Read Desnudando a Google Online
Authors: Alejandro Suarez Sánchez-Ocaña
Este sistema es un elemento fundamental de la cultura que Google intenta vender como propia: trabajar por placer con el simple objeto de crear y de destacar. Gracias al sistema del 20 % nacieron servicios como Gmail, Google Images o Google News.
Sin embargo, ¿es este escenario tan idílico como parece? Hay opiniones para todos los gustos. Muchos de los empleados de Google Inc. ponen en duda la supuesta libertad de la cláusula del 20%. En más de una ocasión algunos empleados me han comentado que simplemente se trata de una herramienta de marketing. Poca gente dispone de forma efectiva de ese 20% de tiempo y, lo que es más descriptivo, poca gente sabría a qué dedicarlo o qué hacer con él. Por supuesto, es un pilar importante del sueño americano que supone formar parte de Google, por lo que si lo pides nadie te lo va a negar. Pero, en la práctica, no es algo real, salvo contadas excepciones.
En una entrevista realizada a un
xgoogler
que había fundado una
startup
adquirida por Google, y que actualmente trabaja en Microsoft, mencionaba que el perfil del trabajador-tipo es un joven de entre veinte y treinta años, universitario, a quien tener un teléfono móvil subvencionado o autobuses gratuitos con conexión a internet le puedan parecer una gran ventaja. En realidad, esto no tiene otro fin que depender totalmente de la empresa con un sueldo no muy alto y produciendo a destajo. Del mismo modo, el ex empleado aseguraba que la medida del 20 % no es real ni efectiva, y que casi nadie la práctica.
[18]
Establecía además una comparación entre Google y Microsoft como empresas, y no dejaba muy bien parada a la imagen romántica de los de Mountain View. Google no tiene instalaciones para crecer profesionalmente. Microsoft tiene más, aunque también podrían ser mejores. También aseguraba que los salarios en Google son mucho más bajos que en otras compañías.
Por supuesto, no es el único que tiene esa opinión. Son muchos los
xgooglers
que discrepan abiertamente de la forma de trabajar en la empresa, y muy especialmente de la forma idílica de explicar y promocionar oficialmente sus condiciones de trabajo.
En 2008 se creó un foro privado para empleados que abandonaban Google donde se les invitaba a publicar sus razones para dejar la empresa. Un año más tarde su contenido fue filtrado a
TechCrunch
.
[19]
Los comentarios fueron sorprendentes. Muy a menudo los trabajadores hacían una comparativa con Microsoft y se recogían todo tipo de quejas. Desde el dudoso ambiente de diversión, que se suponía el nirvana cuando, en realidad, era bastante burocrático, hasta los bajos salarios en comparación con otras empresas tecnológicas, incluidas las
startups
.
Steve Lacy conoce a la perfección la empresa, ya que trabajó en la sede de Mountain View desde 2005 a 2010, y la abandonó para lanzar su propia
startup
. A través de su blog personal
[20]
le proporciona unas recomendaciones a Larry Page tras asumir éste el puesto de consejero delegado en 2011. Respecto al 20 %, le recomienda que reconozca que es una mentira y que, en realidad, no se lleva a cabo. Afirma que la mayoría de los ingenieros de Google que diseñaron grandes aplicaciones y servicios no lo hicieron durante ese tiempo libre. Forma parte de las míticas historias magnificadas por el Departamento de Comunicación. Como idea teórica es buena, pero eso no la hace real.
En diciembre de 2007,
The Economist
publicó una entrevista a un ex trabajador muy especial, ya que además es el fundador de Twitter y Blogger.
[21]
«El servidor de microblogging twitter». Twitter es una de las empresas de moda en los últimos años. Se trata de un servicio de microblogging que permite a sus usuarios enviar y leer microentradas de texto de una longitud de hasta 140 caracteres. Su nombre es Evan Williams y está considerado como uno de los grandes gurús de internet. Williams declaró haber «odiado cada minuto» que trabajó en Google. La publicación le describe como un vendaval de creatividad que luchaba por adaptarse a la insoportable analítica del cerebro izquierdo de Silicon Valley. Williams se quejaba amargamente de que la fuerza de Google no era la «cultura de la innovación, sino hacer frente a problemas conocidos tales como correo electrónico, calendarios y almacenamiento de documentos», es decir, mejorar y solucionar cosas que ya tenemos delante, pero no a crear. En lugar de encontrar el ecosistema de Google estimulante para su creatividad, para Williams era difícil que aceptaran una nueva idea. Afirmó que, al menos en teoría, para crear nuevas ideas disponían del 20% de su tiempo, pero que en la práctica se hacía tremendamente tedioso lograr implantar nuevas ideas en un gigante burocrático.
A lo mejor toda esa burocracia es la causa de que auténticos versos libres como Williams decidieran abandonarla. Por ese motivo proyectos de enorme éxito, como Twitter, que se lanzó en 2006 y que durante 2011 alcanzó los cien millones de usuarios, nacieron fuera del paraguas de Google. Si la idea del 20% hubiera funcionado correctamente, hoy serían servicios de la empresa de Larry Page y Sergey Brin, y un motivo real para sacar pecho y presumir, entonces sí, de la teoría del 20%.
A día de hoy, uno de sus grandes quebraderos de cabeza es la huida de trabajadores hacia Facebook, especialmente los de más talento y experiencia, como ingenieros y cargos directivos. Esto se lleva produciendo desde 2007, cuando la red social contaba con una plantilla de sólo 700 trabajadores. Al principio eran casos aislados, y por ello no preocupaban especialmente al triunvirato que dirigía Google. Pero esa tranquilidad cambió cuando las fugas se hicieron frecuentes y, en determinados departamentos, masivas. Alcanzaron su punto álgido en noviembre de 2010, cuando un ingeniero de Google recibió seis millones de dólares para no irse a trabajar a Facebook. Esto es lo que la prensa especializada denominó «caza furtiva de empleados», que no era otra cosa que impedir a toda costa que determinadas personas clave abandonaran la compañía, especialmente si era para irse a la competencia.
Por este motivo, a finales de los años noventa Microsoft recibió numerosas denuncias en medio de intensos procesos antimonopolio. Ahora, paradojas del destino, la historia se repite, y es el propio Google el que lleva a cabo estas prácticas por miedo a perder a sus mejores empleados.
Ciertas personas han desarrollado una extraordinaria habilidad que consiste en predecir, aprovechar y surfear siempre la nueva ola emergente. Una de esas personas es Mark Lucovsky, el director de Ingeniería de Google, que decidió marcharse y se incorporó a Facebook en 2009. Lo más paradójico era que en 2004 había hecho lo mismo cuando trabajaba para Microsoft. En aquel momento su marcha fue muy sonada, ya que cuando se lo comunicó al consejero delegado, Steve Ballmer, éste exclamó: «Sólo dime que no te vas a Google». Ante la respuesta afirmativa del ingeniero, Ballmer, conocido por sus excesos, lanzó una silla fuera del despacho mientras de su boca brotaba todo tipo de improperios. Quizá en esta ocasión fuera su homólogo de Google, Eric Schmidt, el que tiró una silla por la ventana al enterarse de que se iba a Facebook. Eso nunca lo sabremos. Pero si en los próximos años te enteras de que Lucovsky se va de Facebook a otra empresa, te recomiendo que compres acciones de esta última, porque pudiera tratarse de una nueva ola emergente que llega con fuerza. Hay gente que tiene una enorme capacidad para estar siempre en el lugar preciso.
La fuga más sonada ocurrió en marzo de 2011, cuando Facebook contrató a uno de los directivos de Google de más alto rango, Amin Zufonun, director de Desarrollo Corporativo, para dirigir las futuras fusiones y adquisiciones de la red social. Aquélla no era una contratación más, y debe ponerse en su contexto. Por un lado, era la persona que se ocupaba de valorar y negociar la compra de empresas, elemento clave de información y de experiencia en los últimos años, y se marchó al gran rival del momento. Y no sólo eso. Al contratarle, Facebook lanzaba un mensaje inquietante: estaba dispuesto a luchar por la hegemonía de internet y a competir por los proyectos interesantes que pudieran surgir. En estos momentos están sentando las bases para que eso suceda. Roban talento y preparan una salida a Bolsa que le otorgue una liquidez similar a la que puede tener Google. El gigante se ve, por primera vez, amenazado en su terreno. Pierde personal clave, y percibe que se acerca una posible competencia que está dispuesto a tratarle de igual a igual.
Una de las medidas con las que Google intentó frenar la huida de trabajadores fue una subida general de sueldo de un 10% en 2010 a todos los
googlers
. En un momento de recesión mundial, este aumento debe entenderse como una medida anti-Facebook. Por cierto, a Google no le hizo mucha gracia que esto fuera filtrado a varias revistas norteamericanas, y despidió de inmediato al empleado causante de la filtración. Todos estos interesantes movimientos pueden desembocar en el tercer gran vuelco del mundo tecnológico, un nuevo cambio de ciclo.
En los años ochenta IBM era el temido dominador y fue desbancado por la emergente Microsoft, capitaneada por un joven Bill Gates, hasta la llegada de Google con nuestros jóvenes y simpáticos Larry Page y Sergey Brin. Ahora atisbamos a lo lejos a un personaje aún más joven y simpático, Mark Zuckerberg y su Facebook, que llegan como estrellas emergentes con más de 600 millones de usuarios y un espectacular crecimiento. ¿Podrán desbancar al imperio Google y completar así el círculo? Creo que será posible a medio plazo, pero no va a ser ni tan rápido, ni tan limpio, ni tan fácil como cuando Google superó e hizo pasar a un segundo plano en internet a su gran rival, Microsoft.
Durante 2011, con la intención de alejar fantasmas y ofrecer al mundo una imagen vigorosa la empresa, el portavoz oficial de la empresa, Aaron Zamost, anunció que contratarían de forma inminente a 6.000 nuevos empleados en todo el mundo. Según parece, pocos días después de hacer pública su intención recibieron en Mountain View más de 75.000 solicitudes de empleo. Al hacer públicas estas cifras no se pretende otra cosa que dejar clara una cosa: lejos de preocuparse por la fuga de cerebros a sus más inmediatos rivales, la capacidad de contratación y la aspiración de trabajar en Google siguen estando vigentes.
Reza el
claim
de la película
La red social
que no se pueden hacer 500 millones de amigos sin crearse algunos enemigos. Cuando estrenaron la película me llamó la atención ese enfoque. Me parece muy realista. Pues bien, Google no tiene 500, sino más de 1.000 millones de usuarios en todo el mundo. Si Jesucristo tenía doce apóstoles y uno de ellos lo traicionó, imagina los que Google podría llegar a tener detrás.
La relación entre Google y los usuarios de sus servicios es generalmente buena, pero en ocasiones puede resultar controvertida. Existe una creciente tendencia a la desconfianza respecto de los servicios y las intenciones de la empresa del colorido logo. Sin embargo, esa relación, por conflictiva que se haya podido tornar por momentos, incluso en los de más ira por parte del público como, por ejemplo, con los problemas de privacidad de Google Buzz o Street View, que trataremos en otro capítulo, no ha sido nada en comparación con la intensa relación que han mantenido con otros rivales y
partners
o socios de su sector.
Para dejar clara mi posición, debo decir que creo en la lealtad entre empresas. En otras palabras, considero que se deben respetar ciertos códigos no escritos en las relaciones comerciales. Tal vez sea demasiado binario, en definitiva, demasiado simple, y siempre he creído en planteamientos muy sencillos, similares en apariencia al blanco y negro dentro del mundo empresarial, especialmente en la interrelación entre compañías. Es tal mi limitación a este respecto que entiendo que, desde mis propias empresas, en el día a día se cruzan por el camino algunas firmas con las que colaboro —a los que denomino aliados—, otras son competencia y otras con las que simplemente no hay intereses sinérgicos o enfrentados. Esto no funciona en el caso de Google. Tienen la (¿sana?) manía de hacer negocios con una empresa justo una semana antes de hacerle una monumental faena y empezar una guerra en su contra. Esto sólo se puede comprender en una empresa que se ha vuelto tan grande y tan voraz que es un depredador total, con tentáculos e intereses en todos los mercados.
Es cierto que sus rivales del sector de las nuevas tecnologías están muy bien definidos. De hecho, algunos han pasado la línea de la rivalidad o sana competencia para convertirse en auténticos enemigos, como Microsoft, y otros lo empiezan a ser en potencia, como Facebook. Otras empresas u organizaciones son definidas como amigos o enemigos según lo que se decida esa semana en las oficinas de Mountain View. Por esa razón Google Inc. puede hacer negocios con una empresa a la que de forma sigilosa, en silencio, tiene en su punto de mira porque le interesa su nicho de mercado, y trabaja secretamente en paralelo para desbancarla. Se han convertido en un auténtico lobo con piel de cordero, en una fiera que a veces juega con sus víctimas poco antes de mostrar sus verdaderas intenciones e intentar engullirlas, generalmente con éxito.
Detengámonos a analizar la relación más intensa que mantiene Google con algunas de estas empresas.
Al igual que Google, Yahoo! Inc. fue gestado desde la Universidad de Stanford de la mano de dos estudiantes, David Filo y Jerry Yang. En 1994 nació como proyecto de dos compañeros de estudios, y no fue hasta marzo de 1995 cuando se estableció como empresa. Esta compañía, cuya sede está en Sunnyvale (California) actualmente cuenta con un portal de internet, un directorio web y multitud de otros servicios (como Yahoo! Correo, Yahoo! Messenger, Yahoo! Grupos, Yahoo! Juegos, Yahoo! Compras, Yahoo! Subastas, etc.).
En abril de 1996 Yahoo! comenzó a cotizar en Bolsa. Vendió 2,6 millones de acciones con un valor de trece dólares cada una. Su principal objetivo era lograr popularidad como buscador de páginas web. Para ello fue adquiriendo nuevas empresas, además de incorporar muchos servicios a su portal. En el año 2000 Yahoo! era, junto con AltaVista —empresa que más adelante adquiriría—, el líder indiscutible en el sector de las búsquedas en internet. Google todavía era un desconocido que había recibido varios premios y que intentaba ganarse la vida vendiendo licencias de su buscador a firmas como Yahoo! De hecho, eso llegó a suceder, y elaboraron un acuerdo a través del cual las búsquedas de Yahoo! más allá de su directorio serían suministradas por el propio Google.