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Authors: Nalini Singh

Tags: #Fantástico, #Erótico, #Romántico

Susurro de pecado (3 page)

BOOK: Susurro de pecado
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Emmett levantó su botella en un brindis.

—Por una campaña exitosa —sin embargo, en ese momento, pensaba menos en la absorción de la ciudad por parte de los DarkRiver y más en una campaña muy privada suya. Vamos, visón, juega conmigo.

Esa noche, Ria estaba tumbada en la cama y suspiraba. Había sido mimada, acariciada y medio sofocada por su familia en las horas desde su regreso a casa. La mayoría de los días, eso la habría vuelto loca. Hoy, había necesitado esa cálida manta de amor.

Calidez. Calor.

Su cuerpo se relajó, recordando lo que había sentido al estar acurrucada en el regazo de Emmett. Nunca antes se había encontrado en el regazo de un hombre. La mayor parte de los hombres que se habían atrevido a recoger el guantelete de la actitud protectora de su familia para invitarla a salir eran chicos agradables del vecindario. No tenía nada contra ellos. Pero el asunto era que había crecido con un padre que era feroz en el cuidado de su familia, y un hermano mayor que no se había desviado mucho del molde paternal en lo que se refería a cuidar de los suyos. Se comían a esos chicos agradables para desayunar.

Ria soñaba con un hombre que les masticara a ellos para variar.

Abrazándose a su almohada, sonrió ante sus propios pensamientos. Cualquiera pensaría que no le gustaba su familia.

Eso estaba lejos de ser verdad. Pero bien, la abrumaban.

Les gustaba tomar el control de todo. ¿Cómo se suponía que iba a respetar a un hombre que se dejaba dominar?

«Mañana regresaré para comprobar cómo estás»
Emmett había dicho eso delante de su padre.

Se le llenó el cuerpo de carne de gallina. Se preguntó cómo se sentirían esas manos grandes y fuertes al acariciarle al piel, todo caliente y…

Sonó su teléfono. Gimió cuando vio quien llamaba.

Tom.

Suspirando, fue a contestar, pero el diablo oculto en ella le hizo apagar el móvil.

No había nada malo con Tom, excepto que él quería casarse con ella. A su padre le gustaba Tom. Incluso a Alex le gustaba Tom. Ria no tenía problemas con Tom. Era sólo que no quería casarse con él. No, con lo que soñaba era con una historia de amor como la de su abuela, y Miaoling era la única de la familia que apoyaba la resistencia de Ria al «Gran Enlace».

Desde el punto de vista de Alex y Simon, era sinceramente un gran enlace. Como ella, Tom era en parte chino. Como ella, había crecido en los Estados Unidos y tenía una visión muy Occidental de la vida, sin haber olvidado el otro lado de su herencia.

Mejor de todo, los Clark y los Wembley habían sido amigos desde antes de que Ria o Tom hubieran nacido.

Todo era perfecto.

Pero Tom nunca se reiría con ella por un chiste secreto como su abuelo había hecho con su abuela. Nunca la abrazaría con la feroz ternura con que Simon abrazaba a Alex cuando pensaba que nadie miraba. Y nunca buscaría pelea con ella para reconciliarse como Jet hacía con Amber.

¿Por qué no podían ver que ella quería lo mismo? Toda su vida había estado contenta por permitir que Jet y su hermano menor, Ken, destacaran. Ser la mediana era algo agradable, tenía lo mejor de ambos mundos y su relación con sus hermanos era estrecha. Pero con su hombre, con su marido, quería ser la número uno.

—Duérmete, Ria —se murmuró, sabiendo que estaba obsesionada a causa del miedo a tener pesadillas.

Pero cuando se durmió, no fue para caer en una pesadilla… sino en los poderosos brazos de un hombre que la miraba con unos ojos verdes como los de un gato.

Emmett estudió su cara en el espejo del baño a la mañana siguiente y frunció el ceño. Era una maravilla que Ria no hubiera huido corriendo y gritando cuando la había cogido en brazos. Ella era toda suave y sedosa, un bocado suculento. Él, en comparación, parecía que había tenido unos altercados con puños y paredes. Los puños eran verdad, pero como todos los cambiantes, se había curado rápidamente.

No, esta era simplemente la cara con que había nacido. Nunca le había molestado antes, pero ahora se frotó la mandíbula con barba con una mano y decidió que haría bien en afeitarse antes de ir a comprobar a Ria.

El afeitado y la ducha le limpiaron, pero todavía era consciente de que parecía un maleante cuando llamó a la puerta de la casa de su familia. Definitivamente no se parecía nada al chico bonito que subía por el camino con un inmenso ramo de rosas.

Mierda.

¿Por qué demonios no había pensado en traer flores?

—Hola —dijo el otro hombre con un tono de voz cultivado en la liga Ivy—. Soy Tom.

Emmett le tendió la mano.

—Emmett.

—Simon le mencionó por teléfono —respondió Tom con una sonrisa amistosa que falló en ocultar el cálculo de sus ojos—. Ayudó a Ria anoche.

—¿Usted es un amigo de la familia? —preguntó Emmett para ver qué diría Tom, justo cuando la puerta se abrió.

—No, es el prometido de mi hija —dijo Alex, bajando a Tom para darle un beso en la mejilla.

Emmett miró a Tom.

—¿Usted no cree en los anillos?

—No es oficial todavía —el otro hombre era tranquilo, seguro de sí mismo, claramente seguro del traje.

Emmett no sonrió, pero el leopardo cerró con fuerza los dientes en su interior. Este cachorro humano estaba a punto de aprender que los machos leopardo no reconocían ningún reclamo no reconocido por la hembra. Y Ria no se consideraba atada a este. Incluso si no hubiera oído su conversación con su abuela, nada sobre ella había hablado de un compromiso con otro. No llevaba el olor de Tom… y no había apartado a Emmett anoche.

Sin decir nada de eso, se giró para enfrentarse a Alex.

—¿Puedo hablar con Ria?

—¿Por qué? —Alex entrecerró los ojos, empujó a Tom hacia el interior y puso la mano en la jamba opuesta para impedirle el paso a Emmett.

—Necesito ver si recuerda alguna otra cosa acerca de su atacante —el leopardo de Emmett conocía a un adversario digno cuando lo veía. Alex era una protectora mamá-oso tremenda. Pero Emmett se había visto enredado con muchas como ella en el clan—. Nos ayudará a hacer las calles más seguras para todas las hijas —no, no lamentaba utilizar el chantaje emocional para entrar.

Alex dejó caer el brazo.

—Hmm. Entre, pero si trastorna a Ria, le golpearé yo misma.

—No soy frágil, mamá —una voz familiar, un olor familiar, suave, fresco, pero con una especia persistente.

Inhaló la contradicción a lo más profundo de los pulmones, su leopardo vigiló con cuidado mientras Ria abrazaba a su madre, luego tomaba las flores de Tom. Ningún beso. Bien. Las garras le arañaron dentro de la piel, queriendo salir, queriendo causar daños. El bonito Tom con el pelo resbaladizo y la piel perfecta le irritaba.

—Emmett —Ria le miró, toda grandes ojos y cabello castaño—. Podemos hablar en el salón.

Cuando él asintió, Alex tomó las rosas.

—Las pondré en agua. Tom puede sentarse contigo para darte apoyo moral.

—Lo he pensado mejor —dijo Ria, haciendo que Alex se congelara—, creo que preferiría salir a dar un paseo, puedo mostrarle a Emmett donde ocurrió la emboscada. La abuela quiere hablar con Tom.

Sonriendo interiormente por cuán pulcramente había cortado ella todas las opciones excepto las que deseaba, Emmett salió al camino de entrada y esperó a que se uniera a él.

—Has hecho esto antes —dijo cuando ella se le acercó y se marcharon.

—Tienes que crecer con una personalidad bastante fuerte en mi familia —dijo, una sonrisa le coqueteaba en los labios—. Es un mecanismo de supervivencia —metiendo la mano en el bolsillo del abrigo, le pasó un papel doblado—. El número de cuenta.

—Gracias —miró a sus rasgos, frunciendo el entrecejo ante la magulladura que ella había tratado de ocultar bajo el maquillaje—. Muéstrame tus manos.

Ella las giró con la palma hacia arriba.

—Están curando bien.

—El bastardo está en coma —murmuró Emmett, ahuecando las manos para poder inspeccionar el daño. El leopardo odió verla marcada. También el hombre—. ¿Conoces a algún psi al que podamos camelar?

—Bien —dijo ella cuando él se forzó a dejarla ir—, el contable de mi madre es psi pero no creo que a la señora Bhaskar le gusten los interrogatorios.

—Lástima.

—Entonces, anoche…

—¿Puedes hablar de ello? —se detuvo para mirarle a la cara—. Si es demasiado duro, podemos retrasarlo unos días.

Una insinuación de abierta irritación estalló en los ojos de Ria.

—¿Qué hay de hacer las calles más seguras para todas las hijas?

—Es importante —admitió—. Esa banda, los Crew de Vincent, nos están provocando. Si no les sacamos de la ciudad pronto perdemos el derecho de protegerla.

—¿De verdad? —se le marcaron arrugas en la frente—. ¿Por qué?

—Es por el poder —le contó—. Un clan depredador cambiante sólo puede reclamar legítimamente el territorio que puede controlar y eso significa limpiarlo de otros depredadores. Los Crew cuestionan nuestra autoridad. Otro grupo de cambiantes podría decidir que eso significa que no tenemos derecho a esta área.

—Y entonces se derramaría sangre —dijo con voz solemne—. ¿Los lobos SnowDancer?

—Peligrosos —le contestó—. Pero ellos ya controlan una cantidad inmensa de territorio. Nuestra información dice que no tienen los recursos para echarnos.

—¿Pero no son los únicos, verdad? —deslizando las manos en los bolsillos de su vívido abrigo rojo, Ria gesticuló hacia la derecha—. Este es el callejón donde me agarró. Iba hacia casa después de una clase nocturna. Mi última clase en realidad.

—¿Por qué estabas sola? —preguntó, un gruñido leve en su voz—. Era después del anochecer.

—Apenas eran las ocho —la irritación chispeó otra vez, Emmett comenzaba a mostrar las mismas tendencias sobre protectoras que sus padres—. Y soy una adulta en caso de que no lo hayas notado.

Un parpadeo lento.

—Oh, lo he notado.

Capítulo 3

El estómago se le llenó de calor, se expandió por los miembros y amenazó con subirle a la cara.

—Entonces no me trates con condescendencia —enderezando la espalda contra el impacto, se encontró con esos magníficos ojos —. Mi decisión era sensata. Había mucha gente alrededor, dirigiéndose a los restaurantes o volviendo a casa desde el trabajo. Esa excusa de ser humano me agarró cuando se despejó el tráfico a pie.

—Significa que tuvo que haberte seguido, esperando una oportunidad —Emmett miró fijamente al oscuro agujero del callejón, con ojos entrecerrados.

Ella se preguntó si había oído sus dos primeras frases.

—Eso es lo que pensé. Siempre soy cuidadosa cuando bajo del tren aéreo, pero es difícil captar ese tipo de asuntos cuando tantas personas se bajan en las estaciones.

Anoche, la masa de humanidad se había diseminado tan pronto como golpearon el suelo, pero había habido tanta multitud en su misma dirección que no había prestado atención a nadie en particular.

—Hasta que neutralicemos a los Crew —murmuró Emmett, todavía mirando al callejón—, no vayas a ningún sitio sola.

Ella abrió la boca.

—¿Qué?

—Hasta la muerte —dijo, dándose la vuelta para mirarla—, ese es su lema. Siguen a los suyos hasta la muerte. Irán tras de ti una y otra vez. Es un asunto de «honor» —Casi escupió en la calle—. ¿Qué clase de condenado honor es herir a una mujer?

La convicción impávida de sus palabras alcanzó directamente su caliente centro femenino. Pero…

—No puedo sentarme en casa. Tengo que empezar a hacer entrevistas de trabajo.

—El trabajo era su billete a la libertad, una libertad que había trabajado duro para ganar—. Y llevo a mi abuela a sus citas…

—¿Quién ha dicho que te sientes en casa? —una mirada intensa.

Ria no reaccionaba bien a ninguna clase de intimidación.

—Bien, si no puedo ir a ningún sitio sola y no voy a poner a mi abuela en peligro, luego ¿qué más se supone que voy a hacer, contratar un guardaespaldas? —en el minuto, el segundo, que su padre se enterara de esto, lo utilizaría como excusa para evitar que encontrara un trabajo.

Simon y Alex Wembley adoraban a su única hija. La adoraban tanto que no podían soportar que el mundo le pusiera una simple magulladura en su alma. Como consecuencia, había crecido protegida y mimada. Si no hubiera sido por su abuela, podría haberse convertido en una mocosa mimada. En vez de eso, había crecido querida por el amor de sus padres… mientras comprendía la tristeza que yacía detrás de su fervor protector. Por eso no había ido a la universidad como Ken, no había podido poner tanta preocupación en sus corazones. Pero no podía vivir en un capullo para siempre, ni por su madre ni su padre. Nunca iría con ella, de hecho, la destruiría.

Sin embargo, sus padres todavía no habían resuelto eso. En las mentes de Simon y Alex, el matrimonio con Tom proporcionaría la última protección, como la esposa de un Clark, se esperaría que no hiciera nada más arduo que tener buen aspecto y quizá arreglar unas pocas flores.

—¿Emmett? —incitó cuando él permaneció silencioso.

—Te protegeré.

El corazón hacía un ruido sordo.

—¿Cuánto tiempo?

—Lo que dure.

Ella casi dio un paso atrás ante el puro poder salvaje de él.

—No puedes estar conmigo todos los días, las veinticuatro horas. Aunque no diré que no a una escolta desde el tren aéreo nocturno —era independiente, no estúpida.

—Los Crew son conocidos por secuestrar a gente en la calle a pleno día —la piel se le tenso sobre los pómulos—. Intimidan a cualquier testigo para que calle, así que sus víctimas parecen desaparecer en el aire.

La necesidad de libertad tropezó con la lógica de lo que decía.

—¿Qué hay de mi familia?

—Ya hemos situado soldados del clan en la tienda de tu madre y alrededor de tu casa. El modus operandi de los Crew es golpear a las mujeres de la familia, así que tu madre, tu cuñada y tu abuela son las que corren más riesgo.

—Amber está embarazada de más de ocho meses —empezó Ria.

—¿De verdad? —una sonrisa burlona—. Pensé que parecía un poco diferente.

Ria sintió que el rubor le manchaba los pómulos.

—Ella no ha estado saliendo mucho de todos modos, si le contamos algo sobre las tácticas de los Crew, probablemente aceptará quedarse dentro.

—Definitivamente haría nuestro trabajo más fácil. ¿Tu madre?

—De ninguna manera. Irá a trabajar, se niega a rendirse a la intimidación.

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