El perro del hortelano (4 page)

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Authors: Lope de Vega

Tags: #Teatro

BOOK: El perro del hortelano
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Escribiole el caballero
785

y fue el mejor de los dos.

Como vio que el Rey decía

que era su papel mejor,

fuese y díjole al mayor

hijo de tres que tenía:
790

«Vámonos del reino luego,

que en gran peligro estoy yo.»

El mozo le preguntó

la causa, turbado y ciego,

y respondiole: «Ha sabido
795

el Rey que yo sé más que él»,

que es lo que en aqueste papel

me puede haber sucedido.

DIANA

No, Teodoro, que aunque digo

que es el tuyo más discreto,
800

es porque sigue el conceto

de la materia que sigo

y no para que presuma

tu pluma, que, si me agrada,

pierdo el estar confïada
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de los puntos de mi pluma;

fuera de que soy mujer

a cualquier error sujeta,

y no sé si muy discreta,

como se echa de ver.
810

Desde lo menos aquí

dices que ofendes lo más

y amando; engañado estás,

porque en amor no es ansí,

que no ofende un desigual
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amando, pues solo entiendo

que se ofende aborreciendo.

TEODORO

Esa es razón natural.

Mas pintaron a Faetonte

y a Ícaro despeñados:
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uno, en caballos dorados,

precipitado en un monte,

y otro, con alas de cera,

derretido en el crisol

del sol.

DIANA

No lo hiciera el sol
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si, como es sol, mujer fuera.

Si alguna cosa sirvieres

alta, sírvela y confía,

que amor no es más que porfía;

no son piedras las mujeres.
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Yo me llevo este papel,

que despacio me conviene

verle.

TEODORO

Mil errores tiene.

DIANA

No hay error ninguno en él.

TEODORO

Honras mi deseo; aquí
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traigo el tuyo.

DIANA

Pues allá

le guarda, aunque bien será

rasgarle.

TEODORO

¿Rasgarle?

DIANA

Sí,

que no importa que se pierda

si se puede perder más.
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(Váyase.)

TEODORO

Fuese. ¿Quién pensó jamás

de mujer tan noble y cuerda

este arrojarse tan presto

a dar su amor a entender?

Pero también puede ser
845

que yo me engañase en esto.

Mas no me ha dicho jamás,

ni a lo menos se me acuerda:

«Pues ¿qué importa que se pierda,

si se puede perder más?»
850

Perder más... Bien puede ser

por la mujer que decía...

Mas todo es
[7]
bachillería,

y ella es la misma mujer.

Aunque no, que la Condesa
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es tan discreta y tan varia

que es la cosa más contraria

de la ambición que profesa.

Sírvenla príncipes hoy

en Nápoles. ¿Qué no puedo
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ser su esclavo? Tengo miedo,

que en grande peligro estoy.

Ella sabe que a Marcela

sirvo, pues aquí ha fundado

el engaño y me ha burlado.
865

Pero en vano se recela

mi temor, porque jamás

burlando salen colores.

¿Y el decir con mil temores

que se puede perder más?
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¿Qué rosa al llorar la Aurora

hizo de las hojas ojos,

abriendo los labios rojos

con risa a ver cómo llora

como ella los puso en mí,
875

bañada en púrpura y grana,

o qué pálida manzana

se esmaltó de carmesí?

Lo que veo y lo que escucho

yo lo juzgo, o estoy loco,
880

para ser de veras, poco,

y para de burlas, mucho.

Mas teneos, pensamiento,

que os vais ya tras la grandeza,

aunque si digo belleza
885

bien sabéis vós que no miento,

que es bellísima Dïana

y es discreción sin igual.

(Sale MARCELA.)

MARCELA

¿Puedo hablarte?

TEODORO

Ocasión tal

mil imposibles allana,
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que por ti, Marcela mía,

la muerte me es agradable.

MARCELA

Como yo te vea y hable,

dos mil vidas perdería.

Estuve esperando el día
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como el pajarillo solo

y, cuando vi que en el polo

que Apolo más presto dora

le despertaba la Aurora,

dije: «Yo veré mi Apolo.»
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Grandes cosas han pasado,

que no se quiso acostar

la Condesa hasta dejar

satisfecho su cuidado;

amigas que han envidiado
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mi dicha con deslealtad

le han contado la verdad,

que entre quien sirve, aunque veas

que hay amistad, no la creas,

porque es fingida amistad.
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Todo lo sabe en efeto,

que si es Dïana la luna,

siempre a quien ama importuna,

salió y vio nuestro secreto;

pero será, te prometo,
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para mayor bien, Teodoro,

que del honesto decoro

con que tratas de casarte

le di parte, y dije
[8]
aparte

cuán tiernamente te adoro;
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tus prendas le encarecí,

tu estilo, tu gentileza,

y ella entonces su grandeza

mostró tan piadosa en mí,

que se alegró de que en ti
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hubiese los ojos puesto

y de casarnos muy presto

palabra también me dio,

luego que de mí entendió

que era tu amor tan honesto.
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Yo pensé que se enojara

y la casa revolviera,

que a los dos nos despidiera

y a los demás castigara,

mas su sangre ilustre y clara
935

y aquel ingenio en efeto

tan prudente y tan perfeto

conoció lo que mereces.

¡Oh, bien haya, amén mil veces,

quien sirve a señor discreto!
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TEODORO

¿Que casarme prometió

contigo?

MARCELA

¿Pones duda

que a su ilustre sangre acuda?

TEODORO

 [Aparte.] 

Mi ignorancia me engañó.

¡Qué necio pensaba yo
945

que hablaba en mí la Condesa!

De haber pensado me pesa

que pudo tenerme amor,

que nunca tan alto azor

se humilla a tan baja presa.
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MARCELA

¿Qué murmuras entre ti?

TEODORO

Marcela, conmigo habló,

pero no se declaró

en darme a entender que fui

el que embozado salí
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anoche de su aposento.

MARCELA

Fue discreto pensamiento

por no obligarse al castigo

de saber que hablé contigo,

si no lo es el casamiento,
960

que el castigo más piadoso

de dos que se quieren bien

es casarlos.

TEODORO

Dices bien,

y el remedio más honroso.

MARCELA

¿Querrás tú?

TEODORO

Seré dichoso.
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MARCELA

Confírmalo.

TEODORO

Con los brazos,

que son los rasgos y lazos

de la pluma del amor,

pues no hay rúbrica mejor

que la que firman los brazos.
970

(Sale la CONDESA.)

DIANA

Esto se ha enmendado bien;

agora estoy muy contenta,

que siempre a quien reprehende

da gran gusto ver la enmienda.

No os turbéis, ni os alteréis.
975

TEODORO

Dije, señora, a Marcela

que anoche salí de aquí

con tanto disgusto y pena

de que vuestra señoría

imaginase, en su ofensa,
980

este pensamiento honesto

para casarme con ella,

que me he pensado morir,

y dándome por respuesta

que mostrabas en casarnos
985

tu piedad y tu grandeza,

dile mis brazos, y advierte

que si mentirte quisiera

no me faltara un engaño,

pero no hay cosa que venza
990

como decir la verdad

a una persona discreta.

DIANA

Teodoro, justo castigo

la deslealtad mereciera

de haber perdido el respeto
995

a mi casa, y la nobleza

que usé anoche con los dos

no es justo que parte sea

a que os atreváis ansí,

que en llegando a desvergüenza
1000

el amor, no hay privilegio

que el castigo le defienda.

Mientras no os casáis los dos,

mejor estará Marcela

cerrada en un aposento,
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que no quiero yo que os vean

juntos las demás crïadas

y que por ejemplo os tengan

para casárseme todas.

¡Dorotea! ¡Ah, Dorotea!
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(Sale DOROTEA.)

DOROTEA

Señora...

DIANA

Toma esta llave

y en mi propia cuadra encierra

a Marcela, que estos días

podrá hacer labor en ella.

No diréis que esto es enojo.
1015

DOROTEA

¿Qué es esto, Marcela?

MARCELA

Fuerza

de un poderoso tirano

y una rigurosa estrella.

¡Enciérrame por Teodoro!

DOROTEA

Cárcel aquí no la temas,
1020

y para puertas de celos

tiene amor llave maestra.

(Váyanse las dos. Queden la CONDESA y TEODORO.)

DIANA

En fin, Teodoro, ¿tú quieres

casarte?

TEODORO

Yo no quisiera

hacer cosa sin tu gusto;
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y créeme que mi ofensa

no es tanta como te han dicho,

que bien sabes que con lengua

de escorpión pintan la envidia,

y que si Ovidio supiera
1030

qué era servir, no en los campos,

no en las montañas desiertas

pintara su escura casa,

que aquí habita y aquí reina.

DIANA

Luego ¿no es verdad que quieres
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a Marcela?

TEODORO

Bien pudiera

vivir sin Marcela yo.

DIANA

Pues díceme que por ella

pierdes el seso.

TEODORO

Es tan poco

que no es mucho que le pierda,
1040

mas crea vusiñoría

que aunque Marcela merezca

esas finezas en mí,

no ha habido tantas finezas.

DIANA

Pues ¿no le has dicho requiebros
1045

tales que engañar pudieran

a mujer de más valor?

TEODORO

Las palabras poco cuestan.

DIANA

¿Qué le has dicho, por mi vida?

¿Cómo, Teodoro, requiebran
1050

los hombres a las mujeres?

TEODORO

Como quien ama y quien ruega,

vistiendo de mil mentiras

una verdad, y esa apenas.

DIANA

Sí, pero ¿con qué palabras?
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TEODORO

Estrañamente me aprieta

vuseñoría: «Esos ojos,

le dije, esas niñas bellas,

son luz con que ven los míos,

y los corales y perlas
1060

desa boca celestial...»

DIANA

¿Celestial?

TEODORO

Cosas como estas

son la cartilla, señora,

de quien ama y quien desea.

DIANA

Mal gusto tienes, Teodoro.
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No te espantes de que pierdas

hoy el crédito conmigo,

porque sé yo que en Marcela

hay más defetos que gracias.

Como la miro más cerca...
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Sin esto, porque no es limpia,

no tengo pocas pendencias

con ella... Pero no quiero

desenamorarte della,

que bien pudiera decirte
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cosas, pero aquí se quedan

sus gracias o sus desgracias,

que yo quiero que la quieras

y que os caséis en buen hora,

mas, pues de amador te precias,
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dame consejo, Teodoro,

ansí a Marcela poseas,

para aquella amiga mía

que ha días que no sosiega

de amores de un hombre humilde,
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porque si en quererle piensa,

ofende su autoridad,

y si de quererle deja,

pierde el jüicio de celos,

que el hombre, que no sospecha
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tanto amor, anda cobarde,

aunque es discreto con ella.

TEODORO

¿Yo, señora, sé de amor?

No sé, por Dios, cómo pueda

aconsejarte.

DIANA

¿No quieres,
1095

como dices, a Marcela?

¿No le has dicho esos requiebros?

Tuvieran lengua las puertas,

que ellas dijeran.

TEODORO

No hay cosa

que decir las puertas puedan.
1100

DIANA

Ea, que ya te sonrojas,

y lo que niega la lengua

confiesas con las colores.

TEODORO

Si ella te lo ha dicho, es necia;

una mano le tomé
1105

y no me quedé con ella,

que luego se la volví.

¡No sé yo de qué se queja!

DIANA

Sí, pero hay manos que son

como la paz de la Iglesia,
1110

que siempre vuelven besadas.

TEODORO

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