Fragmentos de una enseñanza desconocida (53 page)

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Authors: P. D. Ouspensky

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

BOOK: Fragmentos de una enseñanza desconocida
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—Pregúntele en qué está pensando, dijo G. tranquilamente.

—¿Yo? —y levantó la cabeza, como si esta pregunta lo acabara de despertar: "En nada."

Sonrió débilmente, como disculpándose. Parecía sorprendido de que se le preguntara en qué pensaba.

—Bueno, usted justamente hablaba de la guerra y de lo que sucedería si hiciéramos la paz con los alemanes, dijo uno de nosotros. ¿Todavía le sigue preocupando esa pregunta?

—Realmente, no sé, dijo con voz insegura. ¿Hablaba yo de eso?

—¡Claro que sí! Hace sólo un instante usted decía que todo el mundo debía pensar en ello, que nadie tenía el derecho de olvidar la guerra ni de despreocuparse de ella, que todo el mundo debía tener una opinión bien definida: si o no, en favor o en contra de la guerra."

Escuchaba como si no comprendiera nada de lo que se decía. —¿Sí? preguntó. Qué extraño. No me acuerdo de nada.

—Pero ¿no le interesan estos asuntos?

—No, no me interesan en absoluto.

—¿No le preocupan todas las consecuencias de los sucesos actuales, y sus posibles resultados para Rusia y para la civilización?"

Sacudió la cabeza con una expresión de pesar.

—Simplemente no comprendo de qué están hablando, dijo. Esto no me interesa en absoluto y no sé nada de ello.

—Bien. Usted hablaba hace poco de los miembros de su familia. Si se interesaran por nuestras ideas y vinieran al trabajo, ¿no le seria todo mucho más fácil?

—Sí, puede ser, —siempre con voz insegura. Pero ¿por qué debería yo pensar en esto?

—Pero ¿no decía que le asustaba el abismo —tal era su expresión— que se abría entre usted y ellos?"

No hubo respuesta.

—Pero ¿qué piensa de esto ahora?

—No pienso en esto en ninguna forma.

—Si alguien le preguntara qué es lo que quiere, ¿qué respondería?"

Otra vez una mirada vaga.

—No quiero nada.

—Pero sí, piénselo, ¿qué le gustaría?"

Sobre una mesita, a su lado, había un vaso de té que no había terminado. Se fijó en él por un largo momento como si considerara algo. Dos veces paseó su mirada alrededor de él, luego se fijó de nuevo en el vaso, y en voz muy seria, con una entonación tan solemne que nos miramos unos a otros, pronunció estas palabras:


Pienso que me gustaría un poco de mermelada de frambuesa.
Desde el fondo de la sala vino una voz que apenas reconocimos.

Era el segundo sujeto del experimento.

—¿No ven ustedes que está dormido?

—¿Y usted mismo? preguntó alguien.

—Yo, por el contrario, estoy despierto.

—¿Por qué se ha dormido él, mientras que usted se ha despertado?

—No lo sé.

Así terminó el experimento.

Al día siguiente, ni uno ni otro se acordaba de nada. G. nos explicó que todo lo que constituía el tema ordinario de las conversaciones, de las preocupaciones, de la agitación del primer hombre, estaba en su personalidad. Cuando su personalidad estaba dormida no le quedaba prácticamente nada. En contraste, si había mucha habladuría superflua en la personalidad del otro hombre, detrás de ella se escondía una esencia que sabía tanto como su personalidad y lo sabía mejor; mientras la personalidad dormía, la esencia tomaba su lugar, al cual tenía infinitamente más derecho.

—Noten que, contrariamente a su costumbre, él ha hablado muy poco, dijo G. Pero observaba a cada uno de ustedes y no se le escapaba nada de todo lo que pasaba.

—Pero ¿de qué le sirve eso si ya no lo recuerda? dijo uno de nosotros.

—La esencia lo recuerda, dijo G., la personalidad ha olvidado. Y le era necesario, porque de otra manera la «personalidad» habría pervertido todo. Se habría adjudicado todo a sí misma.

—Pero esto es una especie de magia negra, dijo uno de nosotros.

—Peor, dijo G. Esperen y verán cosas aún mucho peores."

Hablando de "tipos", G. dijo un día:

—¿Han notado el enorme papel del «tipo» en las relaciones del hombre y la mujer?

—He notado, dije, que en el curso de toda su vida, un hombre no entra en contacto sino con sólo cierto tipo de mujer, y una mujer con cierto tipo de hombre. Es como si un tipo de mujer estuviera predeterminado para cada hombre, y un tipo de hombre para cada mujer.

—Es cierto, me dijo G. Pero dicho en esta forma naturalmente es demasiado general. En efecto, usted nunca ha visto ningún tipo de hombre ni de mujer, sino sólo tipos de sucesos. Lo que estoy diciendo se refiere al tipo real, es decir a la esencia. Si la gente pudiera vivir en su esencia, un tipo de hombre siempre encontraría al tipo de mujer que le corresponde, y nunca habría una conjunción equivocada de tipos. Pero la gente vive en su personalidad que tiene sus propios intereses, sus propios gustos. Éstos no tienen nada en común con los intereses y los gustos de la esencia. En tal caso, la personalidad es el resultado del trabajo equivocado de los centros. Por esta razón, puede no querer lo que la esencia quiere —y querer precisamente lo que la esencia no quiere. Es así como comienza el conflicto entre la esencia y la personalidad. La esencia sabe lo que desea, pero no lo puede explicar. La personalidad no quiere ni oiría y no toma en cuenta para nada sus deseos. Ella tiene sus propios deseos, y actúa a su manera. Pero allí termina su poder. Después de esto, de una u otra manera las dos esencias, la del hombre y la de la mujer, tienen que vivir juntas. Y se odian. En este campo, no hay comedia posible; de todas maneras, es la esencia, el tipo, que finalmente toma el mando y decide.

"Y en tal caso, nada se puede hacer ni por la razón, ni por el cálculo. Ni por «amor», porque en el sentido real de la palabra el hombre mecánico no puede amar —en él,
ello ama o ello no ama
.

"Al mismo tiempo, el sexo desempeña un papel enorme en el mantenimiento de la mecanicidad de la vida. Todo lo que hace la gente tiene relación con el sexo; la política, la religión, el arte, el teatro, la música, todo es «sexo». ¿Creen ustedes que la gente va a la iglesia para rezar, o al teatro para ver alguna pieza nueva? No, éstos no son sino pretextos. Lo principal, tanto en el teatro como en la iglesia, es que allí se pueden encontrar hombres o mujeres. He allí el centro de gravedad de todas las reuniones. ¿Qué es lo que lleva a la gente a los cafés, los restaurantes, las fiestas de toda clase? Una sola cosa;
el Sexo.
Allí está la principal fuente de energía de toda la mecanicidad. Todo sueño, toda hipnosis deriva de ella.

"Traten de comprender lo que quiero decir. La mecanicidad es particularmente peligrosa cuando la gente no la quiere tomar por lo que es y trata de explicarla como otra cosa. Cuando el sexo es claramente consciente de sí mismo, cuando no se refugia detrás de pretextos, ya no se trata de la mecanicidad de la cual hablo. Por el contrario, el sexo que existe por sí solo y que no depende de otra cosa ya es un gran logro. Pero ¡el mal estriba en esta mentira perpetua a sí mismo!

—¿Y a qué conclusión llega usted? preguntó alguien. ¿Debemos dejar las cosas así, o cambiarlas?" G. sonrió.

—Esto es lo que siempre se pregunta. Cualquiera sea el asunto de que se habla, la gente pregunta: «¿Es admisible que sea así? y ¿no se puede cambiar este estado de cosas?» ¡Como si fuera posible cambiar cualquier cosa, o hacer cualquier cosa! Ustedes al menos ya deberían haber visto la ingenuidad de tales preguntas. Fuerzas cósmicas han creado esta situación y fuerzas cósmicas la rigen. Y ustedes preguntan: ¿debemos dejar las cosas así o cambiarlas? ¡Vamos! Dios mismo no podría cambiar nada. ¿Se acuerdan de lo que se ha dicho sobre las cuarenta y ocho leyes? Éstas no se pueden cambiar, pero uno puede librarse de un gran número de ellas, quiero decir que hay una posibilidad de cambiar el estado de las cosas
para uno mismo
. Se puede escapar de la ley general, pero la ley general no puede ser cambiada ni en este ni en ningún otro. Pero un hombre puede cambiar su propia situación respecto a esta ley: puede escapar de ella. Tanto más cuanto que la ley de la cual hablo, es decir el poder del sexo sobre la gente, ofrece muy diversas posibilidades. El sexo es la principal razón de nuestra esclavitud, pero también nuestra principal posibilidad de liberación.

"El «nuevo nacimiento» del cual hemos hablado depende tanto de la energía sexual como el nacimiento físico y la propagación de la especie.

"El hidrógeno
si
12 es el hidrógeno que representa el producto final de la transformación del alimento en el organismo humano. Es la materia a partir de la cual el sexo trabaja y produce. Es la «semilla» o el «fruto».

"El hidrógeno
si
12 puede pasar a
do
de la octava siguiente con la ayuda de un «choque adicional». Pero este «choque» puede ser de naturaleza doble, y dos octavas diferentes pueden comenzar, una fuera del organismo que ha producido
si,
la otra dentro del organismo mismo. La unión de los
si
12 masculino y Femenino —y todo lo que se acompaña— constituye el «choque» de la primera clase y la nueva octava, comenzada con su ayuda, se desarrolla independientemente como un nuevo organismo o una nueva vida.

"Tal es la forma normal y natural de utilizar la energía de
si
12. Sin embargo, hay otra posibilidad en el mismo organismo. Es la posibilidad de crear una nueva vida dentro del organismo donde
si
12 ha sido elaborado, pero esta vez sin la unión de los dos principios masculino y femenino. Desde entonces una nueva octava se desarrolla dentro del organismo y no afuera. Es el nacimiento del «cuerpo astral». Deben comprender que el «cuerpo astral» nace de la misma manera que el cuerpo físico. Sólo difiere el proceso. El cuerpo físico entero en todas sus células es penetrado por así decirlo, por las emanaciones de la materia
si
12. Y cuando la saturación ha llegado a un grado suficiente, la materia
si
12 comienza a cristalizarse. La cristalización de esta materia equivale a la formación del «cuerpo astral».

"El pasaje de la materia
si
12 al estado de emanaciones, y la saturación gradual de todo el organismo por estas emanaciones, es lo que la alquimia llama transformación o «transmutación». Es justamente esta transformación del cuerpo físico en cuerpo astral lo que la alquimia llama la transformación de
lo grosero en sutil
o la transmutación de
metales viles en oro
.

"La transmutación total, es decir la formación del «cuerpo astral», sólo es posible en un organismo sano, que funciona normalmente. En un organismo enfermo, o anormal, o inválido, no hay transmutación posible.

—¿Es necesaria la continencia absoluta para la transmutación? y, de manera general, ¿es útil la abstinencia sexual para el trabajo sobre sí? preguntó alguien.

—Su pregunta abarca muchas otras, dijo G. En efecto, la abstinencia sexual es necesaria para la transmutación, pero solamente en ciertos casos, es decir para ciertos tipos de hombre. Para otros tipos no es necesaria en forma alguna. Y para otros aún, viene por sí sola cuando comienza la transmutación. Voy a explicárselo más claramente. Para ciertos tipos es indispensable una larga y total abstinencia sexual para que
comience
la transmutación; sin esta larga y total abstinencia, no puede comenzar. Pero una vez que el proceso esté bien encaminado, la abstinencia deja de ser necesaria. En otros casos, es decir con otros tipos, la transmutación muy bien puede comenzar, por el contrario, en una vida sexual normal; puede aun realizarse más pronto y desenvolverse mucho mejor con un gran expendio exterior de energía sexual. En el tercer caso, al comienzo la transmutación no requiere abstinencia, pero luego toma toda la energía del sexo y pone fin a la vida sexual normal, o al expendio exterior de la energía sexual.

"Pasemos a la otra pregunta: «la abstinencia sexual ¿es útil o no para el trabajo?»

"Es útil si hay abstinencia en todos los centros. Si hay abstinencia sólo en un centro, y plena libertad de imaginación en los otros, no puede haber nada peor. Además, la abstinencia puede ser útil si un hombre sabe utilizar la energía que ahorra de esta manera. Si no lo sabe, no se puede obtener de la abstinencia ventaja alguna.

—Con relación a esto, ¿cuál es, en general, la forma de vida más justa desde el punto de vista del trabajo?

—Es imposible decirlo. Lo repito, mientras un hombre
no sabe,
es preferible para él no emprender nada. Hasta que no tenga un conocimiento nuevo y
exacto,
le será del todo suficiente que dirija su vida según las reglas y los principios comunes. En este campo, cuando un hombre comienza a hacer teorías o a soltar las riendas de su imaginación, esto sólo lleva a la psicopatía. Pero una vez más, hay que recordar que en el trabajo sólo personas completamente normales con relación a lo sexual tienen una posibilidad. Toda clase de «originalidades», todo gusto extraño, los deseos raros, el miedo y la acción constante de los «topes», todo esto debe ser destruido desde el comienzo. La educación moderna y la vida moderna crean un número incalculable de psicópatas sexuales. En el trabajo, no tienen la menor posibilidad.

"De manera completamente general, se puede decir que sólo hay dos formas legítimas de expender la energía sexual: la vida sexual normal y la transmutación. En este campo, toda invención es de lo más peligrosa.

"Desde tiempos inmemoriales la abstinencia ha sido experimentada. Muy rara vez ha dado resultados, pero en la mayoría de los casos lo que se llama abstinencia es solamente el trueque de sensaciones normales por sensaciones anormales, porque estas últimas son más fáciles de esconder; sin embargo, no es de esto de lo que quiero hablar. Quisiera hacerles comprender dónde estriba el mayor mal y el factor principal de nuestra esclavitud. No es en el sexo mismo, sino en el
abuso del sexo.
Pero casi nunca se comprende lo que significa el abuso del sexo. No se trata aquí de excesos sexuales o de perversiones sexuales. Éstas son sólo formas relativamente inofensivas del abuso del sexo. No, es indispensable conocer muy bien la máquina humana para comprender lo que es el abuso del sexo, en el sentido verdadero de esta expresión. Indica el trabajo equivocado de los centros en sus relaciones con el centro sexual; en otros términos, la acción del sexo operando a través de los otros centros, y la acción de los otros centros operando a través del centro sexual; o para ser todavía más preciso, indica el funcionamiento del centro sexual con la ayuda de energía prestada por los otros centros y el funcionamiento de los otros centros con la ayuda de energía prestada por el centro sexual.

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