«Es el animal que llevamos dentro», oímos con frecuencia cuando actuamos mal, pero ¿por qué no decimos lo mismo cuando actuamos bien? Primates y filósofos aborda esta cuestión explorando los fundamentos biológicos de uno de los rasgos más preciados del ser humano: la moralidad.
En este sugerente libro, el primatólogo
Frans de Waal
sostiene que, al hacer hincapié en nuestros genes «egoístas», la biología evolutiva moderna adolece de una visión poco favorable del mundo natural. Así, la ciencia ha exacerbado nuestra costumbre de culpar a la naturaleza cuando actuamos mal y de calificar de «humanas» nuestras buenas acciones. Al buscar el origen de la moralidad humana no en la evolución sino en la cultura, la ciencia insiste en que somos morales por elección, no por naturaleza.
Basándose en sus amplias investigaciones sobre el comportamiento de los primates, De Waal explica que procedemos de un largo linaje de animales que se preocupan por los débiles y que cooperan entre sí mediante transacciones recíprocas, lo cual demuestra que existe una fuerte continuidad entre la conducta humana y la animal.
Primates y filósofos es un libro que fascinará a todos aquellos que se preguntan por los orígenes y el alcance de la bondad humana.
Frans de Waal
Primates y filósofos
La evolución de la moral del simio al hombre
ePUB v1.0
Mezki22.05.12
Título original:
Primates and Philosophers
Frans de Waal, 2006.
Traducción: Vanesa Casanova Fernández
Diseño/retoque portada: Mezki
Editor original: Mezki
ePub base v2.0
Quisiera dar las gracias a Philip Kitchers, Christine M. Korsgaard, Richard Wrangham y Robert A. Wright en calidad de interlocutores de las Conferencias Tanner que pronuncié en la Universidad de Princeton en noviembre de 2003. Igualmente, me gustaría agradecer los comentarios de Peter Singer, que se incluyen en este libro, así como a Stephen Macedo y Josiah Ober por su presentación. Le estoy muy agradecido a la Fundación Tanner, que corre con los gastos de la Serie de Conferencias Tanner; a Princeton University Press y muy especialmente a Sam Elworthy y Jodi Beder, editor y correctora respectivamente; al equipo del Centro de Valores Humanos que organizó la serie de conferencias y ayudó con la coordinación de este libro; a su director, Stephen Macedo; a su ex director, Will Gallaher; y a Jan Logan, subdirector. Por último, doy las gracias al Centro National Yerkes de Investigación con Primates de la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia, y otros centros y zoológicos en los que he llevado a cabo mis investigaciones, así como a mis muchos colaboradores y estudiantes de doctorado por haberme ayudado a compilar los datos que aquí presento.
Frans de Waal, marzo de 2006
Josiah Ober y Stephen Macedo
En la serie de Conferencias Tanner sobre Valores Humanos que dieron lugar a este libro, Frans de Waal pone a nuestra disposición decenios dedicados al trabajo con primates, así como su costumbre de pensar en profundidad sobre el sentido de la evolución, para examinar la cuestión fundamental de la moralidad humana. Tres distinguidos filósofos y un eminente estudioso de la psicología de la evolución responden posteriormente a la forma en que De Waal plantea la pregunta, así como a su subsiguiente respuesta. Sus ensayos demuestran aprecio por la labor de De Waal, al tiempo que se muestran críticos con algunas de sus conclusiones. De Waal responde a sus críticos en un epílogo. Si bien existe un desacuerdo significativo entre estos cinco ensayistas tanto sobre la pregunta a formular como sobre su respuesta, comparten también muchos puntos. En primer lugar, todos los colaboradores de este libro aceptan la explicación científica tradicional de la evolución biológica como algo basado en la selección natural arbitraria. Ninguno de ellos sugiere que haya razón alguna para suponer que los humanos sean diferentes de otros animales en su esencia metafísica, y ninguno de ellos basa sus argumentos en la idea de que los humanos seamos únicos por contar con un alma trascendente.
Una segunda premisa importante compartida por De Waal y sus cuatro interlocutores es que la bondad moral es algo real sobre lo que podemos establecer premisas ciertas. Como mínimo, la bondad requiere reconocer de forma apropiada a los demás. Del mismo modo, la maldad incluye esa clase de egoísmo que nos lleva a tratar a los demás inadecuadamente, al ignorar sus intereses o tratarles como meros instrumentos. Las dos premisas básicas de la ciencia de la evolución y la realidad moral establecen las fronteras del debate acerca de los orígenes de la bondad tal cual se presentan en este libro. Esto significa que los creyentes religiosos comprometidos con la idea de que los seres humanos están singularmente dotados de una serie de atributos (incluido un sentido de lo moral) solamente mediante la gracia divina no participan en la discusión aquí presentada. Como tampoco participan aquellos científicos sociales fieles a una versión de la teoría del agente racional que considera la esencia de la naturaleza humana como una tendencia irreductible a preferir el egoísmo (hacer trampas, u obtener beneficios sin esfuerzo alguno) a la cooperación voluntaria. Tampoco, en última instancia, participan en el debate los relativistas morales, que creen que una acción puede ser juzgada como correcta o incorrecta únicamente en el ámbito de lo local, referida a consideraciones contingentes y contextuales. De modo que lo que este libro ofrece es un debate entre cinco especialistas que están de acuerdo en algunos temas esenciales acerca de la ciencia y la moralidad. Se trata de una conversación seria y animada sostenida por un grupo de pensadores profundamente comprometidos con el valor y la validez de la ciencia, así como con el valor y la realidad de una moralidad que tenga en cuenta a los demás.
La pregunta que De Waal y sus interlocutores pretenden responder es la siguiente: dado que existen razones científicas de peso para suponer que el egoísmo (al menos en un nivel genético) es un mecanismo primario de selección natural, ¿cómo es que los humanos hemos desarrollado un vínculo tan fuerte con el valor de la bondad? O, dicho de otra manera, ¿por qué no pensamos que está bien ser malo? Para aquellos que creen que la moralidad es algo real, pero que no puede ser explicado o justificado simplemente mediante el recurso a la presunción teológica de que la singular propensión humana a hacer el bien es un producto de la gracia divina, ésta es una cuestión de difícil respuesta, a la par que importante.
El objeto de De Waal es presentar argumentos frente a las respuestas dadas por lo que él mismo define como teoría de la capa [
Veneer Theory
] a la pregunta de «por qué la moralidad»: el argumento de que la moralidad sería únicamente una fina capa que recubre un núcleo bien amoral, bien inmoral. De Waal sugiere que la teoría de la capa está, o cuando menos así era hasta hace poco, bastante extendida. El principal objeto de su crítica es Thomas Huxley, un científico conocido como «el
bulldog
de Darwin» debido a su furibunda defensa de la teoría de la evolución de Darwin frente a sus detractores decimonónicos. De Waal sostiene que Huxley traicionó sus propias convicciones darwinianas al defender una visión de la moralidad similar a la idea de lo que supondría cuidar un jardín: una batalla constante contra las lozanas malas hierbas de la inmoralidad que perennemente amenazan la psique humana. Otros de los objetos de la crítica de De Waal serían algunos teóricos del contrato social (de forma más notable Thomas Hobbes) que inician sus reflexiones con una concepción de los humanos como seres fundamentalmente asociales o incluso antisociales, así como algunos biólogos evolutivos que, a su modo de ver, tienden a generalizar a partir del papel del egoísmo en el proceso de selección natural.
Ninguno de los cinco autores que participan en este volumen se identifica como un «teórico de la capa» en el sentido en que lo define De Waal. Y aun así, tal como muestran los ensayos, la teoría de la capa puede ser concebida de diversas maneras. Podría ser, pues, válida para describir un tipo ideal de TC, aun cuando caiga en el riesgo de no ser sino un espejismo. La teoría de la capa en su formulación ideal asume que los humanos somos bestiales por naturaleza y que, en consecuencia, somos malos (esto es, profundamente egoístas); así, lo que se espera es que actuemos con maldad, esto es, que tratemos a los demás inadecuadamente. Con todo, es un hecho observable que a menos en algunas ocasiones los seres humanos tratan bien y de forma adecuada a los demás, como si fueran buenos. Si, como postula la teoría, los seres humanos son esencialmente malos, su buen comportamiento deberá explicarse como el producto de una capa de moralidad misteriosamente superpuesta sobre un núcleo natural maligno. La principal objeción de De Waal es que la teoría de la capa no puede identificar el
origen
de esta capa de bondad. Esa capa es algo que aparentemente existe fuera de la naturaleza y por lo tanto debe ser rechazada como un mito por cualquier persona dedicada de lleno a la explicación científica de los fenómenos naturales.
Si la teoría de la capa acerca de la bondad moral se basa en un mito, el fenómeno de la bondad humana deberá ser explicado de otro modo. De Waal comienza dando la vuelta a la premisa de partida: sugiere que los humanos somos buenos por naturaleza. Nuestra «naturaleza buena» nos viene heredada, junto con otras muchas cosas, de nuestros ancestros no humanos a través del ya conocido proceso darwiniano de la selección natural. Para poner a prueba esta premisa, De Waal nos invita a observar con atención el comportamiento de nuestros parientes no humanos más cercanos: primero los chimpancés, después otros primates más alejados de nosotros y finalmente otros animales sociales que no son primates. Si nuestros parientes más cercanos actúan de hecho como si fueran buenos, y si nosotros los humanos actuamos como si fuéramos buenos, entonces el principio metodológico de la parsimonia nos insta a suponer que la bondad es real, que la motivación para hacer el bien es natural y que la moralidad de los humanos y de sus parientes tiene un origen común.
Si bien la bondad en la conducta humana está más desarrollada que la bondad de la conducta no humana, De Waal sostiene que al ser más sencilla, deberíamos considerar la moralidad no humana en un sentido sustancial como el fundamento de la moralidad más compleja que hallamos en los humanos. La evidencia empírica para la teoría «anticapa» de De Waal que une la moralidad humana con la no humana se basa en meticulosas observaciones del comportamiento de los parientes de los humanos.
La larga y exitosa carrera de De Waal ha transcurrido observando minuto a minuto el comportamiento de los primates, lo que le ha permitido tomar nota de muchas actitudes bondadosas entre los mismos. En el proceso, ha desarrollado un inmenso respeto y cariño hacia sus sujetos. Parte del placer de leer los escritos de De Waal sobre primates —placer que irradia cada uno de los ensayos de sus interlocutores— es su evidente disfrute de los años en los que ha trabajado con chimpancés, bonobos y capuchinos, así como su consideración de los mismos como colaboradores suyos en una empresa de dimensiones colosales.