Read Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros Online
Authors: John Steinbeck
Tags: #Histórica, aventuras, #Aventuras
A ERO Y CHASE - NUEVA YORK, 11 DE AGOSTO DE 1958
Joyous Garde está terminada. Al menos está lo bastante terminada como para que pueda trabajar allí. Claro que después de trabajar hay mil arreglos para hacer e instalar. Nunca dispuse de un lugar como éste.
Permaneceré en él todos los días desde la mañana hasta que sienta que he concluido el trabajo cotidiano. El hecho de que pueda ver hacia todas partes no me distrae. Todo lo contrario. El hecho de que pueda ver hacia todas partes me hace innecesario mirar. Puede parecer una contradicción, pero no lo es. Es simplemente la verdad. Ahora se han terminado las divagaciones, las excusas y las quejas. Ahora insisto en que debo trabajar y en que no hay absolutamente ninguna excusa para no trabajar… Nadie jamás dispuso de un lugar más apropiado.
En cuanto a mí, ahora tengo casi todo lo que cualquiera, especialmente yo, podría desear. Un barco, una casa, Joyous Garde, amigos y trabajo. También me queda tiempo para todos ellos. Recientemente he cavilado sobre el apremío del tiempo y creo que se debió a la frustración de no poder trabajar a causa de una especie de creciente bullicio. Ahora todo eso se borró al menos por esta mañana. He sido terriblemente quejumbroso. Esto no es nada nuevo para mi. Creo que siempre fui así. Pero voy a esforzarme por impedirlo. Al menos eso resolví esta mañana. Y espero que dure.
A CHASE - NUEVA YORK, 21 DE OCTUBRE DE 1958
Me doy cuenta de que después de tantos meses de trabajo juntos, que yo me aparte de este modo debe parecerte una fatuidad. Y no he podido explicarlo con sencillez, ni siquiera ante mí mismo. Es como una máquina a la que le falta combustión en varios cilindros sin que yo sepa a causa de qué; pese a que, sabiendo algo sobre motores, advierto que las causas deben ser limitadas, que las causas pueden ser cuatro o cinco a lo sumo o quizá varias cosas contribuyan a la dificultad. Pero esto es problema mío. Lo único que cabe decirte a ti es que el motor no funciona. Todo el asunto debe parecerte algo ofensivo y yo no quiero que sea así. Todo surge de mis incertidumbres.
Recordarás que, insatisfecho con mi propio trabajo porque se había vuelto verboso, dejé de trabajar durante un año en una tentativa por dejar que la verbosidad se extinguiera, con la esperanza de comenzar nuevamente con algo que yo sintiera como un lenguaje nuevo. Bien, comencé nuevamente pero no se trataba en absoluto de un nuevo lenguaje. Era una pálida imitación del viejo lenguaje, sólo que no servia porque yo me había herrumbrado y los músculos de la escritura se habían atrofiado. De modo que me concentré en eso con gran preocupación porque anhelaba desesperadamente que esta obra fuera lo mejor que jamás había hecho. Mi propia ineptitud y lentitud volvieron a ponerme los pies en la tierra. Finalmente decidí apartarme y tratar de fortificar los músculos en otra cosa, algo breve, quizás algo ligero, aunque sé que no hay cosas ligeras. Y eso tampoco funcionó. Escribí setenta y cinco páginas sobre el nuevo trabajo, las leí y las tiré a la basura. Luego escribí cincuenta páginas y las tiré. Y luego comprendí, en un súbito relumbrón, qué era ese nuevo lenguaje. Había estado todo el tiempo a mano y nadie lo había utilizado jamás como literatura. Mi cosa ligera, trataba sobre la Norteamérica de hoy. ¿Por qué no escribir en americano? Ésta es una lengua compleja y altamente comunicativa. Ha sido usada en diálogos, en frases intrascendentes y quizás en unas pocas crónicas deportivas. También ha sido usada por la primera persona de una narración pero no creo que se la haya empleado como una legítima lengua literaria. Al reflexionar al respecto podía oírla resonar en mis oídos. Y luego lo intenté y me pareció bien y comenzó a aflorar con fluidez. No es fácil pero creo que está bien. Para mi. Y súbitamente comprendí lo que debe haber sentido Chaucer cuando descubrió que podía escribir en la lengua que todos hablaban sin que nadie lo pusiera en la cárcel, o Dante cuando elevó a dignidad poética el florentino que la gente hablaba sin atreverse a escribirlo. Admito que estoy un poco alejado de los pares que elegí en esos ejemplos, pero sin duda cualquiera tiene derecho a hablar de Chaucer.
Ahora todo parece brotar con fluidez y a la noche no puedo dormirme porque los mitos continúan brotando más allá de mi sentido auditivo y las imágenes saltan como indios ante mi captación visual. No hablo del lenguaje de los ignorantes, aunque los clasicistas lo juzgarán así, tal como le pasó a Chaucer. La lengua americana es algo nuevo bajo el sol. Puede combinar toda la erudición de la que soy capaz con la comunicación de nuestra propia época. No es intrascendente ni es provinciana. Los esquemas han surgido de nosotros pero se han adecuado a todo lo que había antes. Pero en su mayor parte tiene una cadencia, una fluidez y un tono y un ritmo que son únicos en el mundo. No importa de dónde provenga, sus referencias, sus invenciones, sus sobretonos surgieron de este continente y de las veinte generaciones que pasaron por aquí. Básicamente es inglés, pero abonado y sembrado con dialectos negros e indios, con el italiano, el español, el yiddish, el alemán, pero tan mezclado y fermentado que ha surgido un producto integro.
Y es eso en lo que estoy trabajando y por eso tengo momentos de gran felicidad así como momentos de lucha y desesperación. Pero es una desesperación creativa. Es una lengua vulgar, como lo son todas las lenguas vivas. Sus imágenes brotaron de nosotros mismos. Bien, eso es todo. No sé cómo lo haré, pero si logro alcanzar un diez por ciento de lo que pretendo, será más de lo que puedo esperar.
La semana que viene estaremos aquí para ordenar la casa. Y si parezco poco preciso, ya sabes por qué. Estoy feliz y perplejo como un gato en un cesto de almejas.
A ERO - NUEVA YORK, 3 DE ENERO DE 1959
Como el trabajo marcha muy mal, rumío las cosas con una especie de reiteratividad que hace que el trabajo marche mal. La sensación de haber hecho antes todo esto me acucia constantemente. Dependo de Somerset para recibir ese algo nuevo que necesito.
Tengo la profunda esperanza de que en Avalón pueda establecer contacto con lo muy antiguo, más antiguo que el conocimiento, y que esto pueda servir de trampolín hacia lo que es más nuevo que el conocimiento. Es una esperanza excesiva, supongo, pero es lo único que por ahora se me ocurre. Y supongo que me aferro a las esperanzas. Puedo esperar, por ejemplo, que hallaré un impulso que no se aplaque ni se atenúe. Quizás estoy luchando sólo contra la edad y contra un fuego que se apaga, pero no creo que sea así. Pienso que es la confusión, o podrías llamarlo un conflicto de intereses que hasta cierto punto se anulan unos a otros. Y esto no seria culpa de nadie, salvo mía. Puedo cumplir una exigencia si ésta es lo suficientemente fuerte. Y si por algo tengo respeto, y mucho más que nunca, es por el oficio, más aún porque conozco sus dimensiones y hasta cierto punto mis propias limitaciones. Los jóvenes iracundos y los Beats tratan de añadir la velocidad a las otras tres dimensiones, y deberían hacerlo. Porque ahora finalmente se ha llegado a la conclusión, a través de puras y abstractas matemáticas, que la cuarta dimensión es la duración.
Pero eso no implica necesariamente rapidez. También puede significar lentitud, en la medida en que la duración es la dimensión. Requiere un lenguaje que aún no se ha hecho pero los Beats lo están elaborando y pueden crearlo. La medición del tiempo al margen del sol, la luna y el año es algo muy reciente. Cuando Julio César se proclamaba descendiente de Venus, no pensaba en ancestros remotos. Los factores como la velocidad de la luz y los conceptos de lo que hasta ahora no es conceptualizable están amalgamándose con las obras, tanto la mía como la de ellos. Sé que lo que voy a buscar en Somerset puedo encontrarlo aquí mismo. No soy tan tonto como para ignorarlo. Lo que deseo es un gatillo más bien que una explosión. La explosión está aquí. Pero en los campos encantados de Cornualles y las minas con pozos de estaño y de plomo, en las dunas y en los fantasmas vivos de las cosas, sí espero hallar un camino o un símbolo o una aproximación. Un viejo de Saint Michael' s Mount nos contó que conseguía su cena tendiendo trampas a los conejos a la luz de la luna. Hay algo que está allí y es tan común que los que nacieron allí lo saben pero no pueden verlo. Quizá ése sea mi gatillo. No lo sé. Pero podría ser. Espero que si no es así lo sepa pronto y no ande golpeándome contra puertas que no conducen a ninguna parte. Y quiero puntualizarte que al remover los trastos del pasado estoy en busca del futuro. No hay ninguna nostalgia por lo que está seguro y concluido. No voy en busca de un Arturo muerto sino de uno que está en letargo. Y si está en letargo, lo está en todas partes, no sólo en una caverna de Cornualles. En fin, ya está dicho y hecho y hace mucho tiempo que trato de decirlo.
Si esto parece una forma muy seria de emprender un viaje a la zona más meridional de Inglaterra es porque para mí implica mucho más que eso. No sólo es importante el tiempo o su continuidad, sino que estoy advirtiendo que un viaje persigue dos objetivos: lo que uno deja al partir tanto como lo que uno va a encontrar.
A CHASE - NUEVA YORK, 28 DE ENERO DE 1959
La única gloria que había acudido a mi memoria en Inglaterra fue cuando se dio cumplimiento a la historia en Crecy y luego en Agincourt, con el arco largo. Las leyes de los Eduardos hacían obligatoria la práctica con el arco. Cuando Malory atacó Monks Kirby, lo hizo con picas, garrotes, arcos y flechas. Se le encomendó permanecer al acecho de Buckingham con arcos y flechas.
En sus incursiones lo acompañaban los granjeros. El arma del granjero era el arco. Malory se imaginaba a sí mismo como una especie de táctico, según lo indican algunos de los planes de batalla de la
Morte
. Pero en la
Morte
no hay mención alguna del arco, ni aparece el pequeño hacendado como soldado. Se menciona a los plebeyos, comuneros, pero no a los pequeños propietarios rurales. Y sin embargo en este periodo histórico no hubo victoria inglesa que no involucrara el arco. ¿No es interesante que no se haya deslizado ninguna referencia a esa arma?
De ningún modo estoy satisfecho con esto. El manuscrito Winchester puede haber sido anterior o no. Está en un papel con marca de agua como esos que tienen fecha de 1475. Hay pegado un parche de pergamino para tapar un desgarrón, una indulgencia de Inocencio VIII de 1489, impresa por Caxton. El trabajo de los copistas no cesó hasta muchos años después de Caxton. Entonces es probable que el Winchester sea
posterior
a Caxton. En su mayor parte está en un tipo de letra cancilleresca que fue el modelo de los primeros tipos de Caxton. Acaso hubo testarudos que no podían creer en la imprenta. Así como hay gente a quien todavía no le gustan las cubiertas de papel o las linotipos. Hay un buen número de libros que se imprimen con tipos hechos a mano. Acaso la imprenta les pareció barata e indigna a los bibliófilos. Ésta es sólo una pregunta. Y tengo la intención de formular muchas.
¿Por qué todos los comentaristas llegan a convencerse de que un hombre tenía que haber leído todo lo que sabia? En una época de recitación, la memoria puede haber estado mucho mejor entrenada que ahora. Por ejemplo, un hombre común por debajo de la inteligencia normal, al escuchar a un recitador respetado, debe haber memorizado las cosas a medida que las escuchaba, y probablemente repetía lo que conservaba en la memoria cuando se encontraba con otros.
En 1450 un hombre de fortuna como John Fastolf tenía sólo dieciocho libros además de los misales y un salterio. Y era una biblioteca considerable. Incidentalmente poseía el
Liber de Ray Aethaur
. ¿Es posible que Malory se haya apartado de los libros franceses no por su voluntad sino porque le era infiel la memoria? ¿Y se impuso su inventiva? Sólo una pregunta. Tengo pilas de ellas.
La memoria era el único instrumento para registrar con que contaba la mayor parte de la población. Las ceremonias y transferencias se hacían permanentes golpeando a servidores jóvenes, para que lo recordaran. El entrenamiento de los poetas galeses no se basaba en la práctica sino en la memorización. Al saber 10.000 poemas, uno adoptaba una posición. Esto fue siempre así. Las palabras escritas han destruido lo que debió ser un instrumento notable. Los Paston hablan de hacerle leer la carta al mensajero para que pudiera repetirla
verbatim
si se perdía o se la robaban. Y algunas de estas cartas eran complicadas. Si Malory estuvo en prisión, quizá sea cieno que no necesitó libros. Los conocía. Si yo tuviera sólo doce libros en mi biblioteca los conocería de memoria. ¿Y cuántos hombres carecían de memoria en el siglo quince? No… el libro poseido debe haber sido suplementado por el libro prestado y así por el libro
oído
. La tremenda historia de las Guerras Médicas según Herodoto era conocida por todos los atenienses y ninguno de ellos la leía. Se la leían.
Insisto en este punto porque creo que no se le ha prestado suficiente atención a este asunto de la memoria. En tales memorias todo se catalogaba hasta que la biblioteca era enorme… y se conservaba en la mente. En tiempos de Shakespeare un hombre eficaz podía memorizar toda una escena de una obra y copiarla después. Era el único modo de robarla.
No quiero que pienses que me preocupo más de lo debido por quién era Malory. No creo que eso sea muy importante. Pero me interesa saber qué era y cómo llegó a serlo. Si el Malory de la
Morte
es el Malory de las inquisiciones, acusaciones y fugas, no era un muchachito encerrado en la torre de marfil de su nobleza. Sus camaradas eran agricultores, hacendados, sastres, ¿y qué me dices de Richard Irysheman? Y los nombres… ¿Smyth, Row, David, Wale, Walman, Breston, Thorpe, Hellorus, Hande, Tidman, Giw, Sharpe? No se trata de nombres nobles. Estos son granjeros o artesanos. También eran hombres toscos, totalmente habituados a la dureza de la época.
Sé que puede decirse que la forma requería ciertas convenciones caballerescas. Pero especialmente hacia el final, Malory se volcó hacia las cosas que conocía, árboles, plantas, el agua, el suelo, los hábitos de lenguaje y de vestimenta. ¿Por qué, entonces, no se volcó hacia las armas que conocía: el arco y la flecha? Bajo Beauchamp sirvió con una lanza y dos arqueros. Esto era más o menos lo habitual. En Agincourt, en una cantidad estimada en seis mil ingleses, había unos cuatro mil arqueros. ¿No te parece que un hombre que más tarde sirvió en Francia empleando casi las mismas tácticas, cuando se puso a escribir sobre la guerra debería haber deslizado algo de lo que sabía? En muchos otros aspectos, así lo hizo. Su conocimiento de los hombres y las bestias rompió con las convenciones de los romanceurs e introdujo algo que para la época era un tremendo realismo.