Aunque no figura entre los utensilios necesarios a su llegada al hogar, es una opción. Los gatos disfrutan durmiendo, por lo que agradecerán una buena cama. Existen diseños de todo tipo… elegiremos uno barato y sencillo de lavar…
Por muy bonita que sea la cama el gato es como es y decidirá en qué sitio o sitios descansará a lo largo del día… ¡¡Por eso no hemos incluido la cama entre los utensilios necesarios!!
¡Por supuesto!, pero cumpliendo los siguientes requisitos:
¡¡Sí!!, el gato no tiene menos derechos ni menos riesgos que un perro. Existen graves enfermedades en este tipo de mascotas, enfermedades que pueden evitarse con la correcta vacunación. Lo más conveniente es ajustarse a la pauta de vacunaciones y desparasitaciones que recomiendo el veterinario de confianza.
Demasiada gente piensa que el animal no puede enfermar al no salir de casa… Desafortunadamente las enfermedades contra las que vacunamos y desparasitamos al gato pueden ser vehiculadas al hogar de muchas formas, entre otras por sus propietarios. Aunque no tengan acceso al exterior, se recomiendan la vacunación y la desparasitación.
Los fríos datos nos dicen que hasta un 50 por ciento de las familias españolas convive con un animal de compañía y que en los países de la Unión Europea el gato está ocupando el primer lugar en la elección de animal de compañía frente a «su majestad» el perro… incluso algunos escritores, como Antonio Burgos, se aventuran a dar una cifra superior a los cinco millones de felinos en nuestro país.
Sean cuales sean las cifras y datos reales, lo que es indudable casi por reducción al absurdo es que los gatos pueden vivir en nuestros hogares solos o acompañados de otras mascotas.
Los gatos no son animales que necesiten convivir en grupo o manada, como le sucede al perro… El felino de casa puede teenr una plácida vida sin la necesidad de compartir su espacio con otro congénere, sea del sexo que sea.
En el caso de plantearnos la incorporación de un minino más a nuestro hogar, una de las primeras razones suele ser que nuestro primer gato pasa demasiado tiempo solo… Y ¿qué?
En la mayoría de los casos, un gato único en el hogar no tiene necesidad de compañía felina si los propietarios le aportan suficientes estímulos en el tiempo en el que comparten el hogar; lo que suele suceder es que los felinos acaban formando en demasiadas ocasiones parte del mobiliario. Los dueños tienen poco tiempo, llegan cansados a casa, piensan que el gato es más «autosuficiene» de lo que realmente es… y no interaccionan con el animal.
Un gato solo en casa necesita algo más que una bandeja limpia de lecho absorbente, un buen alimento adecuado a su edad y estado… Un felino requiere un tiempo de contacto, de juego, de esparcimiento… Y esa necesidad no se satisface con unos monísimos juguetes para gato ni con un maravilloso y acristalado balcón con vistas.
Si el gato único no tiene momentos de contacto positivo con los humanos, será necesario, vital, incorporar un compañero felino.
Pero… ¿de qué edad? ¿Macho o hembra?
Podríamos decir que como norma general deberíamos pensar en la incorporación de un ejemplar joven… El sexo si nos planteamos la conveniencia de una temprana esterilización (salvo en ejemplares dedicados a la crianza profesional) daría más o menos igual; si no, mejor del mismo sexo.
Un animal joven recién llegado estimulará al primer felino morador más de lo que éste quisiera… casi llegará a saturar al primer inquilino: persecuciones, carreras… y más de un bufido y manotazo (generalmente, por fortuna, sin sacar las uñas).
Nuestra actitud ante la entrada del nuevo animal ha de ser preventiva para facilitar el entendimiento: el uso de feromonas, mantenerlos un tiempo separados en distintas habitaciones con futuros contactos «supervisados» y «el truco del trapo»… Es sencillo: con un trapo o paño limpio frotamos al animal residente, con otro trapo o paño de iguales características frotamos al nuevo inquilino. Posteriormente frotamos a cada animal con el trapo del otro animal, con ello conseguimos intercambiar olores y permitimos que el olor del otro animal se considere «como propio»; también dejaremos el paño del animal contrario en el emplazamiento del otro animal.
A pesar de los comentado es más que posible que durante unos días, en los primeros encuentros, escuchemos espeluznantes bufidos y seamos testigos de desagradables enfrentamientos (sin daños), lo único que debemos hacer es supervisar y evitar que las cosas «lleguen a mayores».
Si intervenimos en la refriega, estaremos emitiendo mensajes a los animales… Ellos pueden considerar nuestra intervención como una postura de favor hacia uno u otro lado y eso no es conveniente para la futura relación de los felinos.
Los que tienen más de un gato en casa saben por experiencia que los felinos nuevos se adaptan perfectamente al entorno, que «aprenden» de los veteranos y que los escarceos de los primeros días se olvidan pronto y dan paso a una excelente relación.
Un dato a tener en cuenta es que la llegada de un nuevo gato al hogar debería verse acompañada de una bandeja más de lecho absorbente y de otro comedero y bebedero… Es más adecuado que cada gato tenga su pequeño territorio para vaciar sus intestinos y su propio lugar para alimentarse… Si en unos días observamos que alguna de las bandejas no se usa, podremos quitarla; con este sencillo manejo evitaremos muchos problemas de micciones y defecaciones inadecuadas que se generan en los primeros días de relación de los animales.
En el caso de que decidamos no esterilizar a los felinos que conviven juntos debemos tener muy presente que aparte del riesgo de explosión demográfica pueden existir comportamientos indeseados, como marcajes, intentos de fugas, peleas…
Una de las «verdades» que se transmite todavía boca a boca es aquella que argumenta que los perros y los gatos no se soportan… Totalmente falso.
La realidad, la absoluta realidad que nos aporta la diaria convivencia con animales de compañía, nos demuestra que las mascotas son tolerantes con otras especies siempre y cuando les demos tiempo para «conocerse».
Si tenemos un gato en casa y decidimos responsablemente que es hora de incorporar un perro… ¡¡hagámoslo!!
Nuestro gato ante la visualización de ese nuevo «ser» seguramente se asustará… ¡¡normal!! Puede que huya despavorido bajo una segura cama o puede que por su carácter más aguerrido se plante ante el nuevo inquilino, arqueando el lomo, erizando el pelo y ofreciendo sus más contundentes bufidos y algún que otro manotazo.
Tanto en uno como en otro caso, el perro, que debe ser un cachorro o un adulto que tiene claro su instinto predatorio (si es adulto y tiene «habilidades» para la caza, su incorporación puede ser algo más que complicada), se dirigirá hacia el gato… Eso es el inicio de un posible conflicto de escasa intensidad, que como mucho acabará con algún manotazo en la cara del alucinado perro.
Una vez establecidas las pautas de convivencia entre ambos animales, la relación será perfecta: llegarán a dormir juntos, compartirán momentos de esparcimiento…
Por nuestra parte debemos tener muy presente que tanto el uno como el otro prestarán atención por el alimento ajeno; es conveniente que el alimento del gato se sitúe a cierta altura, en algún lugar al que no pueda acceder el perro.
En lo referente a la bandeja de lecho absorbente debería ser cerrada y con puerta… algo que impida en la mayor medida el escatológico interés del can por las heces de su compañero felino.
Llegados a este punto muchos sacaremos de nuestros recuerdos la imagen de dibujos animados de
Piolín
, ese canario cabezón acosado por un incansable felino… su célebre frase: «Me pareció ver un lindo gatito», daba paso a todo tipo de intentos del gato por beneficiarse a su apetecible y amarilla presa.
Los felinos reales, los que viven en nuestros hogares, también pueden presentar un gran interés por los animales con plumas. Por muy bien alimentado que esté un gato, su instinto de caza nunca desaparece.
Es cierto que algunos ejemplares, sobre todo aquellos con acceso al exterior, son incansables en el acecho y persecución de presas, pero también los gatos de exclusiva vida de interior pueden sorprendernos con sus artes de caza.
Si tenemos un gato y queremos incorporar un ave… ¡cuidado! Tengamos siempre presente que ese pequeño animal puede ser el juguete más deseado del felino, su
hobby
, su fin principal, sobre todo si no existe una correcta y previa socialización.
Por ello, si incorporamos un pájaro, debemos asegurarnos de que la jaula sea fuerte, que se coloca en un lugar de difícil acceso para el gato (esto es casi imposible) y que durante los primeros días de convivencia prestamos mucha atención al comportamiento predador del gato; si el felino demuestra interés por la jaula y, más aún por su contenido, intentemos enviar los acercamientos.
Con un poco de paciencia y quizá con algún susto para el plumífero, llegaremos a conseguir una adecuada convivencia.
Antes de terminar el apartado de las aves debemos detenernos en las psitácidas de gran tamaño: loros, cacatúas, guacamayos… Estas aves pueden llegar a deambular en libertad por la casa; si en la casa está el gato y éste intenta «beneficiárselas», puede que el que salga peor parado sea el felino. Mucho cuidado.
Los pequeños mamíferos, como conejos, cobayas, hámsteres, chinchillas, jerbos, ardillas…, son uno de los grupos de mascotas más abundantes en nuestros hogares.
El interés de los felinos por estos compañeros de piso es, como en el caso de las aves, el de predador. El comportamiento del propietario en este caso ha de ser prácticamente igual que lo anteriormente comentado para las aves: jaula resistente, dificultar el acceso y «hacer guardia» los primeros días.
Los mayores riesgos se producen cuando sacamos a los pequeños mamíferos de sus jaulas para que deambulen «tranquilamente» por la casa y no existe una suficiente supervisión por parte de los de «dos patas».
El gato aprovechará el menor descuido para «jugar» con ese sugerente amigo, pudiendo llegar a acabar con su vida aunque no exista el menor interés por ingerir a la presa.
También es cierto que si todo se desarrolla con normalidad, si presentamos a los animales y supervisamos sus primeros contactos, son muchas las «parejas» de amigos interespecie que se forman entre un felino y un pequeño mamífero.
Son casa vez más los hogares que comparten su tiempo y su espacio con animales que todavía no hemos citado… Entre los más importantes a destacar para la convivencia de un felino están los reptiles, los grandes reptiles…
En estos casos el riesgo principal es para el felino… El reptil en un posible enfrentamiento con el gato puede sufrir algún que otro arañazo, pero el gato puede ser perfectamente ingerido por el reptil.
La forma de evitar estos contados pero reales sucesos es no sacando al reptil de su terrario sin supervisión… ¡Evidente!
Podríamos definir el juego como aquel comportamiento con patrones específicos, llevados a cabo por individuos solitarios o por variados grupos, durante los cuales se desarrollan acciones espontáneas que no tienen por qué ser de utilidad.
Los juegos serán fundamentales para el desarrollo cognitivo de nuestro gato. También el ejercicio, que el juego proporciona, evitará variados problemas de salud como la obesidad, una patología demasiado frecuente en los animales que no salen de casa.
Sobre las dos semanas el juego de los gatitos se manifiesta con intentos de golpear con sus manos, objetos en movimiento… Ese juego inicial evoluciona con la coordinación muscular y sobre las tres semanas el juego social hace acto de presencia con zarpazos y mordiscos ocasionales a sus familiares (personas y/o animales).
Existen comportamientos determinados a ciertas edades:
Para que los gatitos comiencen a desarrollar el «juego social» deben intervenir dos o más ejemplares; entre estos juego sociales, mantenidos entre las semanas que van de la cuarta a la decimosexta, se encuentran los siguientes: