Una mañana, mientras descansaba entre las paredes de una vieja casa para peones camineros, escuchó el tamborileo de la lluvia sobre una chapa caída. Bajo el dintel desportillado asistió al insólito espectáculo que se desarrollaba sobre la tierra. El cielo repleto de nubes grises en medio de la mañana y una luz transparente que perfilaba los objetos, otorgándoles una nitidez que no recordaba. Las gotas gruesas que se partían contra el suelo polvoriento y que no penetraban en él. Entró en la casa y salió de nuevo con la orza bajo el brazo. Caminó unos metros frente a la fachada y dejó el recipiente en el suelo. Luego volvió a la puerta y allí permaneció mientras duró la lluvia, mirando cómo Dios aflojaba por un rato las tuercas de su tormento.
El autor desea expresar su agradecimiento a Raquel Torres, Arantxa Martínez, Elena Ramírez, Juan María Jiménez, Javier Espada, Espartaco Martínez, Verónica Manrique, Francisco Rabasco, Gustavo González, Fátima Carrasco, María Camón, Diego Álvarez, Germán Díaz y Manuel Pavón.
Carmen Jaramillo merece una mención aparte. Con su ilusión, ha mejorado el libro, pero con su ejemplo, ha mejorado al autor.
JESÚS CARRASCO, nació en Badajoz en 1972 y en 2005 se trasladó a Sevilla, donde reside en la actualidad. Dice: «Soy licenciado en Educación Física, pero apenas he ejercido. Durante un par de años, intenté compaginar mi trabajo como redactor publicitario con la carrera de Filosofía. Escribo, de manera privada, desde hace casi veinte años…».