Patriotas (12 page)

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Authors: James Wesley Rawles

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: Patriotas
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Durante las siguientes visitas al norte de Idaho antes del colapso, primero en los viajes para cazar con Lisa, y después cuando fue a ayudar a Todd y a Mary a organizar el refugio, Mike siempre pasaba a visitar a Spence y a su mujer. También iba de forma regular a Spokane, Washington, a hacer negocios con un proveedor de explosivos. Gracias al permiso que le facilitó Loughran, pudo conseguir todo aquello que necesitaba. La primera vez que acudió al local, el propietario se mostró algo escéptico, ya que no había visto nunca antes a Mike.

Para cerciorarse, el propietario del negocio llamó a Loughran, y este le dijo:

—Claro que sí, Bob, lo he mandado yo. Dale todo lo que le he puesto en la lista.

Mike dio un suspiro de alivio.

En su primer viaje de vuelta a Idaho, Mike llevó un paquete con un setenta y cinco por ciento de dinamita y un rollo de cordón detonante PETN, más conocido como Primacord, y un par de alicates. En los viajes sucesivos, Mike adquirió detonadores de mecha con espoleta y eléctricos, un generador manual para accionar detonadores eléctricos, catorce kilos de explosivo plástico Composition C-4 (o simplemente C-4), dos paquetes más de dinamita y diez kilos de explosivo Detasheet C, producido por DuPont.

Todo este material fue transportado con sumo cuidado desde casa de Mike y Lisa hasta el refugio en Idaho. Mike le dio a los Gray instrucciones muy precisas de cómo debían almacenar el material. Lo más importante de todo, según les dijo, era mantener los detonadores de mecha alejados de los explosivos. Mientras el sótano mantuviese cierto nivel de humedad, no entrara agua y la dinamita estuviese aislada del suelo, no habría ningún riesgo de que los materiales se deterioraran.

Una tarea que debían llevar a cabo regularmente era girar las cajas de dinamita, ya que la dinamita de Mike pertenecía a la variedad que tenía la nitroglicerina suspendida en tierra diatomácea, por lo que era mucho más estable que la antigua, en la que la nitroglicerina estaba suspendida en serrín. Pese a todo, existía un pequeño riesgo de que la nitroglicerina se filtrara desde los recipientes de las varillas. Para evitar eso, bastaba con inspeccionar algunas de las varillas y darle la vuelta a las cajas una vez cada tres meses. Para no olvidarse de esa responsabilidad, Mary marcó en rojo en el calendario los días de rotación con una R mayúscula dentro de un círculo.

5. Últimos ajustes

«La herramienta más importante para sobrevivir con la que cuenta un hombre es su propia mente.»

Ayn Rand

Dan y Mike ayudaron a Mary a instalar una cama para Rose cerca de la mesa de mando del cuartel. Resultaba el lugar más lógico, ya que a todas horas habría alguien allí para poder controlar su estado. La única desventaja es que todos tendrían que guardar silencio cuando se encontraran en la parte delantera de la casa. Rose durmió de forma casi ininterrumpida durante dos días. Cada cuatro horas, quien se encontrara destacado en el mando del cuartel la despertaba para darle sus dosis de ampicilina y le preguntaba si quería beber o comer algo. Durante las primeras dieciocho horas solo tomó agua, luego empezó a probar un poco de zumo. A las cuatro de la madrugada del tercer día después de la operación, Rose se incorporó, se quedó sentada en la cama y le preguntó a T. K., que estaba destinado al mando del cuartel en ese momento, si podía comer unas tortitas. T. K. se fue a la cocina y le trajo lo que había pedido. Mientras devoraba la cuarta tortita y se acababa de beber el segundo vaso de zumo de naranja, preguntó:

—¿Tú quién eres?

—Me llamo Kennedy, Tom Kennedy. Todo el mundo me llama T. K. Soy el jefazo de personal.

—Ah, ¿tú eres T. K.? Jeff me ha hablado de ti. Me dijo que estudiabas lenguas antiguas y que eras ministro católico.

—Bueno, no es verdad del todo —contestó con una media sonrisa—, solo soy clérigo secular. He ayudado a dar la comunión durante la misa. Aquí me encargaré de dirigir los grupos de debate en torno a la Biblia.

—También me dijo que verte disparar un rifle era todo un espectáculo.

—Bueno, quizá exageraba un poco. No me merezco un calificativo así, al menos entre la fraternidad de tiradores profesionales. Pero comparado con la gente normal, supongo que sí, que soy un buen tirador. Practico de vez en cuando con mi fusil de competición Anshutz de calibre.22, mi AR-15 y mi MI Garand. Me gusta disparar en las competiciones de High Power que se organizan cada tres meses.

—Deberías de empezar a hablar de todo eso en pasado —dijo Rose frunciendo el ceño—. Por lo que vimos cuando salimos de Illinois, la anarquía es total. Todas las casas estaban en llamas o habían ardido ya. Pasamos por barrios donde las viviendas eran de madera, y lo único que quedaba en pie eran las chimeneas. Las calles estaban llenas de cuerpos sin vida. Se veía a gente asaltando los supermercados, era como las imágenes que nos llegaban a veces de Iraq.

Se quedó callada un momento y luego preguntó:

—¿Vais a dejar que Jeff y yo nos quedemos? Por lo que Jeff me ha contado, hace dos años que no pertenece a vuestro grupo, y a mí no me conocéis de nada.

—No lo sé —dijo T. K. acariciándose la barbilla—. Un asunto tan importante tendrá que decidirse a través de una votación de todo el grupo.

Cuando Rose acabó de saciar su apetito con las tortitas y los huevos revueltos, T. K. fue a despertar a Jeff, que estaba dormido en un sofá cama.

—Oye, Trasel —le dijo—, en el cuarto de al lado hay una chica muy mona con un apetito tremendo que creo que te gustará ver.

Esa misma mañana, unas horas más tarde, se fue la luz. Todos los que estaban en la casa se reunieron inmediatamente en el salón en penumbra: todas las persianas estaban bajadas. Ninguno de los presentes confiaba en que se tratara de un apagón provisional.

—Bueno, se acabó —pronunció Todd con tono irrevocable—. Me imagino que los relojes seguirán marcando las diez y diecisiete por quién sabe cuánto tiempo. ¿Meses? ¿Años? Quizá décadas. De ahora en adelante, aunque tengamos algunos medios para recargar las baterías, tendremos que ahorrar al máximo la energía. Contamos con las placas solares, el Winco para cuando haya aire y el generador manual. A partir de ahora, todo el mundo usará tan solo la energía que sea estrictamente necesaria.

Todd fue a la caja del disyuntor, que estaba instalada en el cuarto de servicio, y accionó casi todos los conectores. Los únicos que dejó funcionando fueron los que regulaban la toma de corriente del interior de la casa. Acto seguido, apagó el mando principal y de esa forma desconectó la instalación de la red eléctrica principal. Les explicó que una vez instalado el inversor, si volvía la corriente de forma inesperada, corrían el riesgo de provocar un enorme castillo de fuegos artificiales. A continuación, conectó el inversor Xantrex, un aparato que convertía 12 V de corriente continua en 120 de corriente alterna.

Todd fue después por toda la casa desenchufando aquello que no resultase esencial. En ese grupo de cosas iba incluido el ordenador de su despacho y casi todas las lámparas.

—Menos mal que no me gasté todo ese dinero —dijo Todd en voz alta mientras desenchufaba el ordenador apagado— comprando un cacharro de no sé cuántos megagigahercios.

Las únicas luces que no desconectó fueron las cinco de bajo voltaje que había en la cocina, en los dormitorios y en la mesa del puesto de mando del cuartel del salón. Las cinco funcionaban con bombillas compactas fosforescentes de 15 W de Panasonic. Cuando se acabara el surtido de bombillas que tenían, Todd tenía planeado usar unos adaptadores que había comprado en la tienda Real Goods en Hopland, California, que se colocaban en los portalámparas normales y corrientes. Dentro de cada adaptador iba una toma tipo «bayoneta» que sujetaba unas luces traseras de coche de 12 V de corriente continua. Todd había previsto que podrían conseguir más piezas de recambio de los muchos coches abandonados en las carreteras.

Los otros aparatos electrónicos que no fueron desconectados fueron la radio de frecuencia corta, el escáner de la policía, la emisora de banda ciudadana, un sistema de alarma y el cargador de baterías de pequeño tamaño. Los cuatro funcionaban con 12 V, sin necesidad del inversor.

—Con esto debería bastar —anunció Todd al desenchufar el último de los aparatos innecesarios—. Si vemos que la batería se mantiene a un nivel razonable, volveremos a conectar algunas cosas, de una en una. Mientras tanto, sin embargo, iremos muy poco a poco. Utilizaremos lámparas de queroseno para complementar las luces fluorescentes.

—Ahora ya sé por qué la llaman «la edad oscura» —comentó Mary, con una sonrisa irónica.

Todd convocó una reunión durante la hora de la comida. Envió a Jeff al puesto de observación y escucha.

—Supongo que ya te imaginarás por qué no quiero que estés presente durante la reunión —le dijo antes de que partiera a relevar a Lisa—. Quiero que sepas que cuentas con mi voto, pero de todas maneras no te hagas ilusiones; el proceso para admitir a nuevos miembros sigue siendo el mismo, continuamos funcionando como en una fraternidad: un voto en contra y se acabó la cosa.

—Te aseguro que cumpliré con todos los cometidos que me asignéis —afirmó Jeff tras asentir fríamente—. Y estoy seguro de que Rose hará lo mismo, es muy trabajadora. —Después de decir eso, se dio la vuelta y se marchó.

Kevin preparó hamburguesas a la plancha para todos. Para eso gastó los últimos pedazos de carne que quedaban en el refrigerador y los últimos panes comprados en una tienda. Les añadió cebolla, sal y salsa teriyaki.

—Hay dos razones para convocar esta reunión —dijo Todd, dando inicio formal al encuentro—. La primera es decidir si Jeff y Rose, suponiendo que se recupere, pueden quedarse. La segunda es acabar de ajustar las distintas funciones a llevar a cabo en el refugio. Respecto al primer orden de cosas, tenéis que saber que Jeff me ha prometido que si votamos que se queden, él y Rose cumplirán con todas las funciones que les sean encomendadas. Desde mi punto de vista, las cuestiones clave son: primero de todo, si necesitamos realmente su ayuda; segundo, si podemos confiar en que reaccionen correctamente, sobre todo en condiciones de mucha presión, y tercero, si podemos permitirnos alimentar a dos bocas más.

El debate acerca de si Jeff y Rose podían quedarse se extendió a lo largo de media hora. En el curso del mismo, se le pidió a Dan Fong, que era el único que había mantenido el contacto con Jeff, que pusiese al día al resto acerca de las actividades de Jeff desde que este había abandonado el grupo.

—Jeff sigue en el cuerpo de reserva de los Marines —contó Dan— y sigue corriendo y practicando calistenia tres veces por semana para mantenerse en forma. Justo después de dejar el grupo, consiguió trabajo como inspector de control de calidad con Radian Corporation, dentro de su división de microondas. Durante un año, estuvo trabajando a tiempo completo; luego pasó a trabajar media jornada y volvió a estudiar. Por las últimas noticias que tuve, había superado el primer ciclo y había pasado a la Universidad de Illinois. Dios sabrá cuántos créditos llevará acumulados. Como habéis oído antes en el último informe, Jeff seguía viviendo en casa de sus padres.

Sin dejar un momento de pausa, Dan siguió con el informe, centrándose ahora en Rose.

—Se llama Creveling de apellido. Es joven, tiene solo diecinueve años, quizá veinte. Estaba empezando su segundo curso en la Universidad de Illinois, en el campus de Chicago Circle, cuando toda esta mierda que han provocado políticos como Chuck Schumer dio comienzo. Iba camino de licenciarse en Publicidad, pero todavía le quedaban los últimos años. Jeff la conoció la primavera del año pasado. Desde entonces han estado saliendo juntos. Jeff me contó que se había sentido atraído por ella porque parecía una chica inteligente y porque le gustaban mucho las actividades al aire libre: el esquí, ir de excursión, el kayak, todo ese tipo de cosas. El verano pasado, Trasel empezó a enseñarla a disparar. Es cristiana, creo que luterana. También vegetariana. No come ni carne ni pescado, pero sí huevos, leche y queso. Eso es más o menos lo que sé acerca de ella. Trasel me dijo que procedía de una de las mejores familias de Aurora.

Conforme se desarrollaba el debate, fue patente que con el trabajo que tenían planeado y las guardias en el puesto de observación y escucha y en el mando del cuartel, iban a ir muy justos, incluso si aceptaban a Jeff y a Rose, especialmente durante los meses de verano. También vieron claro que tenían comida en abundancia. La única cuestión que quedaba por dilucidar era su disposición a trabajar, su lealtad al grupo y su capacidad de soportar las situaciones de presión. En esta última cuestión, todos sabían que Jeff podría afrontarlas sin problema, pero no sabían nada respecto a Rose.

—El que sea vegetariana, ¿no se convertirá en un problema? —preguntó T. K.

—Todo lo contrario —respondió tajantemente Mary—, su metabolismo estará mejor preparado que el nuestro, dado que nuestra dieta a partir de ahora se basará en los cereales y las legumbres.

Kennedy asintió dándole la razón.

La cuestión más importante la planteó Lisa Nelson.

—¿Qué pasa con el estado de salud de Rose? ¿Y si no consigue recuperarse satisfactoriamente de la herida?

De nuevo Mary volvió a tomar la palabra.

—Me gustaría decir algo al respecto de eso. Por lo que he leído, es muy poco probable que este tipo de herida la deje inválida. La he examinado tres veces diariamente, y se está curando bien. Le he dado muchos antibióticos y no hay signos de infección. Una vez supere la fase en la que se encuentra ahora, en la que todavía hay riesgos de que la herida se infecte, las posibilidades son muy altas, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una persona joven y con buena salud. Aparte de eso, el mayor riesgo que corre en las próximas semanas es que tenga alguna hemorragia; por lo demás, seguramente podrá hacer algunas tareas más livianas hasta que acaben de curarse las heridas. Probablemente tendrá algunos dolores y algunas molestias a largo plazo, y en el peor de los casos, es posible que pierda parte de la movilidad en el hombro, pero nada que la convierta en una carga para el resto del grupo.

Cuando la discusión empezó a perder fuelle, T. K. sugirió que hicieran una votación secreta. Cuando se recontaron los votos unos minutos después, todos eran a favor de permitir que Jeff y Rose ingresasen en el grupo. Después de que T. K. leyera en voz alta el resultado de la consulta, Todd volvió a tomar la palabra y expuso su perspectiva de cómo debían organizarse las cosas diariamente en el refugio. No hubo sorpresas, casi todo lo que dijo había sido discutido en las reuniones que se habían celebrado antes del colapso, y en algunos casos se había transcrito y pasado a formar parte de la serie de procedimientos operativos estándar.

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