Judy Moody Adivina El Futuro (5 page)

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Authors: Megan McDonald

Tags: #Infantil y juvenil

BOOK: Judy Moody Adivina El Futuro
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—No estás preguntando bien.

Judy agitó con más fuerza la bola.

—¿Voy a ser médica de mayor?

Eres genial
.

—¿Voy a conseguir una pegatina de Thomas Jefferson por sacar un 10 en ortografía?

Eres muy graciosa
.

—¿Se van a enfadar papá y mamá por mi examen de Lengua?

Tu aliento huele a menta
.

—Eso no son respuestas. ¿Por qué dice tantas tonterías?

—Es que es la Bola Mágica Feliz. Sólo da buenas respuestas.

—¡No vale! ¡La Bola Feliz es un engaño!

—Pero un buen engaño —afirmó Jessica.

—No voy a preguntarle mi CMI. Me dará una buena respuesta, pregunte lo que pregunte.

—Exacto.

—¿Cómo puedes creer que la Bola Feliz adivina algo, si siempre dice tonterías y cosas buenas?

—No me importa —insistió Jessica—. A mí me gusta la Bola Feliz.

—Necesito una Bola Mágica 8 Desgraciada. Que no mienta.

Y sabía dónde conseguirla.

* * *

Judy convenció a Rocky y Frank para que fuesen con ella al supermercado Vic's al salir de clase. También los acompañó Stink.

—Espero que no compréis otra mano de pega para gastarme otra broma —comentó.

—No —dijo Judy—. Voy a por una bola de cristal.

Cuando llegaron a Vic's, Judy les llevó a la sección de juguetes. Vieron cartas de trols para cambiar, una hucha que era un ojo y gomas de borrar en forma de gato. Entonces Judy vio una. Una bola negra con el número 8 en un círculo blanco.

—¡La Bola Mágica 8! —exclamó Judy—. La auténtica.

—Esa bola de cristal es de plástico —dijo Stink.

—Pero adivina el futuro.

Sujetó la Bola Mágica 8 en la palma de la mano. Tuvo la sensación de notar sus mágicos poderes adivinatorios.

—Cada uno podemos hacerle una pregunta —explicó Judy—. ¿Quién se atreve a hacer la primera pregunta a la Bola Mágica Sabelotodo?

—¡Yo, yo, yo! —exclamó Frank.

—De acuerdo —aceptó Judy, pasándole la bola.

—¿Van a regalarme un Fabricante de Trabalenguas por mi cumpleaños?

—Te has olvidado de cerrar mucho los ojos y concentrarte —dijo Judy.

Frank cerró mucho los ojos y se concentró. Volvió a preguntar. Agitó la Bola Mágica 8. Se acercaron a mirar el visor.

Las perspectivas no son buenas
.

—Espero que esta cosa mienta —dijo Frank.

—Ahora yo —Rocky agitó la Bola 8 en la mano—. ¿Está Frank Pearl enamorado de Judy Moody?

Todo indica que sí
.

—Es tan chistoso que se me ha olvidado reírme —dijo Frank.

—Dámela —ordenó Judy.

—Me toca a mí —se quejó Stink.

—Sólo puedes hacer una pregunta, así que piénsala bien —dijo Judy—. Y date prisa.

—¿Voy a ser presidente de mayor?

No cuentes con ello
.

—¿Va a dejar de volverme loca mi hermano pequeño?

Mejor no te lo digo ahora
.

Stink agarró de nuevo la Bola Mágica.

—¿Quiere Rocky a Judy?

—No enfadéis a la Bola Mágica —ordenó la voz fantasmal de Madame M. Y miró el visor—. ¡Aparece una burbuja de aire! ¿Lo veis? Habéis gastado todas las preguntas. Tenemos que volver a ponerla en su sitio.

—¿Cómo?

—¡La burbuja de aire! ¡Son las normas!

Stink, Rocky y Frank fueron a comprar chicles.

—Ahora voy —dijo Judy.

Judy Moody no volvió a dejar la Bola Mágica 8 en la estantería. Le quedaba una última cuestión. La que llevaba días preocupándole. La CMI.

Judy miró a todos lados. Se concentró, agitó la Bola Mágica y susurró.

—¿Está enamorado el señor Todd?

Respuesta confusa, inténtalo otra vez
.

Judy cerró los ojos. Contuvo el aliento. Dijo algunas palabras mágicas.

—Ini Miny Tily Biny. ¿Está enamorado el señor Todd? —agitó la Bola Mágica dos veces y luego abrió los ojos.

Ahí estaba la respuesta. Un pequeño triángulo flotante en un líquido azul.
Sí, por supuesto
.

Operación Amor Verdadero

Judy se tumbó en la litera de arriba y se quedó mirando las estrellas fosforescentes del techo. Todo encajaba: el anillo rojo, las gafas nuevas, el canturreo, las galletas en forma de corazón… Estaba clarísimo. No tenía más que fijarse y emplear el cerebro, atar cabos. ¡El señor Todd estaba enamorado!

Al fin ella, Madame M, podía adivinar algo real y verdaderamente importante. Algo que sólo ella, Judy Moody, sabía. Judy trazó un nuevo plan, un plan perfecto de adivinación del futuro a prueba de engaños y fracasos. Bastaba con conseguir que el señor Todd se pusiera el anillo. Tenía que comprobar si se ponía rojo,
romántico
,
enamorado
.

Sólo había un problema: no le dejaba llevar el anillo del humoral colegio.

* * *

El viernes por la mañana Judy agarró el anillo, pero no se lo puso, ni se lo enseñó a nadie. Lo llevó escondido en la caja de los dientes de leche y metido en el bolsillo secreto de la mochila, hasta que acabara la clase.

Había llegado el momento del Plan Anillo del Humor. Operación Amor Verdadero.

Ella la doctora Judy Moody, estaba segura y convencida de que la Bola Mágica 8 no engañaba. Pero tenía que estar supersegura.

—Señor Todd —dijo Judy, sacando el anillo del humor de la caja secreta—. Ya sé que no debo traer al colegio el anillo del humor, pero tengo una CMI. Una Cuestión Muy Importante.

—Voy a ponerme de mal humor si vuelvo a ver ese anillo en clase.

—Lo llevo todo el día guardado. Lo prometo. Sólo quería preguntarle cómo funciona el anillo del humor. Por curiosidad científica y todo eso.

—Los anillos del humor son interesantes. Cuando yo era pequeño eran muy populares.

—¡Imposible! —exclamó Judy.

—¡Posible! —se rió el señor Todd—. Déjame ver otra vez ese anillo —y lo agarró.

Judy intentó mandarle un mensaje PSE.
Ponte el anillo
.
Ponte el anillo
.

—Los anillos del humor tienen su propia ciencia.

Ponte el anillo
.

—¿Sabéis que los cuerpos despiden energía en forma de calor?

Ponte el anillo
.

El señor Todd se puso el anillo en el dedo índice.

—Los cristales líquidos cambian de color igual que nuestros cuerpos cambian de temperatura. ¿Lo veis? El color rojo es por el calor.

¡Funcionaba! ¡Rojo! El anillo estaba
romántico
,
enamorado
. Rojo rojísimo.

—Hace calor aquí, ¿verdad? —dijo el señor Todd.

—Estamos al rojo vivo —contestó Judy—. Como para derretir la Antártida.

—Me temo que la Antártida va a seguir donde está —y le devolvió el anillo—. ¿Contesta esto tu Cuestión Muy Importante?

—¡Sí, sí, sí! ¡Gracias, señor Todd!

Judy salió disparada por la puerta. Madame M estaba otra vez en marcha.

A partir de ahora iba a adivinar el futuro como nunca. Judy besó el anillo del humor.

Se lo puso en el dedo nada más montar en el autobús. El anillo estaba ámbar. Ámbar significaba
nervioso
,
tenso
. Sabía lo que le ponía nerviosa: que había hecho la mejor adivinación de toda su vida. Antes de que pudiera decírselo a nadie, tenía que averiguar de quién estaba enamorado el señor Todd. No iba a ser fácil.

* * *

Judy volvió a la biblioteca el sábado por la mañana. Buscó a Lynn, la bibliotecario de los pendientes del tenedor y el pastel. Ese día llevaba unos pendientes que eran unos monopatines.

—¡Te has cambiado de pendientes! —dijo Judy.

—Suelo hacerlo. ¿Qué quieres?

—¿Dónde hay libros que digan si una persona está enamorada?

—Verás, esas cosas no vienen en los libros. Normalmente una persona lo sabe…

—Para que lo sepas, no se trata de mí —dijo Judy, poniéndose colorada como un tomate—. Quiero saber si está enamorada otra persona.

—Ah, ya entiendo.

—Hay miles de libros. Aquí debe de haber algo relacionado con el tema del amor. A todo el mundo le gusta el amor.

—Déjame ver un poco —dijo Lynn—. Tenemos libros del día de San Valentín, y también historias de amor.

—¿Y sobre hechizos? ¿Y conjuros secretos?

—Vamos a ver…

Llevó a Judy a la sección de amor y sacó un libro púrpura y plateado perdido en una estantería. Las letras decían
Descubre tu verdadero amor
. Judy lo abrió y lo hojeó. El capítulo cinco se titulaba «¡Lo que necesitas es un tazón de melaza!».

—¡Melaza! ¡Qué fácil! ¡Me lo llevo! ¡Gracias!

Judy empezó a leer el libro mientras esperaba en la fila a que lo registraran para marcharse, y siguió haciéndolo de camino a casa.

«Antiguamente, mirar en un tazón de melaza revelaba la identidad de un verdadero amor».

Judy fue derecha a la cocina y vertió un frasco de melaza espesa y pegajosa en un tazón. Añadió unas palabras mágicas.

—Iny miny tily biny. ¿De quién está enamorado el señor Todd? —se quedó mirando la melaza.

Lo que vio se parecía a… un pollo.

¡Imposible! El señor Todd no estaba enamorado de un pollo.

«En Egipto miraban en los tinteros en vez de en la melaza».

Judy agarró un tintero del escritorio del salón. Vació la tinta en una fuente, pero lo único que vio fue el lío que había armado y un manchón de tinta en la camiseta, que parecía la Antártida. Nadie estaba enamorado de la Antártida.

«Pon un plato en una mesa y echa dentro veintiún imperdibles».

Ese se lo saltó. No tenía imperdibles ni nada por el estilo.

«Pon un trozo de pastel de bodas debajo de la almohada y sueña con la persona con la que vas a casarte».

¡Pastel de bodas! ¿Dónde demonios iba a encontrar un pastel de bodas?

«Vas a necesitar un reloj y un cepillo del pelo».

¿Un cepillo del pelo? A Judy nunca le habían gustado los cepillos del pelo. ¿Qué tenía eso que ver con el amor verdadero?

¡Este asunto del amor era complicado de verdad!

«Recorta veintisiete cuadraditos de papel, cada uno con una letra del alfabeto. Coloca las letras boca abajo en un cuenco con un poco de agua. Las letras que se den la vuelta formarán el nombre de la persona amada».

Cuenco de agua, letras… Lo rodeó con un círculo. ¡Podría convencer al señor Todd para que lo hiciera!

«Aprieta una semilla de manzana contra la frente y recita las letras del alfabeto. Cuando la semilla se caiga, ésa será la letra del nombre de la persona amada».

Semilla de manzana. ¡También podía hacer éste! Le dibujó unas estrellas al lado.

«Enciende una vela. Si la cera se derrite hacia la izquierda está enamorada una mujer; si se derrite hacia la derecha, está enamorado un hombre».

¡QUÉ CURIOSO!

Judy se escribió una nota a sí misma:

Cuenco de agua + Semilla de manzana

+ Vela = Amor verdadero

Adivinación de no ficción

Judy fue la primera en llegar a clase el lunes por la mañana.

—¿Quieres repartir las ceras, Judy? —preguntó el señor Todd.

—¿Para qué?

—Hoy vamos a escribirlo todo con ceras.

—¿Para qué? —volvió a preguntar.

—¡Para divertimos!

—Son mejores los rotuladores gordos.

El señor Todd frunció el ceño.

—Era un decir…

—¿No te gusta el olor de las ceras?

Judy las repartió enseguida. Luego preguntó al señor Todd si podía hacer un experimento científico en su mesa. Puso un cuenco con agua y veintisiete letras de papel junto a su lápiz.

Se le hizo largo esperar a ver qué letras se daban la vuelta. ¡Muy pronto ella, Madame M, sabría el nombre del amor secreto del señor Todd! Ya no sería Madame Metepatas. Ni Farsante. En clase de Ciencias Judy vio darse la vuelta las letras en el cuenco de agua. El señor Todd habló de las nubes en forma de cúmulos. Judy dibujó unas nubes con una cera Azul Ventisca. Dibujó unas nubes con forma de corazones y ceras.

Al terminar la clase, se fue derecha a la mesa del señor Todd. ¡Se habían dado la vuelta muchas letras! Pero la tinta del rotulador se había corrido y emborronado en el agua. ¡No se podía leer ni una letra!

—¿Te ha salido el experimento? —preguntó el señor Todd.

—No. Ha sido un fracaso total.

—Vuelve a intentarlo. Las ciencias de verdad llevan su tiempo.

«Sí», pensó Judy. Pero esta vez emplearía una semilla de manzana.

* * *

Judy se comió la manzana en el recreo y cuando vio al señor Todd hablando en el patio con Rocky y Frank, se acercó a él.

—Señor Todd. ¿Me ayuda con otro experimento?

—Todo sea por la ciencia.

—Póngase esta semilla de manzana en la frente. Luego diga en voz alta el abecedario.

—¡Qué gracioso! —exclamó Frank.

—¿Va a hacerlo? —preguntó Rocky.

—No me suena muy científico esto —el señor Todd se puso la semilla de manzana en la frente mientras decía—: A, B, C, D, E, F…

Todos los chicos se rieron.

—¿Es una broma? —preguntó el señor Todd.

—¡No se pare! —exclamó Judy—. ¡O se estropea el experimento!

El señor Todd siguió hasta que se le cayó la semilla de manzana al llegar a la T.

La letra T, pensó Judy. Igual que Todd.

—¿Qué hago ahora?

—Ya veremos —dijo Judy—. La ciencia de verdad lleva su tiempo.

—Me alegro de poder ayudarte. Ahora mejor volvemos adentro. No os olvidéis de que hoy es el gran día. Nuestra invitada especial va a venir a clase.

—¿La Dama de las Ceras? —preguntó Frank—. ¿Hoy?

—¿Cómo olvidarse? —dijo Judy—. El señor Todd lleva toda la semana con las ceras en el cerebro.

¿A quién le importaban las ceras? Las ceras eran para la escuela infantil. Ella tenía cosas de mayores en que pensar. Cosas importantes. Como el amor.

* * *

En clase limpiaron la pizarra y recogieron los papeles debajo de los asientos. Dieron de comer al pez, vaciaron la papelera y borraron las marcas de lápiz en los pupitres. El señor Todd quería que el aula estuviera superespecial, superreluciente.

—Nunca lo habíamos limpiado así por nadie —afirmó Frank.

—Y que lo digas —dijo Judy—. ¿Quién va a mirar en la papelera?

—¿Es ésa? —preguntó Frank, señalando a la mujer que estaba llamando a la puerta.

En cuanto entró, todos escucharon con mucho interés.

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