De la dictadura a la democracia (10 page)

BOOK: De la dictadura a la democracia
13.06Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

El intento de ganar simpatías entre las fuerzas del dictador y eventualmente a inducirlas a la desobediencia no debe interpretarse, sin embargo, como una invitación a que las fuerzas militares produzcan una rápida interrupción de la dictadura mediante una acción militar. Una acción semejante no es posible que dé paso a una democracia que funcione, porque, como ya hemos explicado, un golpe de estado sirve de poco para cambiar el desequilibrio de las relaciones de poder entre el pueblo y los gobernantes. Por consiguiente, es necesario planear cómo puede hacérseles entender a los oficiales militares que simpatizan con los demócratas que ni un golpe militar ni una guerra civil son necesarios o deseables. Los oficiales simpatizantes pueden jugar papeles vitales en la lucha democrática tales como difundir entre las fuerzas militares el descontento y la nocooperación, alentando las deficiencias deliberadas y calladamente hacer caso omiso de las órdenes, manteniéndose firmes en su decisión de no reprimir. El personal militar puede también brindar varias formas de asistencia noviolenta y positiva al movimiento democrático entre las que se incluye facilitar el paso seguro, información, comida, suministros médicos y otros.

El ejército es uno de los recursos de poder más importantes de los dictadores porque éstos pueden usar las unidades militares disciplinadas y su armamento para atacar directamente a la población desobediente y castigarla. Los estrategas del desafío deben recordar que va ser extraordinariamente difícil, si no imposible, desmantelar la dictadura si la policía, la burocracia y las fuerzas armadas se mantienen plenamente leales y obedientes en el cumplimiento de sus órdenes. Las estrategias orientadas a subvertir la lealtad de las huestes del dictador deben gozar de una prioridad especial de parte de los planificadores democráticos.

Las fuerzas democráticas deben recordar que el descontento y la desobediencia entre las fuerzas armadas y de la policía pueden resultar altamente peligrosas para los miembros de esos grupos. Pueden esperar penas muy severas por los actos de desobediencia, y la muerte por ejecución en caso de amotinamiento. Las fuerzas democráticas no deben pedirles a los soldados y oficiales que se amotinen inmediatamente; en lugar de eso, donde sea posible la comunicación, debe aclarárseles que hay multiples formas de "desobediencia disimulada" que sí pueden ser practicadas desde el principio. Por ejemplo, los policías o los soldados de tropa pueden entorpecer el cumplimiento de las órdenes de distribución, no acertar a encontrar a las personas buscadas, advertir a los de la resistencia acerca de las órdenes de represión que se han dictado contra ellos así como de los arrestos y deportaciones, y pueden dejar de transmitir información importante para sus oficiales superiores. Por su parte, los oficiales descontentos con el régimen pueden no transmitir, o demorar la transmisión de las ordenes de represión a los mecanismos encargados de ejecutarlas. Pueden disparar por encima de las cabezas de los manifestantes. Los funcionarios del estado pueden perder o traspapelar las instrucciones, trabajar deficientemente, o "enfermarse" para tener que permanecer en casa hasta "curarse". Cambios en la estrategia

Los estrategas del desafío político tienen que estar constantemente evaluando cómo la gran estrategia y las estrategias de campañas específicas se están implementando. Es posible por ejemplo, que la lucha no marche tan bien como se hubiera esperado. En ese caso hay que pensar qué cambios se necesitan en la estrategia. ¿Qué podría hacerse para aumentar la fuerza del movimiento y retomar la iniciativa? En una situación así habrá que identificar el problema, volver a realizar el cálculo estratégico, si es posible, darle la responsabilidad de la lucha a un sector distinto de la población, movilizar recursos adicionales de poder y desarrollar acciones alternativas. Cuando esto se hubiere hecho, el nuevo plan se implementará inmediatamente.

Si, por el contrario, la lucha ha marchado mucho mejor de lo previsto y la dictadura está desmoronándose antes de lo que se había calculado, ¿cómo podrán las fuerzas democráticas capitalizar esas victorias inesperadas y avanzar hacia la paralización de la dictadura?

Exploraremos esta problemática en el capítulo siguiente.

NUEVE
DESINTEGRANDO LA DICTADURA

El efecto acumulativo de estas exitosas campañas de desafío político bien dirigidas sería el fortalecimiento de la resistencia y el establecimiento y expansión de áreas de la sociedad donde la dictadura se encuentra con los límites de su control efectivo. Estas campañas también proporcionan una importante experiencia en cómo negar la cooperación a la dictadura, y cómo manifestar un desafío político. Esta experiencia será de gran ayuda cuando llegue el momento de una nocooperación y un desafío masivos.

Tal como se discutió en el Capítulo Tres, la obediencia, la cooperación y la sumisión son esenciales para que un dictador sea poderoso. Sin acceso a las fuentes de poder político, el poder del dictador se debilita y finalmente se esfuma. El retiro del respaldo es, por lo tanto, la principal acción que se requiere para desintegrar la dictadura. Sería útil repasar cómo se pueden afectar las fuentes del poder mediante el desafío político.

Los actos simbólicos de repudio y desafío se encuentran entre los medios disponibles para minar la moral del régimen y su autoridad política, es decir, su legitimidad. Mientras mayor sea la autoridad de un gobierno, mayor y más confiables serán la obediencia y cooperación que recibirá. La desaprobación moral necesita ser expresada mediante acciones para que la dictadura perciba que es una amenaza seria a su existencia. Es necesario retirarle la cooperación y la obediencia para negarle al régimen el acceso a las otras fuentes de poder.

La fuente de poder segunda en importancia son los recursos humanos, la cantidad e importancia de las personas y grupos que obedezcan o ayuden a los gobernantes y que cooperen con ellos. Si grandes sectores de la población practican la nocooperación, el régimen realmente se verá en un serio problema. Por ejemplo, si los funcionarios gubernamentales ya no funcionan con su normal eficiencia, o inclusive se quedan en casa, el aparato administrativo se verá gravemente afectado.

De igual manera, si entre las personas o grupos nocooperantes se incluye a los que previamente le han estado aportando tecnologías y conocimientos especializados, entonces los dictadores verán cómo su capacidad de funcionamiento se debilita gravemente. Hasta su capacidad de tomar decisiones ante una información sólida y de desarrollar políticas efectivas se verá seriamente reducida.

Si las influencias sicológicas e ideológicas —llamadas factores intangibles— que por lo general inducen a las personas a obedecer y ayudar a los gobernantes, se debilitan o revierten, la población se inclinará más a desobedecer y nocooperar.

El acceso de los dictadores a los recursos materiales también afecta directamente su poder. Con el control de los recursos financieros del sistema económico, la propiedad, los recursos naturales, el transporte y los medios de comunicación en manos de los verdaderos opositores del régimen, o de otros en potencia, otro recurso de poder importantísimo se les ha vuelto vulnerable o se les ha negado. Las huelgas, el boicot y la creciente autonomía en algunos sectores de la economía, las comunicaciones y el transporte, debilitarán al régimen.

Como ya se discutió anteriormente, la capacidad del dictador para amenazar o aplicar sanciones —castigos contra los sectores nocooperantes, desobedientes o ingobernables de la población— es una fuente central del poder de los dictadores. Ésta puede debilitarse en dos días. En primer lugar, si la población está preparada, como en la guerra, para arriesgarse a serias consecuencias como precio del desafío, la efectividad de las sanciones aplicables se verá drásticamente disminuida; es decir, la represión de los dictadores no logrará el sometimiento deseado. En segundo lugar, si la policía y hasta las mismas fuerza militares se manifiestan descontentas, puede ser que individualmente o en grupo evadan o francamente desacaten las órdenes de arrestar, golpear o disparar contra los de la resistencia. Si los dictadores ya no pueden confiar en la policía y las fuerzas militares, la dictadura está seriamente amenazada.

En síntesis, el éxito contra una dictadura bien afianzada exige que la nocooperación y el desafío le reduzcan y le quiten al régimen las fuentes de poder. Sin la constante reposición de los recursos de poder necesarios, la dictadura se debilitará y finalmente se desintegrará. Una planificación estratégica competente del desafío político contra las dictaduras, por consiguiente, necesita tener como objetivo las más importantes fuentes de poder de los dictadores.

La escalada de la libertad

En combinación con el desafío político, durante la etapa de la resistencia selectiva, el crecimiento de las instituciones autónomas— sociales, económicas, culturales y políticas—expande progresivamente el "espacio democrático" de la sociedad y contrae el control de la dictadura. A medida que las instituciones civiles de la sociedad se fortalecen en relación con la dictadura, entonces, sin importar lo que quieran los dictadores, la población está construyendo de manera creciente una sociedad independiente fuera del control de aquélla. Si la dictadura va a intervenir para frenar este "aumento de la libertad", cuando lo haga, se puede aplicar la lucha noviolenta en defensa de este espacio recientemente ganado, y la dictadura se verá confrontada por otro "frente" más en la lucha.

Con el tiempo, esta combinación de resistencia y construcción de instituciones puede conducir a una libertad de facto. El derrumbamiento de la dictadura y la instauración formal de un sistema democrático se hará innegable, porque se habrán alterado fundamentalmente las relaciones de poder dentro de la sociedad.

La Polonia de los setentas y los ochentas constituye un claro ejemplo de cómo la sociedad rescata progresivamente sus instituciones y funciones por medio de la resistencia. La Iglesia Católica ha sido perseguida, pero jamás puesta bajo el absoluto con-trol comunista. En 1976, ciertos intelectuales y obreros formaron pequeños grupos tales como los KOR (Comités de Defensa de los Trabajadores) para impulsar sus ideas políticas. La organización del sindicato de Solidaridad, con el poder que tuvo de organizar huelgas muy efectivas, obligó a su legalización en 1980. Campesinos, estudiantes y muchos otros grupos también formaron sus propias organizaciones independientes. Cuando los comunistas se dieron cuenta que estos grupos habían cambiado las realidades del poder, Solidaridad fue proscrita de nuevo y los comunistas recurrieron al régimen militar. Inclusive bajo la ley marcial, con numerosos encarcelamientos y recia persecución, las nuevas instituciones independientes de la sociedad continuaron funcionando. Por ejemplo, docenas de periódicos y revistas ilegales siguieron publicándose. Casas editoriales ilegales publicaban anualmente cientos de libros, mientras que los más conocidos escritores polacos boicoteaban las editoriales del gobierno y sus publicaciones. Actividades similares continuaban en otros sectores de la sociedad.

Bajo el régimen militar de Jaruselski el gobierno militar comunista alguna vez fue descrito como rebotando de un extremo a otro en la cresta de la sociedad. Los oficiales todavía ocupaban las oficinas y los edificios del gobierno. El régimen todavía podía golpear a la sociedad con castigos, arrestos, encarcelamientos, la ocupación de las imprentas y acciones por el estilo. Desde ese punto de vista, era sólo cuestión de tiempo el que la sociedad acabara de echar abajo al régimen por completo.

Aún cuando una dictadura esté todavía ocupando posiciones gubernamentales, a veces es posible organizar un "gobierno democrático paralelo". Éste funcionaría de manera creciente como un gobierno rival, al cual la población y las instituciones de la sociedad le prestarían lealtad, obediencia y cooperación. En consecuencia, a la dictadura se le negarían estas características del gobierno. Eventualmente, el gobierno democrático paralelo podría llegar a reemplazar plenamente al régimen dictatorial como parte de la transición a un sistema democrático. A su debido tiempo entonces, se adoptaría una constitución y se celebrarían elecciones como parte de la transición.

Desintegrando la dictadura

Mientras se lleva a cabo la transformación institucional de la sociedad, el movimiento de desafío y nocooperación puede ir en escalada. Los estrategas de las fuerzas democráticas pueden moverse más allá de la resistencia selectiva y lanzar el desafío masivo. En la mayoría de los casos, hace falta tiempo para crear, construir o extender la capacidad de resistencia, y el desarrollo del desafío masivo podrá ocurrir sólo después de algunos años. Durante este período intermedio se deberá impulsar una campaña de resistencia selectiva con objetivos políticos más importantes cada vez. Se debe involucrar a grandes sectores de la población a todos los niveles de la sociedad. Dado un desafío político bien definido y disciplinado durante esta escalada de actividades, es muy probable que la debilidad interna de la dictadura se haga cada vez más evidente.

Con el tiempo, la combinación de un desafío político vigoroso y la construcción de instituciones independientes, es posible que atraiga una amplia atención internacional a favor de las fuerzas democráticas. Puede también producir condenas diplomáticas internacionales, boicot y embargos en apoyo a las fuerzas democráticas (como pasó en Polonia).

Los estrategas deben estar conscientes de que en algunas situaciones la caída de la dictadura puede ocurrir extremadamente pronto, como en Alemania del Este en 1989. Esto puede ocurrir cuando las fuentes de poder le son masivamente negados como resultado de la repulsa de la población entera contra la dictadura. Este patrón conductual no es frecuente, y es mejor planificar para una lucha a largo plazo (aunque haya que estar preparado por si ocurre un cambio a corto plazo).

Durante el curso de la lucha de liberación, las victorias, aunque sean pequeñas, deben celebrarse. Los que han ganado una victoria deben ser reconocidos. La celebración, acompañada por la vigilancia, también contribuye a mantener la moral en alto, y esto es muy necesario para las futuras etapas de lucha.

Manejando el triunfo responsablemente

Los planificadores de la gran estrategia deben calcular por adelantado los modos posibles y preferibles de cómo una lucha victoriosa puede concluirse de la mejor manera a fin de impedir el surgimiento de una nueva dictadura y de asegurar el establecimiento gradual de un sistema democrático duradero.

BOOK: De la dictadura a la democracia
13.06Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Breaking the Chain by Maggie Makepeace
Juliana Garnett by The Vow
The Apocalypse by Jack Parker
Twin Tales by Jacqueline Wilson
In Xanadu by William Dalrymple
Bend by Bailey Bradford
The Awakening by Kat Quickly
Gamer (Gamer Trilogy) by Christopher Skliros