El invierno del mundo (140 page)

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Authors: Ken Follett

BOOK: El invierno del mundo
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Walli, en brazos de Werner, cumpliría cuatro años en cuestión de semanas e intentaba cantar, adivinando la letra y siguiendo la melodía. Tenía los ojos rasgados de su padre el violador: Carla había decidido que su venganza sería criar a un hijo que tratase a las mujeres con ternura y respeto.

Erik cantaba la letra de la canción con sentimiento. Apoyaba al régimen soviético con tanta lealtad como había apoyado a los nazis. Carla, en un principio, se había mostrado desconcertada y furiosa, pero había llegado a considerarlo una triste y lógica consecuencia. Erik era una de esas personas ineptas a las que asusta tanto la vida que prefieren vivir subyugados por una autoridad de hierro y que un gobierno que no admite discusión les diga qué tienen que hacer y pensar. Eran idiotas y peligrosos, pero había muchos como él.

Carla miró con cariño a su marido, que conservaba todo su atractivo a los treinta. Recordaba haberle besado, y algo más, en el asiento delantero de su coche, tan masculino, aparcado en el Grunewald, cuando solo tenían diecinueve años. Todavía le gustaba besarle.

Cuando pensaba en el tiempo que había pasado desde entonces, se le ocurrían mil reproches, aunque su mayor pena era la muerte de su padre. Lo añoraba a todas horas y todavía lloraba al recordarlo tirado en el recibidor, víctima de una paliza tan brutal que no consiguió sobrevivir hasta la llegada del médico.

No obstante, todo el mundo tenía que morir, y su padre había dado la vida por el bien de un mundo mejor. Si hubiera habido más alemanes con su valor, los nazis no habrían triunfado. Ella quería emular todas sus acciones: criar bien a sus hijos, conseguir cambiar las cosas en la política de su país, amar y ser amada. Y, sobre todo, al morir, quería que sus hijos pudieran decir, como decía ella de su padre, que su vida había significado algo y que el mundo era un lugar mejor gracias a ella.

El villancico tocó a su fin; Maud sostuvo la última nota; el pequeño Walli se echó hacia delante y sopló la vela.

Agradecimientos

Mi principal asesor histórico para la trilogía The Century es Richard Overy. Además deseo expresar mi agradecimiento a los historiadores Evan Mawdsley, Tim Rees, Matthias Reiss y Richard Toye por haber leído el manuscrito de
El invierno del mundo
y haber hecho correcciones.

Como siempre, he contado con la inestimable ayuda de mis editores y agentes, sobre todo de Amy Berkower, Leslie Gelbman, Phyllis Grann, Neil Nyren, Susan Opie y Jeremy Treviathan.

Conocí a mi agente Al Zuckerman allá por 1975 y, desde entonces, ha sido mi lector más crítico, cuya opinión me ha servido siempre de inspiración.

Son muchos los amigos que me han hecho llegar sus útiles comentarios. Nigel Dean tiene un ojo único para el detalle. Chris Manners y Tony McWalter leyeron el manuscrito con la perspicacia que les caracteriza. Angela Spizig y Annemarie Behnke me libraron de cometer numerosos errores en los capítulos alemanes.

Siempre damos las gracias a la familia y así debe seguir siendo. Barbara Follett, Emanuele Follett, Jann Turner y Kim Turner leyeron el primer borrador e hicieron críticas muy enriquecedoras, además de hacerme el valioso regalo de su amor.

KEN FOLLETT
nació en Cardiff (Gales), pero cuando tenía diez años su familia se trasladó a Londres. Se licenció en filosofía en la Universidad de Londres y posteriormente trabajó como reportero del
South Wales
Echo, el periódico de su ciudad natal. Más tarde consiguió trabajo en el
Evening News
de la capital inglesa y durante esta época publicó, sin mucho éxito, su primera novela. Dejó el periodismo para incorporarse a una editorial pequeña, Everest Books, y mientras tanto continuó escribiendo. Fue su undécima novela la que se convirtió en su primer gran éxito literario. Ken Follett es uno de los autores más queridos y admirados por los lectores en el mundo entero y la venta total de sus libros supera los cien millones de ejemplares. Está casado con Barbara Follett, activista política que fue representante parlamentaria del Partido Laborista durante trece años. Viven en Stevenage, al norte de Londres. Para relajarse, asiste al teatro y toca la guitarra con una banda llamada Damn Right I Got the Blues.

En 2010 fue galardonado con el Premio Qué Leer de los lectores por
La caída de los gigantes.

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