Piense y hágase rico (30 page)

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Authors: Napoleon Hill

Tags: #Autoayuda

BOOK: Piense y hágase rico
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¿Qué te aflige? Pareces terriblemente enfermo
. El primero en hacer la pregunta no solía provocar en la víctima más que una mueca de disgusto y un casual:

Oh, nada, estoy muy bien
. El segundo solía encontrarse con la siguiente respuesta:

No lo sé con exactitud, pero me encuentro mal
. La víctima admitía ante el tercero que se encontraba enferma.

Si lo duda, intente hacer lo mismo con un conocido, pero no lleve el experimento demasiado lejos. Existe cierta secta religiosa cuyos miembros se vengan de sus enemigos mediante el método del
embrujamiento
. Dicen que
hechizan
a la víctima.

Hay pruebas abrumadoras de que la enfermedad suele comenzar en forma de un impulso de pensamiento negativo. Tal impulso puede pasar de una mente a otra, por sugestión, o ser creado por un individuo en su propia mente.

Un hombre bendecido con mucha más sabiduría de lo que el siguiente incidente pudiera indicar, dijo en cierta ocasión:
Cuando alguien me pregunta cómo me siento, mi respuesta sería darle un puñetazo
.

Los médicos aconsejan un cambio de clima a sus pacientes en beneficio de su salud, cuando lo realmente necesario sería un cambio de
actitud mental
.

La semilla del temor a las enfermedades anida en cada mente humana. La preocupación, el temor, el desánimo, la desilusión en el amor y el fracaso en los negocios permiten que esta semilla germine y crezca.

Las desilusiones en los negocios y en el amor se encuentran a la cabeza de la lista de causas de temor a la enfermedad. Un hombre joven sufrió una desilusión amorosa que lo envió al hospital. Estuvo luchando durante meses entre la vida y la muerte. Se llamó a un especialista en psicoterapia. Este ordenó cambiar las enfermeras, dejando al paciente a cargo de una joven encantadora que (con el preacuerdo del médico) empezó a hacer el amor con el joven desde el primer día de su llegada al trabajo. Al cabo de tres semanas, el paciente salió del hospital, todavía sufriendo, pero de una enfermedad por completo diferente. Se había enamorado de nuevo. El remedio fue un hechizo, pero el paciente y la enfermera terminaron casándose más tarde.

Síntomas del temor a la enfermedad.

Los síntomas de este temor casi universal son:

Autosugestión
. El hábito del uso negativo de la autosugestión que se dedica a buscar y espera encontrar los síntomas de toda clase de enfermedades.
Disfrutar
de enfermedades imaginarias y hablar de ellas como si fueran reales. El hábito de probar todas las
manías
y
modas
recomendadas por los demás, considerándolas como algo que tiene valor terapéutico. Hablar a otros de operaciones, accidentes y otras formas de enfermedad. Experimentar con dietas y ejercicios físicos sistemas de reducción de peso sin guía profesional. Probar remedios caseros, medicamentos patentados y remedios de
charlatanes
.

Hipocondría
. El hábito de hablar de la enfermedad, concentrando la mente en ella y esperando su aparición hasta que se produce un colapso nervioso. Nada que se venda en botellas puede curar este estado. Se produce como consecuencia de un pensamiento negativo y la curación se logra sólo mediante un pensamiento positivo. Se dice que la hipocondría (un término médico para referirse a la enfermedad imaginaria) produce tanto daño como la enfermedad que se teme tener. La mayoría de los casos denominados
nerviosos
no son sino enfermedades imaginarias.

Ejercicio
. El temor a la enfermedad interfiere a menudo con un ejercicio físico adecuado, y tiene como resultado el exceso de peso, haciendo que uno evite la vida al aire libre.

Susceptibilidad
. El temor a la enfermedad quiebra la resistencia natural del cuerpo y crea en él un estado favorable para cualquier forma de enfermedad con la que uno pueda ponerse en contacto.

Autoconsentimiento
. Hábito de buscar un poco de simpatía con el señuelo de una enfermedad imaginaria. (La gente recurre a menudo a este truco para evitar acudir al trabajo.) Hábito de fingir una enfermedad para justificar lo que no es más que pereza, o de hacerla servir como una justificación de lo que sólo es falta de ambición.

Falta de moderación
. Hábito de usar alcohol o narcóticos para eliminar dolores como los de cabeza, las neuralgias, etc., en lugar de buscar y eliminar la causa.

El temor a la enfermedad suele estar relacionado con el temor a la pobreza, en especial en el caso del hipocondríaco, que se preocupa constantemente por la posibilidad de tener que pagar las facturas del médico, del hospital, etc. Este tipo de persona pasa mucho tiempo preparándose para la enfermedad, hablando de la muerte, ahorrando dinero para el cementerio y los gastos del entierro, etc.

El hábito de interesarse por las enfermedades y de preocuparse por la posibilidad de verse afectado por una de ellas, así como el de leer los textos de los anuncios de medicamentos patentados, son aspectos del temor a la enfermedad.

El temor a la pérdida del amor.

La fuente original de este temor inherente surgió, evidentemente, del hábito del hombre polígamo de robarle la compañera a su semejante, o de tomarse libertades con ella cada vez que podía.

Los celos y otras formas similares de neurosis surgen del temor heredado del hombre a la pérdida del amor de alguien. Este temor es el más doloroso de los seis temores básicos.

Tal vez causa más daño al cuerpo y a la mente que cualquiera de los otros temores básicos.

Es probable que el temor a la pérdida del amor se remonte a la Edad de Piedra, cuando los hombres robaban las mujeres por la fuerza bruta. Ahora continúan robándolas, pero su técnica ha cambiado. En lugar de la fuerza, utilizan la persuasión, la promesa de vestidos bonitos, de coches estupendos y de otros
señuelos
mucho más efectivos que la fuerza física. Los hábitos del hombre son los mismos que eran en los albores de la civilización, pero ahora los expresa de formas muy diferentes.

Un cuidadoso análisis ha demostrado que las mujeres son mucho más susceptibles a ese temor que los hombres. Este hecho se explica con facilidad. La experiencia ha enseñado a las mujeres que los hombres son polígamos por naturaleza, y que no se debe confiar en ellos cuando se encuentran en manos de rivales.

Síntomas del temor a la pérdida del amor.

Los síntomas más característicos de este temor son:

Celos
. El hábito de sospechar de los amigos y de las personas queridas sin ninguna evidencia razonable de motivos suficientes. El hábito de acusar de infidelidad a la pareja sin motivo alguno. La sospecha de todo el mundo en general, sin tener fe en nadie.

Descubrir imperfecciones
. El hábito de descubrir imperfecciones en amigos, parientes, asociados en los negocios y personas amadas, a la menor provocación, o sin causa que lo justifique.

Juego
. El hábito de jugar, robar, engañar y aceptar cualquier otra oportunidad de riesgo con el propósito de conseguir dinero para la persona amada, en la creencia de que el amor se puede comprar. El hábito de gastar mucho más de lo que se ingresa, o de incurrir en deudas para proporcionar regalos a la persona amada, con objeto de brindarle una imagen favorable. Insomnio, nerviosismo, falta de perseverancia, debilidad de voluntad, falta de autocontrol, falta de confianza en sí mismo, mal carácter.

El temor a la vejez.

En conjunto, este temor surge de dos fuentes. En primer lugar, del pensamiento de que la vejez puede traer consigo la pobreza. En segundo término, siendo ésta la fuente más común, a partir de enseñanzas falsas y crueles del pasado que se han mezclado demasiado bien con
fuego y azufre
y otras ideas diseñadas con gran astucia para esclavizar al hombre a través del temor.

En el caso del temor básico a la vejez, el hombre tiene dos razones muy sanas para su aprensión: una surge de la desconfianza hacia sus semejantes, que pueden arrebatarle todas sus posesiones mundanas, y la otra surge de las terribles imágenes que hay en su mente acerca del
más allá
.

La posibilidad de la mala salud, que se incrementa a medida que la gente envejece, contribuye asimismo a este temor tan común a la vejez. El erotismo también entra a formar parte del temor a la vejez, ya que a ningún hombre le agrada la idea de ver disminuida su atracción sexual.

La causa más común de temor a la vejez va asociada con la posibilidad de la pobreza.

Asilo
no es una palabra muy agradable. Produce un escalofrío en la mente de toda persona que afronta la posibilidad de tener que pasar los últimos años de su vida en una casa de beneficencia.

Otra causa que contribuye al temor a la vejez es la posibilidad de perder la libertad y la independencia, ya que la vejez puede traer consigo la pérdida de la libertad, tanto física como económica.

Síntomas del temor a la vejez.

Los síntomas más comunes de este temor son:

La tendencia a reducir la actividad y a desarrollar un complejo de inferioridad en la edad de la madurez mental, hacia los cuarenta años, con la falsa creencia de que uno se descuida a causa de la edad. (La verdad es que los años más útiles del hombre, tanto mental como físico, son los comprendidos entre los cuarenta y los sesenta.)

El hábito de hablar de uno mismo como pidiendo disculpas por
ser viejo
, sólo porque se han alcanzado los cuarenta o cincuenta años, en lugar de darle la vuelta a esa regla y expresar gratitud por haber alcanzado la edad de la sabiduría y la comprensión.

El hábito de matar la iniciativa, la imaginación y la confianza en sí mismo al creer falsamente que se es demasiado viejo para ejercer esas cualidades.

La costumbre de la persona de cuarenta años que se viste con el propósito de intentar aparecer más joven, y que actúa con las formas afectadas de los jóvenes, inspirando con ello el ridículo, tanto en los amigos como en los extraños.

El temor a la muerte.

Para algunos, éste es el más cruel de todos los temores básicos. La razón resulta evidente. En la mayoría de los casos, es posible achacar al fanatismo religioso los terribles dolores de miedo asociados con el pensamiento de la muerte. Los llamados
paganos
temen menos a la muerte que los más
civilizados
. El hombre se ha planteado durante miles de años las mismas preguntas que aún no ha podido contestar acerca del
¿de dónde?
y
¿hacia dónde?
. ¿De dónde proceso y hacia dónde voy?

Durante los períodos más oscuros del pasado, los más astutos y los más fuertes no fueron precisamente lentos a la hora de ofrecer respuesta a estas preguntas, a cambio de un precio.

Acude a mi tienda, abraza mi fe, acepta mis dogmas, y te daré el pasaje que te admitirá en el cielo cuando mueras —grita un líder sectario—. Permanece fuera de mi tienda y puede que el diablo se apodere de ti y te queme por toda la eternidad.

El pensamiento del castigo eterno destruye el interés por la vida y hace imposible la felicidad.

Aunque el líder religioso no sea capaz de proporcionar un salvoconducto hacia el cielo, ni la falta de él permita al desgraciado descender al infierno, la posibilidad de esto último parece tan terrible, que el simple pensamiento se apodera de la imaginación de una forma tan realista que paraliza la razón, e instala el temor a la muerte en nuestra mente.

El temor a la muerte no es ahora tan común como lo fue en la época en que no existían grandes universidades. Los hombres de ciencia han derramado el foco de la verdad sobre el mundo, y esa verdad está liberando rápidamente a los hombres de este terrible temor a la muerte. Aquellos que asisten a las universidades no se dejan impresionar ya fácilmente por el fuego y el azufre. Con la ayuda de la biología, la astronomía, la geología y otras ciencias afines, se han ido disipando los temores que se apoderaron de las mentes de los hombres en otras épocas más oscuras.

El mundo entero está compuesto de sólo dos cosas: energía y materia. En la física elemental aprendemos que ni la materia ni la energía (las únicas dos realidades conocidas por el hombre) pueden ser creadas ni destruidas. Tanto la materia como la energía pueden ser transformadas, pero ninguna de ellas destruida.

Si la vida es alguna cosa, es energía. Si es imposible destruir la energía y la materia, resulta evidente que tampoco se puede destruir la vida. Ésta, como cualquier otra forma de energía, puede pasar por distintos procesos de transición o de cambio, pero nunca se puede destruir. La muerte no es más que una transición.

Si la muerte no es simple cambio, o una transición, en tal caso, nada existe después de ella, excepto un largo y eterno sueño pacífico, y el sueño no es algo a lo que haya que temer. Así pues, usted puede eliminar para siempre el temor a la muerte.

Síntomas del temor a la muerte.

Los síntomas generales de este temor son:

La costumbre de pensar en la muerte, antes que en obtener lo máximo de la vida. Ello se debe, en general, a la falta de propósito, o a la falta de una ocupación adecuada. Este temor predomina más entre las personas de edad avanzada; pero, a veces, las personas más jóvenes son las víctimas del mismo. El mayor de todos los remedios contra el temor a la muerte es el ardiente deseo de alcanzar logros, apoyado por la realización de un servicio útil a los demás. Una persona ocupada en muy raras ocasiones dispone de tiempo para pensar en la muerte. La vida le parece demasiado excitante como para andar preocupándose por la muerte. A veces, el temor a la muerte se halla estrechamente asociado con el temor a la pobreza, cuando se piensa que la propia muerte puede dejar a los seres queridos en la pobreza. En otros casos, el temor a la muerte está causado por la enfermedad y por el consiguiente desmoronamiento de la resistencia física del cuerpo.

Las causas más comunes del temor a la muerte son: enfermedad, pobreza, falta de ocupación apropiada, desilusión amorosa, demencia, fanatismo religioso...

La preocupación.

La preocupación es un estado mental basado en el temor. Funciona con lentitud, pero es persistente, insidiosa y sutil. Paso a paso,
se abre camino
hasta que paraliza la propia facultad de razonamiento, destruye la confianza en sí mismo y la iniciativa. La preocupación es una forma de temor sostenido, causado por la indecisión; en consecuencia, se trata de un estado mental que es posible controlar.

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