En la comida que le dio Emecé, Jorge Amado dijo: «Veo alrededor de esta mesa a grandes escritores, como Bioy, a jóvenes escritores, como Vlady Kociancih, y a escritores, simplemente escritores» (Silvina Bullrich, Marta Lynch, Elvira Orphée, Blaistein, Rabanal, Aguinis, etcétera, todos etcétera). Vlady me dijo después: «Qué
gaffe
». La verdad, aunque yo pensé, lo admito, que Amado había sido extraordinariamente amistoso (conmigo, por cierto. ¿Qué me importa una
gaffe
?, etcétera).
¿Cuándo aprenderé? En todo lo que nos proponen hay engaño. Un amigo me pide que integre la comisión directiva del club: «El presidente y toda la comisión están empañados en tenerte. Todos te quieren. Para peor, porque su mujer está enferma, Fulano no aceptó. (Pudo agregar: 'La vocalía que te ofrecemos')». Recordar que en toda proposición hay una trampa oculta para distraídos. Yo soy distraído.
Curiosa
n
final del imperativo, argentina, vulgar, anticuada, usada aún hoy en el campo: «Pónganlon aquí. Sáquenlon. Cómanlon. Véngansen cuando quieran. Ábranlon. Ciérrenlon».
Sueño
. A la estancia de Pardo llegan, en una
voiturette Chrysler
, tres visitantes: uno es un cura muy alto, muy flaco, muy pálido; de otro recuerdo la gorra de hilo, blanca; del tercero, nada. Los llevamos a ver un falso cementerio que tenemos en el monte. Les mostramos las lápidas. En una se lee: «Aquí yace un asaltante, muerto a palos»; en otra: «Aquí yace un visitante sospechoso». Con disimulo miramos la cara de los individuos, sospechamos que son asaltantes.
Refosque
. Encontré la respuesta en una nota de René Démoris, en el volumen de
Memoires
de Casanova, de la edición de Garnier Flammarion, que me llegó de Francia. Lo encargué porque los editores ocultaron, callaron la circunstancia de que la edición es abreviada. A esos atorrantes les debo, sin embargo, la nota del profesor Démoris: «
Refosque
.
Refosco
. Vin du Frioul».
Observaciones de un Esclavo Negro
. «
Tengo que salir
en más fuerte que
Tengo que salir para esto o aquello
. Cuando digo
Tengo que salir
, la patrona calla y salgo. Cuando digo
Tengo que salir para esto o aquello
, la patrona alega que no hay apuro, o que lo hará otro y quedo en casa», me explicó el Esclavo Negro, alias Alter Ego.
Report on Experience
. Cuando me dicen: «Tengo que hablarte» no siento curiosidad.
Santoral
. San Juan I. Papa de 523 a 526. Por decisión suya, los años ya no se contaron desde la fundación de Roma —
ab urbe condita
— sino desde el nacimiento de Cristo. Fijó la fecha de la Pascua y echó las bases de la música sacra, de lo que llegaría a ser el canto gregoriano.
Mayo 1984
. Cuento con dos amantes, para no acostarme con ninguna.
Profesores del Instituto que fueron los demonios de mi primer año de abatimiento y desolación: Rivarola (álgebra), Aldini (latín); un poco menos ponzoñosos (indiferentes, despreciativos, no ensañados): Campolongo (geografía), Sáez de Samaniego (castellano). Tal vez porque fui deficiente al principio quise alardear de mi suficiencia después. Cuando cursaba cuarto año di quinto libre. En sexto año tuve nuevos compañeros; mis amigos Drago, Julito y Charlie Menditeguy estaban todavía en quinto. En el año (siguiente) que pasé dedicado a leer, esperando a Drago para entrar juntos en Derecho, me acostumbré al estudio de lo que me interesaba y a escribir. Me costó mucho esfuerzo emprender el estudio de Derecho. Olvidaba algo más sobre los años de bachillerato (o Nacional, como decíamos): si Rivarola parecía empecinado, sadísticamente empacado, en convencerme de mi estupidez, Butty, profesor de trigonometría, en sexto año, parecía complacerse en convencerme de mi capacidad. Me puso diez en todas las pruebas escritas, aunque me señaló que a veces yo me equivocaba en los resultados. «Entonces, ¿por qué me pone diez?», le pregunté. «Porque domina la materia. Un buen matemático puede hacer mal las cuentas». Lo recuerdo con gratitud.
Fueron profesores los pocos de los hombres que recuerdo con desprecio, como Rivarola, y (menos acremente) Albesa, Campolongo, Aldini; y fue profesor uno de los que más he querido y de los que más ha influido para bien en mi educación y en mis libros: Felipe A. Fernández, entrerriano, que enseñaba matemáticas.
Diccionario del porteño
(c. 1984).
Rayado/a
. Adj. Loco. «Está rayado». «Es un rayado».
Rayadura
. Locura, manía, afición dominante. Se dice también «raye». «Qué raye por los restaurantes de la Recoleta».
Profunda verdad, ya dicha en mejor estilo por el conocido proverbio: «Más vale caer en gracia que ser gracioso».
Idiomáticas
.
De no te muevas
. Para calificar un daño o susto: tremendo, formidable. Ver el
Diccionario
de Segovia.
Sueño melancólico
. Habíamos discutido. Finjo que me voy. Ella no entiende que sólo hago una representación, que estoy diciéndole: mira lo que vaya hacer, o lo que soy capaz de hacer, si me tratas con tanta dureza. Ella se va de veras, por una sierra empinada y boscosa, donde según es fama en la zona se guarecen facinerosos. Emprendo la ascensión de la sierra. Cuando salgo a cielo abierto, en la cima, veo una pequeña estación ferroviaria, y, en una vía muerta, un vagón de pasajeros. Subo y en el interior de ese vagón vacío, en el más lejano de la larga sucesión de asientos vacíos, la veo de espaldas, con la cabeza inclinada en un brazo extendido sobre el borde del respaldo. Estoy muy triste.
Recuerdo de 1932
. Estábamos en Pardo, Drago y yo, esperando, con resignación y un poco de miedo, que nos llamaran al servicio militar. Recibimos dos noticias, una buena, que los estudiantes del 14 no haríamos el servicio militar (por razones de economía) y una mala: que Felipe Fernández había muerto.
Los peores años de mi vida, hasta hoy
. 1952, por la muerte de mi madre. 1962, por la muerte de mi padre. 1972, porque mis lumbagos pasaron de ser excepcionales a ser continuos y yo de ser un atleta, o poco menos, a ser un lisiado.
Pequeñas modificaciones de las costumbres en nuestros días
. Ahora las mujeres son más explícitas que diez años antes. En una tarjeta postal que me escribe desde París, mi amiga me pregunta, o se pregunta, cuándo le llegará el volumen de la novela que le conté «en la cama del hotelito». En la misma tarjeta me dice que vio una exposición retrospectiva de Manet y por fin comprendió la razón de una advertencia mía: «Manet, no Monet». La verdad es que Monet jamás me gustó, Manet, sí, mucho, ayudado quizá por George Moore. Me exhorta a cumplir la promesa de visitarla. «París en verano es fabulosa —dice—
et les jeunes filles sont en fleur
».
Idiomáticas. Si me (le, te) pasa cualquier cosa
. Si muere. Loc. clas.: «¿Y cómo voy a quedar yo si a vos te pasa cualquier cosa?». Aclaración: la frase no se refiere al dolor ni a la soledad sino a la situación testamentaria. Mejor dicho, económica.
Post mortem nulla voluntas
.
Dicho recordado por Casanova (I, XIV):
Dum vita superest, bene est
. Mientras quede viva, todo está bien.
Presagios y plegarias
. Yo me precio de manejar bien y he pasado una considerable parte de la vida en automóvil. Es verdad que en ese viaje no manejaría yo, porque tenía una pierna «fisurada»; pero no sentía la menor preocupación o temor… Sin embargo, la noche anterior al viaje no podía dormirme, porque no bien cerraba los ojos nuestro automóvil, a gran velocidad, iniciaba un vuelco de muchas vueltas sucesivas. A la mañana siguiente salimos temprano y ya cerca de Mar del plata, el conductor perdió el dominio del coche, que zigzagueó en la ruta, se tumbó de lado y dio tres o cuatro vueltas…
Paso a las plegarias. En París yo estaba con una, de las que me había cansado, y extrañaba a otra, que a lo mejor, si la llamáramos, vendría… Caminando por la avenida Cléber, a las once de la noche, pedí que mi compañera me dejara. Al día siguiente se fue a Londres. Me pareció que había ocurrido un milagro y, seguro de mi buena estrella, invité a la extrañada, que no aceptó.
El 31 de mayo de 1984, en el ascensor de casa, en viaje hacia el quinto piso, me salió del alma la plegaria: Que me llegue la noticia de que gané un premio en algún lejano país, que el premio consista en una tan gran cantidad de dinero, que justifique el hecho de ir a recibirlo. A la mañana del día siguiente, viernes 1.º de julio, suena el teléfono cuando me disponía a salir. «Con tal de que no sea un clavo», digo, y atiendo. Una voz femenina y extranjera pregunta por mí y aclara: «Hablo de Roma». Era una empleada de Editori Riuniti, los editores italianos de
Historias fantásticas
. La empleada me dice: «Tengo para usted una buena noticia y una mala. La buena es que
Historias fantásticas
ha ganado el Premio Mondillo, de seis mil dólares, en Palermo. La mala es que no se lo dan si no viene a recibirlo. ¿Acepta?». Le digo: «Acepto si no me piden que hable por televisión ni que dé conferencias». El viaje y la estadía son pagos. Editori Riuniti me invitan dos días a Roma. Acepto también, en las mismas condiciones. «Soy un escritor que tiene, por lo menos, un inconveniente», le digo: «No hago relaciones públicas». Habrá que estar allá alrededor del 10 de septiembre.
Para las dos plegarias, como habrá advertido el lector, la satisfacción fue literalmente adecuada, pero con fallas. Partió la chica que debía irse, pero no llegó la deseada. En cuanto al premio siciliano, parece la respuesta perfecta. Seis mil dólares para cualquier argentino de este momento es una enorme cantidad de plata.
Latinajo. Video lupus
decimos para prevenir a nuestro interlocutor de que apareció el hombre de quien estamos hablando. O tal vez uno lo piensa cuando la querida amiga deja ver sus sentimientos. O cuando en un negocio que nos proponen advertimos un peligro.
Marcas que lograron identificar con ellas determinados productos: Singer, máquinas de coser; Kodak, máquinas de fotografías; Faber, lápiz; Prophylactic, cepillo de dientes; Ford, auto barato; Rolls Royce, auto caro; Underwood, máquinas de escribir; Waterman, lapicera con depósito; Stephens, tinta; Perry, plumas de escribir; Slazenger, raquetas y pelotas de tenis.
Observaciones de un snob
. Barrio de la Recoleta, un domingo soleado, a las tres de la tarde. «Hoy el barrio se ha llenado de automóviles y de gente que mira las vidrieras, como si estuviera en Europa».
Santoral
. San Bonifacio. Nació en Wessex, Inglaterra, en 675. Se llamaba Wynfrid. En 718 visitó Roma, donde el papa Gregario II le cambió el nombre por el de Bonifacio y lo mandó a evangelizar la región al este del Rin. Años después abatió el roble sagrado del monte Godesberg, a pesar de que los lugareños le previnieron que ese hecho le acarrearía una muerte instantánea. Nada malo le ocurrió. Ante este milagro, los paganos se convencieron de que sus dioses eran falsos y muchos se convirtieron al cristianismo. No así los frisonios de Dokkum, que martirizaron a Bonifacio el 5 de junio del 744.
Cuando Mercedes Frutos llevó al Instituto del Cinematógrafo su guión para la película
Otra esperanza
, los del Instituto (radicales, enemigos acérrimos de toda censura) pusieron el grito en el cielo: «Es el guión más subversivo que nos ha llegado», dijeron. Sospecharon que ella había sido infiel al original. Leyeron el cuento. Tuvieron que admitir que todo lo subversivo estaba ahí. Uno dijo: «Bioy es un escritor de derecha, pero la inteligencia siempre es subversiva». Tal vez no sea del todo así; habría que decir que la inteligencia no está afiliada ningún partido y que no es dogmática.
ADMIRADOR: ¡No sea modesto! ¡Usted es un escritor extraordinario!
VIEJO ESCRITOR: Bueno, tal vez algo aprendí de tantos libros escribidos.
Ellas y ellos
. Dijo que no había diferencia alguna entre hombres y mujeres salvo que las mujeres son abogados pleiteadores y los hombres jueces irresolutos.
Sueño inexplicable
. Soñé que yo era el doctor Troccoli.
Sueño
. Estoy en Roma, en mi cuento, en el hotel esperando que me traigan el desayuno. Aparece la patrona, pone la bandeja sobre la mesa y abre las cortinas. Me dice:
—¿Ha visto nuestro
giardinetto
? Un trocito de la campiña en Roma.
Me acerqué a la ventana. Abajo, hacia la izquierda, estaba el
giardinetto
: un gallinero con un dejo de aire rural. Ya me retiraba de la ventana cuando, hacia la derecha, vi algo que me deslumbró: una calle arbolada y curva, pero no una calle de ciudad sino la calle de un bosque o de un parque campestre. Quise verla de cerca y salí.
La calle era de tierra, con pasto, y el bosque, a los lados; parecía infinito. Caminé un rato. Por ningún claro entre la arboleda divisé una casa, un lejano edificio, que me confirmara la cercanía de Roma. Seguí perdiéndome en el campo, sin pensar más en la ciudad feliz.
Nota
: Pudo ser una pesadilla. Fue un sueño gratísimo. No sentí que fuera una alegoría.
Santoral
. San Antonio de Padua. Nació en Lisboa, c.1190. Fue bautizado en el nombre de Fernando. Muy joven aún entró en el monasterio Santa Cruz, de Coimbra. Allí despertó en él su firme vocación por la conversión de los infieles. Con permiso del superior, dejó el convento, ingresó en la orden franciscana, y fue bautizado con el nombre de Antonio. A fines de 1220, llegó a Marruecos, enfermó, los superiores de la misión resolvieron repatriarlo. Una fuerte tormenta llevó el barco a Sicilia. De ahí se desvió a Asís, donde estaba reunido el Capítulo General de la Orden. Obtuvo el permiso de retirarse al eremitorio de Monte Paola, para consagrarse a la oración. No quedó en el eremitorio mucho tiempo, porque para aprovechar sus dotes oratorias a favor de la orden, lo mandaron a Rimini, a Montpellier, a Tolosa y a otras ciudades de Francia. En 1229 viajó a Padua, donde compuso sermones para todas las festividades del año. Como predicador era tan admirado, que debieron custodiarlo, porque el pueblo se abalanzaba sobre él para arrancar jirones de sus hábitos. Fue presbítero y doctor de la iglesia. Murió en Padua el 13 de junio de 1231. Fue canonizado por Gregorio IX en 1232 y proclamado Doctor Evangélico por Pío XII en 1946.