Harry Potter. La colección completa (452 page)

Read Harry Potter. La colección completa Online

Authors: J.K. Rowling

Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y Juvenil, Intriga

BOOK: Harry Potter. La colección completa
12.57Mb size Format: txt, pdf, ePub

A medida que pasaban las semanas se percató (aunque lo dominaba un nuevo estado de ensimismamiento) de que Ron se estaba haciendo cargo de la situación. Quizá había decidido compensarlos por haberlos abandonado, o tal vez se le habían despertado sus latentes dotes de mando al ver la apatía en que se hallaba sumido Harry. El caso es que era Ron quien animaba e incitaba a la acción a sus dos amigos.

—Quedan tres
Horrocruxes
—decía una y otra vez—. ¡Vamos, necesitamos un plan de acción! ¿Dónde no hemos buscado todavía? Volvamos a repasarlo. El orfanato…

El callejón Diagon, Hogwarts, la mansión de los Ryddle, Borgin y Burkes, Albania… Ron y Hermione enumeraban sin cesar todos los lugares donde Tom Ryddle había vivido, trabajado o matado, o que había visitado; y Harry sólo se les unía para que Hermione dejara de darle la lata, pues habría preferido quedarse sentado solo y en silencio, intentando leerle el pensamiento a Voldemort para averiguar algo más sobre la Varita de Saúco. Pero Ron insistía en seguir viajando a sitios cada vez más inverosímiles, y Harry era consciente de que lo hacía únicamente para mantenerse en movimiento.

—Nunca se sabe —era la cantinela de Ron—. Upper Flagley es un pueblo de magos; a lo mejor pensó instalarse ahí. Vamos a echar un vistazo.

Durante esas frecuentes incursiones en territorios de magos, de vez en cuando veían bandas de Carroñeros.

—Dicen que algunos son tan malvados como los
mortífagos
—comentó un día Ron—. Los que me atraparon a mí eran un poco patéticos, pero Bill asegura que los hay muy peligrosos. En «Pottervigilancia» comentaron…

—¿Qué demonios es eso? —preguntó Harry.

—¿El qué, «Pottervigilancia»? Ah, ¿no os había dicho cómo se llama? Es ese programa que intento sintonizar en la radio, el único que dice la verdad de lo que está pasando. Casi todos los demás siguen la línea de Quien-vosotros-sabéis, pero éste no. Me encantaría que lo oyerais, aunque no es fácil localizarlo.

Ron pasaba noche tras noche tamborileando con la varita sobre la radio, haciendo girar el dial. De vez en cuando captaban fragmentos de consejos sobre cómo tratar la viruela de dragón, y, en una ocasión, algunos compases de
Un caldero de amor caliente e intenso
. Mientras daba golpecitos, seguía intentando encontrar la contraseña correcta, murmurando una sarta de palabras elegidas al azar.

—Por lo general las contraseñas guardan relación con la Orden —les explicó—. Bill era un especialista en adivinarlas. Al final encontraré alguna…

Pero no fue hasta el mes de marzo cuando la suerte le sonrió por fin. Harry montaba guardia en la entrada de la tienda, contemplando un macizo de jacintos que habían conseguido brotar en la gélida tierra, cuando Ron, dentro de la tienda, gritó de emoción.

—¡Ya la tengo! ¡Ya la tengo! ¡La contraseña era «Albus»! ¡Ven, Harry!

Dejando de cavilar sobre las Reliquias de la Muerte por primera vez en mucho tiempo, el chico corrió hacia dentro y encontró a Ron y Hermione arrodillados en el suelo junto a la pequeña radio. Ella, que para distraerse había estado sacándole brillo a la espada de Gryffindor, se hallaba contemplando boquiabierta el diminuto altavoz por el que salía una voz que a los tres les resultó muy familiar:

«… que nos disculpéis por nuestra ausencia temporal de la radio, debida a las diversas visitas a domicilio que últimamente han realizado esos encantadores
mortífagos
en nuestra zona.»

—¡Pero si es Lee Jordan! —exclamó Hermione.

—¡Sí, es él! —corroboró Ron, radiante de alegría—. Qué pasada, ¿verdad?

«… Ya hemos encontrado otro refugio —iba diciendo Lee—, y me complace comunicaros que esta noche me acompañan dos de nuestros colaboradores habituales. ¡Buenas noches, chicos!»

«¡Hola!»

«Buenas noches, Río.»

—«Río» es Lee —explicó Ron—. Usan todos los nombres en clave, pero normalmente sabes…

—¡Chisst! —dijo Hermione.

«Pero antes de escuchar a Regio y Romulus —prosiguió Lee—, vamos a informar de esas muertes que la cadena Noticiario Radiofónico Mágico y
El Profeta
no consideran dignas de mención. Con enorme pesar hemos de informar a nuestros oyentes de los asesinatos de Ted Tonks y Dirk Cresswell.»

Harry notó un vacío en el estómago, y los tres jóvenes se miraron horrorizados.

«También han matado a un duende llamado Gornuk. Todo parece indicar que Dean Thomas, hijo de
muggles
, y otro duende, los cuales presuntamente viajaban con Tonks, Cresswell y Gornuk, lograron huir. Si Dean nos está escuchando, o si alguien tiene alguna idea de su paradero, que lo comunique, porque sus padres y hermanas están desesperados por saber algo de él.

»Entretanto, en Gaddley, los cinco miembros de una familia de
muggles
también han sido hallados muertos en su casa. Las autoridades
muggles
lo han atribuido a una fuga de gas, pero miembros de la Orden del Fénix me han hecho saber que fueron víctimas de una maldición asesina. Ésa es otra prueba más, por si no teníamos ya suficientes, de que la matanza de
muggles
se está convirtiendo en poco menos que un deporte recreativo bajo el nuevo régimen.

»Por último, lamentamos informar a nuestros oyentes que se han encontrado los restos de Bathilda Bagshot en Godric's Hollow; todo parece indicar que la bruja murió hace varios meses. La Orden del Fénix nos ha comentado que su cadáver presentaba inconfundibles heridas producidas por magia oscura.

»Queridos oyentes: quiero invitaros a guardar con nosotros un minuto de silencio en recuerdo de Ted Tonks, Dirk Cresswell, Bathilda Bagshot, Gornuk y los
muggles
anónimos, pero no por ello menos recordados, asesinados por los
mortífagos

Se produjo un silencio, y los tres amigos no abrieron la boca. Por una parte, Harry estaba deseando saber más cosas, pero por otra le daba miedo escuchar lo que pudieran decir a continuación. Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía completamente conectado con el mundo exterior.

«Gracias —dijo la voz de Lee—. Y ahora vamos a hablar con nuestro colaborador habitual, Regio, para que nos ponga al día de cómo el nuevo orden mágico está afectando al mundo de los
muggles

«Gracias, Río», dijo una inconfundible voz, grave, comedida y tranquilizadora.

—¡Es Kingsley! —saltó Ron.

—¡Ya lo sabemos! —masculló Hermione y le ordenó que callara.

«Los
muggles
todavía no saben cuál es el origen de sus padecimientos, pero mientras tanto continúan sufriendo muchas bajas —dijo Kingsley—. Sin embargo, seguimos conociendo historias verdaderamente ejemplares de magos y brujas que han puesto en peligro su propia seguridad para proteger a sus amigos y vecinos
muggles
, muchas veces sin que éstos lo sepan. De modo que desearía hacer un llamamiento a nuestros oyentes para que sigan su ejemplo; quizá los ayudarían realizando un encantamiento protector a todas las viviendas de su calle. Si tomáramos algunas medidas tan sencillas como ésa, podríamos salvar muchas vidas.»

«¿Y qué les dirías, Regio, a esos oyentes que argumentan, dado que estos tiempos son tan peligrosos, que deberíamos "dar prioridad a los magos"?», le preguntó Lee.

«Pues les recordaría que sólo hay un paso entre "dar prioridad a los magos y los sangre limpia" y luego acabar diciendo: "dar prioridad a los
mortífagos
" —contestó Kingsley—. Pero hay que tener en cuenta que todos somos humanos, ¿no? Y por tanto, todas las vidas tienen el mismo valor y hay que protegerlas por igual.»

«Muy bien dicho, Regio. Si algún día salimos de este lío en que estamos metidos, te garantizo mi voto para ministro de Magia —prometió Lee—. Y ahora, Romulus presentará nuestro popular espacio "Amigos de Potter".»

«Gracias, Río», dijo otra voz que también les resultó familiar; Ron quiso hacer un comentario, pero Hermione se lo impidió con un susurro:

—¡Ya sabemos que es Lupin!

«Dime, Romulus, ¿sostienes todavía, como has hecho todas las veces que has participado en nuestro programa, que Harry Potter está vivo?»

«Sí, así es —respondió Lupin sin vacilar—. No tengo ninguna duda de que los
mortífagos
divulgarían la noticia de su muerte por todo lo alto si se hubiera producido, porque eso asestaría un golpe brutal a la moral de los opositores al nuevo régimen. El niño que sobrevivió continúa siendo un símbolo de nuestra causa: el triunfo del bien, el poder de la inocencia y la necesidad de seguir resistiendo.»

Harry sintió una mezcla de vergüenza y gratitud. ¿Significaban esas palabras que Lupin lo había perdonado por las terribles cosas que le había dicho en su último encuentro?

«¿Y qué le dirías a Harry si supieras que nos está escuchando, Romulus?»

«Le aseguraría que estamos todos con él en espíritu —afirmó Lupin, y vaciló antes de añadir—: Y le aconsejaría que obedeciera a sus instintos, que casi nunca fallan.»

Harry y Hermione, que tenía los ojos anegados en lágrimas, cruzaron sus miradas.

—Que casi nunca fallan —repitió ella.

—Ay, ¿no os lo había dicho? —exclamó Ron—. ¡Bill me contó que Lupin volvía a vivir con Tonks! Y por lo visto ella se está poniendo enorme.

«¿… y las últimas novedades sobre los amigos de Harry Potter, que tanto sufren por su lealtad?», iba diciendo Lee.

«Bueno —respondió Lupin—, como sabrán nuestros oyentes habituales, algunos de los más destacados defensores de Harry Potter han sido encarcelados, entre ellos Xenophilius Lovegood, incansable editor de
El Quisquilloso

—¡Al menos vive! —masculló Ron.

«También hemos sabido en las últimas horas que Rubeus Hagrid —los tres chicos sofocaron un grito y estuvieron a punto de perderse el resto de la frase—, el famoso guardabosques de Hogwarts, se ha librado por los pelos de que lo detuvieran en los mismos terrenos del colegio, donde se rumorea que celebró una fiesta en favor de Harry Potter. Con todo, no llegaron a apresarlo, y creemos que en estos momentos huye de la justicia.»

«Supongo que, a la hora de escapar de los
mortífagos
, debe servir de ayuda tener un hermanastro que mide cinco metros, ¿no?», comentó Lee.

«Sí, eso te coloca en una posición ventajosa —concedió Lupin con seriedad—. Pero permíteme añadir que, aunque aquí, en "Pottervigilancia", aplaudimos el temple de Hagrid, instamos incluso a los más devotos seguidores de Harry a que no sigan el ejemplo del guardabosques, porque las fiestas para apoyar a Harry Potter no son muy prudentes, dada la coyuntura actual.»

«Tienes razón, Romulus —coincidió Lee—. ¡Así que os sugerimos que sigáis demostrando vuestra lealtad al chico de la cicatriz en forma de rayo escuchando "Pottervigilancia"! Y ahora, pasemos a las noticias relacionadas con otro mago que está demostrando ser tan escurridizo como Harry Potter. Nos gusta referirnos a él como el Gran
Mortífago
, y para ofrecer desde aquí sus opiniones sobre algunos de los más descabellados rumores que circulan sobre él, me gustaría presentar a un nuevo colaborador: Roedor.»

«¿Cómo que Roedor?», dijo otra voz, también familiar.

—¡Es Fred! —gritaron a la vez los tres amigos.

—¿Seguro que no es George?

—Me parece que es Fred —dijo Ron acercándose más a la radio, mientras uno de los gemelos decía:

«¡Me niego a que me llaméis Roedor! ¡Os dije que quería que me llamarais Rejón!»

«Está bien, está bien, pues Rejón. Vamos a ver, ¿podrías abordar las diversas historias que hemos oído últimamente sobre el Gran
Mortífago
, por favor?»

«Claro que sí, Río —dijo Fred—. Como ya deben de saber nuestros oyentes, a menos que se hayan refugiado en el fondo del estanque de un jardín o en algún sitio por el estilo, la estrategia de Quien-vosotros-sabéis de permanecer oculto está creando un considerable clima de pánico. Pero, naturalmente, si diéramos crédito a todos los que aseguran haberlo visto, tendría que haber como mínimo diecinueve Quienes-vosotros-sabéis por ahí sueltos.»

«Y eso le conviene, por supuesto —intervino Kingsley—. Esa aureola de misterio está dando lugar a más terror que si se dejara ver.»

«Estoy de acuerdo —corroboró Fred—. Así que ya lo sabéis: hay que calmarse un poco. La cosa ya pinta bastante mal para que encima nos inventemos historias como, por ejemplo, ese nuevo rumor de que Quien-vosotros-sabéis es capaz de matar con una simple mirada. Eso lo hacen los basiliscos, queridos oyentes. Pero es fácil hacer la prueba: observad si ese personaje que os mira tiene piernas; si las tiene, no hay peligro en devolverle la mirada, aunque, si de verdad es Quien-vosotros-sabéis, probablemente eso será lo último que hagáis.»

Por primera vez en muchas semanas, Harry rió al mismo tiempo que se le aligeraba el peso de la tensión.

«¿Y esos rumores de que lo han visto en el extranjero?», preguntó Lee.

«Bueno, ¿a quién no le gustaría tomarse unas vacaciones después de haber estado tan atareado? —replicó Fred—. Pero amigos, no os relajéis demasiado pensando en que se ha marchado del país. Quizá lo haya hecho, o quizá no, pero lo cierto es que, si quiere, puede desplazarse más rápido que Severus Snape cuando le enseñas una botella de champú. Así que, si planeáis correr algún riesgo, no contéis con que esté demasiado lejos. Nunca creí que diría algo así, pero ¡la seguridad es lo primero!»

«Muchas gracias por tus sabias palabras, Rejón —dijo Lee—. Queridos oyentes, con esta intervención llegamos al final de otro episodio de "Pottervigilancia". No sabemos cuándo podremos emitir de nuevo, pero os garantizamos que volveremos. No dejéis de buscarnos en el dial; la próxima contraseña será "
Ojoloco
". Protegeos unos a otros y no perdáis la fe. Buenas noches.»

El dial de la radio giró por sí solo y las luces detrás del panel se apagaron. Harry, Ron y Hermione estaban radiantes. Escuchar esas voces conocidas y amigas era extraordinariamente reconfortante; Harry se había acostumbrado tanto a su aislamiento que casi no recordaba que existían otras personas que presentaban batalla a Voldemort. Era como despertar de un largo sueño.

—Muy bueno, ¿verdad? —dijo Ron, risueño.

—¡Genial! —repuso Harry.

—¡Qué valientes son! —suspiró Hermione con admiración—. Si los encontraran…

—Bueno, no cesan de trasladarse, ¿no? —dijo Ron—. Igual que nosotros.

Other books

The Chrysalis by Heather Terrell
My Lady Series Bundle by Shirl Anders
Jasper by Tony Riches
Night Swimming by Robin Schwarz
Six Wives by David Starkey
Renounced by Bailey Bradford
Eden's Root by Rachel Fisher
The Eye of Horus by Carol Thurston