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Authors: David Brin

Tags: #Ciencia Ficción

Tiempos de gloria (66 page)

BOOK: Tiempos de gloria
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En ese momento, el retorcido borde de la isla dio otro giro. De repente, una abertura apareció a babor. Con manos temblorosas, Brod viró hacia aquel callejón sin salida. Habría sido una locura absoluta en cualquier otra circunstancia, pero ahora Maia lo aprobó de todo corazón.
.Al menos las zorras no nos verán morir a sus manos
.

Un lado de la abertura explotó mientras la atravesaban, agrietando todo el macizo e impulsando el esquife hacia delante entre cascadas de roca. La siguiente bala pareció golpear el acantilado con rugidos de frustrada furia. Las grietas se multiplicaron. Un tremendo trozo de piedra, la mitad de grande que el propio
.Intrépido
, empezó a soltarse. Con graciosa morosidad, su sombra acechante cayó sobre Brod y Maia…

El peñasco cayó tras el pequeño bote, empujándolos con la fuerza de un tsunami enano, apuntando a un profundo agujero negro.

Maia sabía que tenía valor. Pero no lo suficiente para ver cómo su bote destrozado se abalanzaba contra aquel antiguo titán, el Faro Jellicoe.
.Que sea rápido
, pidió. La oscuridad los barrió, apagando toda visión.

Querida Iolanthe:

Como puedes ver por esta carta, estoy vivo… o lo estaba en el momento de escribirla… y disfruto de buena salud, exceptuando los efectos de haber pasado varios días atado y amordazado.

Bueno, parece que he picado con el truco más antiguo que existe. La rutina del Viajero Solitario.

Estoy en buena compañía. Incontables diplomáticos con más talento que yo han sido las víctimas de sus propias y frágiles necesidades humanas…

Mis secuestradoras me ordenan que no divague, así que intentaré ser conciso.

Se supone que debo decirte que no informes de mi desaparición hasta dos días después de recibir esta carta. Sigue fingiendo que me puse enfermo después de mi discurso.

Algunas sospecharán que hay juego sucio, mientras que otras dirán que me estoy burlando del Consejo. No importa. Si no consigues para mis captoras el tiempo que necesitan, amenazan con enterrarme donde no pueda ser encontrado.

También dicen que tienen agentes entre las oficialas de policía. Sabrán si son traicionadas.

Se supone que debo suplicarte que cooperes para que respeten mi vida. El primer borrador de esta carta fue destruido porque fui un poco sarcástico en este punto, así que déjame decirte que, por muy viejo que sea, no pondré reparos a seguir vivo un poco más o a continuar viendo el universo.

No sé adónde me llevan, ahora que el verano ha terminado y los viajes no están sometidos a ninguna restricción. De cualquier forma, si anoto las pistas de lo que veo y oigo a mi alrededor, ellas simplemente me obligarán a reescribir la carta. Me duele demasiado la cabeza, así que lo dejaremos como está.

No voy a decir que no lo lamento. Sólo los tontos dicen eso.

Con todo, estoy contento. He ido, hecho, visto y servido. Uno de los tesoros de mi existencia ha sido esta oportunidad de vivir durante algún tiempo en Stratos.

Mis captoras dicen que se pondrán en contacto pronto. Mientras, recibe un saludo de

RENNA

22

En medio de una oscuridad casi total, acarició la frente de Brod, apartando con cuidado el pelo empapado de sus heridas. El joven gimió, agitando la cabeza, que Maia había apoyado sobre sus rodillas. A pesar de multitud de heridas, se sentía agradecida por un puñado de pequeñas cosas, como este estrecho trozo de arena en el que se encontraban, justo por encima de una negra extensión de frías y turbulentas aguas. También estaba agradecida por no haber despertado esta vez en algún lugar lúgubre, después de un golpe en la cabeza.
.Mi cráneo ha recibido ya tanto, que un nuevo golpe me mataría. Y eso no sucederá hasta que el mundo haya acabado de divertirse empujándome
.

—Mm… ¿Qué…? —murmuró Brod. Maia sentía más sus palabras a través de sus manos que de sus aturdidos oídos. Todavía inconsciente, Brod parecía sin embargo ansioso, como si aún sintiera que era su deber finalizar alguna tarea urgente.

—Tranquilo, no pasa nada —le dijo ella, aunque apenas pudo distinguir sus propias palabras—. Descansa, Brod.

Me encargaré de todo durante un rato.

La oyera o no, el muchacho pareció calmarse un poco. Los dedos de ella aún notaban alguna soñolienta preocupación en su frente, pero dejó de agitarse. Los suspiros de Brod dejaron de ser audibles para sus ensordecidos oídos.

En el último momento, el bote moribundo los había escupido al interior de aquella cueva, mientras más explosiones a sus espaldas cegaban la entrada con una lluvia de piedra masacrada. En medio de un torbellino de agua y arena, su cabeza resonaba con el estrépito de los cañonazos, pero Maia buscó frenéticamente a Brod, lo agarró por el pelo y tiró de él hacia la superficie, revuelta y poco definida. Fueron sacudidos arriba y abajo durante aquellos violentos instantes en que mar, costa y atmósfera fueron uno, pero la práctica le había enseñado a Maia el truco de buscar aire. Racionando el que contenían sus doloridos pulmones, luchó contra las corrientes que parecían demonios hasta que por fin, remolcando al pobre Brod, sus pies sintieron el lodo de una pendiente.

Maia consiguió salir arrastrándose del agua, sacó a su amigo y comprobó su respiración en medio de la total oscuridad. Por fortuna, Brod tosió y escupió el agua que había tragado. No tenía ningún hueso roto, al parecer.

Viviría… hasta lo que sucediera a continuación.

En conjunto, sus heridas eran leves.
.Si el bote hubiera permanecido intacto, habríamos sido impulsados por las olas contra esa pared subterránea
, advirtió con un escalofrío. Sólo la destrucción del bote les había salvado la vida. Al hundirse, había suavizado su última caída.

Maia se sentía medio muerta. Incluso los cortes superficiales le dolían de una manera infernal. Cada laceración estaba llena de sucia arena, y cada granito, al parecer, había sido asignado a su propio conjunto de nervios. Para empeorar las cosas, la evaporación absorbía el calor de su cuerpo, haciéndole castañetear los dientes.

.Pero no estamos muertos, señaló desafiante otra voz en su interior.
.Y no lo estaremos, si puedo encontrar un medio de salir de aquí antes de que suba la marea
.

No era una tarea fácil, admitió, tiritando.
.Esta cueva probablemente se llena y se vacía dos veces al día, librándose por rutina de escoria como nosotros
.

Maia calculó que tenían al menos unas cuantas horas. Más tiempo de vida del que había esperado durante aquellos momentos finales, cuando se abalanzaban hacia una negra y horrible cavidad en el costado de un alto diente de dragón.
.Tendría que dar las gracias por esta breve suspensión de la sentencia
, pensó, sacudiendo la cabeza.
.Pero perdóname si no le veo del todo las ventajas
.

En retrospectiva, parecía una patética estupidez haber ido al rescaté de Renna (y a redimir a su hermana) sólo para fracasar de forma tan total y miserable. Maia lo sentía sobre todo por Brod, su compañero y amigo, cuyo único error fatal había sido seguirla.

Nunca tendría que habérselo pedido. Es un hombre, después de todo. Cuando muera, su historia se terminará.

Lo mismo se podía decir de ella, por supuesto. Hombres y vars carecían por igual del consuelo del final de la vida que se permitía a las personas normales (las clónicas), que sabían que continuarían a través de sus compañeras de clan, en todos los sentidos menos en el del recuerdo directo.

.Supongo que aún tengo una oportunidad en ese sentido. Leie podría tener éxito en lo que se propone, llegar a grande, fundar un clan. Arrugó el gesto, sardónicamente.
.Tal vez ponga una estatua mía en el patio de su mansión. La primera de una larga serie de ceñudas efigies, todas sacadas del mismo molde
.

Había otras posibilidades más modestas que Maia apreciaba más. Aunque las diferencias menores entre las gemelas las habían fastidiado, las cosas importantes, como su aprecio por la gente, siempre habían sido parecidas.

Así, había una posibilidad de que Leie se sintiera atraída por Renna, como le había sucedido a Maia. Tal vez Leie olvidaría a sus compañeras piratas y ayudaría al hombre del espacio exterior, incluso intimaría con él.

.Eso debería hacer que me sintiera mejor, reflexionó.
.Me pregunto por qué no es así
.

En sucesivos flujos y reflujos, el nivel del agua había ido subiendo gradualmente a lo largo del banco de arena donde se encontraban. Pronto el helado líquido le lamió las piernas, además de la cintura de Brod.
.Ahí viene la marea
, pensó Maia, sabiendo que era el momento de obligar a su reacio y agotado cuerpo a ponerse de nuevo en marcha. Con un gruñido, se enderezó. Cogiendo al muchacho por debajo de los brazos, Maia apretó los dientes y se esforzó para arrastrarlo pendiente arriba tres, cuatro metros… hasta que su espalda chocó bruscamente con algo duro e irregular.

—¡Oh! Maldita oscuridad…

Maia depositó a Brod sobre la arena y trató de frotarse la espalda. Se dio la vuelta y con la otra mano empezó a explorar delicadamente la barrera ondulada y puntiaguda que había surgido de la oscuridad para bloquear su retirada. Con cuidado al principio, siguió lo que resultó ser una pared casi vertical de objetos colocados sin ningún orden… leves formas ovoides cubiertas de suciedad.
.Conchas
, dedujo. Montones de criaturas parecidas a percebes que se aferraban tenazmente a la superficie de piedra del acantilado mientras esperaban pacientemente otra comida, la siguiente oleada de materia orgánica traída por el mar.

.Supongo que hasta aquí hemos llegado, se dijo con resignación. La depresión y la fatiga casi la hicieron tumbarse en la arena junto a Brod, para pasar en paz los últimos minutos que le quedaban. En cambio, con un suspiro, Maia empezó a palpar el camino a lo largo de la pared, intentando no gemir cada vez que otra puntiaguda concha pinchaba o arañaba su mano. La gruesa franja de caparazones cubiertos de algas continuaba hasta más allá de su alcance, confirmando que la pleamar llegaba mucho más arriba que ella.

Sin embargo, se movió de izquierda a derecha, esperando que algo cambiara. Al avanzar de lado, sus pies encontraron una leve pendiente… por desgracia, no subía más de un metro. Sin embargo, suponía una diferencia crucial. De puntillas, con los brazos extendidos al límite, las yemas de sus dedos pasaron por encima de la sucia concentración de conchas y rozaron piedra lisa.

.Hasta aquí llega el agua. ¡Éste es el techo de la marea alta! Esto ofrecía posibilidades.
.Supongamos que lo despierto a tiempo. ¿Podríamos Brod y yo nadar y flotar con la corriente, manteniendo la cabeza seca?

.No sin algo fuerte y estable a lo que poder agarrarse, comprendió con disgusto. Lo más probable era que la acción de las olas los aplastara contra las afiladas paredes y luego expulsase sus fragmentos para que se unieran con los demás restos del bombardeo de las piratas.

La única esperanza real era encontrar una grieta o un asidero, por encima.
.Si hay algún modo de llegar hasta allí a tiempo
.

Volvió a comprobar cómo se encontraba Brod; dormía pacíficamente. Maia se inclinó por segunda vez para arrastrar al muchacho un poco más arriba de la pendiente que había hallado. Entonces empezó a explorar la caverna en profundidad, abriéndose paso hacia la derecha, palpando la capa de percebes en busca de alguna ruta, alguna vía por encima de la zona asesina. Poco después dio un respingo, y apartó la mano tras sentir un pinchazo más fuerte de lo normal. Al meterse un dedo en la boca, Maia saboreó la sangre y se dio cuenta de la extensión del corte.
.Ojalá vivas para disfrutar de otra cicatriz
, pensó, y siguió buscando una protuberancia, una rendija, algo que ofreciera un atisbo de ruta hacia arriba.

Un minuto o dos después, Maia casi resbaló cuando algo se le enganchó en el tobillo. Se inclinó para soltarlo y sus manos palparon madera, un tablón arrancado con un trozo de vela y cuerda empapada, fragmentos del pequeño esquife que habían hundido sin darle siquiera un nombre.

Tiritando, continuó su monótona tarea, cuya principal recompensa consistía en la desagradable familiaridad con el contorno de una extraña y bien defendida forma de vida marina. Un poco después, el banco de arena empezaba a descender de nuevo, apartándola aún más de su objetivo, y acercándola al agua helada.

.Bueno, aún queda esa zona donde he puesto a Brod. Albergaba pocas esperanzas de que la topografía fuera diferente.

A punto de renunciar y dar la vuelta, la mano de Maia encontró… un agujero. Temblando, exploró sus contornos. Era una especie de hendidura, a un metro por encima del banco de arena. Podría servir para apoyar el pie e iniciar una escalada; pero con una clara pega: el procedimiento propuesto implicaba usar los afilados y resbaladizos percebes como asideros.

Maia se dio la vuelta, contó los pasos, y se arrodilló ante los restos del naufragio que había encontrado antes.

Con los restos de la vela, hizo tiras para envolverse las manos. Se enrolló también al hombro la mayor cantidad de cuerda que pudo encontrar. No era mucho.
.Rápido
, pensó.
.La marea llegará pronto
.

Con dificultad, volvió a encontrar la hendidura. Por fortuna, las suelas de sus zapatos de cuero estaban casi intactas, así que Maia sólo dio un respingo de incomodidad cuando colocó el pie en el hueco y extendió las manos, agarrando con fuerza dos puñados de conchas. Incluso a través de la tela, aquellas cosas la apuñalaron dolorosamente. Apretando los labios, empujó, usando primero una pierna y luego la otra, aupándose con ambos brazos hasta que se quedó suspendida de un pie, apretada contra la pared. Ahora los agudos picos atacaban todo su cuerpo, no sólo las extremidades.

Muy bien, ¿y después qué?

Con el pie libre, empezó a buscar otro peldaño. Parecía arriesgado pedir a un puñado de conchas que soportaran todo su peso. Sin embargo, tenía que intentarlo.

Para su asombro, Maia encontró otra alternativa mejor. Otro agujero en la pared… ¡y a la altura adecuada!

.No lo creo, pensó, metiendo dentro el pie izquierdo y apoyando torpemente su peso.
.No puede ser coincidencia. Esto debe significar…

Comprobando su conclusión, liberó una mano y palpó hasta que, naturalmente, encontró otro hueco. Uno que tenía que estar exactamente donde estaba.
.Los agujeros son obra de la mano de la mujer… del hombre, ya que este lugar solía ser un santuario. Me pregunto qué antigüedad tiene esta «escalera
»..

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