Lisístrata (3 page)

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Authors: Aristófanes

Tags: #Clásico, Humor, Teatro

BOOK: Lisístrata
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Se representó siendo arconte Calias, el que fue arconte después de Cleócrito. La presentó al concurso por medio de Calístrato.

Se llama Lisístrata porque disuelve los ejércitos.

II

(en trímetros yámbicos)

Lisístrata convoca a sus conciudadanas y les propone abstenerse de sus maridos y no tener encuentros con ellos para que —había entonces una guerra fratricida— levanten de palabra la guerra con Esparta y se queden en casa todos. Una vez aceptado, unas cuantas mujeres se adueñan de la Acrópolis y otras se retiran. A su vez, las de Esparta deciden otro tanto y viene un heraldo a hablar del asunto. Y una vez logrado el acuerdo, se firman pactos y se pone fin a la guerra.

P
ERSONAJES

Lisístrata

Cleonica

Mirrina

Lampito

Coro de viejos

Coro de viejas

Consejero
[18]

Mujeres

Cinesias

Niño de Cinesias

Heraldo espartano

Prítanis

Espartano

Ateniense

LISÍSTRATA

ESCENA

Las casas de Lisístrata y Cleonica están en primer término, una junto a otra. Al fondo, los Propileos; un estrecho sendero conduce a ellos desde la orquestra. Es muy temprano y Lisístrata da vueltas sin parar en torno a su casa.

L
ISÍSTRATA
.— Si alguien las hubiera llamado a una fiesta de Baco o de Pan, o a los ritos de Afrodita de los Cipotes en el templo de la Haceniños
[19]
, no habría habido forma de pasar por el ruido de los tambores, pero ahora no hay aquí ninguna mujer. Bueno, no: aquí sale mi vecina. Se te saluda. Cleonica.

C
LEONICA
.— Y a ti, Lisístrata. ¿Qué te inquieta? No pongas cara de escita, criatura, que no te favorece enarcar las cejas
[20]
.

L
ISÍSTRATA
.— Es que me arde el corazón, Cleonica, y estoy muy enfadada por culpa de nosotras, las mujeres
[10]
, porque los hombres nos toman por unas enredadoras.

C
LEONICA
.— Y lo somos, por Zeus.

L
ISÍSTRATA
.— Sin embargo, se les dijo a ésas que vinieran aquí para tratar de un asunto nada insignificante y no vienen: están durmiendo.

C
LEONICA
.— Ya vendrán, querida. A las mujeres les es difícil salir de casa: una tiene que ocuparse del marido; otra, despabilar a un criado; otra, despertar al niño; otra, bañarlo; otra, darle de comer…

L
ISÍSTRATA
.— Sí, pero ahora había cosas más urgentes para ellas
[20]
.

C
LEONICA
.— ¿Y qué es, querida Lisístrata, eso para lo que hace unos días nos convocaste a las mujeres? ¿De que cosa se trata? ¿De qué tamaño?

L
ISÍSTRATA
.— Grande.

C
LEONICA
.— ¿Y también gorda?

L
ISÍSTRATA
.— Sí, por Zeus, muy gorda.

C
LEONICA
.— ¿Y cómo no estamos aquí todas
[21]
?

L
ISÍSTRATA
.— No se trata de eso, que rápidamente habríamos venido. Es un asunto que yo he meditado y al que he dado vueltas y vueltas muchas noches desvelada.

C
LEONICA
.— ¿Y es algo sutil eso a lo que has dado vueltas y vueltas?

L
ISÍSTRATA
.— Tan sutil como que la salvación de la Hélade entera está en manos de las mujeres
[30]
.

C
LEONICA
.— ¿En manos de las mujeres? Bien poco vale entonces.

L
ISÍSTRATA
.— Más vale que esté en nuestras manos el gobierno de la ciudad; y si no, se acabaron los peloponesios…

C
LEONICA
.— Entonces lo mejor es que se acaben los peloponesios.

L
ISÍSTRATA
.— … y todos los beocios están perdidos.

C
LEONICA
.— Todos no, deja fuera las anguilas
[22]
.

L
ISÍSTRATA
.— Respecto a Atenas no diré nada semejante, pero piénsatelo un poco: si se reúnen aquí todas las mujeres, las de Beocia, las del Peloponeso
[40]
y nosotras, todas juntas salvaremos la Hélade.

C
LEONICA
.— ¿Y qué podrían hacer de sensato o glorioso las mujeres, que nos quedamos sentadas llenas de colorete, con nuestros vestidos de color azafrán, las largas cimbéricas que llegan hasta los pies y los zapatitos elegantes?

L
ISÍSTRATA
.— Eso precisamente es lo que espero que nos salve: los vestidos azafranados, los perfumes, los zapatitos, el colorete y las túnicas transparentes…

C
LEONICA
.— ¿De qué modo?

L
ISÍSTRATA
.— … hasta tal punto que ninguno de los de ahora blandirá la lanza contra otros
[50]

C
LEONICA
.— Me haré teñir entonces un vestidito azafranado.

L
ISÍSTRATA
.— … ni echará mano al escudo…

C
LEONICA
.— Me pondré el vestido de gala.

L
ISÍSTRATA
.— … ni al puñal.

C
LEONICA
.— Me compraré unos zapatos nuevos.

L
ISÍSTRATA
.—
(Impaciente)
¿Pero no hace rato ya que deberían estar aquí las mujeres?

C
LEONICA
.— No sólo eso, por Zeus; volando debían haber llegado hace rato.

L
ISÍSTRATA
.— ¡Qué infeliz! Verás a estas mujeres del Ática hacer todo mucho más tarde de lo debido. Pero tampoco está ninguna de las mujeres de la costa, ni de Salamina.

C
LEONICA
.— De ésas sé yo de cierto que esta madrugada han pasado sentadas a horcajadas en la barca
[60]
[23]
.

L
ISÍSTRATA
.— Ni tampoco las que yo suponía y con las que contaba que se presentarían aquí las primeras, las de los acarnienses. No han llegado.

C
LEONICA
.— Seguro que la mujer de Teágenes ha soplado lo suyo para venir aquí
[24]
. Pero aquí se te acercan unas cuantas.

L
ISÍSTRATA
.— Y por allí vienen otras.

C
LEONICA
.—
(Tapándose la nariz)
¡Huy, huy! ¿De dónde son?

L
ISÍSTRATA
.— De la ciénaga, de Anagiro.

C
LEONICA
.— Por Zeus, me parece que Anagiro está muy agitada
[25]
.

M
IRRINA
.— ¿Llegamos tarde, Lisístrata? ¿Qué dices? ¿Por qué callas?

L
ISÍSTRATA
.— No te alabo, Mirrina
[70]
, por llegar a estas horas para un asunto como éste.

M
IRRINA
.— Es que apenas pude encontrar el sostén en la oscuridad; pero si se trata de algo urgente, cuéntanoslo a las que estamos.

C
LEONICA
.— No, por Zeus; esperemos un poco a las de Beocia y a las mujeres de los peloponesios.

L
ISÍSTRATA
.— Lo que dices tú es mucho mejor. Además aquí se nos acerca Lampito. ¡Querida espartana, Lampito, hola! ¡Qué a la vista está tu belleza, encanto! ¡Qué buen color tienes y qué cuerpo despampanante
[80]
. Hasta podrías estrangular un toro!

L
AMPITO
[26]
.— Lo creo, por los dos dioses
[27]
: hago gimnasia y levanto los pies hasta la altura del culo.

C
LEONICA
.— ¡Qué cosa tan bonita de tetas tienes!

L
AMPITO
.— Me estás magreando como a una víctima de sacrificio
[28]
.

L
ISÍSTRATA
.— ¿Y esa otra jovencita, de dónde es?

L
AMPITO
.— Es una enviada de Beocia, por los dos dioses, que viene a vosotras.

L
ISÍSTRATA
.— Por Zeus, que la Beocia tiene buenos campos.

C
LEONICA
.—
(Señalando el sexo depilado de la beocia)
Y por Zeus, que ésta ha segado con mucho esmero su campillo.

L
ISÍSTRATA
.— ¿Y quién es esa otra chica?

L
AMPITO
.— Una mujer notable, por los dos dioses
[90]
, y corintia además.

C
LEONICA
.— Notable sí que lo es, por Zeus; a la vista está: por este lado y por este otro.

L
AMPITO
.— ¿Y quién ha convocado entonces esta reunión de mujeres?

L
ISÍSTRATA
.— Yo misma.

L
AMPITO
.— Explícanos pues qué quieres.

C
LEONICA
.— Por Zeus, querida, di de una vez lo que te preocupa.

L
ISÍSTRATA
.— Ahora hablaré, pero antes quiero haceros una pregunta muy simple.

C
LEONICA
.— La que tú quieras.

L
ISÍSTRATA
.— ¿No echáis de menos a los padres de vuestros hijos, que están en campaña? Pues bien sé yo
[100]
que los maridos de todas vosotras están fuera de casa.

C
LEONICA
.— El mío, ay de mí, lleva fuera de casa cinco meses: está en Tracia vigilando a Éucrates
[29]
.

M
IRRINA
.— Pues el mío, ocho meses completos en Pilos.

L
AMPITO
.— Y el mío, si alguna vez viene de su regimiento, volando agarra el escudo y se marcha como una exhalación.

L
ISÍSTRATA
.— Ni siquiera de amantes ha quedado ni una chispa; y desde que nos traicionaron los milesios
[30]
no he visto ni un solo consolador de un palmo que nos sirva de ayuda con su cuero
[110]
. ¿Querríais, pues, si encuentro el modo, ayudarme a terminar con la guerra?

C
LEONICA
.— Yo sí, por las dos diosas, aunque tuviera que dejar hoy mismo en prenda esta mantilla… y beberme lo que me dieran por ella.

M
IRRINA
.— Y yo. Aunque tuviera que entregar la mitad de mí misma, cortándome por en medio como un lenguado.

L
AMPITO
.— Y yo. Aunque tuviera que subirme al Taigeto, si desde allí he de ver la paz.

L
ISÍSTRATA
.— Hablaré entonces; no hay que ocultar el plan. Mujeres, si hemos de forzar
[120]
a nuestros maridos a vivir en paz, hemos de abstenemos…

C
LEONICA
.— ¿De qué?

L
ISÍSTRATA
.— ¿Lo haréis?

C
LEONICA
.— Lo haremos aunque tengamos que morir.

L
ISÍSTRATA
.— Pues bien, hemos de abstenemos de la polla.
(Murmullos y gestos de espanto)
¿Por qué os volvéis? ¿Adónde vais? Vosotras, ¿por qué torcéis el gesto y negáis con la cabeza? ¿Por qué palidecéis? ¿A qué vienen esas lágrimas? ¿Lo haréis o no; qué problema tenéis?

C
LEONICA
.— No puedo hacerlo: que siga la guerra.

M
IRRINA
.— Ni yo: que siga la guerra
[130]
.

L
ISÍSTRATA
.— ¿Eso dices tú, lenguado? Hace un momento estabas dispuesta a dejarte abrir en canal.

C
LEONICA
.— Cualquier otra cosa. Lo que tú quieras. Dispuesta estoy si hace falta a caminar sobre las brasas; eso mejor que lo de la polla, pues no hay nada como ella, Lisístrata querida.

L
ISÍSTRATA
.— ¿Y tú, qué?

M
IRRINA
.— Yo también lo de las brasas.

L
ISÍSTRATA
.— ¡Ay cómo es de calentón todo el género femenino! Con justicia suministramos temas para tragedias, porque siempre le estamos dando vueltas a lo mismo
[31]
. Pero querida espartana —me basta que tú estés conmigo
[140]
para salvar aún la empresa— vota tú a mi favor.

L
AMPITO
.— Penoso es, por los dos dioses, que las mujeres duerman solas sin un buen cipote al lado, pero sea, que la paz hace mucha falta.

L
ISÍSTRATA
.— Querida, tú eres de todas éstas la única mujer.

C
LEONICA
.— ¿Y si nos priváramos —que así no sea— lo más posible de eso que dices, por eso sería más esperable que hubiese paz?

L
ISÍSTRATA
.— Mucho más, por las dos diosas. Si estuviéramos sentadas en casa bien acicaladas, con los velos de Amorgos
[150]
sobre nuestro cuerpo desnudo, con el delta bien depilado, nuestros maridos se empalmarían y desearían follar; y si nosotras no consintiéramos, sino que los rechazáramos, concertarían el armisticio a escape, bien lo sé.

L
AMPITO
.— Por lo menos Menelao, cuando vio las manzanas de Helena desnudas dejó caer su arma
[32]
, según creo.

C
LEONICA
.— ¿Y qué pasa si nuestros maridos nos dejan ir?

L
ISÍSTRATA
.— Apliqúese el dicho de Ferécrates: que cada cual se pele su perra pelada
[33]
.

C
LEONICA
.— Esas simulaciones son sólo estupideces. ¿Y si te cogen y te arrastran
[160]
a la alcoba por la fuerza?

L
ISÍSTRATA
.— Agárrate a la puerta.

C
LEONICA
.— ¿Y si te pegan?

L
ISÍSTRATA
.— Forzoso es entonces ceder de la peor gana, pero no hay placer en lo que se hace por la fuerza. Además hay que hacerles daño: y no te preocupes, que enseguida desistirán, pues nunca gozará un hombre si no va de acuerdo con su mujer.

C
LEONICA
.— Bueno, si a vosotras dos os parece bien, a nosotras también.

L
AMPITO
.— Nosotras convenceremos a nuestros maridos de que vivan en paz sin dolo ni engaño, ¿pero cómo se podría convencer a las tumultuosas asambleas
[170]
de los atenienses para que no desbarren?

L
ISÍSTRATA
.— No te preocupes. Convencer a ésos corre de nuestra cuenta.

L
AMPITO
.— No, mientras marchen las trirremes y el tesoro inagotable esté en el templo de la diosa
[34]
.

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