Read Indias Blancas - La vuelta del Ranquel Online
Authors: Florencia Bonelli
Tags: #novela histórica
A la hora de hablar, se dio prioridad a los loncos, que lo hicieron en araucano. De todos modos, fueron las palabras expresadas por una anciana de distinguido porte las que descollaron. La señora elevó la mirada al cielo y, con esta frase, abrió su discurso:«Promesa cumplida, abuela Laura», lo que suscitó la algarabía entre los del pueblo ranquel y extrañeza en los demás. Los loncos le dispensaban un trato familiar, en especial el señor Adolfo Rosas, que al terminar su rogativa en araucano la abrazó y le besó las manos. Se trata de Evangelina Rosas, la parienta más directa de Mariano. Es su bisnieta, nieta de su primogénito, Nahueltruz Guor, hijo de una cautiva, según se asegura.
Terminada la reunión, al ser consultada acerca de la enigmática introducción a su discurso, la anciana explicó:«Mi abuela, Laura Escalante de Rosas, le prometió a mi abuelo, el cacique Nahueltruz Guor, allá por 1880 que, algún día, los restos de su padre, Mariano Rosas, regresarían a descansar en Leuvucó. Y, a pesar del denuedo con que luchó para conseguir su objetivo, tocando cuanta puerta conocía, Laura Escalante murió con la pena de no haber cumplido. Debieron transcurrir ciento veintiún años para que el pueblo argentino dejara de hacer oídos sordos a este legítimo reclamo y devolviera lo que jamás debió salir de aquí. Entonces, ¿cómo no iba a elevar los ojos al cielo y compartir este triunfo con mi querida abuela?».
Florencia Bonelli
nació el 5 de mayo de 1971 en la ciudad de Córdoba, Argentina. Desde pequeña, su padre le fomentó el interés por los libros y la lectura, que con el tiempo se convirtieron en su gran pasión.
Al terminar la escuela secundaria y debido a su pasión por las matemáticas, optó por cursar Ciencias Económicas. Resulta extraño que a pesar de su marcada avidez por la lectura, en esa instancia de su vida no pensó en ser escritora.
A los veintidós años consiguió su título de Contadora Pública en la Universidad Católica de Córdoba y diez días más tarde estaba trabajando en Buenos Aires, ciudad que ejercería sobre ella una influencia determinante. Toda una metrópoli, la capital de Argentina la hacía sentir libre e independiente. La novela romántica no sólo constituía el género literario que más la entretenía y conmovía sino aquel que expresaba sus propias fantasías, y terminó por caer en la cuenta de que ella también imaginaba historias de amor. «¿Y por qué no las escribís?», fue la sugerencia de su esposo. ¿Y por qué no? Así comenzó con su carrera de escritora.
INDIAS BLANCAS II
Dicen que los indios jamás olvidan una ofensa, y que todo lo que tienen de agradecidos y humanitarios, lo tienen de rencorosos y vengativos. Y aunque Lorenzo Rosas vista a la última moda parisina y hable tres lenguas, en su fuero íntimo sigue siendo Nahueltruz Guor, el ranquel que seis años atrás juró destruir a la culpable de su desdicha: Laura Escalante.
En la sociedad porteña ella es conocida como la viuda de Riglos, una mujer hermosa, rica, inalcanzable. Dueña de una editorial, se mide ideológicamente con figuras de la talla de Sarmiento y Mansilla y escribe un folletín que mantiene en vilo a muchas lectoras. Se le atribuyen, además, varios affaires, el más resonante con el general Julio Roca, quien se apresta para su conquista del indio. Pero lo cierto es que, detrás de esa imagen de mujer fatal, Laura esconde un alma sensible y un corazón destrozado.
El rencor de Nahueltruz parece tan profundo como el amor que ella siente por él. En medio de esa lucha de voluntades poderosoas, los fantasmas del pasado reaparecen para complicar la situación y se interponen nuevos obstáculos y malentendidos. ¿Podrá Nahueltruz vencer el odio que lo domina y perdonarla? Su felicidad y la de Laura dependen de la respuesta.
Amparada en un manejo impecable de la intriga y en una fuerza narrativa arrolladora. Florencia Bonelli ata y desata en
Indias Blancas
los hilos de una trama palpitante destinanda a dejar honda huella en el recuerdo de sus lectores.