De la dictadura a la democracia (4 page)

BOOK: De la dictadura a la democracia
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Los recursos que necesita el poder político

El principio es sencillo. Los dictadores requieren la ayuda de los gobernados, sin la cual no pueden ni disponer de las fuentes de poder ni conservarlas. Entre las fuentes del poder político se encuentran las siguientes:

• La autoridad - la creencia entre la gente de que el régimen es legítimo y que tiene el deber moral de obedecerlo;

• Los recursos humanos - la cantidad e importancia de las personas y grupos que obedecen a los gobernantes, cooperan con ellos o los apoyan;

• El conocimiento y las destrezas - los que el régimen necesita para llevar a cabo acciones específicas, y que le son suministrados por las personas y grupos que cooperan con él;

• Los factores intangibles - los factores psicológicos e ideológicos que pueden mover a la gente a obedecer y apoyar a los gobernantes;

• Los recursos materiales - hasta qué punto controlan los gobernantes la propiedad o tienen acceso a ella, los recursos naturales, el sistema económico y los medios de comunicación y transporte; y

• Las sanciones - castigos con los que se amenaza, o que se aplican a los desobedientes o a los que no colaboran, para asegurar su sumisión y cooperación, necesarias ambas para que exista el régimen y para que ponga en práctica sus políticas.

Todas estas fuentes, sin embargo, dependen de la aceptación del régimen, del sometimiento y obediencia de la población al mismo y de la cooperación que le brindan innumerables personas y muchas de las instituciones de la sociedad. Estas fuentes no están garantizadas.

Una plena cooperación, obediencia y apoyo, harán más asequibles los recursos que el poder necesita, y, en consecuencia, fortalecerán la capacidad de obrar de cualquier gobierno.

Por otra parte, el negarles a los agresores y dictadores la cooperación popular e institucional disminuye y puede anular el acceso a las fuentes de poder de las que dependen los gobernantes.

Sin acceso a tales recursos, el poder de los gobernantes se debilita, y finalmente se disuelve.

Naturalmente, los dictadores son sensibles a las acciones o ideas que amenazan su capacidad de obrar como les dé la gana. Por lo tanto, ellos están dispuestos a amenazar y castigar a quienes los desobedezcan, les hagan huelgas o dejen de cooperar con ellos. No obstante, aquí no acaba el cuento. Ni la represión ni cuantas brutalidades se cometan siempre resultan en la recuperación del grado de sumisión y cooperación que el régimen necesita para funcionar.

Si, a pesar de la represión, se pueden restringir o recortar durante un tiempo suficiente los recursos de los que depende el poder, los resultados pueden ser la incertidumbre y la confusión dentro de la dictadura. Es probable que sobrevenga entonces un notable debilitamiento de su poder. Con el tiempo, el quitarle los recursos al poder producirá la parálisis y la impotencia del régimen y, en casos muy severos, su desintegración. El poder de los dictadores se ira muriendo, lenta o rápidamente, de inanición política.

Por lo tanto, el grado de libertad o tiranía que existe bajo cualquier gobierno es en gran medida un reflejo de la relativa determinación de los súbditos de ser libres , y de la voluntad y capacidad de éstos de ofrecer resistencia a los esfuerzos que el gobierno haga por esclavizarlos.

Contradiciendo la opinión popular, aún las dictaduras totalitarias dependen de la población y las sociedades que gobiernan. Como apuntó el politólogo Karl W. Deutsch en 1953:

El poder totalitario es fuerte sólo si no tiene que ejercerse con mucha frecuencia. Si el poder totalitario tiene que imponerse sobre toda la población y en todo momento, no es probable que se mantenga vigoroso por mucho tiempo. Como los regímenes totalitarios requieren más poder que cualquier otro tipo de gobierno para relacionarse con sus gobernados, tienen una necesidad mayor de que los hábitos de sumisión estén más amplia y firmemente extendidos entre su pueblo. Más aún, tienen, en caso de necesidad, que poder contar con el apoyo activo de porciones significativas de la población.
[8]

John Austin, el teórico inglés del siglo XIX, describió la situación de una dictadura que se enfrentara a un pueblo descontento. Aus-tin argumentaba que si la mayoría de la población estaba decidida a destruir al gobierno, y se hallaba dispuesta a soportar la represión que le impusiera por ello, entonces el poder del gobierno, incluyendo aquellos que lo apoyaban, no podría preservar al odiado régimen, inclusive si recibiera ayuda del extranjero. No se podría someter de nuevo al pueblo desafiante a la obediencia y la sumisión permanentes, concluía Austin.
[9]

Mucho antes, Nicolás Maquiavelo había explicado que el princípe "... que tiene a todo el pueblo por su enemigo, nunca puede estar seguro, y mientras mayor sea su crueldad, mas débil se irá volviendo su régimen".
[10]

La aplicación política de estos principios la demostraron en la práctica los heróicos noruegos que resistieron la ocupación nazi, y, como se mencionó en el Capítulo Uno, los valientes polacos, alemanes, checos, eslovacos y muchos más que resistieron la agresión comunista y su dictadura, y que finalmente contribuyeron a producir el desmoronamiento del régimen comunista en Europa. Este, por supuesto, no es un fenómeno nuevo. Los casos de resistencia noviolenta se remontan por lo menos hasta el año 494 a. de C., cuando los plebeyos les negaron su cooperación a sus amos, los patricios romanos.
[11]
Los pueblos en Asia, Africa, las Américas, Australasia y las islas del Pacífico, así como en Europa han empleado la lucha noviolenta en distintos momentos.

Tres de los factores más importantes para determinar hasta qué grado estará o no controlado el poder del gobierno, son: 1) el deseo relativo por parte de la población de imponerle limites al poder del gobierno; 2) la fuerza relativa de las organizaciones e instituciones independientes para quitarle colectivamente los recursos que necesita el poder; y 3) la relativa capacidad por parte de la población de negarle su consentimiento y apoyo.

Centros de poder democrático

Una de las características de la sociedad democrática es que existe una multitud de grupos e instituciones nogubernamentales. Ellas incluyen, por ejemplo, la familia, las organizaciones religiosas, las asociaciones culturales, clubes deportivos, instituciones económicas, sindicatos, instituciones estudiantiles, partidos políticos, pueblitos, asociaciones de colonos, clubes de jardinería, organizaciones de derechos humanos, grupos musicales, sociedades literarias y otras.

Estos cuerpos son importantes porque establecen sus propios objetivos y también porque ayudan a satisfacer las necesidades de la sociedad.

Además, estos cuerpos tienen un gran significado político. Suministran las bases grupales e institucionales para que la gente pueda ejercer su influencia en la sociedad y resistir la de otros grupos o del gobierno cuando éstos claramente se inmiscuyan injustamente en sus intereses, actividades y propósitos. Los individuos aislados que no son miembros de estos grupos, por lo general se hallan incapacitados para producir un impacto significativo en la sociedad, mucho menos en el gobiemo, y ciertamente no en una dictadura.

Por lo tanto, si la autonomía y libertad de tales cuerpos puede ser suprimida por los dictadores, la población quedará relativamente indefensa. Además, si estas instituciones pueden ser controladas dictatorialmente por el poder central, o sustituidas por otras bajo control de aquél, podrán ser utilizadas para controlar tanto a los miembros individuales de éstas como a las áreas correspondientes de la sociedad.

No obstante, si la autonomía y libertad de estas instituciones civiles independientes (fuera del control gubernamental) se pueden mantener o recuperar, éstas serán de suma importancia para la aplicación del desafío político. El rasgo común en los ejemplos citados, donde las dictaduras han sido desintegradas o debilitadas, ha sido la valiente aplicación masiva del desafío político por la población y sus instituciones.

Como hemos afirmado, estos centros de poder sirven de bases institucionales desde las cuales la población puede ejercer presión o resistir los controles dictatoriales. En el futuro, serán una base estructural indispensable para una sociedad libre. El crecimiento continuado y la independencia de las mismas, por consiguiente, es a menudo el requisito previo para el triunfo de una lucha de liberación.

Si la dictadura ha tenido éxito en destruir o controlar los cuerpos independientes de la sociedad, será importante para los que ofrezcan resistencia, crear nuevos grupos sociales e instituciones independientes, o tratar de recuperar el control de los cuerpos sociales supervivientes o de los parcialmente controlados. Durante la revolución húngara de 1956-57, apareció una multitud de "concejos de democracia directa", que llegaron a juntarse inclusive para establecer durante varias semanas todo un sistema federal de instituciones y gobierno. En Polonia, durante las postrimerías de 1980, los trabajadores mantuvieron sindicatos ilegales de Solidaridad y, en algunos casos, tomaron el control de los sindicatos oficiales dominados por los comunistas. Algunos de estos procesos institucionales pueden tener consecuencias políticas muy importantes.

Por supuesto, nada de esto significa que sea fácil debilitar o destruir una dictadura, ni que cualquier intento de hacerlo tendrá éxito. Desde luego no quiere decir que la lucha estará libre de víctimas, porque los que todavía estén sirviendo a la dictadura van a contraatacar en un esfuerzo por obligar a la población a regresar a la cooperación y la obediencia.

Sin embrago, esta nueva percepción del poder significa, que la desintegración deliberada de una dictadura sí es posible.
Las dictaduras, en particular, tienen características específicas que las hacen vulnerables al desafío político diestramente implementado.

Examinemos con más detalle estas características.

CUATRO
LAS DICTADURAS TIENEN PUNTOS DÉBILES

Por lo general las dictaduras parecen invulnerables. Las agencias de inteligencia, la policía, las fuerzas militares, las prisiones, los cam-pos de concentración y los pelotones de fusilamiento, están controlados por unos pocos con mucho poder. Las finanzas de un país, sus recursos naturales y su capacidad de producción a menudo son saqueados por los dictadores y usados para apoyar la voluntad de los dictadores.

En comparación, los fuerzas democráticas con frecuencia aparecen como extremadamente débiles, ineficaces e impotentes. La percepción de la invulnerabilidad frente a la impotencia hace poco probable una oposición efectiva.

Sin embargo, esto no agota el tema.

Identificando el talón de Aquiles

Un mito de la Grecia clásica ilustra bien la vulnerabilidad de lo supuestamente invulnerable. A Aquiles, el guerrero, ningún golpe podía dañarlo, y ninguna espada penetrar su piel. Cuando era un recién nacido, se supone que su madre lo había sumergido en las aguas del mágico río Estigio, y por eso su cuerpo estaba protegido contra todos los peligros. Había, sin embargo, un problema. Como el niño había sido sostenido por el talón para que no fuese arrastrado por la corriente, el agua mágica no había cubierto esa pequeña porción de su cuerpo. Cuando Aquiles se hizo un hombre, les parecía a todos que era invulnerable frente a las armas enemigas. Pero en la batalla de Troya un soldado enemigo, instruido por alguien que conocía la debilidad de aquél, logró clavarle una flecha en el talón desprotegido, en el único lugar donde podía ser herido. La herida fue fatal. Todavía hoy la frase "el talón de Aquiles" se refiere a la parte vulnerable de una persona, un plan o una institución donde si se le ataca, no está protegida.

El mismo principio se aplica a los dictadores más desalmados.

Ellos también pueden ser vencidos, pero más rápidamente y con un costo menor si sus debilidades pueden identificarse y se concentra en ellas el ataque.

Puntos débiles de las dictaduras

Entre los puntos débiles de las dictaduras están los siguientes:

1. Se les puede restringir o negar la cooperación de muchas personas, grupos e instituciones que necesitan para hacer funcionar el sistema.

2. Los requisitos y efectos de las políticas anteriores del régimen, de cierta manera limitan su capacidad presente para adoptar y ejecutar políticas contrarias.

3. El sistema puede convertirse en rutinario en cuanto a su modo de obrar y ser menos apto para ajustarse rápidamente

a situaciones nuevas.

4. El personal y los recursos ya destinados para las tareas habituales no estarán fácilmente disponibles para nuevas necesidades.

5. Los subordinados, temerosos de no complacer a sus superiores, pueden no proporcionar todos los detalles de la información que los dictadores necesitan para tomar decisiones.

6. La ideología puede erosionarse; los mitos y símbolos del sistema pueden perder su solidez.

7. Si hay una fuerte ideología que influye en la visión de la realidad, una adhesión firme a la misma puede ser causa de desatención de las condiciones y necesidades reales.

8. El deterioro de la competitividad y eficiencia de la burocracia, o los excesivos controles y regulaciones, pueden volver ineficaces las políticas y operaciones del sistema.

9. Los conflictos institucionales internos y las rivalidades y hostilidades personales pueden dañar, o aún interrumpir, las operaciones de la dictadura.

10. Los intelectuales y los estudiantes pueden impacientarse por las condiciones o restricciones o el enfoque doctrinario y la represión.

11. El público en general puede, con el tiempo, volverse apático y hasta hostil al régimen.

12. Las diferencias regionales, de clase o nacionales pueden agudizarse.

13. La jerarquía del poder de una dictadura es siempre, hasta cierto punto, inestable y a veces lo es extremadamente; los individuos no permanecen inmutables en sus posiciones y rangos, sino que pueden elevarse o caer a otros niveles, o ser separados por completo y sustituidos por un personal nuevo.

14. Sectores de la policía o de las fuerzas militares pueden actuar para lograr sus propios objetivos, aún cuando esto sea contra la voluntad de los dictadores en el poder, y llegar hasta el golpe de estado.

15. Si la dictadura es nueva, necesita tiempo para afianzarse bien.

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