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Authors: David Brin

Tags: #Ciencia Ficción

Tiempos de gloria (33 page)

BOOK: Tiempos de gloria
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Debe de ser una sabia. ¡Retienen prisionera a una sabia en este lugar!

Maia recordó la tarde en Lanargh, cuando Leie y ella vieron el noticiario, y oyeron la misteriosa oferta de una «recompensa por informació».. ¡Tal vez se trataba de esto!

Tengo que ponerme en contacto con ella. ¿Pero cómo?

Se decidió. Primero tendré que escribir un mensaje.

No podría hacerlo como lo hacía la sabia, codificando condiciones de inicio en las reglas del Juego de la Vida para que se convirtieran en palabras escritas después de un millar de movimientos complejos. Y un tanto asombrada, Maia comprendió que no tenía por qué hacerlo. Después de todo, el truco de enviar un mensaje en una botella, o un mensaje por radio, implicaba codificarlo para que, con suerte, sólo el receptor adecuado lo descifrara. Pero Maia no intentaba comunicarse con nadie que estuviera más allá de los muros de aquel santuario.

¡Podría enviar letras normales!

Con el punzón, marcó las casillas negras en el tablero de juego hasta que pudo leer:

¡COMPAÑERA PRISIONERA!

OÍ CLICKS EN EL CABLE

ME LLAMO MAIA

Tras observar lo que había escrito, se puso a pensar. La primera línea era obvia. Y en cuanto a la segunda, tal vez la sabia no supiera que estaba haciendo ruidos por toda la ciudadela cada vez que transmitía, pero eso le quedaría claro cuando recibiera la respuesta de Maia.

Había otro motivo para simplificar. Debía transmitir su mensaje en filas de puntos y rayas, deshaciendo las palabras como las capas de un pastel. Tres líneas de letras requerían veintiuna filas de casillas, cada una de cincuenta y nueve casillas de ancho, por lo que calculó un total de 1.230 intersecciones que tendrían que ser marcadas negras o blancas con una pulsación intermitente. ¡Más de un millar! Cierto, la otra prisionera había enviado aún más, pero no con pausas tan largas como las que requería el mensaje de Maia. Si alargaba una pausa a cinco latidos o más, la receptora sin duda perdería la cuenta.

Finalmente, se decidió por un primer esfuerzo muchísimo más simple.

SOY MAIA SOY MAIA SOY MAIA

Seguían siendo 413 pulsaciones, después de que las filas fueran colocadas en una cadena lineal. Pero parecía manejable, sobre todo puesto que sería rítmico.

Ahora el problema era cómo enviarlo.

Había pensado golpear en las paredes, o tal vez en las tuberías. Pero esos sonidos probablemente se transmitirían hasta muy lejos. Si así era, alertarían a las guardianas.

Tendré que hacerlo de la misma forma, concluyó. A través del cable.

Sólo había una fuente posible para la electricidad requerida, y un solo error cortaría su único contacto con el mundo exterior. Maia no vaciló. Ansiosamente, le dio la vuelta al tablero de Vida y abrió la tapa de las pilas.

Decidió esperar a que la transmisión de medianoche hubiera terminado. Agazapada bajo las cortinas, vio cómo el mensaje de la sabia creaba un
.staccato
de chispas contra la pared, y verificó que era el mismo de antes. La serie de chasquidos se detuvo en el momento de costumbre, dejándola a solas en la oscuridad apenas contrarrestada por la luz de la luna que entraba por la ventana. Como ya lo esperaba, Maia había practicado sus movimientos antes.

Con todo, le hicieron falta varios torpes intentos para soltar los cables extraídos del reverso del tablero y acercarlos a la placa en la pared.

Ante ella se encontraba el mensaje que planeaba enviar. Maia había utilizado grandes letras mayúsculas y espacios, con la intención de poder leer incluso con poca luz.

.Bueno, allá va, pensó.

Colocar un cable en la protuberancia de la pared no tuvo ningún efecto. Pero colocar uno contra la protuberancia y el otro sobre la placa provocó una chispa que la sorprendió. Apretando los dientes, Maia se inclinó hacia delante para ver mejor las hojas de papel, y empezó a enviar señales, creando una chispa por cada casilla negra y descansando un latido por cada blanca.

No sabía si con esto estaba consiguiendo algo más que agotar las baterías. Teóricamente, podría recargarlas acercando el tablero a la ventana para que absorbiera la luz del sol. Pero de hecho, podía estar gastándolas para nada.

Era difícil no perderse, mientras seguía fila tras fila de casillas negras. A pesar del frío, pronto tuvo que parpadear para librarse del sudor, y en un momento dado se saltó una fila entera. No había nada que hacer al respecto. Un error como aquél no impediría que el mensaje fuera legible, pero no podía permitirse que sucediera de nuevo.

Cuando llegó al final de la última fila, Maia suspiró aliviada y se echó hacia atrás, estirando los brazos. Una pausa larga haría saber a la otra persona que el mensaje había concluido. Pero la sabia probablemente había sido pillada por sorpresa. Así que después de un breve descanso, Maia se inclinó hacia delante para repetir todo el ejercicio.

.¿Estará llegando algo?, se preguntó.
.He olvidado lo poco que sé sobre voltajes y similares. Tal vez necesite una resistencia, o un adaptador. Tal vez sólo estoy enviando electricidad al suelo, sin crear chispas en ninguna otra parte.

.Click, click, pausa, pausa, pausa,
.click
… Intentó concentrarse, manteniendo un ritmo constante como el que había marcado la sabia. Era especialmente importante contar las largas pausas que componían los márgenes de ambos lados de su sencillo mensaje. Hablar en voz alta pareció ayudar. Por dentro, no dejaba de oír el mensaje que intentaba enviar, como si una parte de sí misma estuviera emitiendo por pura fuerza de voluntad.

Soy Maia… Soy Maia… Soy Maia…

Esta segunda vez le resultó mucho más difícil. Tenía los dedos a punto de sufrir calambres, le dolía el cuello de estar inclinada hacia delante, y los ojos le picaban por el salino sudor. Con todo continuó, tenaz. La comodidad no tenía ningún atractivo. Lo que importaba era la leve esperanza de hablar con alguien.

Por favor, escúchame… Soy Maia… Oh, por favor…

Para cuando terminó la segunda transmisión, tenía las manos demasiado entumecidas incluso para soltar los cables; así que permaneció allí sentada, contemplando la lisa pared de piedra, percibiendo la tensión en su espina dorsal desenroscarse lentamente. No habría un tercer intento. Aunque las baterías y ella tuvieran fuerza, sería demasiado arriesgado. Las guardianas podían estar acostumbradas a unos cuantos chasquiditos por la noche, como los de un grillo amistoso. Pero un cambio demasiado grande en la rutina no podía ser.

Una súbita chispa le hizo dar un respingo. Tardó un momento en darse cuenta de que no la había provocado ella al colocar mal los cables. ¡No, procedía de la pared! Siguieron más chispas. Maia cogió la libreta y el lápiz.

Cada diminuto arco iluminaba su marca subsiguiente. Anotaba una raya por cada oscuridad. Era más fácil copiar que transmitir, aunque ahora le dolían los ojos más que nunca. Con creciente excitación, Maia advirtió que no se trataba de una repetición, sino de un mensaje completamente nuevo. ¡Había establecido contacto!

Entonces, tan bruscamente como antes, se acabó, y ella permaneció allí en silencio, contemplando varias hojas de código misterioso.

La frustración hizo que sus músculos, ya tensos, se estremecieran. Aunque acercara el tablero a la ventana, no habría luz suficiente para repetirlo adecuadamente. No hasta la mañana siguiente.

.¡No puedo esperar hasta mañana, no puedo! Maia combatió una asfixiante oleada de impaciencia.
.Puedes hacer lo que tengas que hacer
, se respondió a sí misma, se obligó a relajar su tenso cuerpo, músculo a músculo.

Finalmente, respiró de forma regular otra vez.

.Bueno, al menos puedo arreglar esto, pensó, mirando la transcripción que había garabateado. Se puso en pie y se desperezó. Luego, con cuidado, escaló la pirámide de cajas hasta llegar a la rendija.

Durga ya no estaba a la vista. Una luna menor, Aglaia, apenas brillaba lo suficiente para permitirle trabajar.

Gradualmente, línea a línea en una página nueva, dibujó cada chasquido como una casilla negra. Tradujo cada pausa como una blanca. Al final de la primera fila de cincuenta y nueve, pasó a la siguiente y empezó en sentido inverso. De esta forma, si conseguía reparar el aparato de juego mañana, podría cargar las condiciones de inicio inmediatamente, y poner rápidamente el juego en movimiento para leer el mensaje.

Fue un trabajo duro. Después de aquello podría incluso dormir.

Tan concentrada estaba copiando casillas en largas filas que tardó un rato en advertir la diferencia en la pauta.

Finalmente, cayó en la cuenta. Al contrario que antes, los chasquidos parecían estar ya en grupos apretados.

Parpadeando, Maia se echó hacia atrás y vio:

Por supuesto. ¡Ha transmitido igual que yo, sin codificar! ¡Puedo leerlo esta noche!

Maia aceleró el ritmo. Dos filas más tarde, podía leer el mensaje entero.

… HOLA MAIA. MÑANA. —RENNA…

Se levantó viento que agitó sus papeles y los hizo caer por la plataforma improvisada como una cascada de naipes. Todos menos la única hoja que agarraba con ambas manos y que pronto estuvo manchada de lágrimas calientes y agradecidas.

Algunas de las miembros más radicales de nuestra organización piensan que no soy lo bastante dura para liderar este esfuerzo. Que no odio o temo a los varones lo suficiente para diseñar un mundo donde su función quede reducida al mínimo. A esas acusaciones, yo replico: ¿Qué esperanza tiene ninguna empresa que esté basada en el odio y en el miedo? Admito, orgullosamente declaro, que me han atraído y he admirado a ciertos hombres durante mi vida. ¿Y qué? Aunque nuestros hijos y nietos serán pocos, en el mundo que vayamos a crear debe haber también un lugar para ellos.

Otras críticas sostienen que lo que me interesa realmente es el desafío de la autoclonación y de aumentar la gama de opciones para la reproducción humana. Dicen que si los varones fueran físicamente capaces de hacer copias de sí mismos, sin máquinas, también les habría dado a ellos esa capacidad.

Esto es posiblemente cierto. Pero claro, ¿qué es un hombre al que has dotado de una barriga? Un hombre preñado adquiriría necesariamente otras características de la mujer, y ya no podría ser considerado del todo un hombre. Esto no es una innovación atractiva ni práctica.

Al final, todos nuestros inteligentes diseños genéticos, y los planes correspondientes para el condicionamiento cultural, acabarán en nada si somos vengativas o rígidas. La herencia que dejemos a nuestras hijas, y los mitos que les transmitamos para sostenerse, deben trabajar con las tensiones y la presión de la vida, o fracasarán. La capacidad de adaptación tiene que ser reverenciada junto con la estabilidad, o el fantasma de Darwin volverá a acecharnos, susurrándonos al oído el castigo de la soberbia.

Deseamos la felicidad de nuestras descendientes. Pero con el tiempo sólo un criterio juzgará nuestros esfuerzos.

La supervivencia.

12

A lo largo de los días siguientes, Maia y su nueva amiga aprendieron a comunicarse a pesar de las gruesas paredes que las separaban. Desde el principio, Maia se sintió estúpida y lenta, sobre todo cuando Renna volvía a enviar mensajes codificados, diseñados para ser descifrados por el tablero del Juego de la Vida. Maia no podía reprochárselo, ya que el método era más eficaz, y permitía enviar una pantalla entera en sólo unos minutos. Sin embargo, eso hacía que las respuestas de Maia parecieran torpes en comparación. Una línea de texto era todo lo que podía conseguir tras todo un día de trabajo, y transmitirla la dejaba agotada y frustrada.

… NO… TE… PREOCUPES… MAIA…

TE ENSEÑARÉ OTRO CÓDIGO…

PARA LETRAS SENCILLAS… PALABRAS…

Agradecida, Maia copió el sistema que Renna le transmitió: uno llamado Morse. Estaba segura de que había oído hablar de él. Algunos clanes basaban sus códigos comerciales en variantes de sistemas muy antiguos. Otro tema que debería haber estado incluido en el programa de estudios de Lamatia, pensó sombría.

O= +++, P=—+–+, Q= ++—+

El código parecía bastante simple: cada signo de adición representaba un golpe largo y cada guión uno corto.

Eso aceleró enormemente la siguiente intervención de Maia, aunque siguió siendo torpe y cometiendo errores.

SI SABES MORSE POR QUÉ USAS CÓDIGO DE VIDA

ES MÁS DIFÍCIL

A esta pregunta, Renna respondió:

MÁS DIFÍCIL. MÁS SUTIL. OBSERVA

Y para asombro de Maia, el tablero empezó a sacudir las letras de su amiga en pautas convergentes, como los fuegos artificiales del Día de las Fundadoras.

Maia encontró aún más sorprendente el siguiente mensaje que envió Renna. Aunque compacto, era largo, y ocupaba treinta y una filas cuando Maia terminó de colocar una serpenteante cadena de casillas blancas y negras.

Pulsar el botón de arrance provocó una salvaje y hambrienta «ecologí». de pseudoentidades que se devoraban mutuamente y al final, tras muchos giros, se convirtieron en lo que parecía una
.imagen
… un rudo boceto de llanuras y montañas lejanas, vistas a través de una estrecha ventana. Estaba claro que se trataba de una escena vista desde aquella misma torre de piedra, no el mismo panorama que el de la ventana de Maia, pero similar.

La otra prisionera la complementó con:

VIDA ES ORDENADOR UNIVERSAL

PUEDE HACER MÁS QUE EL MORSE

Y ES MÁS DIFÍCIL DE CAPTAR

Maia se sintió impresionada. Sin embargo, respondió:

YO LO HICE. ¿POR QUÉ NO OTRAS?

La respuesta de Renna pareció tímida.

NO SOY TAN LISTA COMO CREÍA

El tablero de juego ondeó a continuación para mostrar una cara alargada con el pelo corto y rizado, los ojos vueltos hacia arriba en un gesto avergonzado, los hombros encogidos. La caricatura hizo que Maia se riera de deleite.

Por fortuna, no había dañado el tablero de Vida durante aquel primer experimento. A lo largo de los días siguientes, Renna le enseñó cómo conectar directamente la máquina al circuito de la pared, para poder enviar mensajes directos en vez de hacerlo de forma trabajosa y peligrosa tocando los cables con las manos. Renna seguía transmitiendo cada medianoche con corrientes de alta energía, intentando usar ondas de radio generadas burdamente para contactar con su grupo, más allá de los muros. El resto del tiempo, se comunicaban usando corrientes de menor potencia, para evitar despertar a las guardianas.

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