Tirano III. Juegos funerarios (83 page)

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Authors: Christian Cameron

Tags: #Bélico, Histórico

BOOK: Tirano III. Juegos funerarios
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—Muertos y enterrados —logró decir Felipe. En verdad parecía muerto.

Pese a su mugre, Sátiro los abrazó.

—¿Qué estás tramando? —preguntó Draco, fijándose en el oro.

—Quiero dos mil de los mejores —dijo Sátiro—. Ayúdame a elegirlos.

—¿Para qué? —preguntó Draco—. Por la verga de Ares, chaval, ahí hay más oro del que he visto jamás, excepto en Persépolis.

—Estoy reclutando un ejército —contestó Sátiro—. Con mi hermana.

—Bueno, chaval, casi todos los mejores han muerto —dijo Sátiro—. En Arbela y Jaxartes y Gabiene y en un puñado de otros campos de todo el mundo. —Respiró profundamente—. ¿Hombres libres? ¿Comprarás nuestra libertad?

—Por supuesto —respondió Sátiro.

—De acuerdo, pues —dijo Draco, y su voz recobró ardor. Se irguió y comenzó a señalar hombres que yacían tumbados en su propia inmundicia—. La fiesta ha terminado, chicos —gritó—. Vamos a ser libres. Este de aquí es Sátiro, y es nuestro
strategos
.

Los macedonios se pusieron trabajosamente de pie.

Sátiro observaba, y tuvo miedo.

—Filocles solía decir que la guerra era el colmo de la tiranía —dijo.

Abraham asintió.

—El sumo tirano.

Glosario

Airyanám
(avestano): Noble, heroico.

Aspis
(griego clásico): Escudo redondo, grande y muy cóncavo que solían llevar los hoplitas griegos (no así los macedonios).

Baqca
(siberiano): Chamán, mago, hechicero.

Quitón
(del griego clásico): Prenda semejante a una túnica, confeccionada con una sola pieza de tela doblada por la mitad, prendida con broches o alfileres en el costado, el cuello y los hombros, y con un cinturón por encima de las caderas. El quitón masculino podía llevarse largo o corto. Si se llevaba muy corto, o estaba hecho con una pieza de tela pequeña, a veces se denominaba
chitoniskos
. Suponemos que la mayoría de los quitones se confeccionaban con una pieza de tela de 180 × 270 cm aproximadamente, y que se les añadía un cinturón o se les hacían pliegues para ajustarlos, largos o cortos. Los broches, los pliegues y los cinturones podían ser sencillos o muy elaborados. En Grecia la mayoría de estas prendas se hacían de lana. En el este, es posible que se prefiriera el lino.

Clámide
(del griego clásico): Prenda semejante a una capa, hecha de una única pieza de tela, de tejido prieto y tal vez incluso hervido. La clámide solía prenderse con broches en el cuello y se llevaba como una capa, pero también podía echarse sobre los hombros y prenderse debajo del brazo izquierdo o derecho para usarla como prenda de vestir. Los hombres libres a veces aparecen desnudos con una clámide, pero rara vez aparecen con quitón y sin clámide; la clámide, no el quitón, era la prenda esencial, o al menos eso parece. Tanto hombres como mujeres usaban clámide, aunque de manera distinta. También en este caso, la pieza de tela de 180 × 270 cm parece permitir un correcto drapeado y tener la longitud que le corresponde.

Daimon
(griego clásico): Espíritu.

Efebo
(del griego clásico): Un hoplita novato, un muchacho que recibe instrucción para unirse a las fuerzas de su ciudad.

Epilektoi
(griego clásico): Los hombres elegidos en una ciudad para formar parte de la falange; soldados de élite.

Estadio
(del griego clásico): Medida de longitud que equivale a 1/8 de milla, la distancia que se recorre en un estadio, 178 m. Treinta estadios equivalen a un
parasang
.

Eudaimia
(griego clásico): Bienestar. Literalmente, «con buen espíritu». Véase
daimon
, arriba.

Falange
(del griego clásico): Formación de infantería utilizada por los hoplitas griegos en la guerra, de ocho a diez columnas en fondo y tan ancha como las circunstancias permitían. Los comandantes griegos probaron formaciones con más y menos columnas, pero en cualquier caso la falange era sólida y muy difícil de romper, pues presentaba al enemigo un auténtico muro de puntas de lanza y escudos, tanto en la versión macedonia con picas como en la griega con lanzas. Además, «falange» puede aludir al grueso de los combatientes. La falange macedonia era más profunda, con lanzas más largas llamadas sarisas, las cuales suponemos que eran como las picas que se usaron en tiempos más recientes. Los miembros de una falange, sobre todo de una falange macedonia, a veces se denominan «falangitas».

Filarco
(del griego clásico): El comandante de una fila de hoplitas, que podía ser de hasta dieciséis hombres.

Gamelia
(griego clásico): Una festividad griega.

Gorytos
(griego clásico y posiblemente escita): El carcaj abierto por arriba que llevaban los escitas, a menudo muy ornamentado.

Himatión
(del griego clásico): Prenda gruesa consistente en una única pieza de tela de al menos 360 cm de largo por 180 cm de ancho, drapeada sobre el cuerpo y un hombro, y usada tanto por las mujeres como por los hombres.

Hiparco
(del griego clásico): El comandante de la caballería.

Hippeis
(griego clásico): En el ámbito militar, la caballería de un ejército griego. En sentido general, la clase de la caballería, sinónimo de caballeros. Usualmente los hombres más ricos de una ciudad.

Hoplita
(del griego clásico): Soldado griego de infantería que porta un
aspis
(el escudo redondo grande) y combate en la falange. Representa a la clase media de hombres libres en casi todas las ciudades, y si bien a veces parecen caballeros medievales por su aspecto, también son la milicia de la ciudad y en sus filas se cuentan artesanos y pequeños granjeros. A principios de la época clásica, un hombre con tan sólo doce acres de cultivo tenía derecho a portar
aspis
y servir como hoplita.

Hoplomachos
(griego clásico): Hombre que enseñaba a luchar con armadura.

Hipereta
(del griego clásico): El trompetero del hiparco; también su sirviente o ayuda de campo.

Cítara
(del griego clásico): Instrumento musical parecido a la lira.

Kliné
(griego clásico): Diván o cama en la que los helenos tomaban las comidas y quizá también usaban para dormir.

Kopis
(griego clásico): Puñal o espada de hoja curva, bastante parecido a un moderno Ghurka
kukri
.

Machaira
(griego clásico): La pesada espada de la caballería griega, más larga y resistente que la espada corta de la infantería. Su objeto es dar más alcance al jinete y no es útil en la falange. También es aplicable a cualquier otra arma blanca de puño.

Parasang
(griego clásico, del persa): Medida de longitud equivalente a 30 estadios. Véase más arriba.

Porné
(griego clásico): Prostituta.

Pous
(griego clásico): Medida de longitud de unos 30 cm.

Prodromoi
(griego clásico): Exploradores; los que corren delante o primero.

Psiloi
(griego clásico): Soldados de infantería ligera, por lo general armados con arcos y hondas, y a veces jabalinas. En las guerras de las ciudades estado griegas, los
psiloi
se reclutaban entre los hombres libres más pobres, aquellos que no podían costear la carga económica de una armadura de hoplita y el entrenamiento diario en el gimnasio.

Sastar
(avestano): Tiránico. Un tirano.

Taxeis
(griego clásico): Los regimientos de picadores de las falanges macedonias. Puede aludir a cualquier regimiento, pero suele emplearse para designar una compañía o un «batallón». Un
taxeis
tiene entre 500 y 2.000 hombres, en función de las bajas y las deserciones. Sinónimo aproximado de falange (véase arriba), aunque en una gran batalla una falange pueden componerla doce
taxeis
.

Xiphos
(griego clásico): Espada de infantería de hoja recta, usada habitualmente por los hoplitas y los
psiloi
. En el arte clásico griego, sobre todo la cerámica de arcilla roja, aparecen muchos hoplitas que las llevan, pero sólo se han recuperado unas cuantas y sigue abierto el debate sobre su forma y uso. Según parece eran muy semejantes al
gladius
romano.

Nota histórica

Escribir una novela —varias novelas, espero— sobre las guerras de los diádocos, o sucesores, es un juego difícil para un historiador
amateur
. Los jugadores son muy numerosos, existen muchos bandos y, francamente, ninguno de ellos representa a los «buenos». Desde el principio tuve que tomar ciertas decisiones, en su mayoría para reducir el elenco de personajes a un número que el lector pudiera asimilar sin insultar a la inteligencia de nadie. Antígono
el Tuerto
y su primogénito Demetrio merecen novelas propias, y lo mismo cabe decir de Casandro, Eumenes, Tolomeo, Seleuco, Olimpia y los demás. Cada uno de ellos podría representar al «héroe» y el resto a los villanos.

Si considera que necesita una tarjeta de puntuación, sugiero que visite mi página web
www.hippeis.com
, donde por lo menos podrá examinar las biografías de algunos jugadores principales. Wikipedia también ofrece biografías de la mayoría de los actores de la época en cuestión.

Desde el punto de vista de la pura historia militar, he tomado algunas decisiones que los lectores entendidos quizás encuentren extrañas. Por ejemplo, he dejado de creer en la existencia del
linothorax
, o peto de lino, y lo he suprimido de mis novelas. Como tampoco creo que el sistema de picas macedonio —la falange armada de
sarisas
— fuera realmente «mejor» que el viejo sistema griego de los hoplitas. De hecho, sospecho que era peor, pues los testimonios del principio de la guerra moderna dan a entender que cuanto más largas son las picas, menos cabe confiar en la tropa. Los jóvenes granjeros macedonios no eran hoplitas; carecían del contexto social y cultural que creaba al hoplita. Fueron decisivos en su época, pero que su sistema fuese «mejor» que el antiguo, bueno, igual que con tantos cambios militares, se trató de un cambio cultural, no realmente tecnológico. O al menos ésa es mi opinión.

Los elefantes no eran tanques, como tampoco una herramienta mágica para alcanzar la victoria. Podían ser muy eficaces o todo lo contrario. He intentado ilustrar ambos casos.

Lo mismo cabe decir de la caballería de arqueros. En campo abierto, con un sinfín de caballos de refresco y un suministro inagotable de flechas, un ejército de arqueros montados debió de ser una auténtica pesadilla. Pero unos pocos cientos de arqueros en la vasta extensión de un campo de batalla de los sucesores quizá no supusiese más que una molestia.

En última instancia, no creo en la historia «militar». La guerra tiene que ver con la economía, la religión, el arte, la sociedad… La guerra es inseparable de la cultura. En aquella época no era posible formar a un campesino egipcio para convertirlo en arquero de caballería sin cambiar su modo de vida y su economía, su estatus social, quizá su religión. Las preguntas acerca de la tecnología militar —«¿Por qué Alejandro no creó un ejército de [inserte aquí un prodigio tecnológico]?»— pasan por alto las limitaciones que imponía la realidad de la época la cultura de Macedonia, que, en mi opinión, llevaba en su seno la semilla de su propia destrucción desde el principio.

Y luego tenemos el problema de las fuentes. En la medida en que sabemos algo sobre el mundo de los diádocos, debemos ese conocimiento a unos pocos autores, aunque ninguno fue contemporáneo. Me he servido de Diodoro Sículo durante la escritura de los libros de la serie TIRANO; en la mayoría de casos lo prefiero a Arriano o a Polibio, y en muchos es la única fuente disponible. También admito haber utilizado (¡con sumo gusto!) material de Plutarco, si bien soy plenamente consciente de su cariz moralizante.

A quien interese una lección abreviada sobre las dificultades que plantean las fuentes, recomiendo visitar la página web
www.livius.org
. Los artículos acerca de las fuentes demostrarán, espero, lo poco que sabemos sobre Alejandro y sus sucesores.

Ante todo soy novelista, no historiador, y en ocasiones esas lagunas, o incluso grandes vacíos, son precisamente el lugar en el que actúan mis personajes. En cualquier caso, espero haber creado una versión verosímil del mundo después de la muerte de Alejandro. Espero que hayan disfrutado con este libro, así como con los tres —o cuatro— que le seguirán.

Y, como de costumbre, siempre será un placer recibir sus comentarios, e incluso sus críticas, en el ágora online de
www.hippeis.com
. ¡Allí nos vemos, espero!

Nota del autor

Soy escritor, no lingüista; novelista, y no del todo historiador. Pese a esta salvedad, mientras trabajo pongo mucho empeño en investigarlo todo, desde la ropa hasta las formaciones de las falanges, y a veces no estoy de acuerdo con la docta opinión tanto del mundo académico como de los generales de sillón que escriben vistosos libros ilustrados de gran formato sobre estos temas. Un ejemplo excelente sería el del
linothorax
o armadura de lino para el pecho de los guerreros griegos y macedonios. No creo que en la época sobre la que escribo existiera el
linothorax
, y no encontrará ninguno en mis libros. Si desea saber más sobre por qué el
linothorax
podría ser un producto de la imaginación moderna, recomiendo la visita de mi página web
www.hippeis.com
.

Dicho esto, valen todas las salvedades de costumbre. Muchos historiadores profesionales y
amateurs
leen estos libros y me ayudan con sus críticas; ¡gracias! Pero en última instancia los errores son míos. Sé leer griego, despacio y con un montón de libros a mano, y tomo mis propias decisiones sobre lo que dicen Pausanias o Arriano. Si usted encuentra un error histórico, ¡hágamelo saber, por favor!

Una cosa que he procurado evitar ha sido cambiar la historia tal como la conocemos para adecuarla al tempo de la acción o a la trama. La historia de las Guerras de los Diádocos bastante complicada es de por sí sin que yo la altere…

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