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Authors: Michael Foucault

Vigilar y Castigar (51 page)

BOOK: Vigilar y Castigar
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69
Brantôme,
Mémoires, La vie des hommes illustres
ed de 1722, t H, pp. 191-192.

70
C. E. Pastoret, a propósito de la pena de los regicidas,
Des lois pénales,
1790, II, p. 61.

71
A. Bruneau,
Observations et maximes SUT les affaires criminelles,
1715. Prefacio no foliado de la primera parte.

72
S. P. Hardy,
Mes loisirs, I
. vol. impreso, p. 328.

73
T. S. Gueulette, citado por R. Anchel,
Crimes et châtiments au KVIIIe tiède,
pp. 70-71.

74
La primera vez que se utilizó la guillotina, la
Chronique de Paris
refiere que el pueblo se quejaba de que no veía nada y cantaba: "¡Devolvednos nuestros patíbulos!" (Cf. J. Laurence,
A history of capital punishment,
1932, páginas 71
ss.).

75
Hora de muerte
, es decir la de nona (a la puesta del sol), aquella en que según los Sinópticos, murió Jesús. [T.]

76
T. S. Gueulette, citado por R. Anchel, p. 63. La escena ocurre en 1787.

77
Marquis d'Argenson,
Journal et mémoires, VI
, p. 241. Cf. el
Journal
de Barbier, t. iv, p. 455. Uno de los primeros episodios de este caso es, por lo demás, muy característico de la agitación popular en el siglo XVIII en torno de la justicia penal. El teniente general de policía, Berryer, habla hecho raptar a los "niños pervertidos y vagabundos"; los exentos no consentían en devolvérselos a sus padres "sino por dinero"; se murmura que de lo que se trata es de proveer a los placeres del rey. Habiendo descubierto la multitud a un delator, le da muerte "con una inhumanidad llevada al último exceso", y lo arrastra tras de su muerte, con la cuerda al cuello, hasta la puerta de M. Berryer. Ahora bien, el tal delator era un ladrón que hubiese debido ser enrodado con su cómplice Raffiat, de no haber aceptado el papel de confidente; su conocimiento de los hilos de toda la intriga había hecho que fuese apreciado por la policía; y era "muy estimado" en su nuevo oficio. Tenemos aqui un ejemplo muy recargado: un motín, provocado por un medio de represión relativamente nuevo, y que no es la justicia penal, sino la policía; un caso de esa colaboración técnica entre delincuentes y policías que se vuelve sistemática a partir del siglo XVIII; un motín en el que el pueblo toma a su cargo ajusticiar a un condenado que se ha sustraído indebidamente al patíbulo.

78
H. Fielding, An inquiry, en The causes of the late increase of robbers, 1751, p. 61.

79
A. Boucher d'Argis,
Observations sur les lois criminelles,
1781, pp. 128-129. Boucher d'Argis era consejero del Châtelet.

80
H. Fielding,
loc. cit.,
p. 41.

81
C. Dupaty,
Mémoire pour trois hommes condamnés à la roue,
1786, p. 247.

82
S. P. Hardy,
Mes loisirs,
14 de enero de 1781, t. IV, p. 394.

83
Sobre el descontento provocado por estos tipos de condena, cf. Hardy,
Mes loisirs,
t. I, pp. 319, 367; t. m, pp. 227-228; t. IV, p. 180.

84
Referido por R. Anchel,
Crimes et châtiments au XVIIIe siècle,
1937, p. 226.

85
Marquis d'Argenson,
Journal et mémoires,
t. VI, p. 241.

86
Hardy refiere numerosos casos, como el del robo importante que se cometió en la casa misma donde se habia instalado el lugarteniente de lo criminal para asistir al suplicio.
Mes loisirs,
t. IV, p. 56.

87
Cf. D. Richet,
La France moderne,
1974, pp. 118-119.

88
L. Duhamel,
Les exécutions capitales à Avignon au XVIIle siècle,
1890, pp. 5-6. Escenas de este género ocurrieron todavía en el siglo XIX. J. Laurence las cita en
A history of capital punishment,
pp. 195-198 y 56.

89
S. P. Hardy,
Mes loisirs,
t. III, 11 de mayo de 1775, p. 67.

90
Corre, Documents de criminologie rétrospective, 1896, p. 257.

91
Citado en L. Duhamel, p. 32.

92
Archivos de Puy-de-Dôme. Citado en M. Juillard,
Brigandage et contrebande en Haute Auvergne au XVIIIe siècle,
1937, p. 24.

93
Jácara de J. D. Langlade, ejecutado en Aviñón el 12 de abril de 1768.

94
Tal fue el caso de Tanguy, ejecutado en Bretaña hacia 1740. Cierto es que antes de ser condenado había iniciado una larga penitencia ordenada por su confesor. ¿Conflicto entre la justicia civil y la penitencia religiosa? Cf. A. Corre,
Documents de criminologie rétrospective,
1895, p. 21. Corre se refiere a Trevedy,
Une promenade à la montagne de justice et à ¡a tombe Tanguy

95
Aquellos a quienes R. Mandrou llama los dos grandes: Cartouche y Mandrin, a los cuales hay que añadir a Guilleri
(De la culture populaire aux XVIIe et XVlII siècles,
1964, p. 112). En Inglaterra, Jonathan Wild, Jack Sheppard, Claude Duval desempeñaban un papel bastante parecido.

96
La impresión y la difusión de almanaques, hojas sueltas, etc., estaban en principio sometidas a un control estricto.

97
Este título se encuentra tanto en la Bibliothèque bleue de Normandía como en la de Troyes (cf. R. Helot,
La Bibliothèque bleue en Normandie,
1928).

98
Cf. por ejemplo Lacretelle: "Para satisfacer la necesidad de emociones fuertes que nos inquieta, para hacer más profunda la impresión de un gran ejemplo, se dejan circular esas espantosas historias, de las cuales se apoderan los poetas del pueblo y extienden por doquier su fama. Hay familia que oye un día cantar a la puerta de su casa el crimen y el suplicio de sus hijos."
(Discours sur ¡es peines infamantes,
1784, p. 106.)

99
Así es como la cancillería resume en 1789 la posición general de los Cuadernos de quejas en cuanto a los suplicios. Cf. E. Seligman,
La justice tous la Révolution,
t. I, 1901, y A. Desjardin,
Les cahiers des États généraux et la justice criminelle,
1883, pp. 13-20.

100
J. Petión de Villeneuve, "Discours à la Constituante",
Archives parlementaires,
t. XXVI, p. 641.

101
A. Boucher d'Argis, Observations sur les lois criminelles, 1781, p. 125.

102
Lachèze, "Discours à la Constituante", 3 de junio de 1791,
Archives parlementaires,
t. xxvi.

103
Cf. en particular la polémica de Muyan de Vouglans contra Beccaria.
Réfutation du Traite des délits et des peines,
1766.

104
P. Chaunu.
Annales de Normandie,
1962. p. 236, y 1966, pp. 107-108.

105
E. Le Roy-Ladurie, en
Contrepoint,
1973.

106
N. W. Mogensen,
Aspects de la société augeronne aux XVIIe et XVIIIe siècles,
1971. Tesis mecanografiada, p. 326. El autor demuestra que en el país de Auge los crímenes de violencia son en vísperas de la Revolución cuatro veces menos numerosos que a fines del reinado de Luis XIV. De una manera general, los trabajos dirigidos por Pierre Chaunu sobre la criminalidad en Normandía manifiestan este aumento del fraude a expensas de la violencia. Cf. artículos de B. Boutelet, de J. Cl. Gégot y V. Boucheron en los
Annales de Normandie
de 1962, 1966 y 1971. Para París, cf. P. Petrovitch en
Crime et criminalité en France aux XVIle et XVIIIe siècles,
1971. El mismo fenómeno, parece ser, ocurre en Inglaterra: cf. Ch. Hibbert,
The roots of evil,
1966, p. 72; y J. Tobias,
Crime and industrial society,
1967, pp. 37 ss.

107
P. Chaunu,
Annales de Normandie,
1971, p. 56.

108
Thomas Powell Buxton,
Parlamentary Debate,
1819, xxXIX.

109
Le Roy-Ladurie,
Contrepoint,
1973. El estudio de A. Farge, sobre
Le vol d'aliments à Paris au XVIIIe siècle,
1974, confirma esta tendencia: de 1750 a 1755, el 5 % de las sentencias por este motivo eran a galeras, pero el 15 % de 1775 a 1790. "La severidad de los tribunales se acentúa con el tiempo... pesa una amenaza sobre los valores útiles a la sociedad que se considera ordenada y respetuosa de la propiedad" (pp. 130-142).

110
Talla:
tributo, repartido por cabeza a los plebeyos. [T.]

111
Le Trosne,
Mémoires sur les vagabonds,
1764, p. 4.

112
Cf. por ejemplo C. Dupaty, Mémoire justificatif pour trois hommes condamnés à la roue, 1786, p. 247.

113
Uno de los presidentes de la Cámara de la Tournelle en un mémorial al rey, 2 de agosto de 1768, citado en Ariette Farge, p. 66.

114
P. Chaunu,
Annales de Normandie,
1966, p. 108.

115
La expresión es de N. W. Mogenscn, l
oc. cit.

116
Archives parlementaires, t. XII, p. 344.

117
Sobre este tema puede acudirse, entre otros, a S. Linguet,
Nécessité d'une réforme dans l'administration de la justice,
1764, o A. Boucher d'Argis,
Cahier d'un magistrat,
1789.

118
Bailia:
el territorio, jurisdicción y casa del baile, o juez real.
Presidial:
jurisdicción de ciertas senescalías reales, que conocía en Francia, sin apelación, en ciertos casos y en ciertas sumas, o cuantías. [T.]

119
Sobre esta critica del "exceso de poder" y de su mala distribución en el aparato judicial, cf. en particular C. Dupaty,
Lettres sur la procédure criminelle,
1788, P. L. de Lacretelle,
Dissertation sur le ministère public,
en
Discours sur le préjugé des peines infamantes,
1784, G. Target,
L'esprit des cahiers présentés aux États généraux,
1789.

120
Cf. N. Bergasse, a propósito del poder judicial: "E* preciso que, despojado de toda especie de actividad contra el régimen político del Estado, y desprovisto de toda influencia sobre las voluntades que concurren a formar este régimen o a mantenerlo, disponga para proteger a todos los individuos y todos los derechos, de una fuerza tal que, omnipotente para defender y pan socorrer, se vuelva absolutamente nula tan pronto como, cambiando su destino, se intente hacer uso de ella para oprimir."
(Rapport à la Constituante tur le pouvoir judiciaire,
1789, pp. 11-12.)

121
Le Trosne,
Mémoire sur les vagabonds,
1764, p. 4.

122
Y.-M. Bercé,
Croquants et nu-pieds,
1974, p. 161.

123
Cf. O. Festy,
Les délits ruraux et leur répression sous la Révolution et le Consulat,
1956. M. Agulhon,
La vie sociale en Provence,
1970.

124
P. Colquhoun,
Traité sur la pólice de Londres,
traducción de 1807, t. I. En las pp. 153-182 y 292-339, ofrece Colquhoun una exposición muy detallada de estas pistas y ramificaciones.

125
Ibid.,
pp. 297-298.

126
G. Le Trosne,
Mémoire sur les vagabonds.
1764, pp. 8, 50, 54, 61-62.

127
G. Le Trosne,
Vues sur la justice criminelle,
1777, pp. 31, 37, 103-106.

128
J.-J. Rousseau,
Contrato social,
libro II, cap. v. Hay que advertir que estas ideas de Rousseau fueron utilizadas en la Constituyente por algunos diputados que trataban de mantener un sistema de penas muy riguroso. Y lo curioso es que los principios del Contrato han podido servir para apoyar la vieja correspondencia de atrocidad entre crimen y castigo. "La protección debida a los ciudadanos exige proporcionar las penas a la atrocidad de los crímenes y no sacrificar, en nombre de la humanidad, a la humanidad misma." (Mougins de Roquefort, que cita el pasaje en cuestión del
Contrato social,
"Discours à la Constituante",
Archives parlementaires,
t. XXVI, p. 637.)

129
Beccaria,
Des délits et des peines, e
d. de 1856, p. 87.

130
P. L. de Lacretelle, Discours sur le préjugé des peines infamantes, 1784, p. 129.

131
Ibid.,
p. 131.

132
A. Duport, "Discours à la Constituante, 22 décembre 1789",
Archives parlementaires,
t. x, p. 744. Se podría citar, en el mismo sentido, los diferentes temas de concursos propuestos a fines del siglo XVIII por las academias y sociedades culturales: cómo hacer "de modo que la moderación de la instrucción y de las penas se concilie con la certeza de un castigo rápido y ejemplar y que la sociedad civil goce de la mayor seguridad posible, en pro de la libertad y la humanidad"
(Société économique de Berne,
1777). Marat respondió con su
Plan de Législation criminelle.
Cuáles son los "medios de suavizar el rigor de las leyes penales en Francia sin perjudicar a la seguridad pública"
(Académie de Ch
â
lons-sur-Marne,
1780; los premiados fueron Brissot y Bernardi); "¿tiende la extremada severidad de las leyes a disminuir el número y la enormidad de los delitos en una nación depravada?"
(Académie de Marseille,
1786; el premiado fue Eymar).

133
G. Target,
Observations sur le projet du Code pénal,
en Loaré,
La législation de la France,
t. xXIX, pp. 7-8. Se encuentra, invertidos los términos, en Kant.

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