Fénix Exultante (4 page)

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Authors: John C. Wright

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Fénix Exultante
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—¿Quién eres?

—Éste no es el formato adecuado. Tú, el intruso, el desconocido, el desterrado, debes contar tu historia. Yo, el grácil anfitrión, contaré la mía después, si de algo sirve. Aquí no hay ordenadores para injertar recuerdos automáticos de uno en otro.

—Soy un Gris Plata. Conservamos la costumbre de intercambiar presentaciones e información a través del discurso…

—Eras un Gris Plata. ¿Cómo perdiste tu cuantiosa fortuna? ¿Qué hiciste para ganarte el odio de la humanidad?

—Soñé un sueño que todos temían. No hay incentivos económicos para ir a las estrellas. Las estrellas están demasiado lejos, y aquí hay abundancia sin opresión. Pero mi razón era irracional. Ansiaba gloria y grandeza, hacer lo que nunca se había hecho. Y mi fortuna era propia, y podía gastarla o derrocharla a mi gusto. Así construí la mayor nave que nuestra ciencia podía producir, la
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una lanza aerodinámica de cien kilómetros de proa a popa, con su hueco casco lleno de combustible de antimateria, y una cubierta de crisadmantio, esa misma sustancia invulnerable con la que me ves vestido, hecha un átomo artificial por vez, a tremendo coste. La relación combustible-masa es tal que se pueden mantener velocidades cercanas a la de la luz. Pero el Colegio de Exhortadores temía…

—Sé lo que temía. Temía la guerra. La guerra en el cielo.

—¿Cómo lo sabes? ¿Conoces a los Exhortadores?

—Conozco la guerra.

—¿Quién eres?

—No te adelantes. Aún no has contado tu historia.

—Ah… sí. ¿Dónde estaba? ¿Radamanto? —Faetón hizo una mueca, recordé)—. En fin, así se construyó la nave. Nunca se ha lanzado una similar. Por ejemplo, con una aceleración media de cincuenta y una gravedades, mantenida durante una década y media, suponiendo una densidad media de una partícula por kilómetro cúbico en el entorno, y ajustando para una presión de radiante creada por pérdida de calor debida a la fricción, la nave puede alcanzar una velocidad de…

—No necesito los datos técnicos de la nave.

—¡Es la parte más interesante!

—Aun así, soy tu anfitrión. Continúa con tu historia, Faetón Cero.

—El Colegio de Exhortadores amenazó con desterrarme si yo botaba la
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Como el vuelo a las estrellas representaba un exilio más profundo y prolongado que el destierro que ellos pudieran imponerme, me reí desdeñosamente de sus amenazas. La amenaza se cumplió del modo más inesperado. Yo estaba a punto de lanzar la nave para su vuelo de bautismo cuando mi esposa, cuyo frágil coraje fue superado (pues estaba segura de que yo moriría en el vuelo interestelar), se ahogó. Reaccioné con furia, e irrumpí en la cripta donde conservan su cuerpo soñando. Sacaron de un viejo archivo a Atkins, el interfaz militar humano… pero tú sabes quién es.

—Lo conozco. Parte de mí vive en él.

—Atkins fue llamado, y me tumbó de bruces. El Colegio de Exhortadores me denunció. El coste de la
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me dejó en bancarrota. Mi padre murió en una tormenta solar, tratando de salvar mi nave, atracada en la estación de Mercurio. Supongo que debería contar esto en un orden más adecuado.

—Has despertado mi interés. Continúa.

—El resultado fue que el Colegio convino en no exiliarme si yo aceptaba olvidarme de mi nave. La reliquia de mi padre fue despertada de los archivos, y tuve que olvidar que él no era mi padre, porque el hecho de su muerte estaba relacionado con el recuerdo de la nave.

—¿Padre? ¿Eres un puritano biológico? ¿Tu padre te engendró?

—Disculpa. Es mi progenitor. Fui construido a partir de sus plantillas mnemónicas. Usaba la palabra «padre» como metáfora. Los Gris Plata somos tradicionalistas, y creemos que ciertas relaciones humanas emocionales específicas, como el amor familiar, se deben mantener aunque ya no se necesiten. Somos devotos de la idea de que… Aunque debería decir «ellos son» o «yo era», ¿verdad?

Las cabezas de buitre lo miraron con ojos amarillos e impasibles, sin una palabra.

—En todo caso, también tuve que olvidar que mi esposa se había ahogado, y que también mi nave fue, en definitiva, la causa de su suicidio. Esto fue en la víspera de las celebraciones.

—¿También usas esa expresión metafóricamente?

—¿Esposa? Es mi esposa de veras, unida a mí por votos sagrados. ¿Suicidio? Supongo que eso es una metáfora. Está muerta para la realidad. La información cerebral existe en un paisaje onírico informático y ficticio que no permite acceso al exterior. Sus recuerdos fueron alterados para divorciar de ella todo conocimiento de las cosas reales. No conozco modo de despertarla. No me dejó ningún código.

—Es una metáfora, mi joven aristócrata. En tiempos más antiguos, nadie podía darse el lujo de jugar con la muerte, ni de imitarla con una máquina elegante, y lo mismo ocurre ahora entre los pobres. Pero no importa. Sé lo que pasó a continuación. Los millones de habitantes de la Ecumene Dorada convinieron en olvidar también, de modo que pasara el peligro del viaje estelar; y los que no aceptaron al principio fueron sometidos a las presiones, los sobornos o la prepotencia del Colegio de Exhortadores. Mientras crecían las filas de los que habían aceptado la alteración de memoria, los pocos que aún resistían descubrieron que tenían cada vez menos amigos; y sólo aquéllos que se negaban a asistir a vuestra celebración y trascendencia te recordaban aún. Antes de que tu acto fuera olvidado, fuiste muy odiado por aquéllos que te culpaban por la necesidad de obligarse a olvidar.

—Interesante. No conocía ese aspecto.

—La presión de los Exhortadores fue mayor entre los pobres, que no tienen margen para resistir fuerzas sociales tan potentes. Poco antes de que comenzara la celebración, nadie gustaba de ti entre los miembros más humildes de la Ecumene.

—Creo que conocí a uno de ellos. Un anciano, un hombre que había sufrido decadencia física y desintegración entrópica de sus sistemas bioquímicos… Tenía cabello blanco y articulaciones osificadas. No sé quién era. Fue el primero en decirme que Faetón de Radamanto no era quien él había creído que era… que yo no era quien yo creía que era. Y sin embargo, él me conocía lo suficiente para saber cómo era mi vestimenta común. Sabía cómo programaba mi filtro sensorial, y pudo valerse de una artimaña para escapar de mi percepción. Así fue como empezó todo esto.

»Yo apagué mi filtro sensorial para buscar al anciano y en cambio me encontré con un ermitaño de Neptuno, un ameboide cambiante y amorfo en una armadura cambiante y amorfa de color azul cristalino. El neptuniano se aproximó y se presentó como Jenofonte. Yo había trabajado con los neptunianos mientras construía mi nave, y conocía a muchos de ellos. Éste era un impostor que intentaba que yo recobrara mis viejos recuerdos.

—¿Por qué?

—Para conseguir mi nave, creo. Ciertos neptunianos fueron mis socios y clientes, incluso mis amigos, durante la construcción de la nave. En alguna parte consiguieron el dinero para saldar mis deudas con los Pares; si yo quebrara, ellos recibirían la nave, en vez de mis acreedores. Entretanto Jenofonte controlaba a los demás neptunianos. El arbitro, sabes, había puesto mi nave en sindicatura…

—No conozco el término.

—Significa que estoy quebrado. Que está empeñada.

—Entendido. Continúa.

—Jenofonte fingió que era amigo mío para persuadirme de abrir mi cofre de memoria y reanudar mi vieja vida. Esto habría activado las órdenes impartidas por el Colegio de Exhortadores, mis préstamos quedarían automáticamente incumplidos y los neptunianos se harían acreedores de las deudas que yo había contraído con los Siete Pares. Para estas deudas, la
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oficiaba de garantía. En otras palabras, después de mi quiebra, la
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terminaría en manos de Jenofonte, no de los Siete Pares.

—¿Quiénes son ellos?

—¿Cómo puedes saber quién es una oscura figura histórica como Atkins pero ignorar quiénes son los Siete Pares?

—No me muevo en tus círculos sociales, Faetón.

—Los Pares son una organización privada de monopolistas que han pactado varios acuerdos y coordinan sus esfuerzos para conservar su riqueza y prestigio. Gannis de Júpiter, que fabrica supermetales; Favnir de Mercurio, que fabrica antimateria para fábricas; Rueda-de-la-Vida, que dirige nexos de transformación ecológica; Helión, que detiene estallidos solares; Kes Sennec, que organiza los proyectos científicos y semánticos de los Invariantes y controla la Biblioteca Uniforme de las Ciudades del Espacio; la Composición Caritativa, que gestiona formatos de traducción; Orfeo, que otorga vida eterna.

—Ah, ellos. No son monopolistas. Vuestras leyes permiten que otros proyectos y empresas compitan con ellos. En mis tiempos, quienes se oponían a los dictámenes del Comisariado de Coordinación General eran enviados a la Cámara de Absorción, y las composiciones intercambiaban miembros entre sí.

—El Comisariado fue abolido antes de finales de la Era de la Cuarta Estructura Mental. No puedes ser tan viejo. Esto concluyó muchos miles de años antes de que se descubriera la inmortalidad.

—La segunda inmortalidad. Las composiciones tienen una inmortalidad colectiva de registros de memoria. Los miembros individuales perecen, pero la mente colectiva continúa.

—¿Formas parte de la Composición Caritativa?

—Aún no me toca hablar. Concluye tu historia. ¿Jenofonte te engañó, y tú abriste tus recuerdos?

—Es una buena síntesis. Tiene un agente disfrazado de bufón, que me persigue.

—¿Perseguido por bufones? Qué pintoresco.

—Bien, existe una explicación. Yo estaba vestido de Arlequín cuando Jenofonte me conoció, así que vistió a su agente como un personaje de la misma comedia. Scaramouche, el agente, me atacó con un complejo virus mental, una civilización de información viral, en realidad, mientras yo estaba conectado con la Mentalidad. Si me conecto de nuevo, seré atacado, y quizá borrado y reemplazado.

—¿Los sofotecs lo permiten?

—No tienen tecnología para entender lo que están haciendo, ni cómo se transmiten partículas de información a un sistema protegido. Esta tecnología no es de la Ecumene Dorada.

—No es de un periodo anterior. No es anterior a la Ecumene.

—No hablo de antes, sino de fuera. Fui atacado por invasores de otra estrella.

Dos de las cabezas de buitre se miraron con socarrona incredulidad. La expresión era inconfundible, aun en los rostros de ave.

—Ah, qué interesante. ¿Qué otra estrella? Aún no se ha descubierto vida por encima del nivel unicelular en las honduras del espacio. La colonia que se envió a Cygnus X-l pereció en un horror inefable, hace mucho, mucho tiempo.

—Es algo de Cygnus. Algo sobrevivió a la caída de la Ecumene Silente. Un sofotec maligno llamado Nada.

—Esto parece una fantasía, un sueño, un entretenimiento mnémico, un error —dijo el buitre—. ¿Dónde están tus pruebas? Sin duda tus acaudalados sofotecs pueden examinar tu información cerebral y discernir lo verdadero de lo falso.

—Ese examen se realizó, y las lecturas demostraron que mis recuerdos del ataque eran falsos.

—¿Y tu conclusión es…?

—Mi conclusión es que alguien alteró las lecturas.

—¿Y basas tu conclusión en…?

—Bien, es obvio que ese virus mental maligno las alteró.

—A ver si entiendo, joven aristócrata. Vivimos en una sociedad en que los hombres pueden alterar su información cerebral a voluntad, así que aun sus pensamientos, instintos y convicciones más profundas pueden ser borrados y reescritos, y ningún recuerdo es digno de confianza. Descubres que tienes el recuerdo de haber sido atacado por un virus mental inexistente creado por un sofotec inexistente en una colonia muerta tiempo atrás. Ante el análisis, las lecturas muestran que el recuerdo es falso, y tu conclusión es que tus increíbles y absurdos recuerdos son verdaderos, y que las lecturas que demuestran su falsedad son indignas de confianza. ¿Correcto?

—Correcto.

—Ah, sólo quería cerciorarme.

—Mi historia, créase o no, sea creíble o no, sigue siendo mía, y actuaré como si fuera verdadera. No me atrevo a actuar de otro modo. Y el relato de mi historia, verdadera o no, creíble o no, ha concluido. Quisiera oír la tuya, si quieres devolverme la cortesía, pues no tengo idea de quién eres.

—No conoces el nombre que tengo hoy en día. Otrora fui la Composición Belígera.

Faetón quedó pasmado.

—¡Imposible! Esa composición fue destruida hace dos milenios.

—No, sólo desbandada. Los recuerdos aún estaban registrados. Yo poseo parte de esos recuerdos.

—¿Quieres decir que has estudiado la Composición Belígera?

—No, yo soy la composición. ¿Cuántas mentes se requieren para constituir una mente colectiva? ¿Mil? ¿Cien? ¿Diez? ¿Dos? Yo digo que sólo se requiere una, y yo soy esa mente. Digo que soy todavía la única mente colectiva de Belígera, aunque esté integrada por un solo miembro. Soy el último de una poderosa hueste, pero fui de esa hueste. La mente ramificada que era mariscal del aire de la División Oriental de Exterminio de Taumaturgos se rindió ante Alma Suprema Salomón de Organización Alterna después de los Tres Horrendos Segundos de la Batalla del Núcleo del Sistema Operativo de la Red de Pekín. No sabes historia, ¿verdad? Lo veo en tu cara. Esta rendición se produjo en la Pre Época 44101, año trescientos de la Era de la Quinta Estructura Mental. Yo formaba parte del grupo aéreo que se rindió. El contrato de paz nos permitió conservar nuestra identidad.

—¿Y en la actualidad circulas en libertad? ¿No fuiste castigado?

—Vaya, de veras que no sabes nada de historia. Fui conservado en un quiste subterráneo durante una cantidad de siglos similar a aquello que los astrólogos Taumaturgos calcularon como suma de la vida proyectada de todas las personas que habían muerto en los bombardeos. Después de mi liberación, fui parte de la lotería mortal instituida por el rey brujo de Corea.

—¿Lotería mortal?

—El motivo de la guerra no fue el que describe la historia. La historia sostiene que fue porque los Taumaturgos habían descubierto la tecnología de la mente paralela, que les brindaba un estado alternativo de consciencia y les permitía falsificar las lecturas noéticas, mentir bajo juramento. Patrañas. Ésa no fue una causa significativa. La causa significativa de la guerra entre las mentes colectivas y los Taumaturgos fue que nuestros sistemas mentales eran incompatibles. La Composición Belígera exigía una justicia exacta y rígida, una ley para todos, ejecutada sin melindres ni favoritismos. Pero el cerebro Taumaturgo piensa con saltos lógicos, relámpagos intuitivos, patrones simétricos. Para ellos, la justicia tiene que ser justicia poética, y el castigo grotescamente modelado para concordar Con el delito, pues de lo contrario no hay justicia.

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