Historia del Antiguo Egipto (50 page)

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Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
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En Karnak el rey hizo que el eje principal regresara de nuevo a la orientación este-oeste, reduciendo así la importancia de la vía de entrada norte-sur de Amenhotep II. Como situó un porche y una puerta delante del Cuarto Pilono, es probable que al principio Tutmosis IV dejara sin tocar el patio original, cambiando sólo la propia puerta monumental. El porche tenía columnas de madera (según una inscripción eran de ébano y mera), probablemente doradas con electro. El porche habría sido un espacio protegido utilizado durante los rituales de la corte, y se han conservado de él dos representaciones contemporáneas.

Algunos años después le dio un nuevo aspecto al patio de caliza del Cuarto Pilono, erigido por Tutmosis II. Sobre los antiguos muros de caliza, Tutmosis IV construyó un patio con peristilo de arenisca, profusamente decorado con relieves de los tesoros donados por el rey al dios Amón. La intención era conmemorar la celebración de un primer jubileo, planeado sin esperar a que transcurrieran treinta años, como sin duda sucedió también en el caso de Amenhotep II. El estilo de las esculturas de Tutmosis en Karnak cambió en su último año de reinado, volviéndose más elaborado y expresivo.

El rey también erigió un obelisco sin pareja en el extremo oriental del recinto de Karnak. Se talló por orden de Tutmosis III, pero permaneció olvidado en el taller hasta que Tutmosis IV ordenó erigirlo. Se convirtió en el centro de un lugar de culto solar diseñado por Tutmosis III, y fue situado justo en el eje del templo.

Tutmosis IV en Siria-Palestina y Nubia

En relación a la política exterior en el este, donde mejor se entienden los contactos de Tutmosis IV con Mitanni es en el contexto de la paz ya existente con esa potencia. Ello habría limitado la actividad militar a campañas contra vasallos egipcios rebelados o reyezuelos mitannios que estuvieran presionando a las ciudades-estado egipcias. Para sellar una relación diplomática en el rey,Tutmosis IV se casó con una hija del soberano mitannio Artatama.

La inscripción más conocida donde aparece mencionada la actividad militar por parte de Tutmosis IV es el lacónico texto dedicatorio de una estatua de Karnak, formado por una única línea: «Procedente del saqueo de su Majestad ---na, derrotado, procedente de su primera campaña de victoria». El topónimo mencionado en esta dedicatoria de Karnak (y en una base de estatua en el templo de Luxor) es probable que se encuentre en Siria, dadas las diversas referencias que aparecen en las Cartas de Amarna al rey de esta región. Las dos ciudades más probables para reconstruir el texto de la dedicatoria son Sidón (
Zi-du-na
), donde se sabe que Tutmosis IV viajó y donde Egipto claramente carecía de apoyos durante la época de Amarna, o Qatna, cerca de Tunip en Nukhashshe (una zona indeterminada al este del Orantes).Ya sea el topónimo Qatna, Sidón o cualquier otra ciudad, la zona más probable para la campaña principal es el Levante septentrional. Sobre todo porque el rey de Mitanni, Artatama, se habría quedado muy impresionado por una demostración de poder a las puertas de su zona de influencia, especialmente si ya estaban en marcha las negociaciones para una renovación diplomática del tratado.

Una escena en la tumba del portaestandarte Nebamon (TT 90) recoge su ascenso en el año 6 y muestra a los jefes de Naharin delante del rey en su quiosco. En la escena también aparecen cautivos y su presencia tras el reinado de Amenhotep II es lo suficientemente escasa como para tenerla muy en cuenta. No obstante, como prisioneros capturados en una campaña tanto contra vasallos mitannios como contra ciudades-estado egipcias rebeldes, estos extranjeros proclaman la evidente superioridad de Egipto sobre Mitanni. Semejante afirmación de dominio habría sido adecuada en el momento de la renovación del tratado con Washshukanni. Siendo así, es posible que en vez de ayudarnos a documentar una guerra contra el soberano mitannio, la escena nos informe de la fecha del matrimonio diplomático de Tutmosis IV con la princesa siria.

En la regiones meridionales de Palestina, Tutmosis sólo realizó un ataque punitivo contra Gezer; no se puede demostrar que hubiera una guerra, pero parte de la población de la ciudad se trasladó a Tebas. En la actualidad es imposible demostrar que las posesiones levantinas egipcias a finales del reinado de Tutmosis no eran similares a las de Amenhotep II. Del mismo modo, es imposible determinar si Artatama I estaba actuando desde una posición de poder cuando decidió formar una hermandad con Tutmosis IV Este nunca luchó directamente contra el soberano mitannio, pero su poder en las lejanas provincias septentrionales permaneció intacto. Por lo tanto, Artatama podía estar renovando una relación diplomática establecida durante el reinado de Amenhotep II o quizá llegando a un acuerdo para conseguir estabilidad en la zona (sobre todo si la amenaza de Asiría y Babilonia unidas estaba comenzando a dejarse sentir). Los egipcios no tenían nada de lo que avergonzarse con la paz, pues parece que no tuvieron que hacer ninguna concesión.

En cuanto a las zonas al sur de Egipto, no existen pruebas claras de actividad militar de Tutmosis IV en la propia Nubia. La Estela de Knosso, tallada en una roca al sur de Asuán, detalla un viaje de Tutmosis IV por la ruta de las minas de oro al este de Edfu; es muy probable que los nubios estuvieran interfiriendo los transportes del metal precioso, atacándolos desde escondites en lo profundo del desierto, donde se encontraban las mismas minas. Como la expedición terminó en Knosso, es posible que el rey utilizara Wadi el Hudi para regresar, habiendo seguido una ruta elíptica hacia el oeste siguiendo Wadi Mia, luego hacia el sur y después hacia el oeste de regreso al valle del Nilo. No obstante, en el texto no hay mucho que sugiera una guerra importante contra los nubios; más bien se trata de una acción policial en el desierto, causada por la amenaza que suponía para el transporte por esa zona.

La realeza y las mujeres reales durante el reinado de Tutmosis IV

Es posible que Tutmosis IV comenzara algo que Amenhotep III se encargó de terminar, sobre todo en lo que respecta a identificarse a sí mismo de forma deliberada con el dios sol. En Guiza aparece en una estela tocado con el collar
shebiu
de oro y brazaletes, muy asociados con el favor de la deidad solar. Estas joyas aparecen a menudo en representaciones del rey en contextos funerarios; pero en esta estela (además de en un brazalete de marfil procedente de Amarna y en el carro del rey) Tutmosis IV aparece llevándolos como soberano viviente. Tutmosis IV dejó en Karnak (en la actualidad en el Museo de El Cairo) una estatua de sí mismo como dios halcón y, en un relieve de su patio de arenisca de este mismo templo, aparece la imagen de una estatua del rey como halcón junto a otras estatuas reales. En estas imágenes, los aspectos divino y solar de la realeza son supremos.

La tendencia a incrementar la asociación regia con los principales dioses egipcios (como ya vimos en la veneración realizada por Tutmosis III, tanto de sí mismo como de los reyes anteriores, en su templo del jubileo, situado dentro del recinto de Amón) se volvió aún más destacada durante el reinado de Tutmosis IV Sin abandonar nunca la noción de que el mejor modo de reforzar el linaje dinástico era mediante el matrimonio del rey con una hija suya (tanto por razones políticas como económicas), Tutmosis IV, al igual que Amenhotep II, enfatizó cada vez más las asociaciones divinas de las mujeres de la realeza. Colocó a su madre en el papel de «esposa del dios Amón», como si fuera la propia diosa Mut. Éste era su papel principal, si bien Tiaa también ostentó los títulos de «madre del rey» y «gran esposa real» durante la mayor parte del reinado de Tutmosis IV Se conocen monumentos con su nombre en Guiza, Fayum, Luxor, Karnak y el Valle de los Reyes. Esta intencionada asociación con la diosa madre Mut vino complementada con relaciones iconográficas y textuales de la reina con las diosas Isis y Hathor. El rey parece haber distribuido los papeles ceremoniales de sacerdotisa y reina entre Tiaa y otras dos «grandes esposas reales». Tiaa aparece en el patio del jubileo de su hijo en Karnak, donde sujeta una maza mientras observa la ceremonia de fundación del monumento. En el pabellón del jubileo de Amenhotep II, Merytra (cuyo nombre se cambió después por el de Tiaa) también aparece sujetando una maza en una mano y con un sistro en la otra. Esta imaginería seguramente represente la categoría de estas reinas como «esposas del dios Amón». Más tarde, la maza se convertirá en un elemento iconográfico de las «esposas del dios».

En los primeros años de reinado hubo una esposa no perteneciente a la realeza, Nefertiry (atestiguada en Guiza y en el templo de Luxor), que fue «gran esposa real» junto a Tiaa. Tutmosis capitalizó esta tríada madre-hijo-esposa (al igual que haría más tarde Amenhotep III) para representar papeles —por ejemplo en el templo de Luxor— donde él, como dios y rey, acompañaba a sus diosas, su madre y su esposa representando el papel de diosas madre, esposa y hermana. Posteriormente, después de que Nefertiry hubiera desaparecido al morir o fuera dejada de lado, siguió la tendencia de su familia y se casó con una hermana, cuyo nombre puede leerse como Iaret. Es posible que hubiera tenido que esperar a que Iaret tuviera edad suficiente como para casarse. Mutemwiya, la madre de Amenhotep III, nunca fue reconocida como reina, ni mayor ni menor, por Tutmosis IV; pero una estatua del tesorero Sobekhotep (enterrado en laTT 63), consejero de Amenhotep, muestra al príncipe Amenhotep en una posición favorable antes de la muerte de su padre. La tumba de la niñera real Hekarnehhe (TT 64) también muestra al joven heredero; pero como la tumba se completó durante el reinado de Tutmosis IV, Mutemwiya no aparece. Varios príncipes más aparecen mencionados en los textos de la tumba de Hekarnehhe, así como en un grafito en una roca de Knosso; aunque no está claro si se trata de hijos de Amenhotep II o de Tutmosis IV.

Amenhotep III

El reinado de treinta y ocho años de Amenhotep III fue sobre todo un período de paz y prosperidad. La construcción de monumentos reales durante el mismo se produjo a una escala que tuvo pocos paralelos y el séquito del soberano dejó tumbas, estatuas y santuarios que pueden rivalizar con los de muchos reyes anteriores. Desgraciadamente, como sucede con la mayoría de períodos, es imposible comparar la fortuna de los ricos con la de los pobres. No sabemos si la vida de los campesinos mejoró económicamente gracias a la generalizada riqueza egipcia. La documentación oficial sugiere que toda la población disfrutó hasta cierto punto de la prosperidad, puesto que Amenhotep III y su funcionario de los graneros, Khaeirrkhet, alardean de la «extraordinaria» cosecha de grano conseguida en el crucial año trigésimo, el del jubileo real. Mil años después, el rey seguía siendo recordado como un dios de la fertilidad, asociado a la feracidad agrícola. No obstante, este tipo de pruebas difícilmente es objetiva, de modo que debemos admitir nuestra ignorancia al respecto.

Es probable que en el momento de su acceso al trono Amenhotep III fuera un niño. Una estatua del tesorero Sobekhotep con un príncipe Amenhotep-mer-khepesh en el regazo probablemente represente al rey poco antes de la muerte de su padre, mientras que una pintura mural de la tumba de Hekarnehhe (TT 64) describe al dueño de la tumba como la niñera real del príncipe Amenhotep, representando al príncipe como un joven más que como un niño desnudo. La edad del rey en el momento de su ascenso al trono puede haber estado en cualquier punto entre los dos y los doce años, si bien quizá sea preferible una fecha tardía, dado que la madre de Amenhotep, Mutemwiya, apenas es más visible que Tiaa y Merytra, las madres de los dos reyes anteriores. No parece muy probable una regencia con Mutemwiya y, si realmente el rey era un niño pequeño en el momento de su ascenso al trono, el país fue gobernado en su nombre de forma discreta. Una posibilidad alternativa es que los miembros de la familia de la reina Tiye ayudaran al rey en estos primeros momentos de reinado. Un escarabeo fechado en el año 2 del reinado de Amenhotep establece la temprana fecha de su matrimonio con Tiye, y la identificación en otro escarabeo de los padres de la reina, Tuya y Yuya, subraya la importancia de éstos. Hasta el momento no se posee ningún documento que demuestre que la familia de Tiye actuara como un poder en la sombra. No obstante, esta presunción se ha vuelto tan fuerte que se ha llegado a pensar que otros «hacedores de reyes» no pertenecientes a la realeza, como Ay (cuyo nombre en jeroglífico se parece al de Yuya), formaban parte de esta misma familia originaria de Aldiniin. El descubrimiento en esta ciudad de varias estatuas colosales de finales de la XVIII Dinastía, incluidas algunas de Amenhotep III, parece apoyar esta idea, en tanto en cuanto que esta región fue favorecida durante los reinados de Amenhotep III yTutankhamon/Ay.

La divinidad de Amenhotep III

Recientes debates sobre el reinado de Amenhotep III han sugerido que fue deificado durante su vida, no sólo en Nubia, donde construyó un templo de culto para sí mismo, sino también en el mismo Egipto. Raymond Johnson sostiene que la insistente identificación de Amenhotep III con el dios sol, tanto en su iconografía monumental como en sus inscripciones, debe entenderse como una prueba de su deificación; argumenta también que Amenhotep IV/Akhenaton (1352-1336 a.C.) transformó a su padre deificado en el incorpóreo disco solar Atón para, de este modo, poder adorar al vivo Amenhotep III como el único dios del mundo. El punto de vista que considera que Amenhotep IV adoró a su padre como Atón (aunque tras su muerte) fue adoptado tempranamente por Donald Redford. Conviene mencionar que, al mismo tiempo, esa transformación habría privado al padre tanto de su existencia física como de su nombre y habría obligado a Amenhotep III a participar en la destrucción del dios cuyo nombre celebra, Amón. Aunque la interpretación de Amenhotep considerado como dios de su hijo lleva en sí la inconfundible influencia de la moderna psicología freudiana, la noción egipcia de la relación del rey con los dioses puede apoyar la base de la idea.

Si bien hasta el momento no se conoce ningún texto o iconografía dentro del propio Egipto que identifique a Amenhotep III como una deidad de culto estando vivo, todos los reyes (a los cuales Jaromir Malek describe en el capítulo 5 como
netjeru neferu
, «dioses menores») eran considerados dioses importantes a su muerte, siendo invocados frecuentemente como intercesores, tanto por sus sucesores como por particulares. Además, podría decirse que Amenhotep III intentó ser identificado con el dios sol a partir de su primer jubileo, en los años 30-31, puesto que las escenas que representan esta fiesta
Sed
le muestran adoptando el papel concreto de Ra navegando en su barca solar. El elevado grado en el que Amenhotep III aparece asociado con el dios sol en los monumentos bien puede haber alentado el punto de vista de que, al haberse fundido en uno con el sol, como se esperaba que el rey hiciera tras su muerte, estaba presente en la deidad de Akhenaton: el disco solar Atón. La afirmación de que ésta fue la intención de Akhenaton no deja de ser una conjetura psicológica con cierto fundamento.

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