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Authors: Matthew Reilly

Tags: #Intriga, #Aventuras, #Policíaco

La lista de los doce (41 page)

BOOK: La lista de los doce
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Tan pronto como eso ocurrió, Madre pisó el acelerador y giró en círculo antes de desaparecer en el túnel de subida que permitía el acceso de vehículos desde el hangar a la cubierta de vuelo.

El todoterreno siguió ascendiendo en círculo.

Conforme ascendía, con sus ruedas chirriando, se oyó un golpe sordo procedente de las entrañas del portaaviones.

La carga de paladio había llegado a su objetivo.

Schofield activó su cronómetro: 00.01… 00.02…

El Cuervo Negro, que sobrevolaba en esos momentos el Richelieu, seguía inmerso en el combate aéreo con los cuatro cazas franceses Rafale.

Viró bruscamente y acabó con uno de los Rafale con el último misil que le quedaba.

A continuación Rufus oyó un estridente bip en su consola.

—¡Han accedido a la frecuencia de nuestras contramedidas! —gritó—. ¡Hemos perdido la protección contra los misiles!

En ese momento, otro de los Rafale se les pegó a la cola y los dos aviones sobrevolaron el océano juntos; el Rafale siguiendo al Sukhoi y disparándole ráfagas de balas trazadoras.

Mientras el Cuervo avanzaba hacia delante, Knight se volvió en la silla giratoria y abrió fuego contra el avión, impactando en la cabina del caza francés con una devastadora ráfaga de disparos, haciendo añicos la cubierta de la cabina, reduciendo a jirones al piloto y provocando que el avión se precipitara al agua con un tremendo estruendo.

—¡Jefe! —dijo Rufus de repente—. ¡Necesito armas aquí delante! ¡Ahora!

Knight se volvió. Lo que no había visto es que ese Rafale había llevado su avión hacia… ¡Los otros dos cazas franceses!

Los dos Rafale lanzaron un misil cada uno y gemelas columnas de humo atravesaron el aire en dirección al morro del Cuervo Negro…

… Pero Rufus viró el avión y este voló de costado mientras activaba sus contramedidas secundarias: un sistema conocido como «Plasma Stealth» que envolvía el avión en una nuble de partículas de gas ionizadas.

Los dos misiles se volvieron locos y se separaron en forma de «V» para evitar la nube de iones que rodeaba al Sukhoi, y el Cuervo los bisecó a vertiginosa velocidad, dejando que un misil amerizara frenéticamente en el océano y al otro girando en el cielo.

Pero el Cuervo seguía en trayectoria de colisión con respecto a los dos Rafale.

Knight giró sobre su asiento, hacia delante, y abrió fuego, destruyendo el ala izquierda de un Rafale un instante antes de que el Cuervo sobrepasara a los dos cazas franceses restantes con un estruendo ensordecedor.

Ya solo quedaba un Rafale, pero no por mucho tiempo.

Un instante después de que el avión de Knight lo sobrepasara, el último Rafale francés fue alcanzado por su propio misil, el que había estado dando vueltas en el aire tras intentar evitar el mecanismo del Sukhoi.

Knight y Rufus se volvieron para ver la explosión final pero, cuando lo hicieron, se produjo otro ruido procedente del océano, un estruendo inquietante, desde el portaaviones.

—Más rápido, Madre, más rápido —dijo Schofield mientras miraba su cronómetro.

00.09…

00.10…

El todoterreno seguía subiendo por la rampa circular, levantando chispas al rozarse contra las estrechas paredes de acero del túnel.

De repente, el portaaviones se inclinó treinta grados a babor.

—¡Sigue! —gritó Schofield.

La primera fase de la detonación de la carga de paladio había destruido los recombinadores de hidrógeno del Richelieu: ese había sido el estruendo.

Lo que significaba que en esos momentos el hidrógeno estaba recorriendo las torres de refrigeración del portaaviones de manera descontrolada y a gran velocidad. En exactamente treinta segundos la carga de paladio se detonaría, prendiendo el hidrógeno y desatando el Armagedón en el portaaviones.

00.11

00.12

El todoterreno salió de la rampa de subida a la luz del día para a continuación detenerse.

La pista era un auténtico caos. Aviones humeantes, baterías antiaéreas carbonizadas, soldados muertos. Uno de los cazas Rafale (con el morro hacia abajo por culpa de sus ruedas delanteras reventadas) bloqueaba la pista de despegue número dos del Richelieu. El caza debía de haber estado a punto de despegar cuando el Cuervo Negro lo había alcanzado con uno de sus misiles.

Schofield lo vio al momento.

—¡Madre, dirígete hacia ese caza!

—¡Esa cosa no va a volar, Espantapájaros! ¡Ni siquiera para ti! —gritó Madre.

00.15

00.16

Entre todo aquel caos, el todoterreno se detuvo al lado del caza destruido. Madre tenía razón. Con el morro hundido y las ruedas delanteras rotas, no iba a ir a ninguna parte.

00.17

00.18

—No quiero el avión —dijo Schofield—. Quiero esto.

Saltó del todoterreno, se agachó y agarró el gancho de la catapulta que yacía en la pista, justo delante de lo que quedaba del avión. El gancho, pequeño y de forma trapezoidal, había estado acoplado a las ruedas delanteras del avión. Por lo general se unía al cable de acero del mecanismo de lanzadera que recorría el largo de la pista para que el avión alcanzara la velocidad de despegue en un espacio de noventa metros.

Schofield, sin embargo, colocó el gancho bajo el eje delantero del todoterreno y el otro extremo a la catapulta de la cubierta.

00.19

00.20

—Oh, no puedes estar hablando en serio… —exclamó Madre mientras miraba la pista de despegue vacía situada delante del vehículo, una pista que terminaba en el horizonte de la proa del barco. Los raíles de la catapulta se extendían a lo largo de la cubierta de vuelo como vías de ferrocarriles en dirección a un precipicio.

00.21

00.22

Schofield subió al todoterreno junto a Madre.

—¡Ponlo en punto muerto y abróchate el cinturón de seguridad! —gritó.

00.23

00.24

Madre se puso el cinturón de seguridad y Schofield hizo lo mismo.

00.25

A continuación sacó el MP-7 y apuntó a los controles de la catapulta, que habían sido abandonados durante el ataque del Cuervo Negro…

00.26

… Y disparó.

00.27

¡Pum!

La bala impactó en la palanca de lanzamiento y activó la catapulta.

Y el todoterreno salió disparado a una velocidad que ningún vehículo antes había alcanzado.

5.17

Noventa metros en 2,2 segundos.

La velocidad que alcanzó el todoterreno empujó a Schofield y Madre contra sus asientos. Sintieron la presión de los globos oculares en las cuencas.

El vehículo recorrió la pista a una velocidad increíble.

La cubierta se tornó en una masa borrosa.

Los neumáticos delanteros se elevaron tras cincuenta metros.

Pero el todoterreno siguió avanzando, cual bola de cañón, propulsado por la tremenda fuerza de la catapulta.

La verdad sea dicha, no estaba moviéndose a la misma velocidad que un caza en su despegue, puesto que los cazas también cuentan con sus propios propulsores.

Pero Schofield no quería volar. Solo quería salir de aquel portaaviones antes de que…

Estallara.

El todoterreno alcanzó el extremo de la pista y salió disparado por los aires… morro arriba, las ruedas girando… justo cuando el portaaviones se hizo pedazos espontáneamente.

No hubo llamaradas de fuego. Ni nubes de humo. Solo un estruendoso ruido cuando el casco de acero del portaaviones se expandió hacia fuera de repente, empujado por la presión del hidrógeno inflamado, y reventó como el Increíble Hulk revienta su ropa.

Una lluvia de miles de millones de roblones voló por los aires. Fueron arrojados a kilómetros de allí y cayeron al agua durante minutos. El helicóptero que había despegado desde la parte trasera del portaaviones quedó hecho trizas en mitad del vuelo por la repentina ráfaga de roblones.

Partes sueltas del portaaviones (placas enteras de acero incluidas) salieron volando por los aires e impactaron en los destructores que lo rodeaban, abollando sus costados, rompiendo las ventanas de sus puentes de mando.

La parte más dañada del Richelieu fue la popa, alrededor del epicentro de la explosión se encontraban los conductos de refrigeración.

Las paredes exteriores se separaron de sus junturas, abriendo enormes boquetes a ambos lados del portaaviones, boquetes en los que el océano Atlántico penetró sin piedad.

Y el Richelieu, el mayor y más largo portaaviones jamás construido por Francia, comenzó a hundirse de manera poco ceremoniosa en el océano.

El todoterreno de Schofield y Madre, sin embargo, salió disparado de la proa del portaaviones.

Mientras volaba por los aires, delante del barco, Schofield y Madre se quitaron los cinturones de seguridad y saltaron del vehículo.

La caída desde la cubierta de vuelo hasta el nivel del agua era de unos veinticinco metros.

El todoterreno impactó en el agua primero. Se produjo una explosión de espuma.

Schofield y Madre fueron los siguientes. Sendos e idénticos chapaleos.

Dolió, pero inclinaron sus cuerpos para caer al agua con las botas primero y se sumergieron un instante antes de que el portaaviones estallara y la lluvia de roblones golpeara la superficie del agua cual tormenta de mortífera metralla.

El portaaviones se hundía con rapidez, la parte posterior primero. Era una imagen realmente increíble.

Y entonces, mientras su desventurada tripulación corría a los botes salvavidas o saltaba al océano, el buque de guerra se puso en vertical, con el morro apuntando hacia arriba y la sección de popa completamente sumergida.

El resto del grupo de apoyo del portaaviones se quedó petrificado.

Algo así era impensable, salvo en las guerras a gran escala. Ningún país había perdido un portaaviones desde la segunda guerra mundial.

Razón por la que probablemente fueran tan lentos en reaccionar cuando, un minuto después de la explosión, el Cuervo Negro se colocó a tres metros por encima de las olas del Atlántico y recogió a dos diminutas figuras del agua gracias al arnés dispuesto en el compartimento de las bombas.

Una vez las dos figuras estuvieron a salvo en su interior, el aerodinámico Sukhoi ganó altura y se alejó a gran velocidad de los restos del grupo de apoyo del Richelieu.

5.18

Aloysius Knight entró en la celda de detención provisional del Cuervo Negro y vio a Schofield y a Madre desplomados en el suelo como ratas ahogadas.

Schofield miró a Knight cuando este entró.

—Ponga rumbo al canal de la Mancha, cerca de Cherburgo. Ahí es donde se encuentra el primer buque Kormoran. Tenemos que encontrarlo antes de que lance sus misiles en Europa.

Knight asintió.

—Ya le he dicho a Rufus que nos lleve allí.

Schofield paró de hablar.

Knight parecía más sombrío que de costumbre, casi… casi afectado. ¿Qué estaba ocurriendo?

Schofield miró a su alrededor y entonces cayó en la cuenta.

—¿Dónde está Gant? —preguntó.

Fue entonces cuando, tras los cristales color ámbar de sus gafas de sol, los ojos de Knight vacilaron, solo levemente. Schofield lo vio y sintió algo en su interior que nunca antes había sentido: terror. Un terror total y absoluto.

Aloysius Knight tragó saliva.

—Capitán —comenzó—, tenemos que hablar.

Sexto ataque

Canal de la Mancha —EE. UU
.

26 de octubre, 17.00 horas (Canal de la Mancha
)

11.00 horas (Tiempo del Este, Nueva York, EE. UU
).

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