Read El gaucho Martín Fierro Online
Authors: José Hernández
Y dentró al baile muy tiesa
Con más cola que una zorra,
Haciendo blanquiar los dientes
Lo mesmo que mazamorra.
—«Negra linda»... Dije yo—
«Me gusta... pa la carona»—
Y me puse á champurriar
Esta coplita fregona:
«A los blancos hizo Dios,
«A los mulatos San Pedro,
«A los negros hizo el diablo
«Para tizón del infierno.»
Había estao juntando rabia
El moreno dende ajuera—
En lo escuro le brillaban
Los ojos como linterna.
Lo conocí retobao
Me acerqué y le dije presto;
«Po... r... rudo que un hombre sea
«Nunca se enoja por esto.»
Corcobió el de los tamangos
Y creyéndose muy fijo:
«—Mas porrudo serás vos,
«Gaucho rotoso» me dijo.
Y ya se me vino al humo
Como á buscarme la hebra—
Y un golpe le acomodé
Con el porrón de giñebra.
Ay no más pegó el de ollin
Más gruñidos que un chanchito,
Y pelando el envenao
Me atropelló dando gritos.
Pegué un brinco y abrí cancha
Diciéndoles: —«Caballeros,
«Dejen venir ese toro»
«Solo nací... solo muero.»
El negro, después del golpe,
Se había el poncho refalao
Y dijo: —«Vas á saber
«Si es solo ó acompañao.»
Y mientras se arremangó
Yo me saqué las espuelas,
Pues malicié que aquel tío
No era de arriar con las riendas.
No hay cosa como el peligro
Pa refrescar un mamao;
Hasta la vista se aclara
Por mucho que haiga chupao.
El negro me atropelló
Como á quererme comer—
Me hizo dos tiros seguidos
Y los dos le abarajé.
Yo tenía un facón con S,
Que era de lima de acero;
Le hice un tiro, lo quitó
Y vino ciego el moreno.
Y en el medio de las aspas
Un planazo le asenté.
Que lo largué culebriando
Lo mesmo que buscapié.
Le coloriaron las motas
Con la sangre de la herida,
Y volvió á venir jurioso
Como una tigra parida.
Y ya me hizo relumbrar
Por los ojos el cuchillo,
Alcanzando con la punta
A cortarme en un carrillo.
Me hirvió la sangre en las venas
Y me le afirmé al moreno,
Dándole de punta y hacha
Pa dejar un diablo menos.
Por fin en una topada
En el cuchillo lo alcé,
Y como un saco de güesos
Contra un cerco lo largué.
Tiró unas cuantas patadas
Y ya cantó pa el carnero—
Nunca me puedo olvidar
De la agonía de aquel negro.
En esto la negra vino
Con los ojos como agí—
Y empezó la pobre allí
A bramar como una loba—
Yo quise darle una soba
A ver si la hacía callar
Mas, pude reflesionar
Que era malo en aquel punto,
Y por respeto al dijunto
No la quise castigar.
Limpié el facón en los pastos,
Desaté mi redomón.
Monté despacio y salí
Al tranco pa el cañadón.
Despues supe que al finao
Ni siquiera lo velaron,
Y retobao en un cuero,
Sin resarle lo enterraron.
Y dicen que dende entónces
Cuando es la noche serena,
Suele verse una luz mala
Como de alma que anda en pena.
Yo tengo intención á veces,
Para que no pene tanto,
De sacar de allí los güesos
Y echarlos al campo santo.
Otra vez en un boliche
Estaba haciendo la tarde,
Cayó un gaucho que hacía a larde
De guapo y de peliador.
A la llegada metió
El pingo hasta la ramada—
Y yo sin decirle nada
Me quedé en el mostrador.
Era un terne de aquel pago
Que naides lo reprendía,
Que sus enriedos tenía
Con el señor Comendante:—
Y como era protegido,
Andaba muy entonao,
Y á cualquier desgraciao
Lo llevaba por delante.
¡Ah pobre! si el mismo creiba,
Que la vida le sobraba,
Ninguno diría que andaba
Aguaitándolo la muerte—
Pero ansí pasa en el mundo,
Es ansi la triste vida—
Pa todos está escondida,
La güena ó la mala suerte.
Se tiró al suelo, al dentrar
Le dio un empeyón á un vasco-
Y me alargó un medio frasco
Diciendo —«Beba cuñao»
—«Por su hermana» contesté,
«Que por la mía no hay cuidao.»
«-¡Ah! gaucho me respondió,
«¿De qué pago será crioyo?—
«¿Lo andará buscando el hoyo?—
«¿Deberá tener güen cuero?
«Pero ande bala este toro
«No bala ningún ternero.»
Y ya salimos trensaos
Porque el hombre no era lerdo,
Mas como el tino no pierdo,
Y soy medio lijerón,
Le dejé mostrando el sebo
De un revés con el facón.
Y como con la justicia No andaba bien por allí,
Cuanto pataliar lo vi,
Y el pulpero pegó el grito,
Ya pa el palenque salí
Como haciéndome chiquito.
Monté y me encomendé á Dios,
Rumbiando para otro pago—
Que el gaucho que llaman vago
No puede tener querencia,
Y ansi de estrago en estrago
Vive llorando la ausencia.
El anda siempre juyendo,
Siempre pobre y perseguido,
No tiene cueva ni nido
Como si juera maldito-
Porque el ser gaucho... barajo,
El ser gaucho es un delito.
Es como el patrio de posta:
Lo larga este, aquél lo toma, —
Nunca se acaba la broma—
Dende chico se parece
Al arbolito que crece
Desamparao en la loma.
Le echan la agua del bautismo
Aquel que nació en la selva,
«Buscá madre que te engüelva»
Le dice al flaire y lo larga,
Y dentra á cruzar el mundo
Como burro con la carga.
Y se cria viviendo al viento
Como oveja sin trasquila—
Mientras su padre en las filas
Anda sirviendo al Gobierno
Aunque tirite en invierno
Naide lo ampara ni asila.
Le llaman «gaucho mamao»
Si lo pillan divertido,
Y que es mal entretenido
Si en un baile lo sorprienden,
Hace mal si se defiende
Y si nó, se vé fundido.
No tiene hijos, ni mujer,
Ni amigos, ni protectores,
Pues todos son sus señores
Sin que ninguno lo ampare—
¿Tiene la suerte del güey—
Y donde irá el güey que no are?
Su casa es el pajonal,
Su guarida es el desierto;
Y si de hambre medio muerto
Le echa el lazo á algún mamón,
Lo persiguen como á plaito,
Porque es un gaucho ladrón.
Y si de un golpe por ay
Lo dan güelta panza arriba,
No hay un alma compasiva
Que le rece una oración—
Tal vez como cimarrón
En una cueva lo tiran.
«Él nada gana en la paz
Y es el primero en la guerra—
No le perdonan si yerra,
Que no saben perdonar,—
Porque el gaucho en esta tierra
Solo sirve pa votar.
Para él son los calabozos,
Para el las duras prisiones,
En su boca no hay razones
Aunque la razón le sobre;
Que son campanas de palo
Las razones de los pobres.
Si uno aguanta, es gaucho bruto—
Si no aguanta, es gaucho malo—
Déle azote, déle palo!
Porque es lo que él necesita!!—
De todo el que nació gaucho
Esta es la suerte maldita.
Vamos suerte — vamos juntos
Dende que juntos nacimos—
Y ya que juntos vivimos
Sin podernos dividir...
Yo abriré con mi cuchillo
El camino pa seguir.
Matreriando lo pasaba
Y á las casas no venía—
Solía arrimarme de día
Mas lo mesmos que el carancho,
Siempre estaba sobre el rancho
Espiando á la polecía.
Viva el gaucho que ande mal
Como zorro perseguido—
Hasta que al menor descuido
Se lo atarazquen los perros,
Pues nunca le falta un yerro
Al hombre más alvertido.
Y en esa hora de la tarde
En que tuito se adormece
Que el mundo dentrar parece
A vivir en pura calma,
Con las tristezas del alma
Al pajonal enderieze.
Bala el tierno corderito
Al lao de la blanca oveja,
Y á la vaca que se aleja
Llama el ternero amarrao—
Pero el gaucho desgraciao
No tiene á quien dar su queja.
Ansi es que al venir la noche
Iba a buscar mi guarida—
Pues ande el tigre se anida
Tambien el hombre lo pasa
Y no quería que en las casas
Me rodiára la partida.
Pues aun cuando vengan ellos
Cumpliendo con sus deberes,
Yo tengo otros pareceres,
Y en esa conduta vivo—
Que no debe un gaucho altivo
Peliar entre las mujeres.
Y al campo me iba solito,
Más matrero que el venao—
Como perro abandonao
A buscar una tapera,
O en alguna viscachera
Pasar la noche tirao.
Sin punto ni rumbo fijo
En aquella inmensidá,
Entre tanta oscuridá
Anda el gaucho como duende,
Allí jamás lo sorpriende
Dormido, la autoridá.
Su esperanza es el coraje,
Su guardia es la precaución,
Su pingo es la salvacion,
Y pasa uno en su desvelo,
Sin más amparo que el cielo
Ni otro amigo que el facón.
Ansí me hallaba una noche
Contemplando las estrellas
Que le parecen más bellas
Cuanto uno es más desgraciao,
Y que Dios las haiga críao
Para consolarse en ellas.
Les tiene el hombre cariño
Y siempre con alegría
Ve salir las tres marías;
Que si llueve, cuanto escampa,
Las estrellas son la guía
Que el gaucho tiene en la pampa.
Aquí no valen Dotores,
Solo vale la esperiencia,
Aquí verían su inocencia
Esos que todo lo saben;
Por que esto tiene otra llave
Y el gaucho tiene su ciencia.
Es triste en medio del campo
Pasarse noches enteras
Contemplando en sus carreras
Las estrellas que Dios cría,
Sin tener más compañía
Que su delito y las fieras.
Me encontraba como digo,
En aquella soledá,
Entre tanta oscuridá,
Echando al viento mis quejas
Cuando el grito del chajá
Me hizo parar las orejas.
Como lumbriz me pegué
Al suelo para escuchar;
Pronto sentí retumbar
Las pisadas de los fletes,
Y que eran muchos ginetes
Conocí sin vacilar.
Cuando el hombre está en peligro
No debe tener confianza,
Ansi tendido de panza
Puse toda mi atención,
Y ya escuché sin tardanza;
Como el ruido de un latón.
Se venían tan calladitos
Que yo me puse en cuidao,
Talvez me hubieran bombiao
Y me venían á buscar;
Mas no quise disparar
Que eso es de gaucho morao.
Al punto me santigüé
Y eché de giñebra un taco,
Lo mesmito que el mataco
Me arroyé con el porrón:
«Si han de darme pa tabaco,
Dije, ésta es güena ocasión.»
Me refalé las espuelas,
Para no peliar con grillos,
Me arremangué el calzoncillo,
Y me ajusté bien la faja;
Y en una mata de paja
Probé el filo del cuchillo.
Para tenerlo a la mano
El flete en el pasto até,
La cincha le acomodé,
Y en un trance como aquel,
Haciendo espaldas en él
Quietito los aguardé.
Cuando cerca los sentí,
Y que ay no más se pararon, Los pelos se me erizaron
Y aunque nada vían mis ojos,
«—No se han de morir de antojo»
—Les dije, cuando llegaron.
Yo quise hacerles saber
Que allí se hallaba un varón;
Les conocí la intención
Y solamente por eso
Fué que les gané el tirón,
Sin aguardar voz de preso.
—«Vos sos un gaucho matrero»
Dijo uno, haciéndose el güeno,
«Vos mataste un moreno
«Y otro en una pulpería,
«Y aquí está la polecía
«Que viene á justar tus cuentas;
«Te va á alzar por las cuarenta
«Si te resistís hoy día.»
—«No me vengan, contesté,
«Con relación de dijuntos;
«Esos son otros asuntos;
«Vean si me pueden llevar,
«Que yo no me he de entregar,
«Aunque vengan todos juntos.»
Pero no aguardaron más,
Y se apiaron en montón—
Como á perro cimarrón
Me rodiaron entre tantos,
Yo me encomendé á los Santos,
Y eché mano á mi facón.
Y ya vide el fogonazo
De un tiro de garabina,
Mas quiso la suerte indina
De aquel maula, que me errase,
Y ay no más lo levantase
Lo mesmo que una sardina.
A otro que estaba apurao
Acomodando una bola,
Le hice una dentrada sola
Y le hice sentir el fierro,
Y ya salió como el perro
Cuando le pisan la cola.
Era tanta la aflición
Y la angurria que tenían
, Que tuitos se me venían,
Donde yo los esperaba;
Uno al otro se estorbaba
Y con las ganas no vían.
Dos de ellos que traiban sables
Más garifos y resueltos,
En las hilachas envueltos
Enfrente se me pararon,
Y á un tiempo me atropellaron
Lo mesmo que perros sueltos.
Me fuí reculando en falso
Y el poncho adelante eché,
Y cuanto le puso el pié
Uno medio chapetón,
De pronto le dí un tirón
Y de espaldas lo largué.
Al verse sin compañero
El otro se sofrenó,
Entónces le dentré yo,
Sin dejarlo resollar,
Pero ya empezó a aflojar
Y á la pu...n...ta disparó.
Uno que en una tacuara
Había atao una tijera,
Se vino como si juera
Palenque de atar terneros,
Pero en dos tiros certeros
Salió aullando campo ajuera.
Por suerte en aquel momento
Venía coloriando el alba
Y yo dije «si me salva
La virgen en este apuro,
«En adelante le juro
«Ser más güeno que una malva.»
Pegué un brinco y entre todos
Sin miedo me entreveré—
Echo ovillo me quedé
Y ya me cargó una yunta,
Y por el suelo la punta
De mi facón les jugué.
El más engolosinao
Se me apió con un achazo;
Se lo quité con el brazo
De nó, me mata los piojos;
Y ante de que diera un paso
Le eché tierra en los dos ojos.
Y miéntras se sacudía
Refregándose la vista,
Yo me le fuí como lista
Y ay no más me le afirmé,
Diciéndole: «Dios te asista.»
Y de un reves lo voltié.
Pero en ese punto mesmo
Sentí que por las costillas
Un sable me hacía cosquillas
Y la sangre se me heló—
Dende ese momento yo,
Me salí de mis casillas.
Dí para atrás unos pasos
Hasta que pude hacer pié,
Por delante me lo eché
De punta y tajos a un criollo;
Metió la pata en un oyo,
Y yo al hoyo lo mandé.
Tal vez en el corazón
Lo tocó un Santo Bendito
A un gaucho, que pegó el grito,
Y dijo: —«¡Cruz no consiente
«Que se cometa el delito
«De matar ansi un valiente!
Y ay no más se me aparió,
Dentrándole a la partida;
Yo les hice otra embestida
Pues entre dos era robo;
Y el Cruz era como lobo
Que defiende su guarida.
Uno despachó al infierno
De los que lo atropellaron,
Los demás remoliniaron,
Pues íbamos á la fija,
Y á poco andar dispararon
Lo mesmo que sabandija.
Ay quedaban largo á largo
Los que estiaron la geta;
Otro iba como maleta,
Y Cruz de atrás les decía:
«Que venga otra polecía
«A llevarlos en carreta.»