No es sorprendente que la elección del ciclo sotíaco y sus tradiciones hayan confundido y dejado perplejos por varios siglos a los eruditos. ¿Por qué, preguntan? Bueno, porque es un número muy importante, que conduce a la solución. Al estudiar la decodificación, verá cómo desarrollaron un sistema increíblemente inteligente de claves, permitiendo la duplicación del mismo mensaje en sus calendarios, arquitectura, astronomía, etc. La evidencia que hallé es aplastante. Lo que eso demuestra es que los egipcios sólo querían revelar el significado de sus ciclos a los investigadores, quienes comprendían la importancia astronómica de los números 1460 y 1461 del ciclo de Sothis (es decir, de la estrella Sirio).
Los egipcios iniciaron el año la noche del 19-20 de junio. Ese día, la estrella Sirio —en la constelación del Can Mayor— se elevó justo antes que el Sol y siguió su ascenso durante la jornada, desafiando la precesión de los equinoccios. ¿Por qué? Porque Sirio, en términos relativos, se encuentra muy cerca de la Tierra. Goza de considerable «movimiento propio», que le permite desafiar la precesión, mientras que otras estrellas sí se ven afectadas. ¡Allí lo tiene! El ciclo de Sirio es un código de precesión, es decir, otro sorprendente secreto del pasado. Refleja sus enormes conocimientos sobre astronomía. El zodíaco de Dendera muestra claramente las constelaciones astronómicas caracterizadas en el zodíaco. Las inscripciones en la pirámide de Unas documentan el mito de Osiris y toman la historia mitológica un paso más adelante: «… ¡Oh, rey, tú eres el compañero de Orión… y puedes ir al lugar donde se encuentra Orión…» Con esto, se pretendía acompañar al rey muerto a la constelación de Orión, para convertirse en estrella luego de su fallecimiento. En su libro
The Orion Mystery [El misterio de Orión]
, Bauval reconstruyó los cielos y descubrió que la «columna de ventilación» meridional de la Gran Pirámide de Keops, en Giza, apuntaba directamente al cinturón de Orión, mientras que la columna similar —que se encontraba a la salida de la habitación de la reina, abajo—, apuntaba a la estrella Sirio. Un código doble: precesión y Orión. ¿Qué significa esto? Nosotros ya lo sabemos: la precesión de 9792 a.C. es igual a la de 2012 d.C. Más aún, las pirámides son un reflejo opuesto de la constelación de Orión. El significado es muy claro, pues al final de un gran ciclo, el mundo se dará vuelta y el código de Sirio es importante en ello. Con eso en mente, pude hallar una decodificación tras otra, con el número del ciclo de Sirio.
He aquí otro código. Los antiguos egipcios usaban un calendario que tenía sólo 365 días en el año. Parece tonto para astrónomos tan refinados, pero no lo es, porque esta leve inexactitud, una vez más, le permitía a Sirio desafiar aparentemente la precesión. Los mayas también empleaban 365 días. ¿Acaso ellos usaron un legado de una civilización adelantada?, me pregunté. ¿Era algún código para algo determinado? La longitud correcta de un año solar es 365,2422 días, pero los mayas lo estimaron en 365,242. Esto queda a sólo 17,28 segundos del valor real. Intrigado, comencé a estudiar los números y, al cabo de algunas horas, los números de su código saltaron directo a mi cara. ¿Qué había hallado? Que su astronomía mostraba una sofisticación comparable con la nuestra. ¡Sabían que un año solar tiene 365,2422 días! Nuevamente, había aquí una decodificación que iba a asombrar al mundo; y tiene una diferencia de sólo 0,08 segundos respecto del valor real. ¡Una falla del 0,000000003%! En el Apéndice voy a revelar cómo lo decodifiqué. En mi próximo libro, encontrará muchas más decodificaciones con el ciclo de Sirio. Todas demuestran la validez de mi método decodificador.
Mis conclusiones son las siguientes:
Figura 35
. El Capitulo XVIII del Libro de los muertos es el único que no tiene jeroglíficos. Describe el gran cataclismo. Revelaré su decodificación en mi próximo libro.
LA TEORÍA DEL CICLO DE LAS MANCHAS SOLARES
Tanto los mayas como los egipcios eran adoradores del Sol. Toda su cultura estaba basada en este astro; para ello había una razón primordial: el Sol no solo les otorgaba la vida, sino también la muerte. Es exactamente esta dualidad la que les hizo adorar nuestro círculo dorado.
También sabemos y nos damos cuenta de la importancia que tiene el Sol. Por dar tan sólo un simple ejemplo, digamos que un cielo nublado puede arruinar seriamente nuestras vacaciones de verano. Este es un ejemplo relativamente inocente, porque un calor abrasador puede causar catastróficas sequías y destruir los cultivos. Los astrónomos ahora están comenzando a darse cuenta de que los ciclos de las manchas solares podrían ser la raíz de todo esto. Nuestro conocimiento de la correlación entre el ciclo solar de once años y la temperatura promedio en la Tierra, ha aumentado con el paso de los años. Ahora, parece que es cierto que el clima sobre la Tierra está relacionado con la cantidad de manchas solares. Uno de los ejemplos más notables es el periodo que va desde el año 1650 al 1710, cuando virtualmente no hubo manchas solares visibles. Los astrónomos denominan a este periodo el «mínimo incoherente». En ese mismo periodo hizo más frío de lo normal en nuestra región: los meteorólogos también lo llaman la Pequeña Era Glacial.
Las manchas solares son asombrosas. Forman áreas relativamente frías en la superficie y sólo parecen oscuras porque el resto de la superficie solar es más tórrido y brillante que las manchas. Dentro de una de ellas, la temperatura es apenas menor a los 4000 grados, muy cálida por cierto, pero lo suficientemente fría para hacer la mancha aparentemente más oscura, debido al contraste con el entorno.
La disminución de la temperatura está causada por su fuerte campo magnético, el cual aparentemente es 10 000 veces más fuerte que el campo magnético de los polos de la Tierra. Este magnetismo detiene el movimiento ascendente que, en otras partes del Sol, transporta energía a la superficie. Como resultado, una cantidad menor de energía alcanza la superficie donde se encuentra la mancha, y a la mancha que tiene una temperatura inferior.
Una mancha solar es un fenómeno temporario. Las más pequeñas sólo existen unas pocas horas o unos pocos días. Las más grandes pueden durar de semanas a meses. Algunas de ellas, incluso, son tan grandes que son visibles a nuestros ojos. Las manchas solares aparecen y desaparecen según un ritmo determinado. Al comienzo del ciclo, las manchas aparecen en las proximidades de los «polos» del Sol. Durante el ciclo aparecen más cerca del «ecuador». Después de eso, generalmente justo antes del final del ciclo, aparecen más alrededor de los polos. Pero el ciclo no se produce con regularidad, hay altibajos. Entre 1954 y 1965, por ejemplo, se vieron muchas manchas.
Estas se muestran en pares. Ambos componentes tienen un campo magnético opuesto, como si apareciera una gigantesca «herradura imantada» en la superficie solar. Obviamente, no es este el caso, pues hay fuertes corrientes eléctricas en el interior del Sol, que provocan los campos magnéticos.
Se denomina área de actividad al grupo de manchas y su entorno, porque sucede mucho más allá de la aparición de las manchas. Innumerables arcos de gas destruyen la superficie solar. Estos arcos o giros adquieren su forma característica a raíz de sus fuertes campos magnéticos, causados por las corrientes eléctricas, que poseen una fuerza de diez mil millones de amperes. Los giros son signos externos de estos gigantescos torrentes que se mueven por las manchas solares.
La actividad de las manchas solares
La actividad solar es un fenómeno más o menos periódico. Durante siglos de estudio, la gente ha descubierto que el Sol alcanza un mínimo y un máximo en un período de once años, y a este período se lo denomina ciclo solar. Alrededor del año 1840, el astrónomo Wolf logró describir cuantitativamente las manchas solares y sus grupos. El gráfico siguiente muestra la evolución de la actividad de las manchas solares desde 1680. Tenga presente que en el año 1610 Galileo fue la primera persona que utilizó un telescopio para efectuar estudios astronómicos. Él vio que eran manchas y no planetas las que se movían alrededor del Sol, porque al contrario de lo que acontece con Mercurio y Venus, que pasan por el Sol de vez en cuando, no eran constantes sino cambiantes todo el tiempo, tanto en número como en ubicación sobre la superficie solar. Después de este descubrimiento, la gente tuvo datos medianamente confiables sobre la cantidad de manchas solares. El «mínimo incoherente» mencionado desde 1650 hasta 1710, y la fuerte variación a lo largo de los siglos, son asombrosos. La comparación con el cambio en la temperatura promedio de la Tierra, muestra un marcado parecido entre los picos más altos y más bajos.
Figura 36
. Cantidad de manchas solares desde 1680.
El gráfico muestra que la actividad del Sol exhibe variaciones del ciclo de once años. Hay ciclos largos y cortos; el período más largo entre dos picos fue de 17,1 años (1788-1805), y el más corto fue de 7,3 años (1829-1837). También hay ciclos con una intensidad máxima, grande y pequeña. Por ejemplo, en 1952 y 1989, el Sol mostró una pesada actividad con violentas erupciones. Por otra parte, en 1962 no pudo verse casi nada sobre el Sol; estuvo muy quieto. La mayor sorpresa para los expertos solares se produjo en 1996. Según la teoría, este debió ser un período de calma entre dos ciclos, pero la naturaleza decidió lo contrario. En la primavera de ese año, el satélite conocido como
Anik E-1
se tornó inutilizable, y la razón fue los daños provocados por la tormenta. Enormes llamas solares lanzaron al espacio millones de toneladas de partículas que se estrellaron contra la atmósfera terrestre, la cual las devolvió parcialmente al espacio. Como se trataba de una masa increíblemente grande, billones de partículas lograron abrirse camino, y así, el resultado final para este satélite sumamente costoso fue lamentable. Ningún astrónomo esperaba que se produjese esto, pues pensaron que el Sol sólo evidenciaba este tipo de comportamiento en el punto máximo de su ciclo. Obviamente, no era el caso; el Sol también podía padecer vicios durante los periodos de calma. Este es un punto muy importante. Si aplicamos el ciclo de once años, el mismo debería estar declinando abruptamente a fines del año 2012. Los expertos dicen que de ninguna manera podría producirse una supertormenta capaz de revertir el campo magnético de la Tierra.