Read El lenguaje de los muertos Online
Authors: Brian Lumley
—Pero si hablo contigo —Harry hizo una pausa, esperando que comenzara el dolor, pero nada sucedió—, sufriré un dolor insoportable y…
¿Acaso sufres ahora? No, porque estás dormido y soñando. Consciente, no podrías hablar conmigo, pero no lo estás. Y ahora, dime, por favor, ¿podemos continuar?
Harry lo recordó todo: dormido podía hablar sin peligro la lengua de los muertos. Sí, ahora se acordaba de eso, y también de otras cosas.
—He venido aquí… para que me hables de Janos Ferenczy.
Así es
—respondió Faethor—,
ésa es una de las razones de tu visita. Pero no la única. Antes que nada, dime, ¿has venido por tu propia voluntad?
—Estoy aquí por necesidad —respondió Harry—, porque en mi mundo hay otra vez vampiros.
¿Pero has venido aquí como un hombre libre, porque tú lo deseabas? ¿O te han obligado por la fuerza, te han engatusado u obligado en contra de tus deseos?
Harry estaba completamente alerta en su sueño, y prevenido contra las triquiñuelas del vampiro. Además, se había vuelto tan hábil para los juegos de palabras como los propios wamphyri, y sabía que sólo se trataba de una manera de manipulación verbal.
—¿Obligado? —dijo—. No, nadie me obligó. ¿Forzado? Todo lo contrario, mis amigos me hubieran retenido. ¿Engatusado? Sí, viejo demonio, he venido engatusado por ti.
¿Por mí?
—Faethor se hacía el inocente—.
¿Por qué piensas eso? Tú tienes un problema y yo tengo la solución. Alguien se metió en tu cerebro, cogió tus sesos e hizo un nudo en ellos. Yo tal vez pueda desatarlo… si tengo ganas. ¡Y puede que no las tenga, si tú pones obstáculos y haces acusaciones infundadas! Respóndeme, pues, y de inmediato: ¿cómo te he engatusado? ¿De qué manera?
—Tal como yo lo entiendo —respondió Harry—, la palabra engatusar tiene varios significados. Persuadir con halagos, engañar, hacer promesas falsas. Es seducir a alguien con el objetivo de conseguir los propios fines. Ésos son los significados de la palabra. Pero cuando un vampiro «engatusa»…, la finalidad de su acción es mucho menos clara. Y las consecuencias, a menudo son calamitosas.
¡Ja! —
Harry percibió la exasperación de Faethor, y su asombro de que un mero ser humano se atreviera a desafiarlo en uno de sus juegos. Pero también percibió el gesto de indiferencia del vampiro, y tal vez también su resolución—.
Muy bien
—continuó Faethor—,
eso lo dice todo. No confías en mí. De acuerdo, pues. Has desperdiciado tu viaje; despierta y márchate. Creía que éramos amigos, pero estaba equivocado. Y en ese caso…, ¿qué me importa que haya vampiros en tu mundo? ¡Al diablo con tu mundo, Harry Keogh, y al diablo contigo!
Harry no se dejó engañar. Ahora se esperaba que, en beneficio de la audiencia de Faethor, argumentara con el vampiro. Pero éste nunca le hubiera llamado para pedirle que se marchara. Esta manera de hablar era simplemente el estilo de los vampiros. Una maniobra para estar siempre en una posición de ventaja. Mas este sueño era de esos enormemente vívidos y reales. Y Harry, dentro de él, hacía gala de un ingenio agudo como una cuchilla de afeitar.
—Discutamos cara a cara, Faethor —dijo con cierta brusquedad—. Acabo de darme cuenta de que, si bien hemos hablado en más de una ocasión, nunca lo hemos hecho frente a frente. Y estoy seguro de que si pudiera ver tu serio y honesto rostro, me sentiría mucho más cómodo contigo… y, claro está, no necesitaría estar en guardia todo el tiempo.
¿Qué? ¿Aún estás ahí?
—dijo el otro fingiendo sorpresa—.
¡Hubiera jurado que nuestra conversación había concluido! Quizá no me has entendido y te lo diré sin rodeos. ¡Márchate!
Ahora le tocó a Harry fingir indiferencia.
—Muy bien. No creas que es una gran pérdida. Seamos sinceros, nunca podría haber confiado en lo que me dijeras.
¡Qué dices!
—Faethor estaba furioso—.
¿Cuántas veces te he ayudado, Harry Keogh? ¿Y cuántas te he mantenido a flote, cuando hubiera debido dejar que te hundieras?
—Todo esto ya lo hemos hablado antes —respondió con calma Harry—. ¿Tenemos que repetirlo? Si la memoria no me engaña, ya antes estuvimos de acuerdo en que nuestras alianzas fueron siempre para ventaja de ambos; ninguno ganó más que el otro. De modo que apéate del caballo y dime la verdad: ¿por qué insistes en este siniestro ritual, en que yo te diga que vengo a ti por propia voluntad? Y si acepto que es así, ¿a qué me obligarán mis palabras?
¡Ahhh!
—suspiró Faethor al cabo de un instante—.
¡Si te hubiera elegido a ti, Harry, y no al sanguinario Thibor, o al insidioso y taimado Janos! ¡Si tan sólo hubiera escogido con más cuidado a mis hijos! ¡Nosotros dos habríamos podido regir el mundo! Pero ahora es demasiado tarde, porque Thibor recibió mi huevo y Janos era mi hijo carnal. Y ya no tengo vida ni fuerzas como para engendrar otro
.
—¡Si creyera que aún eres capaz, no estaría aquí, Faethor! —dijo Harry estremeciéndose.
Pero lo estás, y te suplico que guardes las formas, ese antiguo «ritual» al que te refieres con tal desprecio y sospecha
.
—De modo que ahora eres tú quien suplica —dijo Harry—, pero aun así, sigo preguntándome: ¿qué ganas con eso?
¡Sí, reconozco que hemos tenido antes esta conversación!
—protestó Faethor—.
Bien, repetiré lo que ya dije en otra ocasión: ese producto de mi sangre, ese niño que procreé con mi parte humana, Janos, camina otra vez entre los vivos, y yo no puedo soportarlo. Cuando Thibor estaba desesperado por entrar en acción, ¿quién fue en tu ayuda para que esto no sucediera? Yo, porque odiaba a ese perro. Y ahora es el turno de Janos. ¿Y preguntas qué sacaré de esto? Cuando lo destruyas, debes acordarte de decirle que su padre te ayudó, y de que aun ahora está riendo en su tumba. Eso será para mí provecho suficiente
.
—¿Qué dices? —Harry hablaba y pensaba muy lentamente, con gran cautela—. Pero lo último sería una mentira, porque en esta tumba ya no hay nada de ti. Tú te consumiste en el incendio que destruyó tu casa, ¿o no es así?
¡Sabes muy bien que sí!
—exclamó el vampiro—,
pero aún estoy aquí, aunque de una manera muy especial. ¿Cómo, si no, podría hablar contigo? Está mi alma, mi espíritu, el eco de una voz desvanecida hace tiempo, y que tú oyes. Tu talento, tu habilidad para hablar con los muertos, debería ser prueba evidente de mi extinción
.
Harry se quedó callado unos segundos. Sabía que aquello era un toma y daca, esto-para-mí esto-para-ti, y que no obtendría nada si primero no daba algo. Faethor insistía, era incluso intransigente al respecto, en que sus reglas debían aplicarse en cualquier intercambio. Y era evidente que a la larga el vampiro se saldría con la suya, porque la causa de Harry estaba perdida de antemano sin él. Harry pensó todo esto, pero se las arregló para ocultar sus pensamientos a Faethor.
¡Ah! ¡Ahora lo veo claro!
—le espetó el vampiro—.
¡Me tienes miedo! ¡A mí, una criatura muerta hace tiempo, quemada, extinguida para siempre en un holocausto! ¿Pero por qué no? ¿Qué es diferente ahora? No somos desconocidos, no es la primera vez que luchamos juntos por una causa común
.
—No —contestó Harry—, pero es la primera vez que comparto la cama contigo. He estado aquí antes, sí, pero estaba despierto. Y siempre que he hablado contigo, había una gran distancia entre nosotros, y por consiguiente ningún peligro para mí. Y si he aprendido algo acerca de los vampiros, es que cuando más indefensos parecen, más peligrosos son.
Esta discusión no nos llevará a ninguna parte
—dijo el vampiro, en tono desesperanzado.
Harry adivinó que Faethor no iba a ceder un ápice en su posición. Y eso significaba que había sólo una manera de salir de aquel punto muerto.
—De acuerdo —dijo—, uno de nosotros tiene que ceder. Puede que yo sea un tonto pero…, sí, he venido por mi propia voluntad.
¡Bien!
—gruñó inmediatamente el vampiro, y Harry poco menos que percibió cómo se relamía—.
Una decisión muy sabia, y muy sensata. Después de todo, si yo he de proceder según tus costumbres, ¿por qué no habrías tú de observar las mías?
A esas criaturas les encantaba triunfar, aunque fuera en algo tan insignificante como un juego de palabras. Tal vez era mejor así, pues ahora Faethor, aplacado, cedería en otras cosas. Y el vampiro, como si hubiera leído el pensamiento de Harry, dijo:
Y ahora hablaremos de igual a igual. ¿Deseabas hablar conmigo cara a cara? Que así sea
.
Hasta entonces el sueño había sido vacío y gris, un lugar sin más sustancia que el intercambio de pensamientos. Pero ahora el gris adquirió un movimiento de remolino y se diluyó luego rápidamente en una brumosa llanura bajo un cielo que lucía una luna nueva. Harry estaba sentado en un muro medio derruido, y la bruma del suelo le impedía ver sus pies; Faethor, sentado sobre un montón de escombros, era una figura oscura embozada en un manto cuya capucha le dejaba el rostro en sombras. Sólo sus ojos ardían en la oscuridad, como pequeñas lámparas escarlata.
Y esto, ¿te gusta más, Harry Keogh?
—Conozco este lugar —contestó Harry.
Claro que sí, porque es el mismo lugar pero percibido tal como será en un futuro cercano. Sí, porque ése era también uno de mis talentos: ver el futuro cercano. Pero no era un talento seguro, en el que pudiera confiar enteramente…, o no hubiera estado aquí la noche del bombardeo
.
—Veo que las aplanadoras ya han estado aquí —dijo Harry mirando a su alrededor—. ¡El lugar donde estás parece ser el único en pie!
Por el momento, sí
—respondió Faethor—.
Una ruina en medio de las tierras bajas, rodeada de lodo y escombros, y que muy pronto se convertirá en un complejo industrial. Y aunque hubiera oídos que me oyeran, ¿quién me escucharía en estas circunstancias? ¿En medio de los ruidos y el caos mecánico? Qué dura es la caída de los que hemos sido grandes, Harry; ¡mira a qué me veo reducido! Y tal vez ahora entiendas por qué Thibor tuvo que sufrir, y ser finalmente destruido; y por qué el destino de Janos habrá de ser el mismo. Podrían haberlo tenido todo, pero eligieron desafiarme. ¿Acaso crees que yo debería vagar por este lugar, solo, no deseado y olvidado por todos, mientras uno de mis hijos vuelve al mundo para ser un poderoso? ¿El más poderoso, quizá? No, no descansaré hasta que sepa que Janos es tan poca cosa como yo, o incluso menos, lo que es igual a la nada
.
—¿Y yo he de ser tu instrumento?
¿No es eso lo que deseas? ¿No coinciden nuestros objetivos?
—Sí —estuvo de acuerdo Harry—, sólo que yo lo deseo por la seguridad del mundo, y tú por odio egoísta. Thibor y Janos eran tus hijos. Lo que odias en ellos, sea lo que sea, lo obtuvieron de ti. ¡Qué extraño padre eres, que asesinas a tus hijos porque se te parecen demasiado!
La presencia de Faethor se hizo más tenebrosa, y su voz se volvió taimada e insinuante.
¿Seguro que es así, Harry? ¿Y tú eres el experto que me juzga? Aunque, claro está, tú debes entender de estas cosas; he oído decir que tú también tienes un hijo…
Harry permaneció en silencio; no tenía respuesta. Tal vez él también destruiría a su hijo si pudiera, o al menos intentaría cambiarlo. ¿Pero no había intentado también cambiar a lady Karen?
Faethor interpretó su silencio como un signo de que tal vez había ido demasiado lejos, y cambió rápidamente de tono.
Pero allí, las circunstancias son diferentes. Y de todas formas, tú eres un hombre y yo un wamphyri. No podemos tener puntos comunes, excepto en nuestro objetivo. De modo que terminemos con las acusaciones y las críticas, porque tenemos una tarea que realizar
.
A Harry le agradó que cambiara de tema.
—La realidad, pura y simple, es que ambos deseamos acabar para siempre con Janos, y ninguno puede hacerlo solo. Para ti es absolutamente imposible, y también para mí, despojado de mi poder para hablar con los muertos. Dices que puedes devolverme ese poder, puesto que me fue quitado por un vampiro y sólo un vampiro puede restituírmelo. Muy bien, te creo. ¿Y qué me obligará a eso?
Faethor suspiró y pareció hundirse un poco más en su asiento. Apartó sus ojos llameantes y contempló la brumosa planicie.
Sé que esto te causará un rechazo enorme, pero es inevitable. Una criatura ha visitado el laberinto de tu mente, y ha efectuado allí algunos cambios. Digamos que ha desacomodado los muebles de tu casa, y ahora alguien tiene que introducirse en ella y ponerla en orden
.
—¿Quieres que te deje entrar en mi mente?
Debes invitarme a entrar, y yo debo hacerlo por mi propia voluntad
.
Harry recordó todo lo que sabía sobre los vampiros, y dijo:
—Cuando Thibor penetró en la mente de Dragosani, trató de manejarla a su manera. Se inmiscuyó en los asuntos de Dragosani. Cuando tocó el feto que luego sería Yulian Bodescu, eso fue suficiente como para alterar por completo al niño, y convertirlo en un monstruo. Y Thibor estuvo en la mente de Yulian y fue capaz de comunicarse con él y de guiarle (o conducirle) desde muy lejos. En este mismo instante un amigo mío, en la isla de Rodas, tiene un vampiro en su mente (tu hijo Janos), o al menos está bajo su dominio. Y mi amigo vive en un infierno de terror y torturas. ¿Y quieres que yo te deje entrar en mi mente?
Ya dije que te causaría un profundo rechazo
.
—Si dejo que lo hagas esta vez, ¿cómo puedo estar seguro de que no sucederá cuando yo no lo desee?
Te recordaré que la distancia alejaba a Dragosani del peligro. Aunque fuera posible lo que sugieres, no creo que esté en tus planes permanecer en Rumania para siempre. No, tú tienes tu propio camino a seguir, que te pondrá fuera de mi alcance. Y te recordaré otra cosa: Thibor estaba no-muerto y enterrado, pero era real, sólido y estaba completo, con todas sus partes, en tanto que yo sólo soy un espíritu muerto e ido para siempre, un fantasma vacío, inmaterial, incorpóreo e intangible
.
—Salvo para un necroscopio.
Así es, salvo para ti
—Faethor hizo un gesto de asentimiento—.
Para el hombre que habla con los muertos, y es su amigo. O solía serlo
.
—¿Cómo debemos proceder, entonces? —preguntó Harry—. Yo no soy un telépata, con una mente que pueda ser leída como un libro.