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Authors: Nalini Singh

Tags: #Fantástico, #Erótico, #Romántico

Susurro de pecado (9 page)

BOOK: Susurro de pecado
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—Emmett —su voz era ronca, no ocultaba su pasión.

Todavía no, se dijo y chasqueó los dedos sobre su clítoris, haciendo que su cuerpo diera un tirón. Cuando ella le tiró del pelo, se negó a subir. En vez de eso, cerró la boca sobre su pezón, chupando con fuerza a través del raso delicado de su camisón.

Los dedos de Ria se apretaban y aflojaban convulsivamente, todo su cuerpo se retorcía como si quisiera escapar… y acercarse más al mismo tiempo.

Presintiendo que ella estaba cabalgando por el fino borde del placer, Emmett resbaló dos dedos en su vagina apretada, acariciándola hasta la liberación temblorosa. Ella le mordió el hombro para amortiguar su grito, incitando al leopardo a una actitud posesiva primitiva. Acariciándola a través del orgasmo, se movió para cubrir su cuerpo con el suyo, una mano en la almohada al lado de la cabeza, la otra enredado en el pelo mientras la echaba hacia atrás para un beso casi salvaje.

Ella se abrió para él inmediatamente, envolvió los brazos a su alrededor. Él le pellizcó la boca y rompió los tirantes del camisón, bajando la tela hasta que pudo cerrar la mano la redondez del seno. Cuando soltó la boca, ella le empujó hacia abajo.

Gruñendo, él le dio lo que deseaba, moldeando el pecho bajo la mano. Ella era tan exuberante que quería morderla. La próxima vez, se prometió.

Esta vez, su paciencia estaba en el límite.

Separándole los muslos, le mordisqueó el labio inferior.

—Pon esas bonitas piernas alrededor de mi cintura, visón.

Un exquisito deslizamiento de suave carne femenina mientras le daba lo que deseaba. Luego ella le dio más, apretando los labios contra su garganta, mordisqueándole con posesión delicada mientras él luchaba por no empujar dentro de ella con un solo empujón duro. Estremeciéndose, le pasó una mano por la espalda para colocarla en el ángulo correcto.

Y luego se deslizó dentro, el calor líquido casi le abrasó. Rechinando los dientes, apretó la mano en la almohada y empujó, de forma lenta y suave.

—La próxima vez —se ahogó—, lo haré rápido.

Agarrándose al bíceps, Ria inhaló profundamente.

—Siempre que no te vuelvas más grande… Emmett —lo último fue un gemido cuando él se enterró hasta la empuñadura.

Él no se movió durante varios segundos, sabiendo que era un hombre grande.

Pero entonces Ria comenzó a moverse debajo de él en lentos movimientos circulares que le volvieron loco. El leopardo tomó el control y él sólo tuvo la presencia de ánimo para tomar su boca en un beso antes de rendirse al hambre de tomar y marcar.

Mía, pensó, mía.

Poco después, incluso ese pensamiento se perdió.

Ria miró fijamente al techo por encima del hombro musculoso de Emmett. Era pesado, pero no le importaba que la aplastara. No en este momento. No cuando su cuerpo estaba tan flojo y saciado, se sentía como una gran gata perezosa. Lo cual, pensó, era exactamente cómo Emmett actuaba. Se extendía sobre ella… dentro de ella.

Las mejillas ardieron. ¿Cómo podía ser tímida después de que lo que habían hecho? Pero bien, no había esperado que empezara a revivir un segundo más tarde.

—¿Tiempo de recuperación rápido? —preguntó ella, no exactamente segura de donde encontraba la insolencia.

—Algo así —fue un retumbar contra la garganta.

Ella le pasó los dedos por el pelo, sonriendo.

—¿Ria?

—¿Hmm?

—¿Eras virgen?

La pregunta hizo que las mejillas le ardieran.

—Técnicamente.

Él sonó un poco estrangulado cuando dijo:

—¿Técnicamente?

—Tengo veintidós, Emmett. Simplemente porque escogí esperar al hombre correcto no significa que no fuera curiosa —pensó que le habría sorprendido cuando él permaneció silencioso durante unos minutos.

Debería haberlo sabido.

—¿Dónde guardas el material para satisfacer tu curiosidad?

A Ria la garganta se le secó.

—No te importa.

Un apretón en la cadera.

—¿Por favor?

El corazón le dio un vuelco. Este hombre, pensó, la podría esclavizar.

—No.

—¿La próxima vez?

—No —no sabía si podría sobrevivir al erotismo.

Emmett le rozó la garganta con los dientes.

—Te compraré algunos. Y te haré abrirlos delante de mí.

La mente de Ria se sobrecargó. Sintió su cuerpo prepararse para otra cabalgada y querido Señor, lo deseaba.

—Menos hablar y más acción, minino.

Eso le ganó un pellizco en el culo, un gruñido bajo masculino y toda la acción que podría haber esperado.

Ria no podía encontrarse con la mirada de su madre a la mañana siguiente. No porque se avergonzara, ¿cómo podía avergonzarse de la gloria de lo que había hecho con Emmett? El sexo era una cosa, pero él había sido tan cariñoso después, sin marcharse hasta casi el alba. Ella se había sentido mimada y adorada.

Esa era la razón de que no pudiera encontrarse con la mirada de Alex. Estaba segura que su madre veía su burbujeante alegría, el conocimiento de que estaba enamorada de un hombre que era casi perfecto. Y ese casi, pensó con un ceño, podría ser un gran problema. Tenía más entrevistas organizadas esta semana y mientras Emmett había insinuado que estaban cerca de atrapar a Vincent, eso todavía la dejaba con un guardaespaldas.

El teléfono sonó mientras Alex murmuraba algo sobre ser ya las nueve. Desde que la tienda abría a las diez, tenía tiempo de sobra para llegar, pero a Alex no le gustaba llegar tarde.

—Yo lo cogeré —dijo Amber, entrando en la habitación—. ¿Hola? Sí, está aquí. Un momento.

Le tendió el teléfono a Ria, articulando Construcciones DarkRiver.

Preparada para oír malas noticias, Ria tomó el teléfono, sin molestarse en salir de la cocina/comedor, Alex, Amber, y Miaoling simplemente la seguirían.

—Soy Ria.

—Lucas Hunter.

—Buenos días —entrecerró los ojos—. ¿Puedo hacer una pregunta?

Una risita.

—No. Pregunta a Emmett.

Ese era el problema, pensó Ria. Emmett no contestaría a sus preguntas. Su actitud protectora comenzaba a ponerle de los nervios, incluso los nervios que le adoraban tanto.

—¿Entonces qué puedo hacer por usted?

—¿Que tal arreglar mi sistema de archivos?

El entusiasmo se disparó por ella… antes de pararse de golpe.

—No, gracias.

Una pausa.

—Ria, esto no tiene nada que ver con otra cosa. Soy un bastardo frío en lo que se refiere a los negocios, necesito un ayudante que pueda cumplir con lo prometido.

—¿Y el hecho de que estaría protegida en los cuarteles de los DarkRiver es coincidencia?

—Sí. Si la fastidias en tu trabajo, te pondré de patitas en la calle después del período de prueba.

Oír eso le encantó.

—Yo —dijo, comenzando a sonreír—, soy muy buena en lo que hago.

—¿Entonces cuándo puedes comenzar?

Ria parpadeó.

—Hoy si es necesario.

—Te veré cuando llegues.

Colgando, Ria miró a tres pares de ojos ávidamente interesados. La simetría de ello la golpeó en lo más profundo del corazón. Miaoling, con su sabia mirada sonriente. Alex, tan enérgica e impaciente. Amber, con el sentido de calma de Miaoling y la ligera maldad que llevaba tiempo ver a los familiares y amigos.

Con una sonrisa agrietándole le cara, Ria levantó el puño en signo de victoria antes de hacer un pequeño baile alrededor de tres de las mujeres más importantes de su vida. Alex abrió una botella de champán que había guardado en secreto, aunque Amber tuvo que conformarse con zumo de uva, e hizo un brindis.

—Aquí está mi hija. Demasiado lista para ese imbécil de Tom.

Emmett entró en el área de la oficina de Lucas y guiñó a la ayudante que se sentaba con remilgo en su escritorio.

—¿Está el jefe dentro?

—Pareces un matón —le dijo, antes de que Ria se levantara y se acercara—. ¿Te has peinado después de ducharte? —enhebraba los dedos entre ese pelo mientras hablaba.

Emmett saboreó la sensación de esa cercanía. Al oír que la puerta de Lucas se abría, levantó a Ria y plantó un beso abrumador en los labios.

Ella jadeaba para cuando él terminó, las mejillas adorablemente rojas.

—¡Emmett! Estoy en el trabajo.

Encogiéndose de hombros, se encontró con los ojos de Lucas por encima de su cabeza. Su alfa levantó las manos, su diversión clara.

—¿Preparados para irnos?

Emmett asintió.

—Aparcó hace cerca de media hora fuera de la ciudad.

Ria miró de uno a otro.

—¿Vincent?

—Sí —contestó Emmett mientras Lucas hacía una señal de que saldría en un minuto y volvió a su oficina—. El culo del bastardo está acabado.

Ria le puso una mano en el pecho.

—¿Vas a ir con mucho respaldo?

—No te preocupes por ello, visón. Sé lo que hago.

—¡Emmett! —su voz fue un látigo.

Sorprendido, la miró.

—¿Qué?

—¡No me digas que no me preocupe! No me des palmaditas en la cabeza como si fuera una tía buena sin cerebro y me digas que todo irá bien —le pinchó con un dedo—. Si vamos a empezar una relación… —Cerrando la boca bruscamente, cruzó los brazos y volvió a su escritorio.

Atontado, fue tras ella.

—Si vamos a empezar una relación, entonces ¿qué?

—Nada —comenzó a ordenar papeles en su escritorio—. Sólo no hagas que te maten. Eso me enfadaría muchísimo.

Él sabía que no era eso. Agarrándola del brazo, la empujó hacia él.

—No voy a irme hasta que me digas qué pasa.

Ria miró hacia la puerta abierta de Lucas.

—Este no es el momento ni el lugar.

Él esperó.

Ella dejó salir el aliento de golpe.

—¿ Tenemos una relación?

—¿Qué pensaste que fue lo de anoche? —esta era una de esas veces que no entendía a las mujeres. Borra eso. Que no entendía a su mujer.

—Bien, los hombres no emparejan necesariamente el sexo con una relación —fue un cuchicheo, los ojos se movieron hacia la puerta del Lucas otra vez.

Emmett decidió no recordarle que de todos modos Luc probablemente podría oírlo todo.

—Eso no fue sexo, Ria. Eso fue un sexo jodidamente asombroso —sonrió ante su rubor—. Y yo emparejo todo lo que hago contigo con una relación. Intenta salir con otro hombre y verás lo que consigues.

Ella intentó fulminarlo con la mirada pero le salió una sonrisa.

—Vete. Ten cuidado —un gran abrazo—. Discutiremos el otro asunto cuando regreses sano y salvo. Esperaré.

Él salió con el olor de su vínculo en su piel, su promesa en los oídos.

Ria se encontró acompañada a casa ese día por un hombre mayor llamado Cian.

—¿Alguna noticia? —le preguntó cuando alcanzaron la puerta principal.

Una sacudida de la cabeza.

—No creo que se muevan hasta unas horas después del anochecer.

Algo acerca de Cian golpeó a Ria como extrañamente familiar, pero estaba segura de que nunca había estado en la protección antes.

—¿Me harás saber si te enteras de algo?

Los ojos fueron cálidos cuando la miró.

—Por supuesto, Ria.

Asintiendo, le dio las gracias y entró. Su padre había echado a todos y estaba en la cocina, confeccionando su (no) famosa salsa secreta de espaguetis.

—Hola, papá —le besó en la mejilla—. ¿Dónde está Amber? —preguntó, adivinando que su abuela estaba echando una siesta como hacía a veces.

—Pensó que podría estar teniendo contracciones, Jet volvió a casa y la llevó al hospital.

Ria se paró en el proceso de quitarse el abrigo.

—¿Está de parto?

—El médico cree que es falso, pero la va a mantener allí un par de horas para asegurarse —se tocó el bolsillo trasero—. Jet va a llamarme si parece que mi nieto viene temprano.

Sonriendo, ella colgó su abrigo y fue a pararse a su lado, deslizando un brazo alrededor de su cintura.

—Huele bien.

Él puso el brazo libre alrededor de sus hombros.

—Entonces, ¿estás liada con ese gato?

—Sí —nunca había mentido a su padre. Rodear la verdad quizá, pero nunca mentir—. Estoy loca por él.

Un suspiro.

—Invítalo a cenar.

—¿Para que puedas asarlo a la parrilla?

—Es lo que hacen los padres —un estrujón a sus hombros—. Sólo quiero lo mejor para ti. ¿Has considerado cómo este hombre va a mantenerte?

Ria no indicó que ella podía mantenerse. Ese no era el asunto.

—Bien, cuando no actúa como soldado DarkRiver, tiene otro trabajo.

Lo había descubierto en algún momento de anoche, incluso ahora, el recuerdo de la voz perezosa de Emmett murmurando las respuestas a todas las pequeñas preguntas que ella tenía sobre él era suficiente para hacer que su cuerpo se ruborizara.

—¿Ah?

Capítulo 9

—Sí —ella lo alargó, sabiendo que volvería loco a su padre.

—Ria.

Riéndose, miró a sus ojos ceñudos.

—Es ingeniero.

Las cejas de su padre subieron al límite del pelo.

—¿Para quién trabaja?

—Construcciones DarkRiver. Está especializado en asegurarse de que los edificios son construidos para resistir acontecimientos sísmicos —así era cómo él lo había puesto, sonando mucho más académico de lo que ella había esperado. Había sido obvio en esa única frase que él no sólo sabía lo que hacía, sino que adoraba su trabajo—. Aprendió con Angus Wittier —Wittier era considerado al mayor experto en edificios a prueba de terremotos del país.

Simon asintió, la cara contemplativa.

—Pásame el orégano y vete a cambiarte.

—¿Estarán los espaguetis listos pronto? —no estaba hambrienta, tenía el estómago lleno de nudos mientras esperaba para oír el resultado de la contienda DarkRiver-Crew, pero quería mantener la temperatura emocional templada por su padre. Simon sólo cocinaba espaguetis cuando estaba estresado, estaba claro que la situación de Amber le preocupaba más de lo que había admitido.

—Diez minutos.

—Pondré la mesa después de cambiarme —subiendo al dormitorio, cerró la puerta antes de llamar a Jet—. ¿Cómo está Amber? —preguntó cuando contestó su hermano.

—Está bien en este momento, descansando —su voz fue suave—. Dile a mamá y papá que no se preocupen, el médico dice que todo va súper con el bebé.

—Ja —dijo, con una sonrisa—. Ya sabes cómo son.

—Tú los mantendrás tranquilos, Ri-ri —dijo con confianza absoluta—. Te llamaré tan pronto como algo cambie.

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