la selección de los mensajes he sido claramente discriminada por ser mujer. Y el ruido rasposo en mi voz no proviene de mí, sino del whisky. Si no me escribes ahora mismo, me bebo toda la botella. Y en caso de intoxicación etílica te cobraré los gastos de hospitalización.
Dos minutos después
Fw:
Me he quedado sin habla, Emmi. Quiero decir: estoy sorprendido. Te imaginaba completamente distinta. Dime: ¿realmente hablas así siempre? ¿O has impostado la voz?
45 segundos después
Re:
¿Cómo hablo?
Un minuto después
Fw:
¡De un modo tremendamente erótico! Como la presentadora de un programa de sexo.
Siete minutos después
Re:
Eso suena bien, puedo aceptarlo. Tú tampoco estás precisamente flojo. Eres mucho más atrevido hablando que escribiendo. Tienes una auténtica voz ronca. Mi pasaje favorito es: «¿Así ha estado hablando conmigo este tío todo el tiempo?». Sobre todo las palabras «tío» y «hablando». En «tío» es la «i». Tu «i» es sensacional. En realidad no es un sonido, sino mas bien un murmullo, un susurro, como si echaras el humo de un porro por entre los dientes. En «hablando» es «blan», lo dices de un modo increíblemente obsceno, muy sexy, como una provocación a..., da igual a qué, en todo caso, lo dices como una provocación a la que uno responde. «Blan», en la forma en que tú lo dices, podría ser el nombre de una nueva píldora para la potencia sexual. Blan en lugar de Viagra, según el modelo acústico de Leo Leike, sería buenísimo.
Cuatro minutos después
Fw:
A mí lo que más me fascina, Emmi, es la forma en que dices «ombligo». Nunca antes había oído a nadie decir «ombligo» de un modo tan encantador, tan dulce, tan oscuro, tan claro, y jamás te hubiera creído capaz de decirlo así a ti. Sin chillar, sin barbotar, sin berrear. Una manera de decir «ombligo» realmente bonita, delicada, elegante, suave, aterciopelada. Y «whisky», sí, eso también suena muy noble. «Whis» como una cuerda que se hace vibrar. «Ky» como una llave que abre tu... mmm... dormitorio. (Mi botella de vino tinto se está acabando, ¿lo has notado?)
Un minuto después
Re:
¡Sigue bebiendo, Leo! Me gusta cuando has bebido un poco. Eso en combinación con tu voz me pone algo...
20 minutos después
Re:
Dónde te has metido, Leo?
Diez minutos después
Fw:
Un momento. Estoy abriendo otra botella de vino. ¡El vino francés corriente es tan bueno, Emmi! Se bebe muy poco vino francés. Poco y pocas veces. Si bebiéramos más vino francés, más y más a menudo, seríamos todos más felices y dormiríamos mejor. Tienes una voz muy erótica, Emmi. Me gusta tu voz. Marlene también tenía una voz muy erótica, pero diferente. Marlene es mucho más fría que tú, Emmi. La voz de Marlene es profunda pero fría. La voz de Emmi es profunda y cálida. Y dice whisky. Whisky. Whisky. ¡Brindemos por nosotros! Estoy bebiendo vino tinto francés. Volveré a leer todos tus mensajes, Emmi, y sonarán totalmente distintos. Hasta ahora siempre había leído tus mensajes con la voz equivocada. Los leía siempre con la voz de Marlene. Emmi era para mí Marlene, Marlene muy al principio, cuando aún nada se sabía. Entonces sólo había amor y nada más. Todo era posible. ¿Estás bien, Emmi?
Cinco minutos después
Re:
¡Oh, no! ¿Por qué tienes que beber tan deprisa, Leo? ¿No puedes esperar un poco? Por si acaso ya estás tumbado con la frente sobre el teclado: buenas noches, amigo mío. Es estupendo charlar contigo. Estupendo, pero a veces —por cierto, siempre que empieza a ponerse interesante— demasiado breve (por motivos etílicos). Bueno, al menos tengo el contestador. Antes de irme a la cama pondré un par de veces más a Leo Leike, el de «¿Así ha estado hablando conmigo este tío todo el tiempo?». Seguramente será bueno contra el viento del norte.
12 minutos después
Fw:
¡No te vayas a la cama todavía, Emmi! Aún estoy despierto, estoy bien. ¡Ven a mi casa, Emmi! Tomemos otra copa. Susúrrame al oído «whisky, whisky, whisky». Di: «Ombligo». Y señálatelo. ¡Conque éste es el famoso ombligo de la famosa Emmi!, diré yo. Te lo prometo: sólo te pasaré el brazo por encima del hombro. Sólo un abrazo. Sólo un beso. Sólo un par de besos, nada más. Besos totalmente inofensivos. Necesito saber cómo hueles, Emmi. Tengo tu voz en la cabeza, ahora necesito tu olor en la nariz. Hablo en serio, Emmi: ven a mi casa. Te pago el taxi. Ah..., no, tú no quieres. Es igual, ya pagará alguien el taxi. Hochleitnergasse 17, ático 15. Ven a mi casa. ¿O quieres que vaya yo a la tuya? También puedo ir yo. Olerte tan sólo una vez. Besarte tan sólo una vez. Nada de sexo. Estás casada, ¡por desgracia! Nada de sexo, lo prometo. Lo prometo, Bernhard. Sólo quiero oler tu piel, Emmi. No quiero saber qué aspecto tienes. No encendamos las luces. Completamente a oscuras. Sólo un par de besos, Emmi. ¿Es algo malo? ¿Es infidelidad? ¿Qué es infidelidad? ¿Un correo electrónico? ¿O una voz? ¿O un olor? ¿O un beso? Quiero estar contigo ahora. Quiero que nos abracemos. Pasar una noche con Emmi, sólo una. Yo cierro los ojos. No necesito saber cómo es. Sólo necesito olerla y besarla y tocarla, muy cerca. Río de felicidad. ¿Eso es infidelidad, Emmi?
Cinco minutos después
Re:
«¿Así ha estado hablando conmigo este tío todo el tiempo?» Buenas noches, Leo. Es bonito charlar contigo. Increíblemente bonito. ¡Tremendamente bonito! Podría acostumbrarme. Me he acostumbrado.
A la mañana siguiente
Sin asunto
Buenos días, Leo. Malas noticias. Debo ir a Tirol del Sur. Bernhard está en el hospital. Dicen los médicos que ha sufrido un colapso por calor o algo por el estilo. Tengo que ir a recoger a los niños. Me duele la cabeza. (¡Demasiado whisky!) Gracias por la hermosa noche de ayer. Yo tampoco sé qué es «infidelidad». Sólo sé que te necesito mucho, Leo, muchísimo. Y mi familia me necesita a mí. Ya me marcho. Mañana volveré a escribirte. Espero que te encuentres bien después de tanto vino francés corriente...
Al día siguiente
Asunto: Todo en orden
¿No hay ningún mensaje de Leo? Sólo quería decirte que hemos vuelto. Bernhard ha venido con nosotros. Tuvo un colapso circulatorio, pero ya se ha recuperado. Escribe, Leo..., ¡por favor!
Dos horas después
Asunto: Para el señor Leike
Distinguido señor Leike:
Me cuesta un gran esfuerzo escribirle. Le confieso que me avergüenza hacerlo, y con cada línea será mayor el bochorno que yo mismo me cause. Soy Bernhard Rothner, creo que no hace falta que me presente con más detalles.
Señor Leike, me dirijo a usted para pedirle un favor muy grande. Sé que cuando le diga de qué se trata se quedará atónito o incluso escandalizado. A continuación intentaré explicarle los motivos. No soy un excelente escritor. Lamentablemente no lo soy, pero me esforzaré por expresar en esta forma desacostumbrada para mí todo lo que me tiene preocupado desde hace meses, lo que poco a poco ha ido alterando mi vida, la mía y la de mi familia, también la de mi mujer, cosa que creo poder juzgar bien después de todos los años que hemos vivido en armonía. El favor que quería pedirle es que se encuentre usted con mi mujer, señor Leike. ¡Hágalo de una vez, por favor, para que acabe esta pesadilla! Somos personas adultas, no puedo exigirle nada. Tan sólo puedo rogarle encarecidamente que se encuentre con ella. Mi inferioridad y mi debilidad me hacen sufrir. No sabe lo humillante que es para mí redactar estas líneas. Usted en cambio no ha mostrado ni la más mínima flaqueza, señor Leike. No tiene nada que reprocharse. Y yo tampoco, desgraciadamente. Desgraciadamente, yo tampoco tengo nada que reprocharle. A un fantasma no se le puede reprochar nada. Usted no es concreto, señor Leike, no es tangible, no es real, es tan sólo una fantasía de mi mujer, ilusión de dicha infinita de los sentimientos, éxtasis apartado de la realidad, una utopía de amor hecha de letras. Contra eso no puedo hacer nada, tan sólo esperar a que el destino sea clemente y acabe convirtiéndolo en una persona de carne y hueso, en un hombre de perfiles definidos, con virtudes y defectos, con puntos sensibles. Hasta que mi mujer no pueda verlo a usted como me ve a mí, como un ser vulnerable, una criatura imperfecta, un ejemplar de la defectuosa especie humana, hasta que no se encuentre usted con ella cara a cara no dejará de ser superior. Sólo entonces tendré la posibilidad de plantarle cara, señor Leike. Sólo entonces podré luchar por Emma.