Contra el viento del Norte (4 page)

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Authors: Daniel Glattauer

BOOK: Contra el viento del Norte
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Que tengas una buena mañana,

Leo

50 minutos después

Re:

¡Y tanto que la hacemos! Eres un auténtico aventurero. Primero mis reparos: no te lo tomes a mal, pero cuento con que tal vez no te gustes nada visualmente, querido Leo. Y las posibilidades son muchas, pues en principio los hombres no me gustan, salvo raras excepciones (por lo general, gays). En cambio..., bueno, mejor no digo nada. ¿Así que te figuras que me reconocerás de inmediato? Entonces tendrás una idea de cómo soy. ¿Qué habías dicho...? «42 años, bajita, menuda, vivaracha, morena, de pelo corto.» ¡Pues mucha suerte con el reconocimiento! Bueno, ¿cómo hacemos? ¿Cada uno le envía al otro veinte fotos de distintas personas, incluida una de sí mismo? Saludos afectuosos,

Emmi

Dos horas después

Fw:

Querida Emmi:

Propongo que nos veamos personalmente sin saberlo, es decir, de tal modo que sea fácil confundirnos entre la muchedumbre. Podríamos escoger, por ejemplo, el café Huber, en la Ergelstraße. Seguramente lo conoces. Allí concurre incesantemente un público de lo más variado. Elegimos un lapso de dos horas, un domingo por la tarde quizá, y durante ese rato estamos los dos presentes. Entre el ir y venir y el gentío del salón no se notará que intentamos descubrirnos.

En cuanto a tu posible decepción, si no satisfago tus deseos visuales, no tenemos por qué desvelar la incógnita de nuestro aspecto después del encuentro. Me parece que lo interesante no es qué aspecto tenemos realmente, sino si creemos haber reconocido al otro y por qué. Lo repito: no quiero saber cómo eres. Sólo quiero identificarte. Y eso haré. Por cierto, ya no sostengo la descripción que hice aquella vez. Para mí te has vuelto un poco más joven (pese a tener marido e hijos), señora Emma Rothner.

Y algo más: me alegra mucho que continúes citando mis viejos mensajes. Quiere decir que por lo visto los has guardado. Eso me halaga.

¿Qué te parece mi idea del encuentro?

Saludos cariñosos,

Leo

40 minutos después

Re:

Querido Leo:

Hay un problema: si me reconoces, sabrás cómo soy; y si te reconozco, sabré cómo eres. Tú no quieres saber cómo soy, y yo temo que no me gustes. ¿Será el final de nuestra fascinante historia? O, formulando la pregunta de otro modo: ¿es para no tener que escribirnos más por lo que de repente nos ha entrado tanta prisa por reconocernos? El precio por mi curiosidad me resultaría demasiado alto. Mejor permanecer anónima y seguir recibiendo correo del oso gris.

Un besito,

Emmi

35 minutos después

FW:

Eres muy amable. A mí no me preocupa nuestro encuentro. No me reconocerás. Y mi idea de ti es tan clara que no puede sino confirmarse. Pero si —contra todas mis expectativas— mi idea de ti no fuese acertada, de todos modos no te identificaría. En ese caso podría conservar mi fantasía.

Un besito para ti también,

Leo

Diez minutos después

Re:

Maestro Leo:

Me vuelve loca que estés tan seguro de saber cómo soy. Es bastante impertinente por tu parte. (Ya está. Alguna vez tenía que decírtelo.) Otra pregunta: cuando contemplas esa nítida fantasía de mí, Leo, ¿al menos te gusta?

Ocho minutos después

Fw:

Gustar, gustar, gustar. ¿Es realmente tan importante eso?

Cinco minutos después

Re:

Sí, importantísimo, señor teólogo moral. Al menos para mí. Me gusta: 1) que me gusten, y: 2) gustar.

Siete minutos después

Fw:

¿No basta con: 3) gustarte a ti misma?

11 minutos después

Re.

No, soy demasiado vanidosa para eso. Además, es un poco más fácil gustarte a ti mismo cuando les gustas a los demás. Probablemente tú quieres: 4) gustarle sólo a tu bandeja de entrada, ¿verdad? Ella es paciente. Ni siquiera necesita cepillarse los dientes. Por cierto, ¿conservas alguno? ¿O eso tampoco es tan importante?

Nueve minutos después

Fw:

Al fin he vuelto a proporcionar estímulo a la circulación sanguínea de Emmi. Para cerrar provisionalmente este tema: mi fantasía de ti me gusta muchísimo. Si no, no pensaría en ella tan a menudo, querida Emmi.

Una hora después

Re:

¿Así que piensas en mí a menudo? Eso está bien. Yo también pienso mucho en ti, Leo. Quizá no deberíamos conocernos. Buenas noches.

Al día siguiente

Asunto: ¡Salud!

Hola, Leo:

Perdona que te moleste a estas horas. ¿Estás conectado por casualidad? ¿Bebemos una copa de vino tinto? Cada cual por su lado, desde luego. Es mi tercera copa, debes saberlo. (Si nunca bebes vino, haz el favor de mentirme y decirme que te gusta beber una copa o una botella de vez en cuando, es decir, todo con moderación y sin un propósito concreto. Hay dos clases de hombres que no soporto: los borrachos y los ascetas.)

Re:

Beberé una cuarta copa antes de perder el conocimiento. Es tu última oportunidad por hoy.

Re:

Qué pena. Tú te lo pierdes. Pienso en ti.

Buenas noches.

Al día siguiente

Asunto: pena.

Querida Emmi: Siento muchísimo haberme perdido el romántico entretenimiento de medianoche frente a nuestros respectivos ordenadores. Habría bebido en el acto una copa contigo, habría brindado por ti y contra el anonimato virtual. ¿Podría haber sido vino blanco? Me gusta más el blanco que el tinto. No, por suerte no tengo necesidad de mentirte: ni me emborracho a menudo ni soy siempre un asceta. Bueno, soy diez veces más borracho que asceta, lo soy diez veces más y veinte veces más a menudo. Marlene, ¿la recuerdas?, ella, por ejemplo, no bebía una gota de alcohol. No lo toleraba. Y lo que era peor: no toleraba ni una sola gota del alcohol que bebiera yo. ¿Entiendes? Ésas son las cosas por las que una pareja empieza a vivir emocionalmente enfrentada. Para beber siempre hacen falta dos, o ninguno.

Bueno, como queda dicho: es una verdadera lástima no haber podido aceptar tu tentadora oferta de anoche. Por desgracia, volví a casa muy tarde.

Otra vez será,

Leo, tu futuro compañero de bebida
on line
.

20 minutos después

Re:

¿Que volviste muy tarde? ¡Ay, Leo, Leo!, ¿dónde te metes por las noches? No irás a decir que eso significa que ha aparecido una sucesora de Marlene. Si es así, debes informarme con todo detalle de esa mujer de inmediato, para que yo pueda disuadirte de salir con ella. Pues mi intuición me dice que de momento no deberías comprometerte, aún no estás listo para la siguiente relación. De todos modos me tienes a mí. Y seguramente tu fantasía de mí se aproxima a tu ideal de mujer más que a una cualquiera, a la que quizá has conocido en un bar decorado con felpa roja (de esos para profesores y osos grises solitarios) a las dos de la madrugada o a la hora que sea. Así que de ahora en adelante quédate en casa, por favor. De vez en cuando beberemos juntos una copa de vino a nuestra salud sobre la medianoche (sí, como excepción, puede ser vino blanco). Luego tendrás sueño y te irás a dormir, para volver a estar en forma al día siguiente y seguir enviando mensajes a tu diosa imaginaria Emmi Rothner. ¿Te parece bien?

Dos horas después

Fw:

Querida Emmi:

¡Ah..., es un placer volver a vivir el inicio de una escena de celos tan encantadora! Ya lo sé: era una farsa italiana. Aun así, la he disfrutado. En cuanto a mis amistades femeninas, propongo que hagamos lo mismo que con tu marido, los dos niños y sus seis ardillas. Todo eso simplemente no viene al caso. Para nosotros dos, aquí no hay nadie más que nosotros dos. Seguiremos en contacto hasta que alguno se quede sin aliento o pierda las ganas. No creo que vaya a ser yo.

Que tengas un buen día de primavera,

Leo

Diez minutos después

Re:

Acaba de venirme algo a la memoria: ¿qué ha sido de nuestro juego de la cita y el reconocimiento? ¿Ya no te apetece? ¿Debo preocuparme en serio por esa fulana trasnochada del bar de felpa? Bueno, ¿qué te parece pasado mañana, domingo 25 de marzo, a partir de las tres de la tarde, en el abarrotado café Huber? ¡Hagámoslo!

Emmi

20 minutos después

Fw:

¡Pues claro, querida Emmi! Será un placer reconocerte. Pero el próximo fin de semana lo tengo todo ocupado. Mañana por la tarde me voy a Praga tres días por motivos estrictamente «personales» como quien dice. Pero con mucho gusto podemos entregarnos a nuestro juego de sociedad el domingo siguiente.

Un minuto después

Re:

¿A PRAGA CON QUIÉN?

Dos minutos después

Fw:

Que no, Emmi, de verdad.

35 minutos después

Re:

Vale, como quieras (o como no quieras). ¡Pero luego no me vengas con penas de amor! Praga está hecha para las penas de amor, sobre todo a fines de marzo: todo es gris, por la noche comes albóndigas y bebes cerveza en un restaurante revestido de la madera más oscura del mundo, ante los ojos de un depresivo camarero subempleado que dejó de vivir después de servir a Brézhnev durante una visita oficial. Después de eso ya nada es posible. ¿Por qué no vas a Roma? Allí te espera el verano. Yo me iría a Roma contigo.

Por cierto, nuestro juego de reconocimiento tendrá que esperar. El lunes me voy una semana a esquiar. Por supuesto que a ti, mi íntimo amigo por correspondencia, te digo con quién: con una ración de marido y dos raciones de hijos. (Pero sin ardillas.) Los vecinos cuidan a Wurlitzer.

Wurlitzer es nuestro gato gordo. Es como una gramola marca Wurlitzer, pero con un solo disco. Y detesta a los esquiadores, por eso se queda en casa.

Que pases una noche estupenda,

Emmi

Cinco horas después

Re:

¿Ya estás en casa o sigues en el bar de felpa ese?

Buenas noches,

Emmi

Cuatro minutos después

Fw:

Ya estoy en casa. Estaba esperando a que Emmi me controlara de una vez. Bueno, ahora sí puedo irme a dormir tranquilo. Como mañana saldré temprano, os deseo a ti y a tu familia una feliz semana en la nieve.

Buenas noches. ¡Nos leemos!

Leo

Tres minutos después

Re:

¿Llevas pijama?

Buenas noches,

E.

Dos minutos después

Fw:

¿Acaso tú duermes desnuda?

Buenas noches,

L.

Cuatro minutos después

Re:

¡Vaya, maestro Leo, esa pregunta ha sido verdaderamente erótica! No te creía capaz. Para no destruir esta excitante tensión que de repente ha surgido entre nosotros, será mejor que desista de preguntar cómo es tu pijama.

¡Así que buenas noches y que lo pases bien en Praga!

50 segundos después

Fw:

Y bien, ¿duermes desnuda?

Un minuto después

Re:

Realmente quieres saberlo... Digamos, en exclusiva para tu mundo imaginario, querido Leo, que depende de con quién.

¡Que disfrutes Praga de a dos!

Emmi

Dos minutos después

Fw:

¡De a tres! Voy con una vieja amiga y su compañero.

(Apago.)

Leo

Cinco días después

Sin asunto

Querida Emmi:

¿Estás conectada cuando esquías? Un saludo afectuoso,

Leo

P D.: Tenías razón con lo de Praga, mis amigos decidieron separarse. Pero Roma habría sido peor todavía.

Tres días después

Sin asunto

Querida Emmi:

Ya podrías ir volviendo. Echo en falta tus mensajes de control. De momento ya no me divierte pasar las noches en los bares de felpa.

Un día después

Sin asunto

Para que tengas tres mensajes míos en tu bandeja de entrada.

Saludos cariñosos,

Leo

(Ayer me compré un pijama nuevo especialmente para ti, o al menos pensando en ti.)

Tres horas después

Fw:

¿Ya no me escribes?

Dos horas después

Fw:

¿Aún no puedes escribirme o ya no quieres escribirme?

Dos horas y media después

Fw:

Puedo cambiar el pijama nuevo, si es ése el problema.

40 minutos después

Re:

¡Ah.... Leo, eres tan dulce! Pero lo que hacemos aquí no tiene sentido. No forma parte de la vida real. Mi semana en la nieve sí que fue parte de la vida real. No fue la mejor parte, pero fue una parte buena, y la acepto, no quiero cambiarla, es decir, la tomo tal como es, y está bien que sea tal como es. Los niños fastidiaron un poco, pero ése es su deber como niños. Además, no son mis hijos y en ocasiones me lo reprochan. Pero las vacaciones estuvieron bien tal como estuvieron. (Ya he dicho que estuvieron bien, ¿no?)

Seamos honestos, Leo: yo soy para ti una fantasía, lo único real en ella son unas letras que puedes poner en un contexto sonoro con ayuda de la psicología del lenguaje. Para ti soy como sexo telefónico, pero sin sexo y sin teléfono. O sea: sexo electrónico, pero sin sexo y sin imágenes para descargar. Y tú eres para mí puro juego, una agencia de reciclaje del coqueteo. Contigo puedo hacer lo que me falta: puedo vivir los primeros pasos de un acercamiento (sin necesidad de acercarme realmente). Pero ya somos una parejita en el segundo y tercer paso de un acercamiento que no puede acercarse. Deberíamos ir parando, me parece. Si no, estaremos cerca de quedar en ridículo. Ya no tenemos quince años..., bueno, sobre todo tú, desde luego. El caso es que ya no los tenemos, no hay remedio.

Te diré algo más, Leo. Durante esta semana de vacaciones familiares en la nieve, a veces fastidiosa, pero en conjunto fantástica, tranquila, armónica, divertida y por momentos hasta romántica, no pude dejar de pensar continuamente en ese desconocido oso gris llamado Leo Leike. Eso no está bien. Es enfermizo, ¿verdad?

¿No deberíamos dejarlo?, te pregunta,

Emmi

Cinco minutos después

Re:

A propósito: siento lo de tu pareja amiga. Sí, Roma probablemente habría sido un infierno.

Dos minutos después

Re:

¿Y cómo es? El pijama nuevo, digo.

Al día siguiente

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