En Silencio (96 page)

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Authors: Frank Schätzing

Tags: #Intriga, Policíaco

BOOK: En Silencio
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Pero simplifiquemos un poco la cosa. Al experto degustador del
uisge beatha
no voy a contarle nada nuevo. Pero a todos los demás que quieran seguir los pasos de O'Connor (¡siempre desde un punto de vista cualitativo, no cuantitativo!), podría revelarles lo siguiente:

En el principio está la cebada. Ésta se ablanda en agua hasta que germina; luego se seca, en un proceso llamado maltificación. En Escocia, esto se hace tradicionalmente en calderas calentadas con turba, razón por la cual los destilados escoceses son menos suaves y tienen un sabor más fuerte que los irlandeses, a cambio de lo cual, sin embargo, poseen un mayor carácter. De todos modos, ambos tienen su encanto y merecen ser probados. La calidad del agua, por cierto, es de una importancia decisiva en todo esto.

A ello le sigue el remojado. La malta seca se mezcla con agua, de lo cual resulta una papilla muy curiosa. Al líquido que sale de ahí se lo denomina
wort,
el mosto, al que se le añade levadura a fin de poner en marcha el proceso de fermentación. Como resultado de ello, el azúcar contenido en el mosto se transforma en alcohol. Por último, ese mosto fermentado se calienta en un alambique, el alcohol se evapora, se condensa de nuevo y se recoge por un extremo. Este último paso es el verdadero proceso de destilación. Los
single malts
escoceses se destilan por lo general dos veces (aunque hay excepciones); los irlandeses, en cambio, se destilan tres. Luego pasan a los barriles, cuya calidad, en colaboración con el lugar de almacenamiento y el clima circundante, determina las bondades del líquido después de ocho, diez, doce, dieciséis o más años.

Cada
malt
es diferente, y en Irlanda existe, además, toda una serie de whisldes que no son
single malts
y que son igual de excelentes. Uno mismo tiene que descubrir su favorito degustándolos. Llegados a este punto, sólo puedo ofrecer una pequeña ayuda para los que se inician en estos menesteres. Se trata de mis preferencias personales, pero también pienso que, a pesar de toda la subjetividad que ello implica, es una selección muy decente que uno puede colocar sin tapujos en su salón sin tener que encogerse ante la mirada severa de los expertos.

Dos
single malts
escoceses bastante suaves son el Highlander Dalwhinnie, de quince años, y el Lowlander Auchentoshan, que sabe igual de bien en sus variantes de diez y doce años y que constituye en sí mismo una excepción: se destila tres veces. ¿Lo recuerdan? ¡Exactamente, he ahí una de las excepciones a las que me refería antes!

Otros
malts
escoceses también excelentes, pero con un carácter más complejo -a veces más fuertes, otras veces más suaves-, son el Oban, de catorce años, el Macallan, de doce o dieciocho años (los eruditos discuten sobre cuál de los dos es mejor; ¡pero a mí me parecen ambos excelentes!), el The Balvenie Double Wood, de doce años, el Cragganmore, también de doce años, así como el Highland Park (de doce) y el Aberlour, de diez.

De fuertes a violentos son el Talisker, de diez años, y el Lagavulin, de dieciséis, al que algunos consideran el mejor whisky de Escocia. En ambos casos, la turba, el humo y el aire marino dan lugar a una experiencia única para el paladar. A quien éstos todavía le parezcan inofensivos, le recomiendo la marca Laphroaig. En su variante de diez años, golpea las papilas gustativas con su ancha espada celta, mientras que la otra variante, la de quince años, te transporta directamente a los predios de la mitología escocesa.

Entre los irlandeses le he tomado un especial cariño a un
whiskey
que no es precisamente un
single malt,
pero que oculta en él toda la magia de la isla verde (¡San Patricio! ¡Me estoy poniendo sentimental!). Se llama Jameson 1780 y tiene doce años. A los escoceses de pelo en pecho les parecerá probablemente demasiado suave. Pero si es cierto eso de que, al escuchar música irlandesa, uno suele recordar cosas que no ha vivido, ello no es menos válido para el consumo de Jameson.

Sólo me queda por responder a la cuestión sobre las ocasiones en que se debe beber whisky. Quisiera negarme a responder por mi cuenta a tal pregunta. W.C. Fields, en cambio nos na dejado la mejor respuesta posible:

«Uno debería llevar siempre consigo una pequeña botella de whisky para el caso de que lo muerda una serpiente Ademas, se debería tener siempre a mano, también, una serpiente pequeña.»

Slainté.
¡Salud!

AGRADECIMIENTOS

Este libro debe su existencia al compromiso de todos aquellos que se tomaron su tiempo para prestarme ayuda.

Un agradecimiento especial merecen, por sus esfuerzos, el director comercial del aeropuerto de Colonia-Bonn, Heinz Gombel, así como el director de su Departamento Técnico, Wolfgang Klapdor. Mucho tiempo se tomó también el jefe de Tráfico, Peter Wimberger. Cornelia Krahforst me proporcionó el material fotográfico, y Andreas Nebelung estableció los contactos. Rainer Thienel me hizo conocer el funcionamiento de un aeropuerto.

También quiero agradecer al doctor Rolf Schieder, catedrático del Instituto I de Física de la ciudad de Colonia, los datos proporcionados sobre el YAG, así como al doctor Dieter Pfeifer, que me facilitó ese contacto. También me ayudaron muchísimo Marcello Baldarelli, comisario principal de la policía colonense, quien, además, tuvo a su cargo la dirección operativa del aeropuerto Colonia-Bonn durante los días de la cumbre en junio de 1999; el comisario jefe Ulli Nockemann y Uwe Steen, de la oficina de Relaciones Públicas de la policía de Colonia, así como la comisaria Corinna Monschauer. Mis conocimientos sobre armas los debo al comisario principal Bernd Soens, mientras que otros aspectos pude comprenderlos gracias a la cooperación de policías de ambos sexos de la comisaría del aeropuerto.

La auténtica descripción de todo lo acaecido durante la cumbre no hubiese sido posible sin la contribución de Günter Wienecke, el coordinador de la cumbre en el ayuntamiento de Colonia, así como de Kerstin Górke, directora de Relaciones Públicas del hotel Hyatt, donde Clinton se hospedó durante la cumbre. También deseo agradecer a Helmut Barten los contactos facilitados. Una gran ayuda recibí igualmente del director del hotel Maritim de Colonia, Jochen Geweyer.

Desde el punto de vista periodístico, viví la cumbre gracias a Peter Berger y a Jan Brüggelmann. El contacto me lo facilitó Johannes Müller. A través del doctor Alfred Gawenda conocí al doctor Boleslaw Wikarczyk, quien me proporcionó algunos valiosos conocimientos sobre cirugía plástica. Un agradecimiento muy afectuoso merece la doctora Claudia Dambowy por los datos médicos que me proporcionó. Jürgen Muthmann, a quien podemos encontrar lleno de alegría en mi novela
Toa una Teufel,
no sólo incrementó mis reservas de
single malts,
sino que amplió mis conocimientos sobre el control remoto por ondas de radio. El aspecto del libro, así como el diseño de la página web www.lautlos.com, llevan la firma de Yvonne Eiserfey.

Esta vez tampoco me detuve ni siquiera ante mi editor, que también tuvo que ponerse a investigar y lo hizo con regocijo. Salud, Jupp. Agradezco también a Tobías Doetsch, Dorothee Junck, Britta Schmitz, Christel Steinmetz y a todo el equipo de la editorial Emons. Unas fotos magníficas sacó, como siempre, Paul Schmitz, a quien está dedicado este libro y al que le agradezco de un modo que él entiende mejor que nadie: con una risita de satisfacción y otra maliciosa.

Importantes estímulos sobre la temática de Kosovo rae lo proporcionaron las publicaciones de Matthias Rüb, Thomas Schmid, Richard Herzinger, Fabián Schmidt, Andreas Zumach, Slavenka Drakulic, Adam Michnik, Jakovos Kambanellis, Felipe González, Frank Schirrmacher, Paul Virilio y Viktor Kriwulin. En especial, la escena en el restaurante del hotel Maritim, en la que Liam O'Connor discute con los invitados presentes sobre el conflicto de Kosovo, se basa en un notable artículo de Robert Spaemann. Las descripciones sobre el proceso de detener la luz se basan en los estudios del físico Achim Wixforth. Los conocimientos sobre el extremismo norteamericano, sobre la política estadounidense y la administración Clinton los debo a la biografía de Robert Reich y a los escritos de Hans-Henning Scharsach, Raimund Lów, Peter Pelinka, Eric Frey, Andreas Rudas, Benita Ferrero-Waldner, Joachim Riedl, Frederic Morton, Wolfgang Bachmayer, Monica Riedler y Eugen Freund. Los trabajos de Walter Laqueur y Bruce Hoffman me permitieron comprender mejor la esencia del terrorismo internacional, mientras que los libros de Alain Lallemand y Jürgen Roth me permitieron adentrarme en las estructuras de la mafia rusa. Horst Weber completó mis conocimientos sobre la tecnología láser.

Y por último, en fin, está Bini, mi esposa Sabina. ¿Qué podría decirle a ella? Mientras escribo estas líneas, afuera, el mundo sufre una negra tormenta; sin embargo, el sol sigue brillando. Te amo y te doy las gracias. Por este libro, que es mejor de lo que hubiese sido sin ti; por una vida más hermosa y feliz de la que hubiese tenido si tú no existieras. Al oso le pertenece el futuro, ya lo sabes.

FRANK SCHÄTZING, nació en Colonia, Alemania, el 28 de mayo de 1957. Estudió Comunicación en su ciudad de origen, donde formó su propia empresa, una agencia de publicidad llamada INTEVI, antes de comenzar a publicar novelas.

Su primera obra publicada fue Tod und Teufel (La muerte y el diablo, 1995), una novela histórica de género negro, pero su fama no le llegó hasta 1998 con la publicación de la obra de ciencia ficción El quinto día, novela que toma prestadas algunas ideas de la Teoría de Gaia, una hipótesis del químico James Lovelock que postula que la vida fomenta y mantiene unas condiciones adecuadas para sí misma, llegando a afectar al entorno. La obra goza de una inmensa labor de documentación y atención al detalle.

Además de escritor es músico, productor musical y aficionado a la cocina y el buceo.

Notas

[1]
Kosovo Polje (Campo de los Mirlos). Lugar donde se libró en el siglo XIV una batalla de los serbios contra los invasores otomanos y que ha sido usado por los nacionalistas serbios como símbolo fundacional de la nación balcánica.
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[2]
Hedy Lamarr, famosa actriz hollywoodense de origen austriaco, fue también una inventora, y en la década de 1940 patentó, junto a su marido George Antheil, la técnica de la conmutación de frecuencia, la cual tendría una enorme importancia en el desarrollo de la industria bélica, en el uso, por ejemplo, de misiles teledirigidos, y también para otros fines civiles como la tecnología wifi.
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[3]
Norbert Burger (Colonia, 1932). Político alemán, fue alcalde de Colonia desde 1980 hasta 1999.
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[4]
«Luz solar envasada en botellas», así llamaba el escritor anglo-irlandés George Bernard Shaw a la bebida nacional escocesa e irlandesa, el whisky.
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[5]
Doris Schroder-Kopf, periodista alemana, casada en cuarto matrimonio con el ex canciller federal alemán Gerhard Schróder.
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[6]
La expresión de origen celta uisge beath («agua de la vida») es la que da origen a la palabra whisky.
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[7]
David Letterman es el popular presentador de un late night show televisivo en Estados Unidos, Harald Schmidt y Stefan Raab son presentadores muy conocidos de la televisión alemana.
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[8]
Letra de una canción del grupo británico Jethro Tull, «De parte de un viejo progre a un motero carroza».
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[9]
Irish stew, estofado típico irlandés con carne de carnero y verduras.
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[10]
Taoiseach, es el cargo del presidente del gobierno o primer ministro de Irlanda.
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[11]
RAF son las siglas de Rote Armee Fraktion (Fracción del Ejército Rojo), grupo terrorista alemán, muy activo en los años setenta.
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[12]
Rievkooche es el nombre en dialecto colonense de las Reibkuchen o Kartoffelpuffer, una especialidad típica de la cocina alemana, una especie de tortilla de patatas empanada.
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[13]
«No se nos ha perdido nada en esta lucha.» En inglés, en el original.
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[14]
Con el término Kóhles se designa desde hace dos siglos a un camarero típico de ciudades como Colonia, Dusseldorf o Krefeld, especializado en escanciar la cerveza.
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[15]
El Sauerbraten renano es un asado de carne de caballo o ternera, marinada con vinagre, agua, caldo de verduras y especias.
<<

[16]
Se alude aquí a la famosa frase de solidaridad de John F. Kennedy ante el muro de Berlín, Ich bin ein Berliner (Soy un berlinés).
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