Penélope tuvo que echar mano de argucias. Por ejemplo, les dijo que tenía que tejer la mortaja del anciano padre de Odiseo, Laertes, antes de casarse de nuevo. Empezó el trabajo, pero por la noche deshacía cuanto había tejido durante el día. Por esta razón, un trabajo que parece no tener nunca fin recibe el nombre de «telar de Penélope». Finalmente, la treta fue revelada a los que la cortejaban por una sirvienta desleal, y todos ellos incrementaron sus amenazas. Telémaco, el hijo de Odiseo, era efectivamente el heredero del trono, pero era pobre. La única persona que tenía para ayudarle era un anciano consejero que Odiseo le había dejado. Este anciano se llamaba
Méntor
y, actualmente un «mentor» es un consejero. «Monitor» significa lo mismo o bien alguien que tiene el encargo de alertar contra un peligro que se acerque y es palabra derivada de aquélla.
Telémaco, temiendo que sería matado y no viendo salida a sus problemas si Odiseo no regresaba, decidió, de acuerdo con el consejo de Méntor, visitar a algunos de los antiguos amigos de su padre para preguntarles si tenían noticias de éste. Visitó Esparta donde encontró a Menelao y Helena, que ya habían regresado sanos y salvos de sus aventuras. También visitó a Néstor, todavía vivo, aunque más anciano que nunca, y que era el único griego que había regresado a su hogar sin dificultades.
Pero no había noticias de Odiseo, y el hijo tuvo que regresar a su casa descorazonado. Pero el viaje había sido favorable a los designios de mantenerle apartado para que los pretendientes pudiesen planear su asesinato. Pero al regresar, Odiseo ya había desembarcado.
Odiseo fue alimentado y curado por
Eumeo
, un porquerizo fiel que, sin embargo, no le reconoció. Odiseo se disfrazó de mendigo y se mezcló con los criados en las salas donde los pretendientes se habían reunido para conocer el curso de los acontecimientos.
Por aquellos días, Penélope se había visto obligada a abandonar su argucia, y tuvo que aceptar casarse con el pretendiente que fuese capaz de arrancar el arco de Odiseo y lanzar certeramente una flecha contra una diana previamente fijada. (Penélope tenía la esperanza de que ninguno de los pretendientes podría competir con la fuerza heroica de Odiseo).
Los pretendientes fracasaron en su intento de arrancar el arco. El supuesto mendigo (que ya había revelado su identidad a Eumeo y a Telémaco) solicitó que le diesen la oportunidad de intentarlo, y entre ironías, le fue concedida. Con toda facilidad consiguió arrancar el arco, tras lo cual, junto con Telémaco, Eumeo y unos cuantos criados fieles, cogió por sorpresa a los pretendientes y los mató.
Al final volvían a reunirse Odiseo y Penélope. El anciano padre de Odiseo, Laertes, ayudó a establecer la paz con los padres de los pretendientes, y aquí da fin la Odisea.
Existen algunas leyendas que hablan de los días que siguieron a la guerra de Troya y de los hijos de los héroes que intervinieron en ella. La más famosa es la relativa a
Orestes
, hijo de Agamenón, que vengó a su padre, dando muerte a Clitemnestra, su madre. A causa de este crimen, es perseguido por las Erinias (o Furias) hasta que fue purificado en Atenas.
Hermíone
, que era la única hija de Menelao y Helena, se casó primero con Neoptólemo, el hijo de Aquiles, y una vez muerto éste, con Orestes. Para redondear las cosas, Telémaco, el hijo de Odiseo, se casó con Circe, la hechicera que su padre conoció en determinada ocasión.
Sin embargo, los reinos aqueos desaparecieron durante el siglo en que tuvo lugar la guerra de Troya, debido a una nueva invasión a cargo de un grupo de griegos incivilizados que hasta entonces había habitado en el norte de Grecia.
Esta nueva invasión la llevaron a cabo unos griegos llamados
Dorios
, hacia el año 1100 a.C. Destruyeron Micenas y Tirinto, y se asentaron permanentemente en diversos puntos de Grecia. Los dorios contaban con armas de hierro, y los aqueos, que sólo disponían de armas de bronce, menos fuertes, no pudieron resistirles.
En las leyendas, los griegos describen a los dorios como gentes que llegan bajo el caudillaje de los descendientes de Heracles. Los hijos de Heracles (los «Heraclidas») habían sido expulsados de Grecia pero sus descendientes regresaron y conquistaron todas las tierras que consideraban como derecho de conquista de Heracles.
Para explicar cómo los dorios llegaron a conquistar las ciudades, los escritores de mitos elaboraron historias en las cuales Heracles aparecía conquistando numerosos pueblos.
Sin embargo, subsistieron algunos aqueos, en especial los atenienses. Otros huyeron a Asia Menor donde fundaron varias ciudades griegas que, a lo largo de dos centurias, fueron más civilizadas que la propia Grecia, la cual, bajo el dominio de los dorios, pasó por un período de barbarie.
Cuando los dorios conquistaron Grecia, la edad de la leyenda ya había terminado. El fuego dorado de la fantasía y los cuentos de hadas, de los dioses, héroes y monstruos fue desapareciendo gradualmente para alumbrar de forma progresiva la historia ordinaria.
Y, con todo, la Edad del Bronce no murió por completo, ya que dejó tras ella una herencia inolvidable de historias que todavía persisten, al menos en parte, en nuestra literatura y nuestra vida. Aun en el supuesto de que nadie leyera ya estas historias nuestra lengua cuenta con palabras que nos recuerdan aquellos días de dioses y héroes.
Isaac Asimov, prolífico escritor estadounidense, famoso por sus novelas de ciencia ficción y por sus libros divulgativos sobre todas las ramas de la ciencia. Asimov nació en Petrovichi, Rusia. Su familia emigró a Estados Unidos cuando tenía tres años y se estableció en el barrio de Brooklyn, de Nueva York. Sus trabajos en las revistas de ciencia ficción le llevaron a profesionalizarse como escritor literario y científico. Ingresó en la Universidad de Columbia a los 15 años y a los 18 vendió su primer relato a la revista Amazing Stories. Después de participar en la II Guerra Mundial, Asimov se doctoró en Bioquímica en 1948 y de 1949 a 1958 enseñó bioquímica en la universidad de medicina de Boston. Su primera novela de ciencia ficción,
Piedra en el cielo
, se publicó en 1950 y su primer libro científico, un texto sobre bioquímica escrito con dos colegas, en 1953. A partir de 1958 se dedicó por completo a escribir. Firmó más de 500 libros para lectores jóvenes y adultos que, además de la ciencia ficción y la divulgación científica, abarcan cuentos de misterio, humor, historia y varios volúmenes sobre la Biblia y Shakespeare. Entre sus obras de ciencia ficción más conocidas se encuentran
Yo, Robot
(1950);
La trilogía de la Fundación
(1951-1953), de la cual escribió una continuación treinta años después,
El límite de la Fundación
(1982);
El sol desnudo
(1957) y
Los propios dioses
(1972). Entre sus obras científicas destacan
Enciclopedia biográfica de la ciencia y la tecnología
(1964; revisada en 1982) y
Nueva guía a la ciencia
(1984), una versión más reciente de su elogiada
Guía científica del hombre
(1960). Obras posteriores son
La Fundación y la Tierra
(1986),
Preludio a la Fundación
(1988) y
Más allá de la Fundación
(1992). En 1979 se publicó su autobiografía en dos volúmenes,
Recuerdos todavía verdes
.
[1]
Nombre con que se designa a las hembras de los Titanes (N. del T).
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[2]
Conocida en los países latinos como mirasol o girasol (N. del C).
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[3]
Contra la estupidez humana, los propios dioses luchan en vano. ¿Recuerdan? (N. del E).
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[4]
Hado es la forma en que ha evolucionado, en el castellano, la palabra latina fatum. (N. del T).
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[5]
En España, y quizá en otros paises, se usa mucho «tanatorio», como lugar donde se lleva el cuerpo de los muertos para ser velado antes de ir al cementerio o la cremación. (N. del E).
<<
[6]
Predicador y escritor inconformista inglés del siglo XVII que pasó buena parte de su vida en prisión, y ganó su fama por una tremenda actividad. Es autor de varios libros, algunos de ellos casi tan leídos en Inglaterra como la Biblia. (N. del E).
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