Contra el viento del Norte (15 page)

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Authors: Daniel Glattauer

BOOK: Contra el viento del Norte
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Fw:

¡Muy erótico!

45 segundos después

Re:

¿En serio? Eso no es propio de ti.

Un minuto después

Fw:

A mí también me sorprendió.

30 segundos después

Re:

¿Y? ¡Dame detalles, por favor! ¿Qué hacíamos? ¿Qué aspecto tenía yo? ¿Cómo era mi cara?

Un minuto después

Fw:

De la cara no me enteré mucho.

Un minuto y medio después

Re:

¡Eh, Leo, hay que ver cómo eres! Probablemente yo fuera la Emmi rubia del café, con grandes pechos que tantear.

50 segundos después

Fw:

¿Qué te pasa con los pechos grandes? ¿Tienes algún problema con los pechos grandes?

Dos minutos después

Re:

Eso es lo que admiro de ti, Leo. No quieres saber, por ejemplo, si tengo pechos grandes. Quieres saber si tengo un problema con los pechos grandes. Es algo tan atípico en los hombres que se podría pensar que tienes el síndrome del problema de los pechos grandes.

Tres minutos después

Fw:

Considérame asexuado si quieres, Emmi, pero tanto si son grandes como si son pequeños, gordos, delgados, anchos, planos, redondos, ovalados, puntiagudos o cuadrados, no me interesa ninguna clase de pechos de los que no conozca la cara. Por lo menos no tengo talento para pensar en el volumen de los pechos de una mujer, independientemente del resto.

Un minuto después

Re:

¡Ah..., te contradices! Tres mensajes antes me has contado que tuviste un sueño muy erótico, en el que al parecer pudiste ver todo lo que un hombre podría ver de mí, salvo la cara. ¡No me digas que no te topaste con mis pechos!

55 segundos después

Fw:

En el sueño no vi tu cara, ni tus pechos, ni ninguna otra parte de tu cuerpo. Sólo lo toqué.

Un minuto y medio después

Re:

Si no viste nada de mí, ¿cómo sabes que era yo la mujer a la que metiste mano a ciegas?

Un minuto después

Fw:

Porque sólo hay una que se expresa como tú lo haces: ¡tú!

Dos minutos después

Re:

¡Así que hablamos mientras me metías mano a ciegas!

50 segundos después

Fw:

No te metía mano a ciegas, te tocaba. Hay una gran diferencia. Y (entre otras cosas) hablamos.

35 segundos después

Re.

¡Muy erótico!

Un minuto y medio después

Fw:

No entiendes nada, Emmi. Por lo visto, en estas cuestiones te pones demasiado en el lugar de «tus» hombres.

Dos minutos después

Re:

Por un lado están «mis hombres» y, por otro lado,
the one and only
Leo, el que está más allá de los pechos. Con esta noble diferenciación nos desconectamos por hoy. Debo terminar, tengo cosas que hacer. Te escribo mañana.

Hasta pronto,

Emmi

Al día siguiente

Asunto: Cita

Qué, Leo, ¿quedamos? Tengo todo el tiempo del mundo. Bernhard se ha ido durante una semana con los niños. Estoy sola.

Cinco horas y media después

Re:

¡Eh, Leo! ¿Te he dejado sin habla?

Cinco minutos después

Fw:

No, Emmi. Es que estoy pensando.

Diez minutos después

Re:

Eso no puede ser nada bueno. Sé exactamente en qué estás pensando. ¡Venga, Leo, encontrémonos! No desaprovechemos este momento tan oportuno, que tal vez sea el último. ¿Qué arriesgas? ¿Qué tienes que perder?

Dos minutos después

Fw:

1) A ti.

2) A mí.

3) A nosotros.

17 minutos después

Re:

Tienes pánico al contacto, Leo. Nos veremos, nos caeremos bien y hablaremos como hemos hablado siempre, sólo que de frente. Seremos íntimos desde el primer momento. Al cabo de una hora ya no podremos imaginar cómo sería si aún no nos hubiésemos visto nunca. Nos sentaremos en una mesita de un restaurante italiano. Comeré espaguetis al pesto delante de tus ojos. (¿Podrían ser espaguetis alle vongole?) Y volveré la cabeza para producir una corriente de aire que tú podrás percibir, querido Leo. ¡Por fin una auténtica corriente de aire, física, liberadora, antivirtual!

Una hora y media después

Fw:

Tú no eres Mia, Emmi. En Mia no tenía puestas esperanzas, y ella en mí tampoco. Mia y yo empezamos por el principio, como es costumbre cuando dos personas se conocen. Nuestro caso es distinto, Emmi: nosotros partimos de la línea de llegada, y sólo se puede seguir una dirección: hacia atrás. Nos dirigimos a la gran desilusión. No podemos vivir lo que escribimos. No podemos reemplazar las numerosas imágenes que nos formamos el uno del otro. Será decepcionante que no estés a la altura de la Emmi que yo conozco. Y no lo estarás. Te sentirás deprimida si yo no estoy a la altura del Leo que tú conoces. Y no lo estaré. Después de nuestra primera —y única— cita nos separaremos desilusionados, desanimados, como después de una comida abundante que no nos ha gustado, a pesar de haberla esperado un año con un hambre feroz, de haberla hervido a fuego lento y a borbotones durante meses. ¿Y luego qué? ¡Se acabó! ¡Ya está! ¿Haremos como si no hubiese pasado nada? No. Emmi, nunca se nos borrará la imagen desmitificada, desvelada, desencantada, defraudada, resquebrajada del otro. Ya no sabremos qué escribirnos. Ya no sabremos para qué escribirnos. Y algún día nos cruzaremos en un bar o en el metro. Fingiremos no reconocernos o no vernos, nos apartaremos rápidamente. Sentiremos vergüenza por lo que ha sido de «lo nuestro», por lo que ha quedado. Nada. Dos extraños con un ficticio pasado común, por el que tanto tiempo y con tanto descaro se habían dejado engañar.

Tres minutos después

Re:

Y cada día se extinguen cientos de especies animales.

Un minuto después

Fw:

¿Qué quieres decir?

55 segundos después

Re:

Te lamentas, te lamentas, te lamentas, te lamentas y te lamentas, Leo. Lo ves todo negro, negro, negro, negro.

25 segundos después

Fw:

Negro.

40 segundos después

Re:

???

Un minuto y medio después

Fw:

Que lo veo todo negro. (Habías olvidado uno, cinco veces «te lamentas», cinco veces «negro». O cuatro veces «te lamentas» y cuatro veces «negro», en ese caso sobraba un «te lamentas».)

Dos minutos después

Re:

Buena observación. Típico de Leo, un poco afectado, pero cariñosamente atento y correcto. Y me gustaría ver tus ojos, ¡tus auténticos ojos! Buenas noches. Que sueñes conmigo. ¡Y de paso podrías echarme un vistazo!

Tres minutos después

Fw:

Buenas noches, Emmi. Lo siento mucho, pero soy como soy, soy como soy, soy como soy.

Dos días después

Asunto: Cita «light»

Buenas tardes, Emmi. ¿Estás ofendida (todavía) o podemos volver a tomar unas copas de vino juntos esta noche?

Te saluda lleno de expectación,

Leo

Una hora y media después

Re:

Hola, Leo:

Esta noche he quedado «realmente» con Mia. Nos hemos propuesto empezar «como en los viejos tiempos» y acabar en el último bar abierto. Esto es: pueden darnos fácilmente las cinco de la mañana.

16 minutos después

Fw:

De acuerdo. Pues sí, hay que aprovechar que la familia está fuera. Saluda a Mia de mi parte. Y que lo paséis bien.

Ocho minutos después

Re:

Éstos son los pocos mensajes que hacen que prefiera no saber qué aspecto tienes si escribes una cosa así. (Por cierto: tienes una idea bastante conservadora de la familia o, al menos, de mi familia. Para volver a las cinco de la mañana no necesito esperar a que la familia esté fuera. Puedo hacerlo siempre que me apetezca.)

Tres minutos después

Fw:

¿Y a mí también puedes verme siempre que te apetezca? ¿Tanto si Bernhard se marcha con los niños a la montaña durante una semana como si está en la habitación de al lado (y puede ir a visitarte a tu habitación en cualquier momento)?

20 minutos después

Re:

¡¡¡POR FIN LO HAS SOLTADO, LEO!!! Habrías podido ahorrarte tu sombría perorata de anteayer sobre nuestra estremecedora primera cita que hace añicos las imágenes. Pues no es ése tu problema. Tu problema se llama Bernhard. No aceptas ser el segundo, después de él. No quieres quedar conmigo, porque de manera puramente teórica no puedes «pescarme», no importa que luego lo desees o no en la práctica. Por correo electrónico me tienes toda para ti, y de esa forma te entiendes estupendamente conmigo, puedes pasar a tu gusto de la distancia a la cercanía, y viceversa, ¿no?

45 minutos después

Fw:

No has contestado a mi pregunta, Emmi. ¿Quedarías —o querrías quedar— conmigo aunque tu marido estuviese en la habitación de al lado? Y (pregunta adicional): ¿qué le dirías? Quizá: «Tesoro, esta noche me encuentro con un hombre con el que me escribo desde hace un año, por lo general varias veces al día, desde "buenos días" hasta "buenas noches". A menudo él es el primero que sabe algo de mí por la mañana y el último al que le digo algo antes de acostarme. Y por la noche, cuando no consigo dormirme, cuando sopla el viento del norte, no voy a verte a ti, tesoro. No, le escribo un mensaje a ese hombre. Y él me contesta. Es que ese tío es fantástico contra el viento del norte. ¿Que qué nos escribimos? Ah..., sólo cosas personales, hablamos de nosotros, de lo que pasaría si yo no te tuviera a ti, tesoro, a ti y a los niños. Oye, y como te decía, esta noche he quedado con él ...».

Cinco minutos después

Re:

Yo nunca le digo «tesoro» a mi marido.

50 segundos después

Fw:

¡Oh, perdón, Emmi! Tú lo llamas Bernhard, desde luego. Suena más respetuoso.

Cuatro minutos después

Re:

No te enfades, Leo. Tienes una deplorable idea de un matrimonio que funciona bien. ¿Sabes qué le diría a Bernhard si quisiera quedar contigo por la noche? Le diría: «Bernhard, esta noche salgo. He quedado con un amigo. Quizá se haga tarde». ¿Y sabes qué me contestaría Bernhard? «¡Que te diviertas, pasadlo bien!» ¿Y sabes por qué diría eso?

Un minuto después

Fw:

¿Porque le da igual lo que hagas?

40 segundos después

Re:

¡Porque confía en mí!

Un minuto después

Fw:

¿Y en qué confía?

50 segundos después

Re:

En que no haré nada que ponga en peligro mi vida con él, o que pueda ponerla en peligro en algún momento.

Nueve minutos después

Fw:

¡Ah..., ya! Claro, tú sólo te diriges a tu «mundo exterior» familiarmente prescindible. El mundo interior permanece intacto. Supongamos que tú te enamoras de mí y yo de ti, Emmi, que tenemos un romance, una aventura, un lío..., llámalo como quieras, Emmi, ¿tampoco estarías haciendo nada que pusiera en peligro tu vida con Bernhard, o que pudiera ponerla en peligro en algún momento?

12 minutos después

Re:

Partes de hipótesis falsas, Leo: ¡¡¡yo no voy a enamorarme de ti!!! No tendremos un romance, una aventura, un lío o como quiera que lo llames. Es simplemente una cita. Como cuando uno se encuentra con un viejo amigo, al que hace mucho tiempo que no ve. Con la pequeña diferencia de que nosotros no llevamos mucho tiempo sin vernos, sino que no nos hemos visto nunca. En lugar de «Tienes el mismo aspecto de siempre, Leo», diré: «¡Conque éste es el aspecto que tienes, Leo!». Así son las cosas.

Ocho minutos después

Fw:

Lo que quieres decir es que te darías por satisfecha con que YO me enamorara de TI, por así decir, de manera unilateral. Seguramente toda mi vida te escribiría mensajes ardientes, románticos, conmovedores. A continuación, poemas, canciones, quizá incluso musicales y óperas, rebosantes de pasión insatisfecha. Entonces podrías decirte a ti misma, a Bernhard o a ambos: «¿Lo ves? Estuvo bien haberme encontrado con él».

40 segundos después

Re:

¡Algo debe de haberte hecho Marlene!

Cuatro minutos y medio después

Fw:

No cambies de tema, Emmi. Por una vez, Marlene no tiene absolutamente nada que ver con este asunto. En realidad es algo entre nosotros dos, mejor dicho, entre nosotros tres. Pues de un modo periférico, tu marido también forma parte de esto, por más que te obstines en negarlo. Y no creo que sea casualidad que quieras quedar conmigo justamente ahora que sabes que tu marido está muy lejos, en la montaña.

Dos minutos después

Re:

No, no es casualidad. Sencillamente esta semana dispongo de más tiempo para mí. Tiempo que me gusta pasar con la gente que aprecio. Tiempo para mis amigos. O para quienes podrían llegar a serlo. Hablando de tiempo: van a dar las ocho. Tengo que irme, seguramente Mia ya está esperándome.

Buenas noches, Leo.

Cinco horas después

Re: ¿Leo?

Hola, Leo.

¿Aún estás despierto por casualidad? ¿Te apetece tomar una copa de vino conmigo? Leo, Leo, Leo. No estoy nada bien.

Emmi

13 minutos después

Fw:

Sí, aún estoy despierto. Es decir: ya estoy otra vez despierto. Es que he activado el toque de diana de Emmi. He puesto al máximo el sonido que avisa cuando llega un mensaje nuevo y he dejado el ordenador portátil junto a la almohada. Ahora mismo acaba de despertarme.

Ya sabía yo que volverías a escribirme esta noche, Emmi. Pero ¿qué hora es? Ah..., poco más de medianoche. ¡Mucho no habéis aguantado Mía y tú!

(Vino no bebo más. Ya me he cepillado los dientes. Y el vino después de la pasta de dientes es como una sopa de fideos con el café en el desayuno.)

Dos minutos después

Re:

¡¡¡Me alegro muuuuuuuucho de que contestes, Leo!!! ¿Por qué sabías que volvería a escribirte?

Siete minutos después

Fw:

1) Porque te gusta estar con la gente que aprecias. «Con tus amigos. O con quienes podrían llegar a serlo.»

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