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Authors: Agatha Christie

Tags: #Intriga, #Policiaco

La muerte visita al dentista

BOOK: La muerte visita al dentista
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Poco después de la visita de Hércules Poirot al dentista, el profesional es encontrado muerto. Todo indica que se trata de un suicidio.

El investigador jefe de Scotland Yard Japp, invita a su amigo Poirot a que participe en esta investigación, que es concluida rápidamente con la muerte de otro paciente que estuvo en el consultorio el mismo día. La opinión del tribunal es que el dentista se suicidó después de haber matado al paciente, al haberle inyectado, por equivocación, una dosis excesiva de anestésico.

Sin embargo, Poirot no queda satisfecho. Hay otros hechos inexplicables mezclados en esta historia que él necesita entender. Otros pacientes del doctor, que estuvieron en el consultorio ese mismo día, podrían estar envueltos: un gran financiero, la señora que usaba un extraño par de zapatos y que más tarde desapareció, un joven revolucionario con cara de asesino (enamorado de la sobrina del financiero), el novio de la secretaria del dentista...

Poirot coloca sus células grises a funcionar y termina desentrañando la trama. El lector, al contrario, puede tener dificultades en descubrir al asesino, pues la Reina del Crimen esta vez, no brinda todas las informaciones necesarias hasta que Poirot no comienza a revelar los hechos. El título original de la novela está basado una vez más en una canción infantil inglesa, que se utiliza para acompañar al juego de la rayuela. Los versos de la canción dan nombre a cada uno de los capítulos.

Agatha Christie

La muerte visita al dentista

ePUB v1.0

Ormi
30.10.11

Título original:
One, Two, Bucle My Shoe

Traducción: C. Peraire del Molino

Agatha Christie, 1941

Edición 1983 - Editorial Molino - 240 páginas

ISBN: 84-272-0079-X

Nota

La autora, con la originalidad que es en ella característica, desarrolla la trama de esta novela en diez capítulos, adjudicando a cada uno de ellos una estrofa de una popu¬lar composición inglesa que copiamos a continuación:

One, two, buckle my shoe;

Three, four, shut the door;

Five, six, pick up sticks;

Seven, eight, lay them straight;

Nine, ten, a good fat hen

Eleven, twelve, men must delve;

Thirteen, fourteen, Maids are courting;

Fifteen, sixteen, Maids in the kitchen

Seventeen eighteen, maids in waiting

Nineteen, twenty, my plate's empty

Su traducción literal puede ser la siguiente:

Uno, dos, abróchame el zapato;

tres, cuatro, cierra la puerta;

cinco, seis, coge los palos;

siete, ocho, ponlos en orden;

nueve, diez, una gallina gorda;

once, doce, los hombres deben indagar;

trece, catorce, las doncellas pelan la pava;

quince, dieciséis, las muchachas en la cocina;

diecisiete, dieciocho, las criadas observan;

diecinueve, veinte, mi plato está vacío.

Y su equivalencia en el acervo popular español puede ser la que transcribimos, sin que estemos seguros de su exactitud, por lo que rogamos al lector nos excuse si él conoce una versión más correcta:

Uno, dos, el gato en pos;

tres, cuatro, en pos del gato;

cinco, seis, ya lo sabréis;

siete, ocho, me gusta el bizcocho;

nueve, diez, y también la nuez;

once, doce, no me conoces;

trece, catorce, dejad que almuerce;

quince, dieciséis, ya lo encontraréis;

diecisiete y dieciocho, topa, carnero y mocha;

diecinueve y veinte, me lo comí totalmente.

Guía del Lector

En un orden alfabético convencional relacionamos a continuación los principales personajes que intervienen en esta obra:

ADAMS
, Alice: Amiga de mistress Sainsbury Seale.

AMBERIOTIS
: Griego, espía internacional, chantajista, etc.

BARNES
, Reginald: Funcionario retirado del Ministerio de la Gobernación.

BEDDOES
: Sargento policía.

BIGG
, Alfred: Botones del dentista Morley.

BLUNT
, Alistair: Uno de los financieros más ricos y poderosos del país.

CÁRTER
, Francis: Novio de Gladys.

CHAPMAN
, Albert: Afiliado al Servicio Secreto.

CHAPMAN
, Sylvia: Esposa del anterior.

FLETCHER
, Agnes: Doncella de miss Morley.

HARRISON
: Dueña del hotel Glengowrie Court.

JAPP
: Inspector de Policía.

GEORGE
: Criado de Poirot.

MERTON
: Amiga de mistress Chapman.

MONTRESOR
, Helen: Lejana y pobre parienta del acaudalado Alistair Blunt.

MORLEY
, Henry: Acreditado dentista londinense.

MORLEY
, Georgina: Hermana del anterior.

NEVILL
, Gladys: Secretaria y ayudanta de Morley.

OLIVERA
, Jane: Sobrina de Alistair Blunt.

OLIVERA
, Julia: Madre de la anterior.

POIROT
, Hércules: Famoso detective, protagonista de esta novela.

RAIKES
, Howard: Novio de Jane Olivera.

REILLY
: Dentista asociado a Morley.

SAINSBURY
Seale, Mabelle: Cuarentona, ex actriz, profesora de declamación, etcétera.

SELBY
: Secretario de míster Blunt.

Capítulo I
-
One, two, buckle my shoe
[1]
1

Mister Morley no estaba de muy buen humor aquella mañana.

Se quejó de la calidad del jamón y del café, diciendo que tenía aspecto de barro líquido, y que las frutas eran peores en cada desayuno.

Mister Morley era un hombrecillo menudo, de mandíbula enérgica y barbilla retadora. Su hermana, que administraba la casa, era una mujer alta, bastante parecida a un granadero. Mirando pensativa a su hermano, le preguntó si había vuelto a encontrar el baño frío.

Mister Morley, de mala gana, dijo que no.

—El Gobierno parece que pasa de su estado de incompetencia a otro de positiva imbecili-dad—comentó leyendo el periódico.

Miss Morley dijo con su voz profunda y grave:

—¡Es vergonzoso!

Como mujer siempre había reconocido el poder del Gobierno, y quiso que su hermano le explicara exactamente por qué la actual política era inconcluyente, idiota, imbécil y francamente suicida.

Cuando mister Morley hubo explicado aquellos puntos, tomóse otra taza del café injuriado, arrepintiéndose de su anterior injusticia.

—¡Estas muchachas —dijo—son todas iguales! ¡Informales, egoístas; quieren ser indepen-dientes!

Miss Morley le miró inquisitivamente.

—¿Te refieres a Gladys?

—Acabo de recibir este aviso. Su tía ha sufrido un ataque y ha tenido que ir a Somerset.

Miss Morley dijo:

—Es muy lamentable, querido; pero, después de todo, ella no tiene la culpa.

Mister Morley movió la cabeza tristemente.

—¿Y cómo sé yo que su tía ha sufrido un ataque? ¿Quién me dice a mí que no ha sido todo tramado por ella y ese jovenzuelo indeseable que la acompaña? ¡Ese muchacho es de lo peor que he visto! Entre los dos deben de haber planeado esta escapatoria.

—¡Oh, no, querido! No creo que Gladys hiciera una cosa así. Siempre has dicho que es muy escrupulosa.

—Sí, es cierto.

—Y muy inteligente y diestra en su trabajo.

—Sí, sí, Georgina; pero eso era antes que apareciera ese indeseable. Está muy cambiada..., por completo... Abstraída, trastornada, nerviosa.

La mujer exhaló un profundo suspiro.

—Al fin y al cabo, Henry, llega un momento en que todas las muchachas se enamoran. Es inevitable... y necesario a la vez.

Mister Morley alzó la voz.

—Pero no debería dejar que afectase su eficiencia de secretaria. Y precisamente hoy que es-toy tan ocupado. Tengo varios pacientes muy importantes. ¡Es demasiada molestia!

—Seguramente debe de ser un fastidio, Henry. A propósito, ¿cómo se desenvuelve el nuevo botones?

Henry Morley repuso de mal humor:

—Es de los peores que he tenido. Es incapaz de recordar un solo nombre, por sencillo que sea, y tiene unos modales de lo más groseros. Si no mejora, tendré que echarle y probar otro. No comprendo los resultados de la educación de hoy en día. Salen una colección de inútiles que no comprenden nada de lo que les dices, y ni siquiera lo recuerdan.

Miró su reloj.

—Debo marcharme. Tengo toda la mañana ocupada, y he de sacar tiempo para atender a esa miss Sainsbury Seale. Le sugerí que viera a Reilly, pero no quiso ni oírme.

—Claro que no—dijo Georgina fielmente.

—Reilly es muy competente, mucho. Diplomas de primera clase y muy al día en su trabajo.

—Le tiembla el pulso—dijo miss Morley—. Yo creo que bebe.

Su hermano echóse a reír, recobrando su buen humor.

—A la una y media vendré a tomar un bocadillo, como siempre.

2

En el hotel Savoy, mister Amberiotis, con el entrecejo fruncido, escarbaba sus dientes con un palillo.

Todo iba bien.

La suerte le acompañaba, como de costumbre. Y pensar que un puñado de palabras amables dedicadas a aquella mujer estúpida fueran tan espléndidamente recompensadas. ¡Oh, bien!...
Arroja tu pan sobre las aguas...
Siempre fue un hombre bondadoso. ¡Y generoso! En el futuro podría serlo aún más. Se imaginó haciendo buenas obras El pobre Dimitri... y el buen Constantopopolus luchando para sacar adelante su restaurante... ¡Qué agradables sorpresas iba a darles!

El mondadientes de mister Amberiotis seguía escarbando sus encías descuidadamente hasta que se hizo daño. Las visiones rosadas se desvanecieron para dar paso a las preocupaciones del inmediato presente. Acarició la parte dolorida con la lengua. Sacó su librito de anotaciones:

«
A las doce
. Calle de la Reina Carlota, número 58.»

Quiso recobrar su anterior estado de ánimo, sin conseguirlo. El horizonte se limitaba ahora a estas escuetas palabras:

«Calle de la Reina Carlota, 58. A las doce.»

3

En el hotel Glengowrie, al sur de Kensington, acababa de concluir el desayuno. En el vestíbulo, miss Sainsbury Seale charlaba con mistress Bolitho. Eran vecinas de mesa en el comedor e hiciéronse amigas al día siguiente de la llegada de miss Sainsbury, una semana antes.

Miss Sainsbury Seale estaba diciendo:

—¿Sabes, querida? Ya no me duele. ¡Ni una punzada! Me parece que voy a telefonear...

Mistress Bolitho la interrumpió:

—Vamos, no seas tonta. Ve al dentista y acaba de una vez.

Mistress Bolitho era una mujer alta y autoritaria, de voz profunda. Miss Sainsbury Seale tendría unos cuarenta años, y llevaba los cabellos teñidos, formando bucles descuidados. Sus vestidos eran holgados, aunque bastante elegantes; y sus lentes, sujetos solo sobre la nariz, siempre se le caían. Era una gran conversadora.

Le decía con animación:

—Pero es que en realidad no me duele
nada
.

—¡Qué tontería! Me has dicho que apenas dormiste esta noche.

—No, no dormí, es verdad; pero quizá ahora el nervio esté
muerto
.

—Razón de más para ir al dentista—afirmó mistress Bolitho—. Todos queremos librarnos por cobardía. Es mejor que te decidas y
acabes de una vez
.

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