Por mucho que nos digan que es bueno que una gata tenga al menos una camada en su vida, debemos tener muy presente que esto no es cierto; el animal no necesita criar, no le pasa nada si no tiene cachorros, no se «frusta», no enferma.
Un gato castrado disminuirá de forma drástica sus intentos de fuga y vagabundeo, una gata esterilizada no nos ofrecerá sus lacerantes maullidos… un gato, y una gata esterilizados, no podrán aumentar el desgraciadamente enorme número de abandonos que suceden anualmente en nuestro país.
Teniendo muy presente lo anteriormente comentado, debemos explicar también que la gata sólo permite la monta del macho en un momento concreto de su ciclo; en ese momento uno o varios machos podrán montarla, pudiendo tener una gata cachorros de distintos gatos. También es curioso conocer que la ovulación de la gata es inducida… ¿qué quiere decir esto? Pues que la ovulación se produce tras la monta del macho; si no existe monta, no se produce ovulación.
Tras la monta y si esta ha sido efectiva se produce una gestación que dura entre cincuenta y ocho y setenta y dos días.
La evolución de cada especie a lo largo de los años ha permitido que los individuos que la componen se doten de recursos suficientes para desenvolverse adecuadamente en su medio.
El gato doméstico ha pasado de los tórridos desiertos al calor del hogar, del acecho y las carreras tras las presas a comer «a mesa puesta»… A pesar del radical cambio de estilo de vida, el gato sigue manteniendo unos sentidos «hiperespecializados», a pesar de no ser muy necesarios para deambular de la bandeja de lecho absorbente al sillón.
Los pequeños cachorros de gato al nacer son sordos y ciegos… estas claras deficiencias transitorias se ven cubiertas por un excelente olfato; el desarrollo ocular requiere de tiempo posnatal de desarrollo, porque el desarrollo ocular de un gatito recién nacido es aproximadamente equivalente al de un feto humano de cinco meses de gestación; cuando cumplen los diez días de vida, aproximadamente, su deficiencia visual comienza a ser olvidada con la apertura de los ojos. Está demostrado que el manejo precoz, que el contacto con la mano del hombre acelera el proceso de apertura ocular casi un día. Otros factores que influyen son la genética paterna, la exposición a la luz (los criados en ambientes oscuros abren los ojos antes), sexo del animal (las hembras antes que los machos), la edad de la madre (antes en cachorros de madres jóvenes). En ese preciso momento los pequeños felinos no ven con claridad, por lo que tardarán un tiempo variable en desarrollar de forma completa su refinado sentido de la vista.
Los cambios vasculares se producen a las tres semanas, lo que provoca un repentino aumento de la capacidad óptica; existen reflejos oculares que se manifiestan incluso antes de la apertura de los ojos, como el reflejo palpebral (de los párpados), que aparece a los tres días de vida.
El control de la pupila se produce a las veinticuatro horas de la apertura de los ojos y tarda entre dos y tres días en controlarse de forma perfecta. la percepción de la profundidad se experimenta a los doce o catorce días de la apertura ocular, y podemos decir que el gato dispone de una visión óptima y binocular a los cuarenta y cinco o cuarenta y ocho días.
El color de los ojos del animal comienza a cambiar a partir de los veintitrés días.
El que todos los gatos adultos tengan una cierta miopía se debe a las dimensiones anatómicas de su globo ocular:
Aunque durante mucho tiempo se había pensado que los gatos sólo veían en blanco y negro, podemos asegurar que, aunque no les aporte gran cosa, sí son capaces de identificar los colores, principalmente el azul y el verde. De todas formas, en lo que sí parece que la mayoría de los autores están de acuerdo es en que los gatos no muestran un gran interés hacia los colores y sí hacia el movimiento de los objetos, sea cual sea su color.
La mayoría de los animales domésticos, con la clara excepción del gato, tienen una visión relativamente pobre comparada con el ser humano; una de las características que hacen que el gato esté dotado de una excelente visión es el tener los ojos en la parte delantera de la cara (como el hombre); ello le permite disponer de visión binocular, lo que quiere decir que el campo visual es abarcado al mismo tiempo por los dos ojos; esta característica les permite calcular de forma casi perfecta las distancias, algo que podemos evidenciar, por ejemplo, en la seguridad de sus saltos.
En lo que sin lugar a dudas el felino supera sobradamente al hombre (50 por ciento más), es en la visión nocturna: los bastones (células fotorreceptoras del ojo) que posee el gato, así como su capacidad de abrir su pupila hasta tres veces más que el ser humano, permiten una visión envidiable en la oscuridad. Este especial sistema se complementa con el
tapetum lucidum
, estructura en el fondo de ojo del animal, que permite un mayor aprovechamiento de la escasa luz.
Y otra gran ventaja del gato en lo referente a la visión es su capacidad de cerrar la pupila en forma vertical ante una luz deslumbrante; con ello consigue que el haz luminoso que penetra en el ojo pueda ser mínimo; si a esto le añadimos que el gato realiza un cierre de los párpados acompañando al cierre vertical de la pupila, podemos decir que el gato posee uno de los mejores filtros solares para proteger la vista que existen en la naturaleza. El único inconveniente es que en este estado, sus ojos sólo son capaces de apreciar imágenes borrosas.
Pero no todo en la vista de los felinos es perfección… la agudeza visual es más certera en un entorno de 75 centímetros, pero aun así detecta fácilmente, tanto de día como de noche, una presa a gran distancia.
Hablamos de una estructura del felino que muchos propietarios desconocen. Entre sus funciones está la protección del ojo ante agresiones externas y el aporte de lágrima.
En esto como en otras características anatómicas el gato supera al humano; el bípedo racional en su larga evolución perdió esta estructura, una parte importan te del organismo de un ser vivo que quiera tener protegido su globo ocular.
El tercer párpado se encuentra situado en el ángulo interno del ojo, en el más cercano a la nariz, y bajo los párpados visibles: «los de toda la vida».
Podemos decir que es una membrana de tejido conjuntivo, sin pelos y cuyo armazón es un cartílago en forma de T o de ancla; dicha membrana dispone de una glándula que proporciona un alto porcentaje de la secreción lagrimal del ojo.
Como vamos comprobando, esta desconocida estructura existe y realiza un trabajo importante:
Cuando el ojo va a sufrir, por ejemplo un traumatismo, los párpados superior e inferior se contraen y provocan la salida del tercer párpado como un limpiaparabrisas, que cubrirá el globo ocular de forma parcial o casi total en algunos casos; este tercer párpado no tiene músculos propios, por lo que su movilidad depende de los párpados «de siempre»; su vuelta a la posición inicial se produce al relajarse los párpados.
Muchos propietarios afirman que su gato está enfermo si el tercer párpado se visualiza continuamente: no es correcto; lo que sí nos puede indicar la presencia visible del tercer párpado es:
El oído del gato dispone de veinte músculos que trabajan para facilitar los movimientos necesarios para la captación de sonidos… Veinte músculos capaces también de manifestar signos e intenciones. La apertura del conducto auditivo externo se produce entre los días seis y catorce (sobre el noveno día de media), y se completa al cumplir las tres semanas.
También en la capacidad auditiva superan los gatos al hombre; los felinos pueden percibir sonidos de hasta sesenta y cinco kilohercios (kHz), mientras que nuestro límite superior se encuentra entre los dieciocho y los veinte kHz (en el perro, alrededor de los cuarenta kHz). También son capaces de percibir diferencias de décimas de tono en altas frecuencias y diferencias de cuarto de tono en las frecuencias intermedias.
Esta excelente capacidad auditiva se ve favorecida por la orientación independiente de sus pabellones auriculares, lo que les permite «localizar» de forma más precisa la procedencia del sonido.
Su fino oído les permite algo verdaderamente curioso: distinguir dos sonidos diferentes en un radio de cinco grados; esta especial capacidad viene dada gracias a que el sonido llega a una de sus orejas con un ligero retraso cronológico respecto de la otra, un retraso de fracciones de segundo que los gatos son capaces de procesar.
Y finalmente, este depurado sentido del gato también le permite ajustar sus saltos cuando está persiguiendo una presa, todo ello aunque la visibilidad sea insuficiente.
El oído «realza su valor», gracias a su perfecta combinación con la vista y la direccionalidad de la cabeza.
Esto no ocurre siempre, aunque sí sucede en la mayoría de los casos. La sordera va asociada al gen W, que determina el color blanco del pelo de los gatos… pero como la genética es «como es» no siempre se cumple que todo gato blanco sea sordo. Si existe sordera debemos tener muy claro que este problema puede transmitirse a la descendencia.
No sólo podemos encontrar este problema en gatos blancos con ojos azules… también puede afectar a gatos blancos de ojos anaranjados y a los de ojos desiguales (un ojo de cada calor).
La sordera suele aparecer a partir de los cuatro a seis días.
En el caso de los gatos sordos por otro tipo de problemas, pueden producirse por otitis crónicas, por problemas neurológicos, por traumatismos, por infecciones locales o generalizadas, e incluso por determinados tratamientos farmacológicos.
Sea cual sea la causa, si tenemos un gato sordo debemos tener en cuenta su limitación y aplicar ciertas medidas; entre las más «lógicas», evitar que el animal salga al exterior, ya que no puede percibir determinados sonidos que le estarían avisando de algún peligro.
Para el resto de comportamientos, debemos acercarnos a ellos siempre de frente, ya que acercarnos por detrás y tocarlos podría provocarles un lógico susto.
Las personas que conviven con gatos con esta deficiencia no manifiestan el más mínimo problema de convivencia, ya que llegan a superar la limitación con un poco de sentido común y con grandes dosis de cariño y paciencia.
Entre otras razones, la función del olfato del felino es identificar extraños, reconocer a los miembros del grupo (incluidos los humanos), interpretar mensajes olfativos y algo muy importante: intervenir en la respuesta alimenticia antes de probar el alimento.
El sentido del olfato está muy desarrollado desde el nacimiento y, a partir del segundo día de vida, los gatitos reaccionan claramente ante los olores desagradables. Este precoz desarrollo es fundamental para guiar al gatito hacia las mamas maternas y hacia su apetecible y nutritivo contenido.
A partir del segundo o tercer día, los cachorros establecen su «pezón favorito», primero guiados por el olor y, posteriormente, por «rutas específicas»; estas rutas son «caminos con olor» reconocible, es por ello que si sacamos a estos animales de corta edad de su entorno «oloroso» se les provoca un elevado grado de estrés.
La superficie de la mucosa olfativa del gato también es muy superior a la nuestra… pero su capacidad olfativa es mucho menor que la del perro; esto hace que el gato pueda distinguir olores que nosotros somos incapaces de percibir y que se emplee al cánido familiar en lugar del felino para labores de detección fundamentadas en el olfato.
Lo más interesante de este sentido del olfato felino es su estrecha relación con el sentido del gusto: la relación se debe, entre otras cosas, a las posiciones anatómicas de la boca y de la nariz; las papilas gustativas situadas en la lengua del animal responden a los sabores, por ejemplo de los alimentos… pero esta información recibida en la lengua también se transmite vía nerviosa al lóbulo olfatorio del cerebro tras la percepción olfativa de la sustancia ingerida:
Para comprender correctamente esta estrecha simbiosis entre el gusto y el olfato del gato, diremos que los felinos disponenede un órgano llamado órgano vomeronasal, «De Jacobsen» o Flehmen, una estructura tubular (dos conductos o canales nasopalatinos), quimiorreceptora, situada tras los incisivo superiores, en el cartílago del septo nasal, que permite «paladear» partículas gaseosas generalmente perceptibles por el olfato y no por el gusto.
La conexión con el cerebro se realiza con áreas del hipotálamo asociadas a comportamientos sexuales, alimentarios, de defensa, sociales y secreciones neuroendocrinas.
Recibe el nombre por un doctor danés que lo descubrió hace más de doscientos años.
El aire no atraviesa esta estructura si el animal no realiza una pose concreta: el comportamiento de Flehmen con la boca parcialmente abierta, los labios hacia abajo, la nariz arrugada… cerrando la ruta respiratoria normal y dirigiendo el aire hacia los incisivos; este comportamiento agranda la apertura de los conductos nasopalatinos y activa el mecanismo de succión de aire; el aire recogido es chequeado.
Esta acción tan sutil puede no ser evidenciada por los propietarios y, generalmente, es utilizada para «analizar» la orina de otros animales, algo muy importante para los machos: podrán conocer la condición sexual de las hembras.
De todos es conocida la injusta fama de «gourmet» de los gatos… El sentido del gusto se encuentra alojado en la cavidad bucal y de forma más concreta en la lengua, pero también en la epiglotis, en el paladar blanco, en los labios, en la faringe…; la lengua tiene unos órganos receptores llamados papilas gustativas capaces de identificar diferentes sabores, como los ácidos, los amargos, los salados… Los receptores del sabor se colocan principalmente en la punta, los laterales y el fondo de la lengua.