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Authors: Julio Verne

Tags: #Aventuras

Las Aventuras del Capitán Hatteras

BOOK: Las Aventuras del Capitán Hatteras
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La primera versión ha sido publicada en 1864, la versión definitiva en 1867, la novela narra de una espedición en 1860-61 al Polo Norte, es dirigida por el capitán Hatteras, hombre de voluntad ferrea, que quiere que sea la bandera inglesa la primera en ondear sobre el Polo Norte. El perro Duk y el doctor Clawbonny son sus acompañantes.

Julio Verne

Las Aventuras del Capitán Hatteras

Los ingleses en el Polo Norte

ePUB v1.0

Kementxu
24.01.13

Título original:
Voyages eta aventures du Capitaine Hatteras

Julio Verne, 1866

© PUBLICIDAD Y EDICIONES S.A.

Dr. Manuel Barros Borgoño 123.

Nº 65.576 Santiago de Chile. 1987

FOTOCOMPOSICION Y FOTOMECANICA

LASER LTDA.

IMPRESO EN EDITORIAL ANTARTICA S.A.

PRINTED IN CHILE

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DISTRIBUIDOR EN CAPITAL Y GRAN BUENOS AIRES

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Esteban de Luca 1650-Buenos Aires

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Hipólito Irigoyen 1450-Buenos Aires

Editor original: Kementxu (v1.0)

ePub base v2.0

El Bergantín

Mañana, el bergantín
Forward
, al mando del capitán
K.Z.
, saldrá de New Princes Docks con destino desconocido. Esta noticia apareció en el
Liverpool Herald
del 5 de abril de 1860.

Para el puerto más activo de Inglaterra, la salida de un bergantín es un hecho de poca importancia. ¿Quién va a hacerle caso en medio del intenso movimiento de buques de todas dimensiones y nacionalidades?

Sin embargo, el 6 de abril, desde que empezó a amanecer, un gentío llenaba los muelles de New Princes. La numerosa cofradía de los marinos de la ciudad parecía que se hallaba allí en pleno.

Los trabajadores de los muelles de los alrededores habían abandonado sus faenas; los negociantes, sus escritorios, y los mercaderes sus almacenes. No pasaba un momento sin que los omnibuses multicolores que transitaban detrás de la dársena llevaran un nuevo cargamento de curiosos. La ciudad entera quería ver zarpar al
Forward
.

Este era un bergantín de ciento setenta toneladas, con hélice y una máquina de vapor de ciento veinte caballos de fuerza. Si no ofrecía nada extraordinario a los ojos de los profanos, los marinos veían en él ciertas particularidades que no podía dejar de pasar desapercibidas para hombres de oficio.

Así es que a bordo del
Nautilus
, anclado a no gran distancia, un grupo de marineros hacía conjeturas sobre el destino del
Forward
.

Uno de ellos decía:

¿Desde cuándo los buques de vapor van aparejados con tanto velamen?

—Es preciso —contestó un contramaestre de cara ancha y colorada— que ese buque cuente más con su arboladura que con su máquina. No hubieran dado tanta amplitud a sus velas altas si no previeran que se verán con frecuencia en la imposibilidad de tomar viento. Para mí, el
Forward
está destinado a recorrer los mares árticos o antárticos, donde las montañas de hielo no dejan circular el aire.

—Tienes razón Cornhill —dijo un tercer marino—. ¿No te ha llamado también la atención ese tajamar que cae derecho al agua?

—Agrega —dijo Cornhill— que es un tajamar revestido de una cuchilla de acero fundido, afilada como una navaja de afeitar, que es capaz de rebanar un navío de tres puentes, si el
Forward
, navegando a todo vapor, lo coge por un flanco.

—Seguro —añadió un piloto— porque el bergantín con su hélice se traga catorce nudos por hora. Daba gusto, cuando se hizo la prueba, verlo cortar las aguas.

—Y a la vela —repuso el maestre Cornhill— toma el viento que es un gusto y se gobierna como se quiere. Apuesto a que ese bergantín se dispone a explorar las aguas polares.

—Además —dijo otro—, su cargamento confirma la opinión del contramaestre. Yo sé por Clifton, que es uno de los valientes que en él se han embarcado, que el
Forward
lleva víveres para cinco o seis años, además del carbón correspondiente. Toda su carga consiste en carbón y víveres, y una cantidad de vestidos de lana y pieles de foca.

—Bien —dijo Cornhill—, no cabe ya ninguna duda; ¿pero ese Clifton te ha dicho algo de su destino?

—Ni una palabra. El no sabe nada ni la tripulación tampoco. Sabrá a dónde va cuando haya llegado. Ha sido contratado con esta condición. Pero ¡qué salario, camaradas, qué buen salario! Cinco veces mayor que el normal. No siendo así, no hubiera encontrado Shandon a ningún tripulante. ¿Quién va a querer embarcarse en un buque extraño que va no se sabe a dónde, y que parece no querer volver?

—¡Hasta el nombre del buque —dijo Cornhill— es inquietante! ¡El
Forward
! (en inglés: adelante) ¿
Forward
hasta dónde? Sin contar con que nadie conoce a su capitán.

—¡Sí, se lo conoce! —terció un marino joven.

—¡Cómo! ¿Quién es? —preguntó Cornhill.

—Pues, Shandon.

—Muchacho —dijo Cornhill— has de saber que Shandon es el segundo y de ahí no pasa. Es un marino diestro y valiente, un buen ballenero, digno de mandar un buque; pero lo cierto es que no lo manda. Al que después mandará a bordo, ni él mismo le conoce. Cuando llegue la ocasión el verdadero capitán aparecerá no se sabe de qué manera, como caído del cielo.

—Sin embargo, maestre Cornhill —repuso el joven—, puedo asegurar que alguien hay a bordo que manda.

—¡Cómo! —exclamó Cornhill, frunciendo el ceño—. ¿Dices que el
Forward
tiene un capitán a bordo?

—Así es. Johnson, el contramaestre de la tripulación, me lo ha contado todo, y ha hecho más, me lo ha mostrado.

—¿Y tú le has visto?

—Como te estoy viendo a ti.

—¿Y quién es?

—Un perro…

—¿Un perro?

Los marinos del
Nautilus
quedaron atónitos. En cualquier otra circunstancia hubieran soltado una carcajada. ¡Un perro, capitán de un bergantín de ciento sesenta toneladas! Pero el
Forward
era un buque tan extraordinario, que antes de reír y de negar era preciso pensarlo.

—Y bien, ¿qué dice a eso? —preguntaron los marineros a Cornhill.

—No digo nada —contestó el contramaestre—, no digo sino que el
Forward
es un buque que lo lleva el diablo.

La historia del perro ya había circulado por la ciudad, y entre la multitud de curiosos había más de uno que con la vista buscaba ávidamente al
perro capitán
, a quien consideraban como un ser sobrenatural.

Hacía meses que el
Forward
llamaba la atención pública. Lo que había de extraordinario en su construcción, el misterio que lo rodeaba, la identidad incógnita de su capitán, el modo en que Ricardo Shandon recibió la proposición de dirigir su construcción, las condiciones exigidas a la tripulación, su destino desconocido todo cubría al bergantín de un carácter extraño e inquietante.

El buque se había construido en el astillero de Birkenhead, verdadero arrabal de la ciudad, en permanente comunicación con el puerto por la incesante circulación de los barcos de vapor.

Los armadores Scott y Compañía se contaban entre los más hábiles de Inglaterra. Habían recibido de Shandon un presupuesto y un plano detallado, en el que estaban indicados con la mayor exactitud el tonelaje y las dimensiones del buque. Se adivinaba en ese proyecto la mano de un marino consumado. Por recomendación del propietario desconocido, los trabajos se llevaron a cabo con gran celeridad.

El bergantín fue construido con una solidez a toda prueba. Estaba diseñado para resistir enormes presiones. Su casco de tec, especie de encina oriental, notable por su extremada dureza, fue reforzado con fuertes trabazones de hierro. Los marinos se preguntaban por qué el casco de un buque con tales condiciones de resistencia no se había construido de hierro como el de otras embarcaciones de vapor, a lo que algunos contestaban que el ingeniero misterioso habría tenido para ellos sus razones.

Lentamente el bergantín fue tomando forma en el astillero, y sus cualidades asombraron a los entendidos. Como lo habían notado los marineros del
Nautilus
, su tajamar formaba ángulo recto con la quilla y estaba revestido de un espolón, que era una verdadera cuchilla de acero. Esa proa metálica le daba un aspecto particular al bergantín, que no tenía nada de buque de guerra. Sin embargo, en su alcázar se había montado un cañón de dieciséis, sobre un eje, giratorio.

El 5 de febrero de 1860, el bergantín fue botado al agua en medio de una inmensa concurrencia. La unánime interrogante era: si no es buque de guerra, ni mercante, ni yate de recreo, entonces ¿qué podía ser?

Al día siguiente de aquel en que el
Forward
fue botado al agua, le llegó la máquina, salida de los talleres de R. Hawthorn, de Newcastle. Era de ciento veinte caballos de fuerza, y ocupaba muy poco espacio. Su fuerza parecía considerable para un buque de su tonelaje que tenía además mucho velamen.

Colocada la máquina a bordo, empezó la carga de las provisiones. Los víveres consistían en carne salada y seca, en pescado ahumado, galleta y harina. Cerros de café y té ingresaron como aludes dentro de los pañoles. Todo se hallaba encajonado, rotulado y numerado con un orden perfecto. Se embarcó también gran cantidad de ese preparado indígena llamado
pemmican
, que en un pequeño volumen concentra gran cantidad de calorías.

La clase de víveres no dejaba dudas acerca de la longitud del viaje. Pero para un buen observador era evidente además, que el
Forward
iba a navegar por mares polares. Los barriles de limonada, pastillas de sal, paquetes de mostaza, y otra cantidad de antiescorbúticos eficaces, eran prueba clara de ello.

Shandon se ocupó particularmente de esta parte del cargamento, como también de la farmacia de viaje.

Si las armas a bordo no eran numerosas, la santabárbara estaba llena de pólvora. El cañón giratorio, no podía absorber solo todas aquellas municiones. Eso daba que pensar. Había también sierras gigantescas, máquinas poderosas, como palancas, mazas de plomo, serruchos, hachas, etc., sin contar una recomendable cantidad de tiros cuya detonación hubiera bastado para volar la aduana de Liverpool. El arsenal se completaba con cohetes, señales, fanales de toda clase.

Los espectadores de los muelles de New Princes Docks admiraban también una ballenera de caoba, una piragua de hojalata y unos cuantos botes inflables. Hubo en los espectadores un momento de ansiedad, porque con la marea descendente el
Forward
muy pronto partiría hacía su misterioso destino.

La Carta

Ocho meses antes Ricardo Shandon había recibido la siguiente carta:

Aberdeen, 2 de agosto de 1859.

Señor Ricardo Shandon. Liverpool.

Señor:

La presente tiene por objeto avisar sobre el envío de dieciséis mil libras esterlinas, entregadas a los señores Marcuart y Compañía, banqueros en Liverpool. Adjunta va una serie de documentos con mi firma, que le permitirán disponer del dinero mencionado.

Usted no me conoce, pero no importa. Yo lo conozco a usted y eso es suficiente.

Le ofrezco el puesto de segundo a bordo del bergantín
Forward
, para una expedición que puede ser larga y peligrosa.

Si no acepta todo queda en nada. Si acepta se le pagarán quinientas libras, y a cada año que pase, mientras dure el viaje, se le aumentará una décima parte ese salario.

El bergantín
Forward
no existe. Tendrá que mandarlo construir para que pueda hacerse a la mar en los primeros días de abril de 1860, o antes, si es posible. Envío el plano y un detalle de los gastos. El buque se construirá en los astilleros de los señores Scott y Compañía, que se pondrán de acuerdo con usted.

Le recomiendo especialmente la tripulación del
Forward
, que constará de un capitán, que seré yo, de un segundo, usted, de un oficial tercero, un contramaestre, dos ingenieros, de un
icemaster
, (Maestro de Hielos) nueve marineros y dos fogoneros. En total serán dieciocho hombres, incluyendo el doctor Clawbonny, que se presentará oportunamente.

Conviene que los tripulantes del
Forward
sean ingleses, sin familia, solteros, sobrios, pues a bordo no se tolerará el uso de los licores ni siquiera de cerveza.

Les ofrecerá una paga cinco veces mayor que la habitual, con un aumento de una décima parte por cada año de servicio.

El viaje será penoso y largo, pero honroso. No vacile señor Shandon. Espero su respuesta a Gotteborg (Suecia), a las iniciales K.Z.

P. D. El 15 de febrero recibirá un perro danés de gran tamaño, pardo oscuro, listado negro. Téngalo a bordo, y dele de comer pan de centeno con caldo de pan de sebo.

El capitán del
Forward
se mostrará en tiempo oportuno. Al partir recibirá usted nuevas instrucciones.

K.Z.

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