Las siguientes incorporaciones fueron Mike Nelson, un botánico de la Universidad de Chicago, y Lisa, su novia. Mike la había conocido por casualidad en la biblioteca Regenstein, en la universidad. Mike iba caminado por entre las estanterías cuando vio a una chica joven y atractiva que estaba leyendo
El libro de los cinco anillos,
de Musashi. Enseguida inició una conversación con ella sobre artes marciales y sintió un flechazo.
Lisa era una diseñadora gráfica con intereses que abarcaban desde los viajes con mochila hasta el taekwondo o el paracaidismo. Era de estatura media, tenía el pelo castaño oscuro y unas cejas muy pobladas. Unos meses después de empezar a salir con Mike, entró a formar parte del grupo. Lisa tenía mucho talento pintando con aerógrafo. Durante varios años, pintó diseños de camuflaje en las armas de mayor tamaño de sus compañeros para que fueran a juego con sus uniformes. Después, para preservar la pintura de camuflaje y evitar que saltara o se borrara, les ponía por encima tres capas de laca. En un primer momento, Lisa se interesó por el grupo al igual que lo hacía por sus muchas aficiones. Poco tiempo después, se convertiría para ella en una pasión absorbente que se impuso sobre casi todo el resto de las cosas que le despertaban interés.
Una vez se licenció y terminó su máster en Biología, Mike Nelson fue incapaz de encontrar un trabajo relacionado con la botánica. Las únicas ofertas que vio eran de trabajos mal pagados como ayudante para hacer un inventario forestal. Presa de la desesperación, acabó trabajando como agente de policía en Chicago. Se graduó con la segunda mejor nota de su clase en la academia de policía. Curiosamente, Mike descubrió que le gustaba el trabajo de policía. Como a la mayoría de los agentes que acababan de entrar en el cuerpo, le asignaron a la patrulla nocturna. Sin embargo, y a diferencia del resto de los de su quinta, Mike estaba contento con el trabajo asignado. Más adelante, se presentaría voluntario para continuar en el turno de noche, e incluso solicitó que le asignaran los barrios más conflictivos de Chicago.
Mike le contó al resto de los integrantes del grupo que lo que le atraía del trabajo de policía era el subidón de adrenalina que sentía ante las situaciones de tensión. Para él, la parte divertida de su trabajo era cuando tenía que enfrentarse a situaciones realmente peligrosas en las que había que apañárselas para salir con vida. Entretanto, Lisa encontró trabajo como artista en un importante estudio de arquitectura. Se dedicaba básicamente a hacer
renderings
de cómo serían los edificios una vez acabados, con los aparcamientos y los jardines de alrededor. Más adelante, tuvo la oportunidad de acometer otros proyectos como el diseño y la maquetación de un folleto promocional de la compañía, y de trabajar con el sistema informático que generaba el diseño de los planos. Pese a no ser exactamente el tipo de trabajo que ella habría elegido, casi todas las cosas que tenía que hacer le gustaban y estaba muy bien pagado.
Mike y Lisa estuvieron dos años saliendo juntos antes de casarse. Aunque sus horarios no eran demasiado compatibles, estaban muy contentos con su relación. Los dos disfrutaban con el mismo tipo de actividades y los dos compartían el interés por la supervivencia desde antes de unirse al grupo. Los abuelos de Mike habían construido un refugio a prueba de bombas a principios de la década de los sesenta, y tanto ellos como sus padres habían animado a Mike para que fuese una persona independiente y autónoma. Por encima de todo, siempre le habían dicho: «Estate preparado». Lisa había recibido una educación parecida. Había crecido en el seno de una familia mormona donde almacenar la comida era algo primordial. Sus aficiones, extenuantes y a menudo peligrosas, habían fomentado también un carácter seguro de sí mismo y una propensión a las actividades que tuviesen lugar al aire libre.
En su primer año en la universidad, un compañero de la residencia de estudiantes le dejó un ejemplar de
Cómo prosperar cuando vengan los años malos,
de Howard J. Ruff. La lectura de ese libro hizo que adoptara «la forma de pensar de una superviviente», tal y como solían decir en el grupo. Mike hizo una breve referencia al grupo al poco tiempo de empezar a salir con Lisa, para ver si su reacción era positiva o negativa. Cuando mencionó los planes del grupo de «irse a las montañas si el mundo entero se desmorona», las primeras palabras que ella dijo fueron: «¿Me llevarás contigo?». Cuando su relación se fue consolidando, Mike y Lisa empezaron a pasar todos los fines de semana juntos. La mayoría de esos fines de semana los dedicaban a pasear por la montaña, escalar, cazar o pescar: cualquier cosa con tal de salir de la ciudad.
Mike fue la primera persona que les habló a Todd y a T. K. acerca del norte de Idaho. Durante sus estudios, Mike había pasado nueve meses viviendo en Moscow, Idaho. Allí había estudiado «las formas de crecimiento del pino ponderosa en el microclima del este de Washington y el norte de Idaho». A su tutor le había encantado el trabajo, pero eso no fue suficiente para conseguir un empleo como botánico.
Mike les habló del norte de Idaho en términos muy elogiosos.
—Idaho es una tierra de supervivientes. La mitad de la población son
survivalistas
en potencia que no se dan cuenta de que lo son. La autosuficiencia es un pilar básico de la vida allí. La forma de pensar de aspirantes a la supervivencia es la más extendida. Casi todo el mundo caza, mucha gente tiene estufas de leña y ellos mismos se cortan la madera. La mayoría de la gente prepara conservas caseras, y muchas familias tienen sus propias prensas para recargar la munición. Muchos niños son educados en casa y los nacimientos con matrona están muy extendidos. Muchas familias practican lo que ellos llaman «iglesias caseras»: pequeñas congregaciones formadas por entre una y cuatro familias que se reúnen dentro de casa. En general, viven mucho más en contacto con la tierra que la gente de ciudad, ya que son diez mil veces más autosuficientes.
La siguiente persona en entrar a formar parte del grupo fue Kevin Lendel, un ingeniero eléctrico bastante tímido con aspecto de ratón de biblioteca. Lo único digno de mención era que practicaba la esgrima con sable y con florete. Era el único ejercicio que hacía aparte de ir en bicicleta. Gracias a la esgrima tenía una enorme flexibilidad, una constitución algo enjuta y unos reflejos increíbles. Kevin formaba parte del equipo de esgrima de la Universidad de Chicago desde hacía tres años. Nunca había llegado a ser un esgrimista realmente formidable, pero sí lo suficientemente bueno como para ayudar al equipo a ganar varios torneos.
Kevin era diferente al resto de los miembros del grupo. Llevaba gafas con gruesas lentes, y un mechón de pelo oscuro le caía todo el tiempo delante de los ojos. Cuando hacía esgrima, llevaba un pañuelo verde para evitar que el pelo le molestase. Kevin era judío. El resto de los integrantes del grupo eran cristianos devotos. A él no le interesaban especialmente las actividades al aire libre, y hasta que se unió al grupo, nunca había tenido un arma. Sin embargo, Lendel vio claramente lo importante que era estar preparado para lo que pudiese pasar, y cambió su estilo de vida y sus costumbres en consecuencia.
Lendel influyó de forma sutil en algunas cuestiones. La más importante, su forma prudente y considerada de conversar y de entender la vida en el sentido más amplio, acabó por cuajar en el grupo. A menudo decía cosas del tipo «tranquilos, no nos precipitemos» tanto en las reuniones como sobre el terreno durante los ejercicios de entrenamiento y en las patrullas de planificación. Otra de las cuestiones en que tuvo una gran influencia fue el hincapié que hizo en tener cuchillos de calidad y piedras para afilar. Su experiencia en la esgrima con sable hizo que tomara conciencia de la importancia de las armas bien afiladas. Gracias a su consejo, todos los integrantes del grupo acabaron comprando dos o tres cuchillos de desollar, así como alguno para defenderse.
Kevin les dio varias lecciones acerca de la lucha con cuchillo, y una de esgrima con sable, aunque esta última la hicieron más que nada para divertirse. Kevin también le enseñó individualmente a cada uno de los miembros el arte de afilar bien un cuchillo usando una piedra de Arkansas. En cuanto a los cuchillos desolladores, la mayoría compró los que la marca Cuchillos Case y Buck producía de forma industrial, si bien unos cuantos optaron por unos hechos a medida por Andy Sarcinella, Trinity Knives y Ruana. Prácticamente todos compraron también una navaja multiusos Leatherman y un cuchillo plegable CRKT. Para pelear, la mayoría adquirieron los cuchillos de fábrica producidos por Benchmade o por Cold Steel. Kevin se compró un Lile Gray Ghost con mango de micarta, que resultaba algo más caro.
Desoyendo el consejo de Kevin, Dan Fong se compró un cuchillo de comando británico Sykes-Fairbairn de doble filo. Kevin le advirtió que el diseño era de peor calidad; él prefería cuchillos que pudiesen ser utilizados al mismo tiempo tanto como herramientas como para el combate. Se fijó en que la empuñadura del Fairbairn era demasiado pequeña y que la punta que tenía, que se estrechaba progresivamente, no era lo suficientemente resistente y podía romperse, sobre todo al utilizar el cuchillo como herramienta. Dan acabó envolviendo la empuñadura del cuchillo con cinta de paracaídas para que tuviese un diámetro más adecuado. Como la punta del Fairbairn era indudablemente demasiado frágil, Dan utilizó para determinados cometidos un CRKT plegable con punta en tanto.
En la mayoría de las reuniones del grupo, Kevin Lendel guardaba silencio. Lo más habitual era que se pusiese a leer un libro en cuanto la reunión se convertía en discusión. Eso ponía nervioso al resto, hasta que se dieron cuenta de que Kevin no se perdía ni una sola palabra de las que allí se pronunciaban. Era capaz de concentrarse en dos cosas a la vez. Kevin participaba en muy contadas ocasiones, bien para contestar alguna pregunta que le habían formulado, bien para apuntar algún aspecto que todos los demás habían pasado por alto.
Una de sus frases favoritas durante las reuniones era: «Me acabo de percatar de algo que es obvio». Muchas de sus sugerencias acababan luego escritas en forma de procedimientos operativos estándar. Por ejemplo, fue Kevin el primero que apuntó que durante las épocas de crisis, cada viaje fuera del perímetro marcado debía recibir la consideración de patrulla, y que como tal, estaría sujeta a la regla de «dos hombres mínimo». Kevin fue también el instigador de las regulaciones en torno a los servicios sanitarios y de la regla a menudo citada: «Se informará a los servicios médicos, en cuanto sea posible, de cualquier herida o enfermedad, por leve que parezca». Las motivaciones de Kevin para convertirse en un
survivalista
no fueron nunca entendidas del todo por la mayoría de los miembros del grupo. Todd, que sentía un gran respeto por la inteligencia de Kevin y que mantenía sin embargo sus dudas acerca de sus motivaciones, solía decir que era «un acertijo envuelto dentro de un enigma».
Después de licenciarse, Kevin entró a trabajar como ingeniero de software en Y-Dine Propulsión Systems en Chicago. Empezó en 2007 como programador júnior con un salario anual de ochenta y cinco mil quinientos dólares. En 2009, era analista de sistemas y ganaba ciento veintidós mil dólares al año.
En 2002, Kevin comenzó una segunda carrera profesional como programador de software por cuenta propia. Ofrecía sus conocimientos en Pascal, Fortran, C y Ada, el lenguaje de programación específico que se usaba en muchos proyectos de empresas de defensa. Cuando empezó a trabajar como autónomo no sabía si podría ganarse la vida solo escribiendo programas, así que se quedó a tiempo parcial en Y-Dine. Tras seis meses trabajando para distintas compañías, se dio cuenta de que tenía más trabajo del que podía sacar adelante. En ese momento, renunció a su posición en Y-Dine y empezó a trabajar únicamente en casa, usando un Sparc-20 de Sun Microsystems que le prestó Y-Dine y dos ordenadores de su propiedad: un Macintosh y un híbrido de IBM que se había actualizado luego instalando un procesador de dos gigas.
La mayoría de los trabajos provenían de fuera de la zona de Chicago. Generalmente enviaba el software a través de un módem, ya que Bovill no tenía servicio de ADSL y estaba fuera de la cobertura de los servidores locales de conexión
wireless
de banda ancha. De vez en cuando, enviaba los programas en zi'ps que mandaba por el servicio de mensajería Federal Express. Los de FedEx venían hasta su puerta, ya que la casa estaba junto a la carretera. Para su sorpresa, prácticamente la tercera parte del dinero que ganaba provenía de contratos con su antigua empresa, Y-Dine: lo seguían necesitando. Pese a que no ganaba tanto como cuando estaba en Y-Dine, Kevin disfrutaba mucho de poder escapar de la aburrida mecánica de desplazarse y trabajar todos los días de nueve a cinco. A sus compañeros de grupo les contaba lo maravilloso que era poder volver a tener el «horario de
hacker»
del que tanto había disfrutado cuando estaba en la universidad. A menudo se quedaba trabajando hasta las dos o las tres de la madrugada y dormía luego hasta mediodía.
La mayoría de los trabajos que hacía consistían en escribir software para aplicaciones industriales. Pocos de los miembros del grupo podían sentirse identificados o simplemente llegar a entender la complejidad del trabajo que Kevin realizaba. El resto de sus compañeros empezaron a apreciar realmente sus capacidades cuando les enseñó un programa que acababa de diseñar que generaba unos gráficos fractales increíbles.
La primera vez que Kevin vio la casa de Todd y Mary en Idaho, se le iluminó la cara. Enseguida se dio cuenta de que estaba viendo algo que también iba a formar parte de su propio futuro. Como trabajaba íntegramente desde casa, le daba igual vivir en las afueras de Chicago o en los confines de Mongolia, lo único que necesitaba para trabajar era electricidad, una línea telefónica y un proveedor de internet. En cuanto llegó, se puso a buscar un sitio cerca de la granja de los Gray.
Muy pronto encontró un lugar que comprar. A Kevin le habría encantado haber podido adquirir una parcela contigua a la de Todd y Mary. Por desgracia, todas las granjas alrededor tenían cincuenta hectáreas o más, y ninguna tenía visos de ir a ponerse a la venta en un futuro próximo. De hecho, de las cuatro granjas vecinas, tres pertenecían a familias que llevaban dos o más generaciones habitándolas. La cuarta parcela, la que quedaba al este, formaba parte de un gran terreno que era propiedad de la Oficina de Gestión de la Tierra, y que estaba bajo la jurisdicción del gobierno federal. Detrás estaba el bosque nacional. A Gray le habían contado que las tierras de la OGT salían a veces a subasta, pero que esta en particular probablemente no saldría porque tenía un gran valor histórico. Era el lugar tradicional donde se plantaban las «camas», el alimento básico de la tribu india nez percé. De hecho, aún había camas, que competían con las hierbas que no eran oriundas del lugar pero que habían invadido toda la zona.