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Authors: Alejandro Suarez Sánchez-Ocaña
Sergey Brin y Larry Page, dos ingenieros informáticos de la universidad de Stanford, pusieron en marcha el buscador Google en 1.998, una de las empresas más valoradas y poderosas de la actualidad. La historia de estos dos emprendedores es de sobra conocida.
En lo que no se ha profundizado, sin embargo, es en la historia oculta de la multinacional: Problemas de privacidad, acusaciones de monopolio, frentes abiertos con operadoras, etc. Alejandro Suárez Sánchez Ocaña destripa en este libro cada una de los secretos que Google no quiere que sepamos. En Google al desnudo explica cada caso, desde sus problemas con China hasta sus relaciones con otras grandes empresas como Apple.
Para escribir este relato el autor se ha nutrido con documentos, recortes de hemeroteca, entrevistas con gente del sector y ex empleados de la multinacional.
Alejandro Suarez Sánchez-Ocaña
Desnudando a Google
ePUB v1.0
Polifemo716.03.12
© de la imagen de la portada, Agencia DMDIMA, inspirada en el vídeo
The Beast File. Joining the Dots
, escrito por Elmo Keep e ilustrado por Patrick Clair
© Alejandro Suarez Sánchez-Ocaña, 2012
© Centro Libros PAPF, S. L. U., 2012
Deusto es un sello editorial de Centro Libros PAPF, S. L. U.
Grupo Planeta, Av. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (España)
Primera edición en libro electrónico (epub): enero de 2012
ISBN: 978-84-234-0960-0 (epub)
Conversión a libro electrónico: Newcomlab, S. L. L.
www.newcomlab.com
Bienvenido.
Ahora te sentirás un poco como Alicia cayendo por la madriguera del conejo. Puedo verlo en tus ojos.
[…]
Ésta es tu elección.
Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertarás en tu cama feliz y creerás lo que quieras creerte.
Si tomas la pastilla roja, te quedarás en el país de las maravillas, y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera del conejo.
The Matrix
, Warner Bross, 1999
Dedicado a todos los que renuncian
a la plácida felicidad que otorga
la pastilla azul
Google es una empresa peculiar. El libro que tienes en tus manos probablemente también lo sea.
A pesar de que hace mucho tiempo que tengo en mente escribir sobre Google, nunca he sabido, ni aún lo sé ahora, si resulta acertado hacerlo ni qué consecuencias podría traer consigo. No me considero en posesión de la verdad absoluta. Todas las interpretaciones de los datos, las opiniones e ideas que te dispones a leer no dejan de ser más que MI opinión y MI verdad. Sin embargo, es muy posible que cuando acabes de leer descubras cosas nuevas. Te adelanto que algunas de ellas te resultarán sorprendentes.
La historia de Google tiene claroscuros. Sí, ya sé ¡como todas! Esto, que en sí mismo no es malo y sucede con cualquier empresa que alcanza un cierto tamaño, ocurre con más motivo cuando las empresas son, literalmente, monstruosas (en este caso, un auténtico imperio, como yo lo califico). Nadie se hace multimillonario sin dejar un reguero de cadáveres ocultos en los armarios. Eso llega a ser casi comprensible en el mundo empresarial, pero hay otras cosas, desconocidas para el gran público, que pueden no ser tan habituales y que resultarán insólitas.
Las iremos descubriendo juntos. Tan solo permíteme que, para empezar, deje una idea en el aire: si piensas que Google es un «buscador de internet» estás equivocado. Incluso si piensas que Google es «El buscador» por antonomasia, debo decirte que sigues estando equivocado. Google es en realidad una de las empresas más grandes, más ambiciosas y más poderosas del mundo. Es un gigante ocasionalmente descontrolado que no sólo domina a sus anchas la red de redes, sino que además tiene intereses en muchas otras industrias. Eso podría no ser malo en sí mismo, o tal vez sí. Pero no adelantemos acontecimientos.
La persona que mejor definió a este gigante fue Andy Groove, consejero delegado de Intel, cuando manifestó que se trata de «una empresa dopada con esteroides, con un dedo puesto en cada industria».
Quiero establecer desde el comienzo un compromiso inicial con el lector: puedo prometer que éste no será el típico libro amable promovido por un departamento de comunicación para exaltar, más aún si cabe, la imagen que proyecta la compañía, según la cual dos jóvenes brillantes y apasionados triunfan y cumplen sus sueños, para después explicar cómo una empresa dinámica, innovadora y moderna hizo el bien y, a modo de ONG, organizó la información del mundo para hacernos a todos felices. Si eso es lo que esperas de los próximos capítulos, cierra este libro, devuélvelo a la librería y cámbialo por algo de Walt Disney. Así no te inquietaré lo más mínimo y serás feliz. Igualmente, si esperas con esta lectura abonarte a la teoría de la conspiración, y convencerte de que Google es en realidad Matrix, debo decirte que tampoco es ésa mi intención. Por el contrario, si estás dispuesto a pensar, a replantearte algunas ideas, a analizar y a valorar algunos elementos que podrían no ser como parecen, serás bienvenido. Intentaré no defraudarte y mostrarte mi visión de las cosas.
Mi historia con Google comenzó hace mucho tiempo. Recuerdo que en 1999 topé por primera vez con un extraño dominio en internet que me sorprendió por su sencillez y utilidad. Se trataba de Google.com. Desde entonces hasta ahora no he dejado de utilizarlo todos y cada uno de los días de mi vida.
Algo más tarde, en 2001, se pusieron en contacto conmigo. Entonces era una empresa joven con menos de doscientos empleados, muy diferente de lo que se ha convertido en la actualidad. He seguido (y sufrido) su evolución. De hecho, un día (¡estúpido de mí!) llegué a considerar esta empresa como si fuera el principal
partner
o aliado de mis compañías. Más tarde desperté y descubrí algo muy distinto. Si hoy me dieran a elegir, creo me quedaría con aquellos tiempos lejanos en los que yo era un fan incondicional de aquellos jóvenes
cool
que iban al trabajo en monopatín y organizaban fiestas los viernes por la tarde.
Recuerdo que en aquella época recibí con cierta perplejidad un
email
desde Google.com. Lo escribió una chica llamada Kristen Jessopp desde Mountain View, cuando Google apenas era conocido en España. En su mensaje me invitaba a contactar con ella para hacerme una propuesta comercial. El hecho de que fuera una invitación desde el buscador que me tenía enganchado, y que utilizaba tan a menudo, me hizo mostrar un interés especial. En aquel momento una de mis empresas de internet tenía varios portales web con tres millones de usuarios mensuales en España y en Latinoamérica. Google se interesaba por ella ofreciendo algo que, en aquel entonces, parecía increíble, y que representaba para mí un escenario de ensueño. Querían proponerme un acuerdo anual mediante el cual comprarían, a precio fijo garantizado, toda la publicidad que pudiera ofrecerles. Esto implicaba no tener que preocuparme de comercializar a largo plazo, así como tener mis ingresos garantizados durante la duración del contrato. Recordemos que era el año 2001 y la «burbuja puntocom» (¡qué tiempos aquéllos!) ya había estallado. Eran momentos en los que vender publicidad en internet en España y en Latinoamérica era ciertamente complicado. Apenas había anunciantes. Firmar un contrato de compra total garantizaba que no fuera a comisión de resultados. En definitiva, era el mejor de mis sueños. Todo sonaba tan atractivo que debo reconocer que desconfié. Pasé gran parte del verano hablando con Kristen y buscando «el truco» sin hallarlo. Mientras tanto, mis abogados revisaban aquel enorme contrato, de más de veinte folios y en inglés, repleto de cláusulas, que garantizaba mis ingresos durante un año, quizá más aún. Resulta curioso pensar que lo que hoy en día Google soluciona con dos clics de ratón, en aquel entonces era un enorme y complejo contrato que había que firmar y enviar por fax a Estados Unidos. En definitiva, lo que ocurría era que Google estaba lanzando y expandiendo lo que en un futuro sería el embrión del programa Adsense, y a algunos potenciales socios comerciales les estaban ofreciendo que ese acuerdo no se basara en un modelo comisionista (conocido como
Revenue Share
),
[1]
sino una modalidad «Premium» garantizada.
Han pasado algunos años desde entonces y no creo que muchas personas en el mundo hayan llegado a admirar, defender y apostar tanto por ellos como yo. Sí, amigo. Yo era un
googlefan
con todas y cada una de las letras. Tal vez por eso mismo llegó la resaca, y reconozco que desde hace algunos años mi relación con ellos es distinta, como una mezcla de amor-odio respecto a todo lo que hacen, y que mantengo cada vez mayor distancia con lo que se han convertido. Se han hecho mayores y se han transformado en algo diferente. Están sujetos a un montón de intereses creados, unos más oscuros que otros, que deben atender de forma irremediable. Y eso, en ocasiones, me defrauda, ya que en esos momentos abandonan el espíritu y la esencia de la compañía.
Como irás viendo a lo largo de estas páginas, la historia de Google es la del auténtico Rey de la Selva, que era tan fuerte y poderoso, y tan querido por el resto de los animales, que acabó por creerse que «él» era la selva.
Volviendo al objeto de este libro, durante los próximos capítulos intentaré ser objetivo. Espero expresar mi punto de vista de manera ecuánime y no alimentar ninguna teoría de la conspiración. Sin embargo, también deseo distanciarme de los palmeros que ensalzan a Larry Page y Sergey Brin sin hacer preguntas. Google no es el causante de todos nuestros males, y tampoco es una fundación benéfica cuya máxima fundamental sea nuestra felicidad. Este último escenario, que en ocasiones nos quieren hacer creer, me molesta especialmente. Entiendo que no todo el mundo compartirá mis opiniones, algunas de las cuales tal vez parezcan exageradas o demasiado desconfiadas. Asumo el reto.
Antes de empezar, quisiera dar las gracias a mis colaboradores, María Peña y Dann Anthony Maurno, que desde España y Estados Unidos me han ayudado en el intenso trabajo de documentación de esta obra. Entre los tres hemos entrevistado a muchas personas, a ambos lados del océano, tanto presencialmente como por teléfono y videoconferencias, para obtener una mejor visión del fenómeno y contar con todos los puntos de vista para escribir la historia que aquí da comienzo.
Era el año 1998 cuando, casi sin esperarlo, se gestó el germen de lo que sería posteriormente el buscador más importante de internet y, más adelante, una de las empresas más poderosas e innovadoras del mundo. Sus creadores fueron dos veinteañeros, Sergey Brin y Larry Page, que tenían en aquel entonces veintitrés y veinticuatro años, respectivamente. Se conocieron en la Universidad de Stanford mientras realizaban el doctorado. Al principio, nada más conocerse, no congeniaron, y de hecho no se llevaban demasiado bien. No paraban de discutir, posiblemente porque tenían demasiadas cosas en común: eran hijos de profesores, la pasión de ambos eran la informática y las matemáticas, e incluso, curiosamente, ambos eran de origen judío. Sin embargo, lo que más les unió con el paso del tiempo fue que tenían las mismas inquietudes acerca de la información y la tecnología.