Desnudando a Google (6 page)

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Authors: Alejandro Suarez Sánchez-Ocaña

BOOK: Desnudando a Google
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En diciembre de 2007, la Comisión Federal de Comercio aprobó la compra de DoubleClick por parte de la empresa capitaneada por Schmidt, Page y Brin, un triunvirato que, a medida que pasaba el tiempo, ya no sólo parecía menos joven, sino además cada vez menos romántico y más voraz. En un ejemplo de paranoia esquizoide, la comisión antimonopolio alegó que, tras revisar de forma cuidadosa las pruebas, llegó a la conclusión de que era «poco probable que la adquisición por parte de Google de DoubleClick disminuya la competencia». En marzo de 2008, los reguladores de la Unión Europea, siguiendo la estela estadounidense, hicieron lo mismo, y ese mismo mes se concretó la compra. Así, de golpe, Google estaba pasando, casi sin darnos cuenta, de ser el imperio de internet a ser el imperio del Monopolio.

La compra más cara llegó en 2011, cuando adquirieron un fabricante de
hardware
, Motorola, por 12.500 millones de dólares.
[7]

Aun sin tiempo de digerir lo que engulle, sigue creciendo a pasos agigantados. En 2008, durante el período de recesión, no compraron ninguna otra empresa. El mayor número de adquisiciones se produjo en 2010, con 26 nuevas empresas. En los seis primeros meses de 2011 absorbieron otras doce, lo que le permite controlar el mercado de internet.

Independientemente de esto, y pese a haber comprado todo lo que se ha puesto en su camino (y a lo grande), en 2009 la compañía aún declaraba tener en caja… ¡24.500 millones de dólares! No es de extrañar que con esa enorme cantidad de dinero dieran comienzo, ese mismo año, movimientos de miles de accionistas que intentaban presionar, sin éxito, para que la compañía distribuyera a los accionistas sus dividendos. ¿Para qué quiere Google tanto dinero en caja? Ésa es una de las preguntas del millón. Diversos círculos financieros opinan que Google está acumulando esta enorme tesorería porque no saben muy bien dónde invertir todos esos fondos. Aun así, resulta ciertamente extraño e inquietante.

Así funciona la fórmula del éxito

El PageRank ha ido evolucionando a lo largo de los años. Gracias a la continua mejora llevada a cabo por los ingenieros de Google, hoy en día no mantiene mucho más que el espíritu y el diseño inicial de su fundador. Para comprender el funcionamiento del buscador, que es, en definitiva, el servicio estrella de la compañía, he de mencionar a Googlebot, que es el robot tipo
spider
, o araña, que se utiliza para rastrear los sitios web de internet. Todas las páginas abiertas extraen información sobre el texto escrito en ellas (palabras concretas), y éstas se incorporan en la base de datos de las búsquedas. De esta forma, no sólo se indexan páginas web (HTML), sino que además se extrae información de distintos formatos: PDF, PS, XLS, DOC, entre otros. Todo queda almacenado en una completa base de datos.

El robot opera como motor de búsqueda. Esto significa que el uso de Googlebot resulta imprescindible para seguir cada enlace y registrar la red en busca de recónditas páginas web. De ese modo almacena y enriquece su base de datos, lo que permite mostrar respuestas mucho más específicas a las preguntas de los usuarios. Esta tecnología almacena los datos y después ejecuta el algoritmo para colocar los resultados más relevantes en primer lugar de la búsqueda. Mide de forma objetiva la importancia de las páginas web y se calcula que resuelve una ecuación de 500 millones de variables y más de 2.000 millones de términos. Estamos hablando de una capacidad de procesamiento de datos desconocida hasta la fecha, ya que se valoran y ordenan más de un billón de páginas web por temática, contenido exacto y criterios de popularidad.

Está disponible en más de cien idiomas, entre ellos: castellano, inglés, catalán, francés, alemán, chino, árabe, japonés, coreano, etc. Como todo lo que hacen los ingenieros, para ser
cool
debe tener un punto
friki
. Eso es lo que los distingue del resto de los mortales. Tal vez por ese motivo, junto a los idiomas más extendidos que todos tenemos en mente se añade la posibilidad del uso de Google en Pig Latin,
[8]
Klingon
[9]
o Leetspeak.
[10]

Asimismo, ofrece numerosas ventajas al usuario como, por ejemplo, la de corregir la ortografía de las búsquedas. Lo hace además de una forma educada, y procura no dejarnos en evidencia cada vez que preguntamos una barbaridad mediante la pregunta «¿quiso usted decir…?» (reconócelo, ¡te ha pasado!). En funciones de búsqueda avanzada permite, entre muchas otras cosas, explorar qué sitios tienen enlaces hacia otro determinado, o en cuáles aparece mencionada una página web en concreto. Prácticamente todos los servicios de Google, desde la clasificación de páginas hasta la inserción de publicidad, funcionan sin intervención humana. Aun así, hay humanos que intervienen ocasionalmente en determinadas penalizaciones y análisis del motor de búsqueda.

Una de las principales claves del éxito y la frescura de Google es que diseña continuamente nuevos servicios para mejorar la experiencia de la búsqueda. De ese modo permite a los usuarios acceder y utilizar aún más información de la que está disponible.

Además de su continua innovación, la compañía conoce a la perfección al usuario. Sabe que lo que más aborrece es la publicidad masiva, irrelevante, mal segmentada y con formatos agresivos. Por ese motivo la página inicial es blanca. La elección no es casual, ya que evita que tarde demasiado en cargarse y es muy rápida, por lo que el usuario no suele abandonarla. Todo está pensado para actuar de forma inmediata.

Los anuncios de Google no dificultan el acceso a los resultados, como ocurre en Yahoo! o MSN, donde hay
banners
y ventanas emergentes y, en ocasiones, publicidad poco relevante para lo que buscamos o para quienes somos. Ellos no nos conocen como Google.

Gracias a estos servicios Google empezó a hacerse con un público muy leal. Ordenó el caos infinito de internet, nos ofreció decenas de servicios gratuitos y, algo mucho más increíble todavía, en los años del «gratis total» de la red hacía todo esto generando enormes cantidades de ingresos.

En 2010, un total de 620 millones personas (un poco más de la mitad de usuarios de internet que había en el mundo) realizaban mensualmente 87,8 billones de búsquedas a través de Google Search, por lo que Google responde a aproximadamente 300 millones de búsquedas diarias. Estas magnitudes no sólo resultan extraordinarias, sino más aún: debido a la cuota de mercado que la empresa ha alcanzado en pocos años, la competencia ha quedado relegada en muchos mercados a un papel meramente testimonial. Por ejemplo, en España monopolizan el 97% de las búsquedas. En Francia y Alemania, alrededor del 90%. Y en Estados Unidos, el 65%, siendo éste, además, un mercado sumamente competitivo. De hecho, es en Estados Unidos y Europa donde la empresa obtiene más ganancias.

La estrella de Google se extiende en varias sedes centrales a modo de bases de operaciones en el mundo. Una está en California y otra en Dublín, inaugurada en 2003. Además de estas bases de operaciones, Google Inc. cuenta con oficinas por casi toda la geografía mundial. Nadie puede negar que, en pocos años, su expansión y dominio de los mercados de las búsquedas en internet han sido extraordinarios.

Papá, ¡me he enganchado a Google!

Para millones de internautas en todo el mundo, posiblemente para los menos expertos, Google «es internet» en sí mismo. Por eso no resulta extraño escuchar comentarios confusos como «me voy a conectar a Google», cuando en realidad se refieren a conectarse a la red.

Nos guste o no, es la herramienta imprescindible que nos guía en el laberinto de internet: noticias, ocio, imágenes, diccionarios, libros, etc., entre mucha otra información a la que se puede acceder de manera instantánea a través de los servicios de la empresa de Mountain View. Prácticamente casi todo se puede hacer por medio de sus servicios, que funcionan como base de datos e incluso a modo de biblioteca de fácil manejo.

Además, la empresa posee la iconografía perfecta, empezando por sus fundadores, Sergey Brin y Larry Page, que siempre aparecen en las fotos oficiales como sonrientes y desenfadados chicos de éxito, alejados de la imagen clásica de un directivo caníbal de compañía multinacional. Ofrecen una imagen al público de soñadores, jóvenes y amables, al igual que la empresa. Esta imagen se proyecta también a la hora de elegir su plantilla, en la que abundan los jóvenes e inteligentes ingenieros de éxito con un dominio absoluto de internet y de las nuevas tecnologías.

Hay quienes darían casi la vida por trabajar en las idílicas oficinas centrales de California, el complejo Googleplex, donde más de 26.000 empleados se mueven en patinete y disponen gratuitamente, en sus restaurantes, de comida de los cinco continentes, zonas de juegos, piscina o guardería. Es lo más parecido a un patio de recreo para adultos. En definitiva, se exporta el concepto «joven y desenfadado» de una compañía dinámica, una mezcla de diversión y trabajo que evoca más la imagen de Disneylandia que la de una empresa real. Sin embargo, ¿es así de verdad? Lo es de forma parcial, pero no hay que dejarse deslumbrar tan fácilmente por las luces de colores. Como veremos más adelante, tiene una importante carga de marketing astutamente manejada por los responsables de la propia empresa.

Todo ese sueño, y el mito de lo que representa trabajar para Google, provoca que cada año miles de personas viajen a su sede central a admirar el entorno en el que se trabaja. Miles de turistas que están de visita en Estados Unidos se inmortalizan en emblemáticos lugares, como la Estatua de la Libertad. Del mismo modo, las fotos en los carteles de entrada de Googleplex hacen furor. Eso no es malo. Es simpático. Pero deberías verlo como algo turístico sin más para que no te ocurra como a Ícaro, que de tanto acercarse al incandescente sol se le derritieron las alas.

Así fue como Google empezó a conquistar a millones de adeptos: ofreciendo multitud de servicios propios que al usuario le resultaban gratuitos, a la vez que mejoraba la experiencia del uso de la red. Sin más interés aparente que el de organizar la información mundial, nos ofrecieron a todos su manzana. Aunque lo estés esperando, no diré que estaba envenenada, pero sí pienso que no era tan gratuita como todos creíamos en ese momento.

Pese a lo espectacular y útil de sus nuevos servicios, fue Gmail, el correo electrónico de Google, el que le acercó a un mayor número de internautas. Se trata de un servicio de correo rápido de la compañía que cuenta con la tecnología de búsqueda de Google, cuya capacidad de almacenamiento es de más de 7 GB. Empezó a funcionar en abril de 2004. Inicialmente sólo se podía acceder a una cuenta Gmail a través de una invitación, por lo que las primeras fueron otorgadas a empleados y usuarios de servicios de Google. En medio de una intensa campaña de marketing viral, las invitaciones llegaron a subastarse por cientos de dólares. Desde luego, había muchos otros servicios de correo electrónico, pero ¡no eran de Google! Desde 2007, las ansiadas cuentas de Gmail se pueden registrar libremente, sin invitación. Y no exagero cuando hablo de las subastas en portales especializados como eBay.com para poder llegar antes que el resto y tener una invitación a Gmail. Sin ir más lejos, yo mismo compré en una subasta por unos doscientos dólares una invitación para disfrutar de mi cuenta antes que los demás, con lo que evité que nadie pudiera registrarse con mi nombre. Si me paro a pensarlo un poco, no sé si sonrojarme o sentir ternura por mi bisoñez. ¡Qué le vamos a hacer! En 2004 yo era un
googlefan
más. Pero desperté y se me acabó la tontería.

Mientras tanto, los hasta entonces grandes proveedores de correo electrónico, como el servicio Hotmail de Microsoft, Yahoo! o AOL, limitaban la capacidad de almacenamiento de los usuarios, aumentaban la publicidad intrusiva y no ofrecían opciones realmente útiles, ya que estaban empeñados en rentabilizar cuanto antes sus servicios. Podemos decir que el sector estaba estancado, y fue en aquel momento cuando Google lanzó el correo que todos soñábamos tener. No inventaron ningún servicio nuevo, pero nos dieron lo que necesitábamos. A su vez, echaron por tierra las ilusiones de Microsoft de rentabilizar Hotmail, uno de sus servicios estrella, puesto que no tenía sentido pagar por tener más capacidad en un sistema de correo electrónico que ya tenía sus días contados. Era peor que el de Gmail y, además, ¡era de Microsoft!, la empresa que levantaba odios y representaba todo lo contrario del «espíritu Google». En definitiva, se mascaba el cambio justo donde a la empresa de Bill Gates más le podía sorprender, en un servicio en el que hasta aquel entonces eran líderes indiscutibles. Hoy millones de personas conservan su cuenta de Hotmail, posiblemente por una cuestión de comodidad, para no tener que cambiar su dirección de correo. Algunos la conservan por otros servicios añadidos, como el Live Messenger. Pese a eso, muchos de ellos tienen y utilizan como dirección principal el correo electrónico de Gmail, por lo que el crecimiento de ambos es inversamente proporcional. Tal y como puede comprobarse en la siguiente tabla, el servicio de Microsoft decrece anualmente en número de usuarios, y el de Google avanza con dobles dígitos a pasos agigantados.

Uno de los beneficios añadidos que tiene el usuario de Gmail es que puede acceder a otros servicios exclusivos
made in Google
únicamente si dispone de una cuenta de correo electrónico. Además, los desarrollos de la época dorada de Google no iban a quedarse en ese punto. Aún habría otros servicios, algunos de ellos comprados, otros desarrollados desde cero, que llegarían con mayor o menor éxito.

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