Ponga un vasco en su vida (12 page)

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Authors: Óscar Terol,Susana Terol,Iñaki Terol,Kike Díaz de Rada

Tags: #Humor

BOOK: Ponga un vasco en su vida
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Alabe sin reservas los frutos secos
. Sobre todo el pan que se hacen ellos; créanos, por extraño que parezca: el pan con nueces o sésamo es riquísimo y nos va a venir de perlas para empezar a marcar barriga desde el primer día.

Los lácteos son una salvación
. Aproveche cualquier ocasión para untar unas rebanadas de pan con quesos cremosos de verdad. Nada de quesitos insulsos y jóvenes, frescos, tipo Burgos. Cuanto más amarillo está el queso, más engorda. Y los de untar… piense una vez más en las vacas.

Tenga en cuenta que hay vegetales con un contenido en grasa que ya lo quisiera para sí una chuleta de kilo y medio. No se corte,
empapúcese de aguacates y aceitunas
; es un medio seguro para engordar sin poner en riesgo su nivel de colesterol.

Con estas apreciaciones estamos en disposición de ofrecerle una serie de menús, totalmente vegetarianos, para que pueda engordar con su amigo el vasco yogui.

Desayuno

—Entre litro y medio y dos litros de agua carbonatada. A poder ser con burbuja gorda.

—Media docena de tostadas de pan integral de sésamo y nueces untadas con aguacate y aderezadas con aceite de oliva.

—Dos raciones de queso camembert.

—Un par de cafés con crema de leche.

—Volverse un ratito a la cama porque en realidad no hay tantas cosas que hacer en este día.

Almuerzo

—Un refresco de naranja.

—Un par de pintxos de tortilla.

—Una selección de frutos secos: almendras, pistachos…

—Docena y media de aceitunas.

—Hacer el resto de los recados de la mañana en taxi.

Comida

—Doble ración de ensalada de rúcula con queso fundido de cabra y aceto balsámico.

—Tosta de pan integral con nueces y berenjenas asadas con pimientos.

—Espagueti carbonara con doble de nata.

—Una crepé de verduras.

—Fresas con azúcar.

—Litro y medio de cerveza sin alcohol.

—Una siesta de dos horas después de la comida.

Merienda

—Un gran vaso de leche con doce galletas integrales hechas con trigo moro.

—Una barrita energética sustitutiva de las tres comidas del día.

—Una ración grande de tarta de frutas.

—Retrasar las llamadas pendientes a la merienda de mañana no vaya a ser que nos den un disgusto y nos quiten el hambre.

Cena

—Ensalada de setas con ajos tiernos y tofu.

—Un par de huevos fritos con patatas y pimientos.

—Paella mixta de arroz integral.

—Una botella de vino blanco de Alella.

—Medio litro de helado de café.

—Seguir insistiendo en la lucha contra el tabaco que, además de sana, engorda una barbaridad.

La barriga vasca

Tal como descubrió Conrad Aguirre en su libro titulado
El cuerpo de los vascos, ese planeta desconocido
, desde el alba de la humanidad los vascos han venerado una zona del cuerpo por encima de las otras: la barriga. Curiosamente y a diferencia de otras culturas, eso no era el reflejo de un mito que exaltaba la fecundidad, puesto que en la cultura vasca los modelos de esculturas barrigonas encontrados en las cuevas prehistóricas eran indistintamente masculinos y femeninos. Esto despistó durante años a los investigadores. Además, los famosos versos encontrados en la Sabela-arria (la piedra del vientre), considerada como la «piedra Roseta» de los vascos, no ayudaban nada a esclarecer la situación:

Hay en el mundo una cosa

que el sueño siempre me quita.

Es la curva que describe

tu barriguita.

Sin embargo, nuestro Conrad encontró una explicación plausible a este fenómeno. Según él, la barriga era una especie de «índice de felicidad» que daba una información fidedigna sobre el nivel de esfuerzo, de actividad física y, en definitiva, sobre el nivel de vida de determinada persona. Un individuo adulto con un vientre plano es un cúrrela que se parte el lomo de sol a sol. Puede resultar atractivo, pero poco prometedor desde el punto de vista económico. Sin embargo, un rechonchito cuarentón está más que claro que se da una vidorra de lujo, sale a cenar, riega la comida con buen vino y, sobre todo, tiene que tener buen carácter porque quema menos calorías de las que ingiere.

De ahí que la barriga resulte tan importante en el universo vasco. Nos ayuda a colocar a las personas en el mundo de una manera rápida y eficaz sin dudas ni preguntas insidiosas.

T
IPOS DE BARRIGA

Pero no todas las barrigas son iguales, como usted seguramente ya ha tenido ocasión de comprobar. Hay innumerables variedades, pero, por mor de la didáctica, nosotros las reduciremos a una decena.

Vamos a dividir las barrigas en tres grandes categorías: el vientre plano, las barrigas simples y las barrigas compuestas.

El vientre plano

Es el síntoma de la mala vida. Pero mala en el verdadero sentido de la palabra. Un tío con el vientre plano es un
pringao
, alguien que tiene que trabajar como un esclavo para ganarse la vida. Además, come menos de lo que necesita. Y no le llega. No le da para disfrutar de la vida porque nadie en su sano juicio despreciaría los placeres de la buena mesa tanto como para no dejar que en su vientre apareciera aunque sea una leve curva. El vientre plano es sinónimo de trabajo duro, de estibador del puerto, de repartidor de cerveza o Coca-Cola, de peón de albañil en la obra… de cosa de poco futuro, por regla general. Salvo en el caso de los futbolistas profesionales de primera división, que son casi los únicos millonarios delgados y que sudan trabajando del País Vasco.

Claro que, como en todo, también aquí hay excepciones. Hay vientres planos que denotan un cierto egocentrismo; especialmente cuando la lisura ventral se ve alterada por una docena de abdominales. Se logran esos abultamientos gracias a una férrea disciplina de gimnasio. Es algo durísimo. Inhumano. Aun así, los adeptos a parecer pobres —es decir, los pobres de espíritu— poco a poco van ganando un lugar cada vez más importante en la sociedad. Cuidan su cuerpo con una veneración digna de mejor causa. Es un reflejo infantiloide que pretende mantener la juventud más allá de lo recomendable. Pero es que hay gente para todo, y estos locos del propio cuerpo prefieren lucir las chocolatinas a probarlas, comen con agua y están todo el día contando… calorías.

La ausencia de barriga es también un síntoma de enfermedad. En el País Vasco, a nada que uno adelgace un poco, enseguida tendrá pinta de enfermo. Si la tripa le desaparece, estará directamente a un paso del otro barrio.

Barrigas simples

Dentro de las barrigas simples destacamos seis categorías: el barrigón, la barriga alta, la baja, la peonza o circular, la versión femenina y la lateral. Como le ocurre a toda reducción con fines didácticos, esta clasificación resulta algo arbitraria, pero a nada que el avisado lector conforme su propio código de signos le será sumamente útil a la hora de establecer sus propias categorías.

El barrigón

Ésta es la barriga por excelencia, la tripocha más extendida en toda la comunidad, y también por Navarra y por el País Vasco francés. Es la clásica kupela que todo vasco sueña con tener desde niño. Es la barriga de la clase media, o sea, del denominado «pueblo trabajador vasco». Es una barriga oronda, armónica, decidida; una barriga de izquierdas, contestataria, abertzale, popular; es una barriga con ganas de desfilar en la tamborrada, en el Alarde de San Marcial; una barriga con ganas de toros, de fútbol… Una tripa que se echa hacia delante con determinación, sin ningún miedo ni pudor, que proclama a los cuatro vientos que todo lo que contiene en su interior está pagado y que el dueño de semejante rotundidad está tan orgulloso de ella como de sus hijas. Es la barriga frontal por excelencia.

Esta barriga trabajadora muestra hasta qué punto de la escala social ha calado el buen vivir entre los vascos. Pertenece a aquellos que trabajan en la industria, en la pequeña y mediana empresa, en las cooperativas. Gente que tiene en su trabajo su patrimonio, que puede permitirse ciertos lujos, pero no todos. Esta barriga es generalmente fruto de un monocultivo, como lo insinúan sus denominaciones populares: barriga cervecera o barriga sidrera, kupela en euskera, que quiere decir «barril», lo que nos indica que sus dueños deben recurrir al engordatorio para lucir esa redondez tersa como la piel de un tambor.

La versión femenina

La versión femenina de esta barriga es la barriguita. En esta variante no se busca tanto la redondez ni la tersura a punto de explosión del barrigón masculino. Al parecer, se valora mucho más el menor tamaño de la tripa que en los varones y cierta cualidad mantecosa y temblona, suave y dulce, también muy apreciada en los pechos, en los muslos y en ciertos lugares de los antebrazos.

La peonza

Es también conocida por el nombre de barriga circular. Los individuos que la lucen muestran un perfil que recuerda al de una peonza: el abultamiento comienza a la altura del pecho, logra su máxima cota en las caderas y va perdiendo rotundidad paulatinamente hasta desaparecer en la cota de las rodillas, más abajo de la hinchazón de los muslos. Los pies y la cabeza resultan proporcionalmente ridículos ante las proporciones del torso. Además, esta barriga incluye el culo como territorio anexionado a su volumen, por lo que crea un único espacio; de ahí su carácter circular. Desde cualquier punto de la barriga hasta el hipotético centro del individuo hay la misma distancia.

El punto de equilibrio, colocado a una altura bastante elevada, hace que estas personas caminen con pasos relativamente cortos y rápidos, como si corrieran. Por otra parte, estas barrigas dificultan la visión de los genitales de forma directa. «Ni sé hace cuánto que no me la veo» es frase corriente entre los orgullosos dueños de esos descomunales vientres.

Algunas líneas aéreas sin escrúpulos han intentado cobrar doble billete a los poseedores de una de estas barrigas con la excusa de que no entraban en esos exiguos asientos que con tan poca vergüenza ofrecen a sus viajeros, como si no fueran embutidos hasta los delgados. Pero donde verdaderamente tienen problemas estos Obélix vascos es a la hora de comprar ropa. Son los grandes compradores de los almacenes de tallas grandes y enormes.

Es una gordura esta que exige una dedicación casi exclusiva porque tal vez sea la más explosivamente espectacular. Y se necesita también salud y lozanía para soportar sin peligros cardiacos semejante sobrepeso. Es, pues, la gordura de los jóvenes que trabajan bajo un fuerte estrés delante del ordenador y sin tiempo y sin ganas para quemar energías. Se pasan el fin de semana viendo pelis y jugando a la play station en el televisor.

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