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Authors: Patrick Geryl

Tags: #Ensayo, #Ciencia

La profecía de Orión (27 page)

BOOK: La profecía de Orión
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__ Parte IV __
La catástrofe
17

UN DESCOMUNAL DESASTRE TECNOLÓGICO

Martes. 26 de diciembre de 1996
. Había celebrado la Nochebuena en la casa de mi hermano, junto con su novia y mi madre. Durante una caminata que realizamos bajo un clima helado (él sacó a pasear a su perro, el cual apenas podía seguirnos a causa del frío), hablamos sobre el desastre por venir. Mi hermano es ingeniero civil en electrónica y, tal vez, podría asesorarme sobre algunas de las preguntas que yo me formulaba. Le dije: «Si el campo magnético del Sol se revirtiera, esto produciría una corriente de partículas electromagnéticas que serían arrojadas a la Tierra, causando un cortocircuito en la dínamo del interior de la Tierra. El campo magnético de esta también se revertiría con catastróficas consecuencias, como terremotos, erupciones volcánicas y deslizamientos de tierra».

Mi hermano permaneció en silencio por unos instantes. «Eso es mucho peor de lo que pensé», me dijo. «El campo geomagnético de la Tierra es sumamente poderoso; si se revierte, generará campos magnéticos con alcance mundial, ¡sería un descomunal desastre tecnológico!».

Lo miré sorprendido, mientras las últimas nebulosas de su respuesta desaparecían en el aire congelado. «¿A qué te refieres con eso?», le pregunté.

«Cuando el campo electromagnético se revierte, genera potenciales diferencias. Estas son tan grandes que la electrónica sensible actual se “quemaría” en un instante».

Lo miré, me quedé paralizado y me alarmé: «¿Quieres decir, literalmente, que todos los aparatos serán destruidos?».

«Me temo que sí, porque debido al corrimiento de los polos se generarán fuertes campos magnéticos prácticamente en todas partes, creando corrientes inducidas. Según sea el tamaño del campo magnético, este puede destruir todos los aparatos electrónicos y los motores eléctricos pueden quemarse, etc.».

Me hizo sentir mal, pues no había tenido esto en cuenta. «¿Qué es exactamente lo que dejará de funcionar?», le pregunté.

«Prácticamente todo: las calculadoras de bolsillo, los relojes, las cajas de música, radios, computadoras, televisores, el encendido electrónico de los autos, los controles electrónicos de trenes, barcos y aviones. Espera, ¿qué más? ¡Ah!, todos los aparatos de comunicación de los satélites, en las torres de radio y televisión, estaciones de radio, etc.».

«Rayos», pensé, «¡este es un increíble desastre descomunal!» Pero vislumbré una salida posible y le pregunté: «¿Esto puede repararse rápidamente?».

Mi hermano lanzó una desdeñosa carcajada. «¿Sabes de lo que estás hablando? La reversión del campo magnético es un hecho tan importante, que todas las partes electrónicas serán destruidas definitivamente y no será posible repararlas».

«¿Y si los aparatos no están conectados?».

«¡Aun así! Los campos internos de inducción son más que suficientes para quemar todo. Repito, ¡todo!».

Si me hubieran visto después de esas palabras… Mis ojos casi saltaron de sus órbitas, así de consternado me sentía. «No puede ser verdad», pensé, «¡no puede ser verdad!». Pero mi hermano seguía firme: «¡Desaparecerá toda la electrónica!».

«¡Qué desastre!», murmuré. «¿Y no hay absolutamente nada que pueda hacerse?».

«Nada, y no estamos hablando sólo de la destrucción del hardware, sino también decimos que se borrarán todos los datos».

No podía creer lo que estaba oyendo. ¡Como si ya no hubiera sido suficiente! Entonces, pregunté con desaliento: «¿Cómo es eso posible?».

«Debido al enorme campo magnético producido por la reversión de los polos, toda la información almacenada en los medios magnéticos desaparecerá: cintas y casetes de computación, de música, los discos rígidos de las computadoras, etc.; en resumen, toda la información posible, sea digital o analógica».

«¡Oh, no!», pensé para mis adentros. Todo el conocimiento actual está almacenado en las computadoras y en el año 2012 lo estará más todavía. La información esencial ya no estará en los libros y la totalidad de ese conocimiento se destruirá de un plumazo. Nuestra fuente de información entera desaparecerá para siempre: yo no había tomado eso en cuenta. Había pensado que íbamos a poder guardar todo en las computadoras, de modo que pudiéramos iniciar una civilización en un período de unos pocos cientos de años. Continué nuestra conversación al cabo de casi un minuto completo de silencio.

«Entonces, ¿no hay ningún lugar donde podamos guardar nuestros conocimientos?».

«Los
CD-ROMS
deberían ser resistentes, pero te repito, todos los aparatos que permiten el acceso a ellos estarán destruidos».

«Y los microfilmes, ¿serían lo suficientemente fuertes?».

«Indudablemente, si guardas en ellos la mayor cantidad de información, existe la posibilidad de que el conocimiento científico sea recuperado pronto. De lo contrario, en verdad puedes olvidarte de ello. Si tienes que empezar desde cero, no puedo imaginarme cómo será eso; un golpe semejante es suficiente para borrar todo».

«Existen historias sobre civilizaciones superdesarrolladas en la Tierra que fueron destruidas por completo por cataclismos semejantes. Ahora que me has contado esto, me doy cuenta de que puede ser verdad».

«No te olvides de que somos completamente dependientes de la electrónica en la actualidad. Todos los conductores eléctricos como el hierro, cobre, aluminio, agua salada, etc., generarán corrientes inducidas, con fatales resultados para todos los equipos y aparatos. Para colmo, la gente también puede electrocutarse. Si, por ejemplo, te encuentras en un barco de acero, las corrientes que se generarán allí pueden volverse tan altas que te electrocutarás».

«¡Oh, no!» pensé. «¡Basta!» Mi plan había sido desafiar la ola gigantesca a bordo de un barco, como lo hicieron los atlantes, pero con todas las corrientes inducidas, esto parecía imposible.

«Entonces, ¿no será posible sobrevivir en un barco?».

«Es probable que no, pues será imposible de controlar y tendrá una carga eléctrica tan grande que no podrás sobrevivir. Además, se habrá detenido el sistema de enfriamiento de las plantas nucleares, por lo tanto, toda la Tierra estará contaminada con radioactividad. No sé si será seguro vivir».

Volví a apremiarlo: «¿No existe ninguna posibilidad de sobrevivir a bordo de un barco?».

«Si pudieras construir una jaula de Faraday alrededor del barco, entonces tal vez podrías sobrevivir, pero te digo, es un gran “si”. Quizás sería posible, si el barco estuviera construido con material sintético y las partes metálicas se hallaran bien aisladas. Esos preparativos deberían mantenerte feliz por un par de años».

Suspiré pesadamente. El viento solar nos va a traer una catástrofe descomunal, el campo magnético de la Tierra se va a sobrecargar y, luego, se quebrará y revertirá. Durante los eventos alucinógenos que le seguirán habrá desaparecido todo cuanto conocemos, a menos que tomemos medidas para salvar de una completa destrucción los conocimientos que tenemos en la actualidad. Sintiéndome miserable miré al Sol, el cual, debido al invierno, estaba bastante bajo en el horizonte. El Sol no sólo hacía posible la vida sobre la Tierra, sino que también la destruía a su debido tiempo. El núcleo interior de la Tierra iba a volcarse de arriba hacia abajo, después de lo cual, sobrevendrían sucesivos hechos fatales. Y nadie podía detener el reloj.

18

TORMENTAS SOLARES

20 de diciembre de 2012
. Todo está normal sobre la Tierra. Los aviones están volando, los barcos zarpan de los puertos, la gente hace sus compras de Navidad; en resumen, el mundo parece hallarse como siempre. Sólo parece. Si observa los rostros de las personas, notará la expresión de una profunda preocupación. Varios libros han señalado que, algún día, la Tierra será golpeada por un enorme cataclismo. Escapar de él sin haber hecho los preparativos necesarios, se volverá algo imposible. Las predicciones del zodíaco de los mayas y los egipcios han sido el único tema de debate durante semanas y meses. ¿Y qué pasaría si resulta que esto es verdad? ¿Cómo podremos sobrevivir? ¿Hacia dónde debemos correr? El temor tenía sus buenos fundamentos en muchas personas, pero no obstante, ellos no tomaron las medidas necesarias. Algunos miles de personas hicieron los preparativos y almacenaron alimentos y suministros de energía. También construyeron una biblioteca con los libros que contienen todos los conocimientos que existen al presente y se almacenó otra copia en los videodiscos digitales que pudieran sobrevivir a la tormenta magnética. Con calma y confianza en sí mismos, hacían los últimos preparativos. Barcos especialmente equipados con suministros por un año, abandonaron los puertos hace algunos días. Estos serían los que van a sobrevivir la inundación. Entonces, un ominoso mensaje llegó al satélite Heliostat, que se encontraba en órbita alrededor del Sol. Yo había registrado los cambios en el campo magnético del Sol. No era un cambio normal, sino algo importante. Sólo al cabo de unos segundos de haber recogido el Heliostat el mensaje, estaba enviando la información a la Tierra a la velocidad de la luz.

Después de que los satélites de la Tierra y los observatorios del espacio recibieron la alarmante noticia, el pánico se desató entre los científicos, pues supieron que el cataclismo iba a producirse. En los países donde no se había tomado ninguna medida, los gobiernos trataron de detener las informaciones, pero en vano. Minutos más tarde, todas las estaciones del mundo las estaban difundiendo. El pánico era increíble: se acercaba rápidamente el final de la sociedad de consumo.

Millones de personas trataban de escapar, corriendo al puerto para intentar subir a los barcos. Los buques —que no estaban construidos para esta eventualidad— fueron asaltados por las turbas desenfrenadas. La gente gritaba, se peleaba, se mataba por llegar a bordo. Grupos armados tomaron un barco crucero que ya estaba lleno de pasajeros; estos fueron devueltos a tierra y el buque zarpó hacia el océano. Veleros, botes de goma, todos cambiaron de dueño en medio de una terrible violencia. Era un caos total y la anarquía corría sin freno alguno. Había grupos arrasando las áreas abandonadas, y las iglesias se colmaron de gente. El penetrante olor del miedo, miedo puro y desnudo, provenía de casi todos los habitantes de la Tierra. El fin estaba por llegar; ya se encontraba más allá del punto de retorno.

Cortocircuito en el Sol

La masa del Sol, con un volumen de 1 300 000 veces el tamaño de la Tierra, tembló; era el preludio de algo más que un tiempo tormentoso en el Sol. De hecho, este debería estar en un ciclo de baja actividad, pero los satélites que lo circunvalaban emitían información para los heliosismólogos: se estaba por producir un acontecimiento que sólo ocurre cada 12 000 años. La antigua civilización de la Atlántida había descubierto los códigos de este cataclismo y, tanto en las pirámides como en un enorme templo subterráneo con más de 3000 habitaciones, habían logrado guardarlos para las futuras civilizaciones, pero el conocimiento se había perdido y la gente pensaba que el zodíaco sólo servía para hacer graciosas predicciones. La última de esas predicciones para las cuales había sido diseñado, fue recibida con aullidos de escarnio por parte de los científicos, hasta que llegó el momento del juicio final. Con asombro, observaron cómo las líneas magnéticas empezaron a cambiar brutalmente, cómo el Sol entró en un gigantesco cortocircuito y entonces, agitaron sus manos, sus corazones latieron con fuerza y un abrumador temor se apoderó de ellos. Miraron los números incrédulamente, pero no había otra salida, pues con la reversión del magnetismo, la capa de convección ardería en llamas. Una dínamo gigante había entrado en funcionamiento, el cual podría causar una continua producción de campos magnéticos. En breve, el Sol experimentaría su mayor actividad desde tiempos inmemoriales.

Entonces, sucedió lo inevitable: se desataron reacciones nucleares internas, se fundió mucho más hidrógeno que lo normal y una gigantesca cantidad de energía encontró su curso hacia la superficie. A doscientos mil kilómetros de esta, de repente la energía se transmitió a la capa de convección, haciendo que súbitamente las capas de gas se calentaran, expandieran y fueran arrojadas en forma ascendente, hacia las capas más frías. Una vez en la superficie del Sol, las bolas de gas burbujeante estallaron, abriéndose y liberando hacia el cielo, una temperatura normal de 6000 grados. Fuentes gigantes de fuego que alcanzaban más de cientos de miles, incluso de millones de kilómetros de altura, hicieron arder al Sol, y enormes cantidades de rayos radiactivos fueron arrojados al espacio. Estos alcanzaron al Heliostat. «Bliiip» se oyó en su última transmisión y eso fue todo; terminó. La advertencia del Heliostat sobre una tormenta cósmica de inconmensurables proporciones quedó interrumpida abruptamente, pues la radiación atómica había realizado su tarea asesina y ahora el Sol ardía en llamas. Por todas partes, la superficie solar se abrió con enormes llamaradas, similares a lo que sucedería si todos los volcanes de la Tierra entraran en erupción, flagelando a todo el planeta. Era el preludio de la obertura de la caída del mundo. Los campos magnéticos y eléctricos se estaban tornando frenéticos, un fenómeno que hasta el presente era desconocido, salvo en los misteriosos confines del espacio exterior. Era algo que uno podía observar en lejanas constelaciones de las fronteras del universo. Allí, en una lejanía inimaginable, probablemente en el último escondite del espacio infinito, ocurrían estos notables sucesos. Pero ahora, en nuestro universo que tiene miles de millones de años, nuestro Sol se convirtió en el centro de todo. Cada segundo, billones de partículas fueron arrojadas al aire y se creó una fuente de radio intergaláctica como si no fuera nada. ¿Era este en verdad el Sol o una galaxia ultraterrena? Un espectáculo mortal y fascinante comenzó a desplegarse. Lenguas de fuego provenientes del Sol arrojaron al espacio su destructiva carga. Es imposible describir con palabras su poder explosivo. Una de esas llamas que se desarrolla puede llegar a alcanzar la energía de cincuenta mil millones de bombas explosivas de hidrógeno. La temperatura alcanzada en este infierno tiene varios cientos de millones de grados. ¡Si la Tierra cayera allí, se reduciría casi por completo a un protoplasma nuclear!

Figura 39
. El campo magnético del Sol cambia abruptamente y lanza llamaradas solares. Es el principio del fin.

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