Historia del Antiguo Egipto (47 page)

Read Historia del Antiguo Egipto Online

Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
2.62Mb size Format: txt, pdf, ePub

En el extremo sur de la terraza media se construyó una capilla para Hathor, diosa del cementerio occidental, delante de la cual había un patio columnado con los capiteles en forma de emblemas de la diosa con cara de vaca. Flanquean la entrada a la propia capilla escenas del rey alimentando a la vaca sagrada. En la terraza superior hay una entrada central a un patio con peristilo, tras el cual se encuentra el principal santuario del templo. El lado norte del patio está decorado con escenas de la Bella Fiesta del Valle, mientras que en el lado sur hay escenas de la fiesta Opet. Al norte, otro patio cerrado contenía santuarios-nicho para los dioses, incluido Amón, y un gran altar de alabastro egipcio al aire libre para el dios Ra-Horakhty. Este templo solar fue un significativo añadido al complejo, y recuerda una forma arcaica vista en la Pirámide Escalonada de Sakkara, de la III Dinastía. Su significado para el culto real queda subrayado en las habitaciones situadas al sur del patio central, donde las imágenes y los textos expresan el deseo del soberano de acompañar al dios sol en su diario camino por los cielos y el otro mundo. Los himnos que describen las deidades que gobernaban cada hora del día y de la noche daban a Hatshepsut poder sobre el propio tiempo, de modo que podía fundirse con el sol para la eternidad. En esta terraza también hay capillas para la propia Hatshepsut y para su padre, Tutmosis I. Una inscripción acompaña una escena donde el rey proclama el futuro reinado de su hija.

Una serie de frases destinadas a comunicarse con aquellos pocos que sabían leer y llegaran a ver las zonas privadas del templo aluden de forma tangencial a la inusual naturaleza del reinado de Hatshepsut. Se previene por dos veces a sus funcionarios: «Aquél que la honre vivirá, aquél que diga maldades y blasfeme contra su majestad morirá». Es posible que esta fuera la posición oficial de la corte de la época y que la inscripción se limite a monumentalizar una circunstancia bien conocida en los círculos de la élite de entonces. A juzgar por el súbito incremento de grandes tumbas decoradas en Tebas y Sakkara, ademas de por el creciente número de estatuas privadas dedicadas en templos como Karnak, Hatshepsut fue muy generosa con aquéllos que la apoyaron. La soberana parece haber formado una relación simbiótica con sus nobles, de modo que ella era tan importante para ellos como ellos para ella. Durante esta época, por primera vez en las tumbas privadas tebanas el soberano aparece presentado como el propio dios sol, actuando como intermediario eterno para el dueño de la tumba. Así es como muestran a Hatshepsut las tumbas tebanas del mayordomo real Amenhotep (TT 73)
[15]
y el copero real Djehuty (TT 110), una costumbre continuada durante el gobierno en solitario de Tutmosis III. Estas representaciones recuerdan las estelas de la élite del Reino Medio, donde se describe cómo actuaron los reyes de la XII Dinastía por el bien de Egipto.

Las relaciones exteriores durante el remado de Hatshepsut

La corregencia de Hatshepsut con Tutmosis III no fue un período de continuas guerras. Hubo varias expediciones militares a Nubia, que parecen haberse ocupado de alzamientos locales; pero nada indica que se interrumpiera la administración del sur encargada al «virrey y supervisor de los países meridionales». Durante el reinado de Hatshepsut el virrey Seni fue sucedido por Amennakht y, durante el reinado en solitario de Tutmosis III, éste cedió su puesto a Nehy. Al menos hubo otro virrey en ejercicio, a finales del reinado de Hatshepsut, mas su nombre es incierto. Estos hombres no sólo gobernaban Nubia, sino que también supervisaban los proyectos de construcción y la entrega al soberano de productos nubios como «tributo», aunque es indudable que vieron poca acción rnilitar directa.

El viaje comercial de Hatshepsut al Punt fue promocionado en Egipto como un importante acontecimiento diplomático. Los productos africanos que se trajeron, junto al oro y el incienso (incluidos los propios árboles de incienso), estimularon el interés por los bienes de lujo exóticos. Los portadores de tributo nubios no tardaron en aparecer representados en las tumbas privadas trayendo estos mismos productos: colmillos de marfil, pieles de leopardo, elefantes vivos y, por supuesto, oro. No está del todo claro cómo pudo la expedición al Punt inaugurar un comercio más extensivo con las zonas de África situadas al sur del territorio controlado por Egipto; pero lo cierto es que sólo después de ella hay informes consistentes de tributo nubio procedente de las regiones conquistadas, incluidas listas de los productos exóticos conseguidos.

Cabe la posibilidad de que las relaciones de Egipto con el Egeo, atestiguadas por las pinturas minoicas de Tell el Daba (Avaris), sufrieran un cambio durante el reinado de Hatshepsut. Si bien Avaris continuó ocupada hasta el reinado de Amenhotep II, no hay pruebas claras de que Egipto siguiera en contacto con Creta tras la primera parte de la XVIII Dinastía. Quizá el comercio se mantuviera a través de Chipre y el Levante, porque la cerámica importada es relativamente abundante. Es posible que durante el reinado de Hatshepsut, cuando en la decoración mural de las capillas de las tumbas privadas aparecen delegaciones de keftiu (minoicos a juzgar por las representaciones egipcias) junto a otros emisarios extranjeros, Egipto hubiera creado sus propias relaciones comerciales con la Creta minoica o la Grecia micénica. No obstante, la consistencia del contacto es dudosa. Pinturas semejantes de los reinados siguientes a Hatshepsut muestran una menor familiaridad con los vestidos y objetos cretenses y los especialistas han llegado a la conclusión de que el comercio puede haber tenido lugar por intermedio de Siria-Palestina más que de forma directa.

El gobierno en solitario de Tutmosis III

En algún momento del vigésimo o vigésimo primer año de reinado de Hatshepsut, el trono revertió a Tutmosis III, quien no tardó demasiado tiempo en labrarse una reputación, tanto para él como para Egipto, que todavía se recordaba un milenio después, si bien de forma un tanto imprecisa. Al ser un soberano maduro, pero sin experiencia, Tutmosis III sopesó cuidadosamente la situación y, sin duda con el consejo de sus colegas militares, identificó el potencial de gloria y riqueza que se extendía hacia el noreste. La gloria de la conquista de Nubia no podía pertenecer a Tutmosis III y Hatshepsut se había hecho con lo que de ella quedaba al establecer contacto con el Punt. El único sitio donde conseguir ganancias rápidas era el Levante, donde Egipto podía hacerse con el control de la rutas comerciales que hasta el momento habían estado dominadas por soberanos y mercaderes sirios, chipriotas, palestinos y egeos. Tras diecisiete años de campañas mihtares, Tutmosis III había dejado firmemente establecido el control egipcio sobre Palestina y había realizado importantes avances en el sur de Siria. Su reputación estaba asegurada y las ganancias conseguidas se gastaban a lo grande en beneficio de los templos de Amón y otros dioses, así como en aquellos hombres que habían seguido al rey en su búsqueda.

El rey no profanó el nombre y los monumentos de Hatshepsut hasta los últimos años de su reinado; lo que sí hizo fue intentar llenar el paisaje del Nilo con recordatorios de su propio mandato. Es interesante observar que el estilo artístico de los retratos de Tutmosis III es extremadamente difícil de diferenciar del de los últimos monumentos de Hatshepsut. Sólo en el tipo de cuerpo decidió Tutmosis III ser presentado de forma ligeramente distinta, pues sus imágenes le muestran con los hombros más anchos y el torso superior más pesado que los de Hatshepsut, tanto en los relieves como en la estatuaria; este cuerpo más viril sería utilizado después por Amenhotep II. El rostro de Tutmosis III continúa el perfil «tutmósida» ya visto en Tutmosis I, que incluye una nariz larga ligeramente aguileña, de punta curvada y base ancha. La boca es grande, con el labio superior protuberante debido al prognatismo de la familia.

Tutmosis III utilizó sus treinta y dos años de reinado para hacer que su nombre estuviera presente por todo Egipto y Nubia. Se mantuvo activo en Gebel Barkal (el punto más meridional de Nubia), Say, Pnubs (en la tercera catarata), Semna, Kumma, Uronarti, Buhen, Quban, Amada, Faras y Ellesiya, así como en varias localidades más en las que se han encontrado bloques con su nombre. Más al norte, sus monumentos están bien atestiguados en Elefantina (donde construyó un templo para la diosa Satet de la primera catarata), en Kom Ombo, Edfu, Elkab,Tod, Armant,Tebas, Akhmin, Hermópolis y Heliópolis. En una estatua del «supervisor de los trabajos» Minmose, en el cargo durante la parte final del reinado de Tutmosis III, se puede leer una lista de los lugares de culto en los que trabajó. Además de los ya mencionados, cita Medamud, Asyut, Atfih y varias localidades del delta, entre ellas Buto, Busiris y Chemnis. Si bien todavía no se ha identificado en el delta ningún edificio de Tutmosis III, la inscripción de Minmose sugiere que tanto este soberano como otros de principios de la XVIII Dinastía estuvieron activos en la zona.

Karnak continuó siendo un lugar especialmente querido. Tutmosis III reestructuró de forma un tanto inmisericorde las zonas centrales del templo, desmontando las capillas de caliza de Amenhotep I y reemplazándolas por otras de arenisca. Poco después de haber empezado su período de gobierno en solitario, comenzó la construcción de su principal edificio en Karnak: «[Tutmosis III] efectivo de monumentos» (
akh menu
). El tema general de las escenas en relieve del edificio está relacionado con la renovación del reinado de Tutmosis III, principalmente mediante la fiesta
Sed
, que celebró por primera vez a los treinta años de reinado. En general, la veneración a la realeza encaja bien con el propósito del edificio y lo relaciona con las capillas situadas en torno al patio central. Avanzado su reinado, Tutmosis III hizo redecorar toda la zona central con escenas, y sobre todo con inscripciones, donde se detallaban sus campañas en Asia. Estos anales, escritos en el cuadragésimo segundo año de su reinado, se han convertido en la principal fuente histórica sobre las conquistas del rey, pues presentan tanto episodios concretos de la guerra como listas del botín capturado. Según se describe en los
Anales
, el enriquecimiento del templo de Amón fue enorme: sólo los edificios nuevos son ya numerosos. El rey añadió el Sexto y el Séptimo Pilónos, este último cubierto de escenas e inscripciones donde se mencionan los lugares que afirmaba controlar. En el lado norte del recinto se construyó un templo para el dios Ptah y en el centro del templo un santuario de granito para la barca, así como otro de alabastro egipcio que más tarde se uniría a un santuario de Tutmosis IV (1400-1390 a.C.) y fue situado junto al Cuarto Pilono. Durante el reinado de Tutmosis III también se modificaron los trabajos realizados por Hatshepsut, una tarea que terminaría el hijo de aquél, Amenhotep II, pero incluso sin ella la actividad era incesante. Entre los «grandes sacerdotes de Amón» figuran el enérgico Menkheperraseneb, dueño de la TT 86, su sobrino del mismo nombre (TT 112) y Amenemhat (TT 97). Es probable que Amenemhat fuera el último «gran sacerdote de Amón» de Tutmosis III y continuó en el cargo durante gran parte del reinado de Amenhotep II, después de que Menkheperraseneb cediera el puesto a su sobrino durante un breve período.

Los «grandes sacerdotes» eran responsables no sólo de Karnak, sino también de los trabajos en nombre del dios realizados en la orilla occidental de Tebas. Tutmosis III estuvo extremadamente activo en Medinet Habu, donde completó el pequeño templo de Amón y también construyó un templo conmemorativo para su padre, justo al norte del anterior. Más avanzado el reinado convirtió un santuario construido en Deir el Bahari en su propia capilla, llamada «Horizonte sagrado» (
djeser akhet
). La tumba de Tutmosis III en el Valle de los Reyes (KV 34) fue tallada en un acantilado, en el que penetró profundamente. Los muros de la cámara funeraria están cubiertos con textos hieráticos blancos y rojos de varios libros del más allá: la
Letanía de Ra
, que menciona todos los nombres del dios sol para que ayuden al rey en su viaje por el otro mundo, y el
Libro de lo que está en el otro mundo (Amduat)
, que proporciona al rey un mapa del más allá y fórmulas para conseguir la justificación eterna.

Tutmosis III en el Levante

Casi inmediatamente después de comenzar su reinado en solitario, Tutmosis III encabezó una expedición al Levante con la cual intentó hacerse con el control de varias ciudades que reconocían el dominio de Mitanni desde el noreste de Siria. Aparentemente utilizó el rey como excusa la necesidad de solucionar las rencillas locales en Sharuhen y sus cercanías para dirigirse a Gaza desde la fortaleza fronteriza egipcia de Tjaru. Gaza había estado bajo control egipcio al menos desde época de Ahmose y hemos de suponer que la lealtad de la ciudad se presuponía desde este reinado. Los
Anales
recogen que en esta primera campaña en el vigésimo tercer año de reinado, Tutmosis III dejó Gaza y planeó su ataque contra Meggido comenzando por la ciudad deYahem, una importante ciudad-estado ocupada entonces por el soberano de Qadesh. También estaba protegida por un grupo de jefes que representaban regiones de Levante tan alejadas como Nahrin (Mitanni y la Siria dominada por ella). La inscripción de Tutmosis indica que estos jefes se mantenían leales a Egipto, lo que se consideraría como una verdadera amenaza. El acceso al cedro del Líbano, a las fuentes de cobre y estaño y a otros productos valiosos pudo haber quedado en peligro debido al control de Mitanni sobre el norte de Palestina y la franja costera.

Una vez en campaña, Tutmosis III descubrió las verdaderas recompensas de la guerra. El botín fue tan grande que continuó guerreando de forma intermitente hasta el cuadragésimo segundo año de reinado en las regiones del norte de Palestina, el Líbano y partes de Siria. El botín conseguido en la batalla de Meggido, junto a las ofertas de paz recibidas tras los siete meses de asedio de la ciudad, fue considerable e incluía S94 carros (entre ellos dos forrados de oro), 200 armaduras (dos de ellas de bronce pertenecientes a los jefes de Meggido y Qadesh), así como 2.000 caballos y 25.000 animales. Tras el asedio de Meggido, Tutmosis reemplazó a los derrotados jefes locales y continuó hacia el norte, en dirección al río Litani. Los objetos de lujo tomados de varias ciudades a las que derrotó se describen meticulosamente en los
Anales
, igual que las diferentes clases de cautivos, que aparecen enumeradas. Las campañas de los años 24-32 destacan la atención que le prestaba el rey al litoral levantino, con sus bosques y puertos, además de a las zonas al oeste de Siria. Los textos egipcios incluyen una amplia gama de materiales, desde metales preciosos (oro, plata, cobre y plomo) hasta madera, aceite, e incluso alimentos y cosechas de cereales. El rey envió a Egipto a los hijos de los gobernantes de las ciudades para que fueran egiptizados. Según los
Anales
del año 30, «quienquiera que muriera entre estos jefes, su majestad hacía que su hijo ocupara su puesto».

Other books

A New World: Sanctuary by John O'Brien
Down to the Bone by Mayra Lazara Dole
Bitter Truth by William Lashner
Silent Witness by Diane Burke
Drag Teen by Jeffery Self
Monarchy by Erasmus, Nicola
Night Relics by James P. Blaylock
Skin Walkers: Monroe by Bliler, Susan
Desperately Seeking Suzanna by Elizabeth Michels