Rito de Cortejo (24 page)

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Authors: Donald Kingsbury

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Rito de Cortejo
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Muchas se-Tufi habían servido a Aesoe, pero él sólo sabía de tres Liethe, Miel, Cairnem y Sieen, personajes creados por la colmena de Kaiel-hontokae, desconocida para él, para satisfacer sus más profundas fantasías sobre la mujer. A las ancianas les divertía ver cómo se enorgullecía de reconocer a cada una de las tres mujeres idénticas por el modo en que pensaban y se movían.

Primero, Humildad estaba aprendiendo el personaje de Miel. Modo de actuar:

Oído Aguzado emitió unos sonidos susurrantes y abandonó la Posición de Fuerza en Descanso para colocar su cuerpo en una actitud pensativa. Con la mano izquierda se retorció un mechón de cabello. Luego regresó a la Posición y dio la señal a Humildad para que comenzase. Humildad había escuchado y observado. Abandonó la Posición y reprodujo los movimientos de Oído Aguzado con toda exactitud. De las tres, sólo Miel jugaba con su cabello cuando estaba pensativa. Modo de pensar:

Humildad recitó la lista mnemotécnica llamada Atributos del Varón, mientras Oído Aguzado le respondía con la información que poseía de Aesoe. Humildad se detenía unos instantes para memorizar la respuesta antes de pronunciar el siguiente atributo. Era más importante conocer la mente de Aesoe que la de Miel, ya que ésta no era más que un invento producido por la imaginación erótica de Aesoe.

—Vanidad —dijo Humildad.

—El cree que lo sabe todo. Por lo tanto, todo aquello que desconoce puede ser usado como máscara. Nos ocultamos tras la imagen de la mujer que él espera ver —respondió Oído Aguzado.

Humildad colocó la imagen de una máscara junto al atributo y entonces despejó su mente. —Vanidad: consecuencias.

—Como él es el único que lo sabe todo, debe tolerar los errores de los demás. Cometer una falta con él lo transforma en un maestro.

Humildad grabó la imagen mental de un maestro omnisciente dedicado a una (equi)
vocación.

—Vanidad: control de la situación.

—Como lo sabe todo, debe enseñar la Verdad. Por eso no puede tolerar la desobediencia, ya que ésta es una desviación de la Verdad. Puede ser controlado por la amenaza subliminal de desobediencia, lo cual lo paraliza en su Aspecto Educador.

Los ejercicios de la Matriz de Nueve Filas se prolongaron durante varios amaneceres, alternando entre el Modo de Actuar y el Modo de Pensar. Cuando Oído Aguzado se cansaba, otras se-Tufi ocupaban su lugar, pero a Humildad no le estaba permitido mostrar fatiga alguna. Era como aprender una complicada coreografía de tal modo que, si una bailarina debía ser reemplazada, la audiencia ni siquiera lo notase. Los abrumadores ejercicios la dejaban exhausta, pero eran el sacrificio que debían realizar las Liethe para alcanzar la perfección.

Modo de actuar:

Los gestos y conductas por los cuales Aesoe reconocía al personaje de Miel eran palabras y oraciones construidas con un léxico inventado por las Liethe, para facilitar el mimetismo y el cambio de papeles. El léxico era lo bastante complejo para permitir variadas combinaciones, y a la vez lo bastante simple para ser aprendido rápidamente. Cada movimiento estaba acompañado por un símbolo verbal, de tal modo que una mímica precisa podía ser comunicada a través de una canción en un idioma susurrante.

Las se-Tufi que adiestraban a Humildad transmitían sus conocimientos y correcciones cantando, y Humildad les respondía de la misma manera. En los niveles superiores del Modo de Actuar, una hermana parodiaba a Aesoe con una danza de movimientos exagerados, y Humildad le respondía, en cómico abandono, con oraciones expresadas en el lenguaje corporal de Miel. La exageración aceleraba el aprendizaje. El valor de las conductas sólo radicaba en sus rasgos distintivos.

Modo de pensar:

Humildad aprendió que Miel era dulce, atolondrada y sexualmente sumisa. Había sido conjurada a partir de la fantasía de Aesoe. Ésta le era completamente fiel, pero los otros hombres la encontraban tan deseable que, cuando él deseaba premiar a alguno por su lealtad, podía utilizarla como recompensa. Era el personaje más sencillo de interpretar, ya que toleraba descuidos y sólo exigía un encanto radiante junto con un gran interés por satisfacer las necesidades de los hombres que eran importantes para Aesoe.

Si se sentía ofendida, Miel sólo lo expresaba con una ligera lentitud, seguida por un estallido repentino de afectuoso perdón. Ella perdonaba cualquier cosa. Nunca se sentía celosa. Era rápida para servir, se anticipaba a los deseos de los demás, era inquieta y cambiaba continuamente su forma de vestir, de cantar o de cocinar.

Miel era una amante aventurera que reflejaba la curiosidad inusitada de Aesoe. Cuando éste deseaba exhibirla ante sus amigos íntimos, ella se tornaba desinhibida y dispuesta, pero cuando él meditaba Miel se mostraba discreta. Pasaba el tiempo a solas practicando danza, música y canto. Alguna que otra vez escribía sus propias canciones, y luego las cantaba tímidamente frente a Aesoe si éste se tomaba el trabajo de persuadirla para que lo hiciese. Miel era así porque a él le agradaba persuadir a la gente. Ella no toleraba que un dedo juguetease en su ombligo. Era así porque a él le agradaban las bromas simples. Sí, se trataba de un papel fácil.

—¿Y cómo es Cairnem? —preguntó Humildad durante una pausa para beber té con panecillos.

—Más audaz. Aesoe la considera la mejor artista, así que siempre conspiramos para que la ejecución de Cairnem sea la mejor. Cuando Aesoe quiere dormir con ella, finge desinterés. Ella sólo disfruta del sexo cuando es la agresora, cuando aparta al hombre de algo que es importante para él. Es rigurosa y sólo hace el amor con el hombre debajo. Al llegar al orgasmo grita y pierde el control. Es la que se ocupa del cuidado de la casa, la que verifica que las cosas estén bien hechas.

—¿De dónde proviene?

—La creamos de otra fantasía de Aesoe. Una mujer competente con quien estar.

—¿Y Sieen?

—El de Sieen es el personaje más difícil. Requiere continuidad intelectual. No se te permitirá ser Sieen durante muchas semanas. La anciana madre te instruirá sobre ella y te enseñará los ejercicios básicos. Sieen es la confidente de Aesoe. Él prueba sus políticas y explora sus ideas con ella antes de presentarlas ante el Concejo. En público Sieen es casi torpe y apenas competente para servir a los hombres. Sólo con Aesoe su mente entra en erupción, su rostro se enciende y su cuerpo se llena de sensualidad. —Oído Aguzado se iluminó mientras recordaba cuando había interpretado a Sieen—. Ella no es un personaje. Es como un planeador que se remonta... con la tierra que se expande y ninguna corriente ascendente. ¡Dios! ¡Cuando eres Sieen te sientes viva! ¡Es entonces cuando sabes que eres una Liethe! Es allí donde conocemos las políticas Kaiel que todavía no han sido aplicadas, ¡y donde
nosotras
creamos políticas Kaiel!

—Con un poco de ayuda de la vieja —agregó Humildad irónicamente.

—Serás una maestra en política Kaiel antes de estar lista para ser Sieen.

—¿Quién decide la distribución de papeles? ¿Qué ocurre si dos de nosotras queremos ser Sieen la misma noche?

—Se decide por azar. Si hay una disputa arrojamos los dados. ¡Pero no delante de Aesoe!

Después de la cena, seis de las jóvenes se dedicaron a cantar, a tocar sus instrumentos o a descansar... pero la anciana madre no permitió que Humildad se tomase un respiro. Cuando terminó de instruir a la orn-Gazi que Ofrece Moras, la agradable joven se presentó y, probando el estilo seductor que acababa de aprender, informó a Humildad que la respetada bruja deseaba verla.

La anciana se hallaba sentada en su lujosa habitación, sobre un enorme cojín redondo que empleaba como cama. En el escritorio con incrustaciones de plata ardían dos velas de cera de abeja. A sus espaldas había un exuberante tapiz que celebraba el placer de la risa. Junto a ella una pequeña despensa de madera clara. El estoicismo era para las jóvenes. En medio de tanto esplendor, Humildad no supo si permanecer de pie o si sentarse en un cojín.

La anciana madre era la se-Tufi más vieja que jamás había conocido. Seguramente estaba cerca de la muerte, pero lo que fallaría no sería su mente sino su corazón. Hasta hacía poco, las se-Tufi habían sido el linaje más longevo de todas las Liethe, y vivían un veinte por ciento más que el promedio de los getaneses que morían a avanzada edad. Algún día serían reemplazadas por un linaje de hermanas con su misma capacidad y un corazón más fuerte. El Código no admitía menos que eso. Ningún linaje podía aspirar a la inmortalidad.

Era algo macabro encontrarse frente a la imagen de sí misma, al final de su vida, como si sus viajes a través de la Pila de Huesos y la Planicie Itraiel la hubiesen transportado en el tiempo para encontrarse con aquello en lo que habría de convertirse. Ninguna pronunció palabra. Al fin la anciana madre se levantó y Humildad tuvo el impulso de ayudarla a mantenerse erguida, pero nadie ayudaba a la anciana madre a menos que ésta lo pidiese. La mujer la cogió por el brazo, sobre la franja de la rúbrica, y la condujo hasta unos cojines que estaban dispuestos cerca de las velas. Su gesto indicaba que la disciplina merecía placer. Con sumo cuidado, ya que le temblaban las manos, sirvió licor en dos diminutos tazones. Entonces suspiró y volvió a sentarse, ofreciéndole la copa con una sonrisa que cubría su rostro de delicadas arrugas. Éstas parecían trazadas por la mano de un artista.

Humildad estaba cansada. Ansiaba volver a su celda y tumbarse en su jergón, pero los momentos de silencio le habían dado tiempo para adoptar la Mente Blanca. El día desapareció. Su cuerpo se relajó. En la blancura apareció su principal motivo de preocupación, y entonces habló.

—Los Kaiel y las Liethe son enemigos tradicionales.

La anciana esbozó una sonrisa misteriosa.

—¿Estás ansiosa por ponerte a trabajar?

—¿Cuál será mi primera tarea?

—Mi niña, tu primera tarea es la paciencia. No pienses más allá de los cinco puntos de placer del pene de Aesoe.

Humildad se sintió algo ofendida.

—Yo no soy ninguna novata bajo el sol de Geta.

—Eso he oído. Tu reputación dice que actúas con una gran pericia. ¿Pero sabes por qué haces lo que haces? Debes estar bien segura de que es lo correcto. Sólo tú afrontarás las consecuencias. Hagan lo que hagan en secreto, cuando se encuentran en público las Liethe se guían por las leyes de la tierra en que viven.

—Sólo necesito ser competente. Obedezco las órdenes de aquellas que son más sabias que yo.

La anciana suspiró.

—Dime, ¿por qué son enemigos los Kaiel y las Liethe?

La Reina de la Vida antes de la Muerte no tuvo nada que decir. La enemistad era un sobrentendido.

—Ya lo ves, eres Acción sin Pensamiento. Aesoe ni siquiera sabe que somos enemigos tradicionales. Nos considera simples mujeres en venta y regatea los precios. Siente más afecto por nosotras del que muchos hombres sienten por sus esposas. La venganza sólo mora en el alma de las Liethe.

—Los Kaiel son unos homicidas.

La anciana se-Tufi dio un sorbo y, temblando, dejó su tazón. La emoción estremecía su cuerpo frágil.

—¿Sí? ¿Eso es algo que te conmueve? —Formuló la pregunta con mucho interés, como si no hubiese comprendido de qué le hablaba.

—El Banquete del Juicio de los Arant —dijo Humildad con cautela.

—Eso ocurrió hace siglos. Creo que estoy en lo correcto si afirmo que por aquel entonces el clan Kaiel no existía.

—¡La grava bajo nuestros pies son los Arant! ¡Toda esta ciudad está construida sobre los huesos de los Arant! ¡Si comienza a cavar encontrará sus bodegas! ¡Encontrará los tesoros que ocultaron antes de ser borrados del planeta! El clan Kaiel fue fundado para que los Arant nunca volvieran a surgir. Los Kaiel aceptaron su territorio y su moneda, ¡y por lo tanto también llevan su sangre en los vientres!

—Ya veo —dijo la anciana como si hubiese sido ciega—. ¿Y cómo afecta eso a las Liethe? Nosotras sólo buscamos dos cosas: belleza y el poder que trae la belleza.

—¿No hemos evitado a Kaiel-hontokae como al veneno? ¡Es parte de nuestra tradición! Siempre ha sido importante. ¿Por qué estáis aquí? Yo supuse que era para atacar. —Por supuesto que era para atacar... la vieja sólo la estaba probando.

—Hablas de la grava Arant bajo nuestros pies. ¿Conoces el antiguo nombre Arant de esta ciudad?

Humildad necesitó unos momentos para acceder a un sector poco usado de sus archivos mentales. —D'go-Vanieta.

—¿Qué significa?

—Nada.

—Repite d'go-Vanieta. Di la palabra una y otra vez, hasta que le quites el óxido del lenguaje antiguo. Cambia la inflexión.

De pronto Humildad comenzó a reír.

—Ah —sonrió la anciana—. ¡Lo tienes!

—¡Vagina de Dios!

—Ahora recuerda el pasaje en las memorias del posadero, cuando Liethe fue desafiada por el marinero que la llevó a la isla de Vas.

—Ella dijo que provenía de la Vagina de Dios. ¡Pero sólo se burlaba del marinero!

—Lo dudo.

—¿Cree que era una Arant?

—Me parece que nació aquí, sí. Pero no creo que haya sido una Arant. He estado investigando el asunto en las diversas bibliotecas Kaiel. Cuando ven a una anciana que está a punto de morir, las personas se muestran dispuestas a hablar de sus secretos más preciados.

—¡
Yo
no le contaría mis secretos!

—Y
yo
no te diría lo que estoy a punto de decirte, pero eres una se-Tufi como yo, te conozco y sé en qué te convertirás. No quisiera morir sin haber compartido mis opiniones más impopulares. —Se detuvo y respiró unos momentos con dificultad antes de continuar—. Creo que Liethe era una criada. Creo que era fea y que ningún hombre la amaba.

—¡Madre!

La anciana disfrutaba tanto con su pequeña herejía que se sirvió otra pequeña copa de licor.

—Creo que era una criada ignorante que trabajaba en los sótanos de los Arant, realizando tareas rutinarias de reproducción clónica, un día tras otro.

—¡Los Arant nunca supieron cómo reproducir clones! ¡Sólo las Liethe lo sabían!

—No tenemos ninguna información sobre los Arant, con excepción de lo que dijeron sus enemigos. Y todos sus enemigos coincidieron en que eran excelentes biólogos. En realidad, los Kaiel saben cómo efectuar reproducciones clónicas, aunque no hagan mucho uso de la técnica.

—¿Dónde ha averiguado esto?

—Aquí, en Kaiel-hontokae. ¡No pensarás que sólo me dedico a amamantar jovencitas!

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