—Y cuando vamos al Exterior…
—Entonces el universo Interior tiene exactamente el mismo tamaño que cualquiera de los filotes no organizados de allí: ninguno. Es más, ya que allí no existe ningún lugar, todos los filotes de ese espacio están igualmente cerca o no cerca del emplazamiento de nuestro universo. Y por eso podemos volver al espacio Interior en cualquier punto.
—Eso casi lo hace parecer fácil —observó Valentine.
—Bueno, sí.
—El deseo es lo que resulta difícil —apuntó Olhado.
—Para contener la pauta, hay que comprenderla realmente —dijo Olhado—. Cada filote que gobierna una pauta comprende sólo su parte de realidad. Depende de que los filotes dentro de esa pauta realicen su trabajo y contengan su propia pauta, y también de que el filote que controla la pauta de la que forma parte la mantenga en su lugar adecuado. El filote átomo tiene que confiar en que los filotes neutrón, protón y electrón contengan el átomo en su lugar adecuado, mientras que el filote átomo se concentra en su propio trabajo, que es mantener en su lugar a las partes del átomo. Así es como parece funcionar la realidad…, al menos en este modelo.
—De modo que se trasplanta todo al Exterior y luego otra vez al Interior —dijo Valentine—. Eso lo he comprendido.
—Sí, ¿pero quién? Porque el mecanismo para enviar requiere que toda la pauta de la nave y sus contenidos se establezcan como una pauta propia, no sólo una aglomeración arbitraria. Quiero decir que cuando se carga una nave y los pasajeros embarcan, no se crea una pauta viviente, un organismo filótico. No es como dar a luz a un bebé, que es un organismo que puede mantenerse a sí mismo. La nave y sus contenidos son sólo un conjunto. Pueden separarse en cualquier momento.
»Así que cuando se trasladan todos los filotes a un espacio desorganizado, que carece de lugar, de esencia y de cualquier principio organizador, ¿cómo vuelven a reagruparse? Y aunque se reagrupen en las estructuras que tenemos, ¿qué se obtiene? Un montón de átomos. Tal vez incluso células y organismos vivos, pero sin naves o trajes espaciales, porque eso es inerte. Todos los átomos y tal vez las partículas están flotando alrededor, probablemente duplicándose como locos mientras los filotes no organizados de allí empiezan a copiar la pauta, pero no tienes ninguna vida.
—Fatal.
—No, probablemente no —dijo Grego—. ¿Quién puede suponerlo? Las reglas son todas diferentes ahí fuera. El tema es que no se puede hacerlos volver a nuestro espacio en ese estado, porque eso sí que sería fatal.
—Entonces no podemos.
—No lo sé. La realidad se mantiene unida en el espacio Interior porque todos los filotes de que está compuesta aceptan las reglas. Todos conocen las pautas de los demás y siguen las mismas pautas ellos mismos. Tal vez todo pueda mantenerse en el espacio Exterior siempre que la nave y su carga y sus pasajeros sean completamente conocidos. Mientras haya una conocedora que pueda mantener toda la estructura en su cabeza.
—¿Una conocedora, en femenino?
—Como he dicho, Jane tiene que hacer los cálculos. Ella verá si tiene acceso a suficiente memoria para contener la pauta de relaciones dentro de una nave espacial. Tiene que averiguar si puede coger la pauta e imaginar su nuevo emplazamiento.
—Ésa es la parte de los deseos —intervino Olhado—. Estoy muy orgulloso de ella, porque fui yo quien pensó en la necesidad de un conocedor para mover la nave.
—Todo este asunto es en realidad cosa de Olhado —intervino Grego—, pero tengo la intención de poner primero mi nombre en el trabajo porque a él no le importa hacerse una carrera y yo tengo que parecer competente para que la gente pase por alto esta estancia en prisión si quiero conseguir trabajo en una universidad de otro mundo.
—¿De qué estás hablando? —exclamó Valentine.
—Estoy hablando de salir de esta colonia de pacotilla. ¿No lo comprendes? Si todo esto es cierto, si funciona, entonces puedo volar a Reims, a Baía o a la Tierra y volver aquí a pasar los fines de semana. El coste de energía es nulo porque estamos apartándonos por completo de las leyes naturales. El cansancio y el desgaste del vehículo no son nada.
—Nada no —precisó Olhado—. Todavía tenemos que aparecer cerca del planeta de destino.
—Como dije antes, todo depende de lo que pueda concebir Jane. Tiene que poder comprender toda la nave y sus contenidos. Tiene que poder imaginarnos en el Exterior y luego en el Interior. Tiene que poder concebir las posiciones relativas exactas del punto de partida y el punto de llegada del viaje.
—Entonces el viaje más rápido que la luz depende por completo de Jane —observó Valentine.
—Si ella no existiera, sería imposible. Aunque unieran a todos los ordenadores, aunque alguien pudiera escribir el programa para conseguirlo, no serviría de nada. Porque un programa es sólo un conjunto, no una entidad. Son sólo partes. No…, ¿cómo lo llamó Jane? Un aiua.
—Significa «vida» en sánscrito —explicó Olhado—. La palabra para el filote que controla la pauta que mantiene en orden a los otros filotes. La palabra para las entidades, como los planetas, los átomos, los animales y las estrellas, que tienen una forma intrínseca y duradera.
—Jane es un aiua, no sólo un programa. Por eso puede ser una conocedora. Puede incorporar la nave como una pauta dentro de su propia pauta. Puede digerirla y contenerla y seguirá siendo real. Ella lo convierte en parte de sí misma y la conoce tan perfecta e inconscientemente como tu aiua conoce tu cuerpo y lo mantiene unido. Entonces puede llevarte consigo al Exterior y luego de vuelta al Interior.
—Entonces ¿Jane tiene que ir? —preguntó Valentine.
—Si esto puede hacerse, será porque Jane viajará con la nave, sí —contestó Grego.
—¿Cómo? No podemos cogerla y llevarla con nosotros en un cubo.
—Hay algo que Andrew aprendió de la reina colmena —dijo Grego—. Jane existe en un sitio concreto. Es decir, su aiua tiene un emplazamiento específico en nuestro espacio.
—¿Dónde?
—Dentro de Andrew Wiggin.
Tardaron un rato en explicarle lo que Ender había sabido de Jane gracias a la reina colmena. Era extraño considerar a la entidad informática como un ser centrado dentro del cuerpo de Ender, pero tenía sentido que Jane hubiera sido creada por las reinas colmena durante la campaña de Ender contra ellas. Para Valentine, sin embargo, había otra consecuencia más inmediata: si la nave más rápida que la luz podía ir solamente adonde Jane la llevara, y Jane estaba dentro de Ender, sólo podía haber una conclusión posible.
—¿Entonces Andrew tiene que ir?
—Claro. Por supuesto —dijo Grego.
—Es mayor para ser piloto de pruebas —objetó Valentine.
—En este caso sería sólo un pasajero de pruebas. Sólo que da la casualidad de que contiene al piloto en su interior.
—No podemos decir que este viaje suponga ningún esfuerzo físico —intervino Olhado—. Si la teoría de Grego es exacta y funciona, estará sentado en un sitio y después de un par de minutos o un microsegundo o dos, aparecerá en otro lugar. Y si no funciona, estará aquí sentado, con todos nosotros sintiéndonos como tontos por pensar que podríamos poder viajar al espacio sólo con desearlo.
—Y si resulta que Jane puede llevarlo al Exterior pero no puede mantener las cosas unidas allí, entonces quedará atrapado en un lugar que ni siquiera tiene sitio —dijo Valentine.
—Bueno, sí —admitió Grego—. Si sólo funciona a la mitad, los pasajeros estarán muertos. Pero ya que estaremos en un lugar sin tiempo, no nos importará. Sólo será un instante eterno. Probablemente ni el tiempo suficiente para que nuestros cerebros adviertan que el experimento fracasó. Estasis.
—Naturalmente, si funciona, entonces llevaremos al espacio-tiempo con nosotros, así que habría duración —añadió Olhado—. Por tanto, nunca sabremos si fracasamos o no. Sólo nos daríamos cuenta si tuviéramos éxito.
—Pero yo lo sabré si él nunca regresa —dijo Valentine.
—Cierto. Si no vuelve, entonces lo sabrás durante unos cuantos meses hasta que llegue la flota y lo destruya todo y mande a todo el mundo al infierno.
—O hasta que la descolada vuelva del revés los genes de todo el mundo y nos mate —concluyó Olhado.
—Supongo que tenéis razón —convino Valentine—. Fracasar no los matará más que si se quedan.
—Pero ya ves la presión de tiempo a la que estamos sometidos —dijo Grego—. No nos queda mucho antes de que Jane pierda todas sus conexiones ansibles. Andrew dice que tal vez sobreviva después de todo, pero quedaría lisiada. Con el cerebro dañado.
—Así que, aunque funcione, el primer vuelo podría ser el último.
—No —dijo Olhado—. Los vuelos son instantáneos. Si funciona, puede sacar a todo el mundo de este planeta en menos tiempo del que la gente tarda en entrar y salir de una nave.
—¿Quieres decir que podría sacarnos de la superficie del planeta?
—Todavía es un poco difícil de imaginar —dijo Grego—. Puede que sólo fuera capaz de calcular la localización en, digamos, diez mil kilómetros. No hay ningún problema de explosión o desplazamiento, ya que los filotes reingresarán en el espacio Interior dispuestos a obedecer de nuevo a las leyes naturales. Pero si la nave reaparece en mitad de un planeta, será muy difícil excavar hasta la superficie.
—Pero si realmente puede ser precisa, cuestión de un par de centímetros, por ejemplo, entonces los vuelos serán de superficie a superficie —dijo Olhado.
—Por supuesto, estamos soñando —prosiguió Grego—. Jane volverá y nos dirá que aunque pudiera convertir toda la masa estelar de la galaxia en chips de ordenador, no podría contener todos los datos que debería conocer para poder hacer que una nave viajara de esta forma. ¡Pero en este momento, todavía parece posible y estoy satisfecho!
Con esto, Grego y Olhado empezaron a aullar y a reírse tan fuerte que el alcalde Kovano se acercó a la puerta para asegurarse de que Valentine estaba bien. Para su vergüenza, la pilló riéndose y aullando junto con ellos.
—¿Estamos contentos, entonces? —preguntó Kovano.
—Supongo que sí —rió Valentine, tratando de recuperar la compostura.
—¿Cuál de los problemas hemos resuelto?
—Probablemente ninguno. Sería demasiado estúpidamente conveniente si el universo pudiera manipularse para funcionar de esta forma.
—Pero se les ha ocurrido algo.
—Los genios metafísicos aquí presentes tienen una posibilidad completamente improbable —explicó Valentine—. A menos que les haya puesto algo realmente raro en el almuerzo.
Kovano se echó a reír y los dejó solos. Pero su visita tuvo el efecto de serenarlos.
—¿Es posible? —preguntó Valentine.
—Nunca lo habría creído —contestó Grego—. Quiero decir que está el problema del origen.
—La verdad es que esto responde al problema del origen —precisó Olhado—. La teoría del Big Bang existe desde…
—Desde antes de que yo naciera —completó Valentine.
—Eso creo. Lo que nadie ha podido decidir es por qué puede suceder un Big Bang. De esta forma, parece lógico. Si alguien capaz de mantener la pauta del universo entero en la cabeza salió al Exterior, entonces todos los Filotes de allí se colocarían en el lugar más grande de la pauta que pudieron controlar. Ya que allí no hay tiempo, pudieron tardar un billón de años o un microsegundo, todo el tiempo que necesitaran, y cuando acabaron, zas, allí están, el universo entero, apareciendo en un nuevo espacio Interior. Y ya que no hay distancia ni posición, no hay lugar, entonces todo comenzaría con el tamaño de un punto geométrico.
—Ningún tamaño en absoluto —dijo Grego.
—Recuerdo algo de geometría —asintió Valentine.
—E inmediatamente se expandería, creando el espacio al ir creciendo. Al hacerlo, el tiempo parecería retardarse…, ¿o se aceleraría?
—No importa —dijo Grego—. Todo depende de si estás en el Interior del nuevo espacio o en el Exterior o en algún otro Inspacio.
—En cualquier caso, el universo ahora parece ser constante en el tiempo mientras que se extiende en el espacio. Pero si quisieras, también podría verse tan fácilmente como contraste en tamaño pero cambiante en tiempo. La velocidad de la luz se reduce de forma que se tarda más en llegar de un planeta a otro, sólo que no podemos decir que está reduciéndose porque todo lo demás se reduce con relación a la velocidad de la luz. ¿Ves? Todo es cuestión de perspectiva. Como dijo Grego antes, el universo en el que vivimos está todavía, en términos absolutos, exactamente en el tamaño de un punto geométrico, cuando se mira desde el Exterior. Todo crecimiento que parece producirse en el Interior es sólo una cuestión de localización y tiempo relativos.
—Y lo que más me mata —dijo Grego—, es que todo es el tipo de idea que ha estado rondando en la cabeza de Olhado durante años. Esta imagen del universo como un punto sin dimensiones en el espacio Interior es la forma en que lo ha estado considerando desde el principio. No es que sea el primero en pensarlo. Es uno de los que lo creyeron y vio la relación entre eso y el no-lugar donde Andrew afirma que la reina colmena va a encontrar aiuas.
—Mientras estamos jugando a juegos metafísicos —dijo Valentine—, ¿dónde empezó todo esto? Si lo que consideramos la realidad es sólo una pauta que alguien llevó al Exterior, y el universo existió de sopetón, entonces quienquiera que lo hizo está probablemente deambulando por ahí y creando universos dondequiera que vaya. ¿De dónde salió entonces? ¿Y qué era antes de empezar a hacerlo? Y ya que estamos en ello, ¿cómo llegó a existir el Exterior?
—Eso es pensar en el Inspacio —apuntó Olhado—. Ésa es la forma en que se conciben las cosas cuando todavía se cree en el espacio y el tiempo como absolutos. Piensas que todo empieza y acaba, que las cosas tienen orígenes, porque así es el universo observable. La cosa es que en el Exterior no hay reglas como aquí. El Exterior estuvo siempre allí y siempre lo estará. El número de filotes es infinito, y todos existieron siempre. No importa cuántos se puedan sacar y poner en universos organizados, siempre quedarán tantos como había.
—Pero alguien tuvo que empezar a crear universos.
—¿Por qué? —preguntó Olhado.
—Porque…, porque yo…
—Nada empezó jamás. Siempre ha estado en marcha. Quiero decir que si no estuviera en marcha, no podría empezar. En el Exterior, donde no existe ninguna pauta, sería imposible concebir pauta ninguna. No pueden actuar, por definición, porque literalmente no pueden encontrarse siquiera a sí mismas.