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Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

Rama Revelada (48 page)

BOOK: Rama Revelada
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Archie no respondió durante casi treinta segundos.

—A los miembros de nuestro género se les dijo, mientras estaban en El Nodo, tal como estuvieron ustedes, que alguna inteligencia superior está catalogando las formas de vida que hay en la galaxia, pero haciendo especial hincapié en las que pueden viajar por el espacio. Armamos una colonia típica, tal como se nos solicitó, y la establecimos en el interior de este vehículo Rama, de modo que pudieran tener lugar las observaciones detalladas de nuestra especie que se nos pidieron.

—¿Así que ustedes, las octoarañas, no saben más que nosotros, los seres humanos, respecto de
quién
o de
qué
está detrás de este grandioso plan?

—No —contestó Archie—. De hecho, es probable que sepamos menos. Ninguna de las octoarañas que pasó tiempo en El Nodo sigue siendo parte de nuestra colonia. Como ya dije, el contingente de octoarañas que estuvo en Rama II era una especie diferente, inferior. La única información de primera mano que hay a bordo de esta espacionave, respecto de El Nodo, proviene de ti, tu familia y cualesquiera datos comprimidos que puedan residir dentro de ese pequeño volumen de material de sésil que seguimos conservando en nuestro zoológico.

—¿Y eso es todo? —preguntó Richard—. ¿Ninguno de ustedes hace más preguntas?

—Desde el estadio juvenil se nos prepara —contestó Archie— para no desperdiciar tiempo en cuestiones para las que no podemos obtener dato alguno de importancia.

Richard quedó momentáneamente en silencio.

—¿Cómo saben tanto sobre los avianos y los sésiles? —preguntó entonces con brusquedad.

—Lo siento, Richard —dijo Archie, después de una breve pausa—, pero ahora no puedo hablar contigo sobre ese tema… Mi misión para este período de almuerzo es, como bien supusiste, la de averiguar si te agradaría, o no, aceptar un trabajo de ingeniería en el Banco de Embriones y, de agradarte, cuál de los muchos sectores que viste hoy te parece más interesante.

—¡Casi nada de cambio de tema! —comentó Richard, riendo—. Sí, Archie —agregó entonces—, todo es fascinante, especialmente lo que yo llamo el departamento de Enciclopedia. Creo que me gustaría trabajar ahí, de ese modo podría ampliar mis escasos conocimientos de biología… Pero, ¿por qué me estás haciendo esta pregunta ahora? ¿No vamos a tener más “demostraciones” después del almuerzo?

—Sí, pero el programa de la tarde de hoy se incluyó, primordialmente, para que tengas una visión completa. Casi la mitad del Banco de Embriones está dedicada a la microbiología. El manejo de esa actividad es más complejo, y entraña la comunicación con los morfos enanos. Nos resulta difícil imaginar que trabajes en alguno de esos departamentos.

Por debajo del laboratorio microbiológico primario había una sala subterránea, en la que sólo se podía ingresar con credenciales especiales. Cuando Archie mencionó que en esa sala subterránea del Banco de Embriones se producían grandes cantidades de cuadroides voladores de imágenes, Richard prácticamente suplicó que se lo dejara observar el proceso. Se hizo detener la “gira” oficial y Richard se quedó por ahí, ocioso, durante varios fengs, mientras Archie obtenía el permiso para que visitaran la “guardería” de los cuadroides.

Otras dos octoarañas los guiaron hacia la zona subterránea por una serie de largas rampas.

—La guardería fue construida a propósito muy por debajo del nivel del suelo —le informó Archie a Richard—, para brindarle mayor aislamiento y protección. Tenemos otras tres instalaciones similares diseminadas por nuestros dominios.

La gran puta
, dijo Richard para sus adentros, cuando él y sus tres compañeros octoaraña salieron a una plataforma que daba sobre un gran piso rectangular, pues había reconocido el sitio en seguida. Varios metros abajo de ellos, cerca de cien morfos enanos estaban esparcidos por la instalación, efectuando funciones desconocidas. Pendientes del techo había ocho enrejados rectangulares, cada uno de unos cinco metros de largo y dos de ancho, simétricamente colocados alrededor de la sala. Directamente por debajo de cada uno de los enrejados había un gran objeto oval que tenía la parte exterior endurecida. Esos ocho objetos se asemejaban a enormes nueces, y estaban rodeados por un grueso ramaje o entretejido parecido al de una enredadera.

—Vi una disposición similar con anterioridad, hace muchos años —dijo Richard con agitación—, debajo de Nueva York. Fue justo antes de mi primer encuentro personal con uno de tus primos. Tanto Nicole como yo estábamos asustados a más no poder.

—Creo que leí algo sobre ese incidente —contestó Archie—. Antes de traer a Ellie y Eponine a la Ciudad Esmeralda, estudié todos los antiguos archivos sobre tu especie. Algunos de los datos estaban comprimidos, así que no había muchos detalles…

—Recuerdo ese incidente como si hubiera pasado ayer —interrumpió Richard—; yo había puesto dos robots en miniatura en un pequeño subterráneo, y desaparecieron dentro de un túnel. Llegaron a un sector como éste y, después de trepar a través de algo de ese entretejido, fueron perseguidos y capturados por uno de tus primos…

—Indudablemente, los robots se toparon con una guardería de cuadroides. Aquellas
octos
actuaron para protegerla. En realidad es muy sencillo… —Archie le hizo una señal al ingeniero que actuaba como guía, indicándole que ya era el momento de dar su explicación.

—Las reinas cuadroides pasan su período de gestación en compartimientos especiales que precisamente arrancan del piso principal —comenzó el ingeniero octoaraña—. Cada reina pone miles de huevos. Cuando se pusieron varios millones de huevos, se los recoge en conjunto y se los ubica en uno de esos recipientes ovales. Sé mantiene el interior de los recipientes en una temperatura muy elevada, lo que reduce notablemente el tiempo de desarrollo de los cuadroides. El espeso entretejido que hay alrededor de los recipientes absorbe el exceso de calor, de modo que las condiciones operativas sean admisibles para los morfos enanos que supervisan la guardería…

Richard estaba escuchando a medias, pero el verdadero centro de su atención estaba muchos años antes.

Ahora está todo claro
, se dijo.
Y ese diminuto subterráneo era para los morfos enanos
.

—… sondas de vigilancia en el interior de los recipientes identifican con exactitud cuándo los cuadroides están listos para salir en masa, formando un enjambre. Unos pocos fengs antes de la apertura automática de los óvalos, se embeben los enrejados con los agentes químicos adecuados. Las nuevas reinas vuelan primero, atraídas por los elementos del enrejado. Las hordas enloquecidas de machos vienen después, formando nubes negras visibles a pesar del tamaño minúsculo de esos seres. A los cuadroides se los cosecha del enrejado y de inmediato pasan al adiestramiento en masa…

—Muy elegante —dijo Richard—, pero tengo una sencilla pregunta. ¿
Por qué
los cuadroides captan todas esas imágenes para ustedes?

—La respuesta breve es que se los diseñó durante miles de años, mediante ingeniería genética, para que sean receptivos a nuestras órdenes. Nosotros o, mejor dicho, nuestros especialistas en morfos enanos, hablan el idioma químico que los cuadroides usan para intercomunicarse. Si hacen lo que se les pide, a los cuadroides se les da comida. Si se desempeñan en forma satisfactoria durante un largo período, se les permite gozar de los placeres del sexo.

—De una camada, o enjambre, ¿qué porcentaje de cuadroides sigue las órdenes que se les dan?

—La tasa de falla para la primera imagen es de cerca del diez por ciento —contestó el ingeniero octoaraña—. Una vez que se estableció la pauta de comportamiento y se reforzó el ciclo de recompensas, la tasa de fallas baja en forma espectacular.

—Tremendamente impresionante —comentó Richard, con tono apreciativo—. A lo mejor, todo este asunto de la biología contiene más cosas de lo que nunca se me ocurrió pensar.

En el viaje de regreso a la Ciudad Esmeralda, Richard y Archie discurrieron sobre los aspectos comparativamente fuertes y débiles de los sistemas de ingeniería biológicos y no biológicos. Fue, mayormente, una conversación esotérica, filosófica, con pocas conclusiones definitivas. Sí coincidieron, no obstante, en que a la función enciclopedia, que era, primordialmente, el almacenamiento, la manipulación y la presentación de vastas cantidades de información, la manejaban, de modo mejor, los sistemas no biológicos.

Cuando se acercaban a la ciudad rematada por la cúpula, el fulgor verde se extinguió de repente. La noche había llegado otra vez al centro de los dominios octoarácnidos. Muy poco después, aparecieron dos luciérnagas más, para brindarle al avestrusaurio de Richard y Archie luz adicional.

Había sido un largo día y Richard estaba muy cansado. Cuando entraron en las afueras del Dominio Alternativo, creyó haber visto algo volando en la oscuridad que tenía hacia la derecha.

—¿Qué pasó con Tammy y Timmy? —preguntó.

—Formaron casal —contestó Archie— y tienen varias crías… A sus jóvenes pichones se los cuida en el jardín zoológico.

—¿Podría verlos? —pidió Richard—. Una vez me dijiste, hace algunos meses, que algún día podría ser posible…

—Supongo que sí —repuso Archie después de un breve silencio—. Aun cuando el zoológico es una zona restringida, el complejo de los avianos está muy cerca de la entrada.

Cuando llegaron a la primera estructura grande del Dominio Alternativo, Archie desmontó e ingresó en el edificio. Cuando volvió, le dijo algo al avestrusaurio.

—Sólo se nos autoriza para que hagamos una visita breve —informó, mientras la cabalgadura salía del sendero principal y empezaba a caminar trabajosamente por las callejuelas, más estrechas, de la comunidad.

Presentaron a Richard al cuidador del lugar, que los llevó en un carro hasta un complejo situado a nada más que cien metros adentro de la entrada del zoológico. Tanto Tammy como Timmy estaban presentes. Reconocieron a Richard de inmediato, y sus parloteos y chillidos de placer llenaron los oscurecidos cielos. Le presentaron a Richard los pichones que había en el grupo; los pequeños estaban extremadamente apocados en presencia del primer ser humano que veían. Richard sintió poderosas emociones al acariciar el vientre aterciopelado de sus amigos alienígenas, y rememoró los días en los que era el único protector de esos seres, en la madriguera por debajo de Nueva York.

Dijo adiós a sus pupilos y abordó el carro con Archie y el cuidador del zoológico. A mitad de camino hacia la entrada oyó un sonido que lo obligó a ponerse alerta con un sobresalto, y que hizo que la piel se le pusiera de gallina. Se sentó perfectamente quieto y concentrado. El sonido se repitió justo antes que el silencioso carro se detuviera ante la entrada.

—No existe posibilidad alguna de que me haya equivocado —insistía más tarde ante Nicole—. Lo oí dos veces. No existe otro sonido como el llanto de un niño humano.

—No es que dude de ti, Richard —dijo Nicole—. Es, tan sólo, que estoy tratando de excluir todas las demás fuentes que pudieran producir el sonido que oíste. Los avianos jóvenes sí tienen un chillido particular que podría causar un sonido como el de un bebé llorando… y, después de todo, estuviste en un jardín zoológico, pudo haber sido otro animal.

—No —insistió Richard—. Sé lo que oí. He vivido con suficientes niños y oído suficientes llantos en mi vida.

Nicole sonrió.

—Ahora estás en la otra acera, ¿no, querido? ¿Recuerdas tu reacción cuando te dije que había visto la cara de una mujer en ese mural, la noche que fuimos a ver la representación teatral de las octoarañas? Te burlaste de mí y me dijiste que yo era “absurda”, si recuerdo bien.

—Entonces, ¿cuál es la explicación? ¿Las octoarañas de algún modo secuestraron algunos otros seres humanos de Avalon? ¿Y el hecho nunca se informó? Pero, ¿cómo pudieron tener…?

—¿Le dijiste algo a Archie? —preguntó Nicole.

—No, estaba demasiado pasmado. Al principio me sorprendí de que ni él ni el cuidador hicieran comentario alguno, y fue entonces cuando recordé que las octoarañas son sordas.

Los dos quedaron en silencio durante varios segundos.

—No se esperaba que oyeras ese llanto, Richard —dedujo Nicole después—, nuestros casi perfectos anfitriones han dado un no óptimo paso en falso.

Richard rió.

—Por supuesto, están grabando esta conversación. Para mañana
sabrán
que
sabemos

—Todavía no les digamos nada a los demás —propuso Nicole—. Quizá las
octos
decidan compartir su secreto con nosotros… A propósito, ¿cuándo empiezas a trabajar?

—Cuando yo quiera. Le dije a Archie que aún me quedaban algunos trabajos propios que debía terminar primero.

—Parece que tuviste un día fascinante —comentó Nicole—. Todo estuvo mayormente tranquilo por acá… con una excepción, Patrick y Nai fijaron fecha para el casamiento… dentro de tres semanas.

—¿Qué? —exclamó Richard—. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Nicole rió.

—No tuve oportunidad… Entraste hablando sin parar sobre llantos en el zoológico, avianos, cuadroides y el Banco de Embriones… Yo sabía, por experiencia, que mi noticia tendría que esperar hasta que se te acabara la cuerda.

—Bueno, madre del novio —dijo Richard segundos más tarde—, ¿cómo te sientes?

—Si se toma todo en cuenta, estoy muy complacida… Ya sabes lo que siento por Nai… Es, simplemente, que se me ocurre que el momento y el sitio son un poco raros para empezar un matrimonio.

12

Estaban sentados en la sala de estar de los Wakefield, esperando la aparición de la novia. Patrick se retorcía nerviosamente las manos.

—Sé paciente, joven —lo tranquilizó Max, cruzando la habitación y pasando el brazo por sobre los hombros de Patrick. Ya vendrá… La mujer quiere tener su mejor aspecto el día de su casamiento.

—Yo no —terció Eponine—. A decir verdad, ni siquiera recuerdo qué usaba el día de mi casamiento.

—Lo recuerdo bien, francesita —contestó Max, con amplia sonrisa—, en especial allá arriba, en el iglú. Tal como recuerdo, la mayor parte del tiempo estuviste usando tu traje de nacimiento.

Todos rieron. Nicole entró en la habitación.

—Va a estar aquí dentro de unos minutos. Ellie la está ayudando con el arreglo final del vestido. —Recorrió a los presentes con la mirada.

—¿.Dónde están Archie y Doctora Azul? —preguntó.

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