El deseo de Dalí
El bip y el punto verde del monitor señalan que los ritmos cardíacos son constantes. La ENFERMERA seca el sudor de DALÍ.
DALÍ—
¡Santidad! ¡Santidad! Quiero hablar con el Papa que pintó Velázquez... Inocencio X...
(La ENFERMERA prepara una inyección. Frota el brazo de DALÍ con un algodón con alcohol.)
... Santidad... Santidad... ¿No es verdad, Santidad, que los genios no deberíamos morir nunca por el progreso de la humanidad?..
(Dalí quiere incorporarse. La enfermera no se lo permite.)
Santidad... Santidad... Velázquez... ¡Velázquez!
(Las constantes de DALÍ se alteran y el punto verde acelera su ritmo, moviéndose irregularmente por toda la tela negra. El sonido de las constantes se altera.)
¡Quiero fuerzas para poder copiar tu pintura!
(DALÍ se incorpora.)
¡Velázquez!
(El punto verde y el bip se descontrolan.)
¡Contéstame Santidad!
(El punto verde se mueve de abajo a arriba. A su paso se va dibujando el retrato de INOCENCIO X de Velázquez.)
Sólo te falta el don de la palabra... ¡ Velázquez, sublime pincel!
(El tiempo está a punto de detenerse. Todas las acciones pasan simultáneamente. El PAPA INOCENCIO X sube por el elevador y rueda por el piano. No puede reconocerse porque va envuelto con la tela roja de una capa. DALÍ también rueda al mismo tiempo que el PAPA INOCENCIO X. Cuando el PAPA llega abajo del todo del piano, se sienta. DALÍ le recibe de rodillas. El tiempo se detiene. La ENFERMERA ralentiza la acción de poner la inyección a DALÍ. La reproducción del cuadro de INOCENCIO X de Velázquez que puede observarse en la tela negra, corresponde exactamente en posición, vestuario y colores al INOCENCIO X que DALÍ tiene ante sus ojos. La entrevista deseada de DALÍ con el PAPA se ve realizada en el imaginario de DALÍ.)
Genialidad con huevos, sin bacon y sin plato
DALÍ—
(Arrodillado ante INOCENCIO X al mismo tiempo que se ha sentado.)
Santidad, gracias por concederme esta audiencia.
(Por debajo del piano aparece el PERIODISTA 4, vestido de HERMANO DE LA SALLE y con soporte lleno de micrófonos.)
PERIODISTA 4—
(Acercando los micrófonos a DALÍ.)
Señor Dalí, ¿qué sentido tiene hoy pintar un cuadro que ya está pintado?
DALÍ— S
i el burócrata de Bacon osó hacer una versión del maestro Velázquez, Dalí, por el mismo precio, hará una genialidad, pero ¡con huevos, sin bacon y sin plato! Y ahora, ¡lárguese!
(El periodista se esconde debajo del piano. La reproducción de INOCENCIO X empieza a deformarse. Por la izquierda entra LORCA, como siempre, con la apariencia física de GALA, vestido con capa de guardia civil y tricornio. Da a DALÍ un pincel pequeño y otro largo, y se queda con el bastón. DALÍ comienza a pintar a INOCENCIO X. Conforme DALÍ vaya moviendo el pincel, INOCENCIO X irá cambiando de posición, dando así la sensación de que le va pintando. Simultáneamente, LORCA, mientras DALÍ pinta, da una vuelta sobre sí mismo. Al hacerlo, sacará de debajo de la capa unos cuernos blancos con forma de media luna. Querrá cornear a DALÍ por detrás, pero se reprimirá y se marchará por la izquierda.)
DALÍ—
(A INOCENCIO X mientras le empieza a pintar.)
Quiero aprovechar esta ocasión única para expresarle mis temores ante la posibilidad inminente de putrefacción de mi cuerpo genial, porque creo que los genios no deberíamos morir nunca por el progreso de la humanidad.
(DALÍ deja de pintar.)
PAPA INOCENCIO X—
Ma, qué diche, insensato! Io, he estato Summo Pontífice, e sabete le anni que sono morto?
(DALÍ vuelve a pintar. La reproducción de INOCENCIO X en la tela negra irá adquiriendo la forma de un cerdo. Parecerá más un Bacon que un Velázquez.)
DALÍ—
¡Cómo no! Exactamente 351 años, desde que Velázquez le dio una vida superior a través de este cuadro genial. O sea...
(DALÍ pinta con el mismo ritmo que va desapareciendo la reproducción. Mueve el pincel como una espada. INOCENCIO X se mueve descontroladamente)
... que está más vivo hoy que cuando sentaba sus rosadas y santísimas nalgas en la silla de San Pedro.
(La reproducción ha desaparecido de la tela negra.)
PAPA INOCENCIO X—
¡Iconoclasta!
(Por la izquierda entra LORCA con una gran paleta de pintor.)
DALÍ—
Yo no tengo ni esa posibilidad inmortalizadora, porque mi época es una época de pintores mediocres, y sin un Velázquez que me hiberne, estoy condenado a la putrefacción.
LORCA—
(Insinuándose a DALÍ.)
¡Ay, polisón de nardos!
DALÍ—
¡Negro torito de charol!
(Por la derecha entra el FOTÓGRAFO.)
FOTÓGRAFO—
(Con salacot y bandolera de cartuchos.)
¡Eh... parejita!
(DALÍ, detrás de LORCA, se coge a su cintura y se preparan para ser fotografiados. El FOTÓGRAFO hace una foto. Flash de la cámara. Flash a la tela negra y reproducción de la fotografía real de LORCA y DALÍ tomada en Cadaqués durante el verano de 1927.)
FOTÓGRAFO—
¡Gracias!
(El FOTÓGRAFO se marcha por la derecha. LORCA se marcha por la izquierda. DALÍ coge de la mano de INOCENCIO X el papel que siempre ha tenido agarrado con los dedos de la mano derecha. Dedicatoria que el pintor Velázquez hizo al pontífice.)
DALÍ—
Disculpe. O sea, estoy completamente aterrorizado ante la muerte, que además, se me acerca siempre vestida de blanco y en forma de putas enfermeras.
(DALÍ va pintando sobre el papel mientras lo va escupiendo.)
PAPA INOCENCIO X—
Qüesto non é un problema si veramente credete en la vida eterna...
DALÍ—
Sí, pero tengo algunas dudas sobre la localización exacta del cielo.
PAPA INOCENCIO X— Q
ué dicce! Il chelo é lá, supra la nostra testa!
DALÍ—
Con todos mis respetos, Santidad, pero yo creo que el cielo no se encuentra ni arriba ni abajo, ni a la derecha ni a la izquierda...
(Por la izquierda entra un periodista con peluca de juez inglés. Lleva un micrófono en la mano.)
PERIODISTA JUEZ 1—
¿Es cierto que usted ha firmado telas en blanco?
DALÍ—
(Grandilocuente cogiendo el micro.)
Escarxofes! Escarxofes tendres i maques!
PERIODISTA JUEZ 1—
(Incisivo.)
¡Es cierto que usted ha firmado telas en blanco!
DALÍ—
(Seguro. Mirándole directamente a los ojos.)
Absolutamente cierto, porque Dalí, ahora lo verá, es más importante que el mismísimo Director del Banco de España.
(Enseña lo que está pintando. Un billete de 10 dólares. El PERIODISTA JUEZ se marcha indignado por la izquierda.)
DALÍ—
(Dando el billete a INOCENCIO X.)
Tenga, quédese con el cambio. Según este humilde y orgulloso servidor que soy, el cielo se encuentra exactamente en el epicentro del pecho del hombre que tiene fe.
PAPA INOCENCIO X—
Qüesto é materia sumarial per il Santo Ofichio.
DALÍ—
Ah, perfecto, perfecto, porque la Inquisición es fuente de vida y originalidad.
(Por la derecha entra el FOTÓGRAFO.)
FOTÓGRAFO—
¡Señor Ávida Dollars!
(DALÍ coge el billete de la mano de INOCENCIO X y se prepara para ser fotografiado. Flash de la cámara. Flash en la tela negra y fotografía de primer plano de DALÍ auténtico con un dólar en la mano. La fotografía se difumina hasta desaparecer.)
FOTÓGRAFO—
(Marchándose por la derecha.)
Thank you!
DALÍ—
(Volviendo a poner el billete en la mano de INOCENCIO X y volviendo a pintar con el largo pincel.)
De hecho, yo mismo, yo mismo, para pintar este cuadro genial, me he puesto piedras en mis es-par-de-nyes, para que este dolor in-qui-si-to-riaaaal me obligue a extraer las más sublimes esencias de mi paranoia.
PAPA INOCENCIO X—
Non si debe comparare la pintura con la religione!
(Por la izquierda vuelve a entrar LORCA. Con una mano sujeta la paleta de pintor y con la otra los cuernos blancos en forma de media luna. Se los pone sobre el tricornio como un buey.)
DALÍ—
Santidad, cada cuadro que pinta Daaalí, es una misa donde yo entrego...
(Mientras continúa hablando, la visión se desvanece.)
... la hooostiaaaa deeee miiii sabeeeeeeeer. ¡Salvador! ¡Salvadoooor! ¡Vadoooor!
(La escena se va oscureciendo. Se vuelve a la realidad de la habitación de la Torre. INOCENCIO X y LORCA parece que se funden. El punto de las pulsaciones del corazón vuelve a verse por la tela negra. El bip es insistente. La ENFERMERA se dirige hacia la derecha, por delante del piano, y desaparece. Va a buscar pastillas. A DALÍ se le aparecen visiones de la infancia. DALÍ NIÑO entra de espalda por la derecha con un ratón cogido por la cola. La ENFERMERA vuelve a entrar por la derecha. Cuando la ENFERMERA llegue a la cama, todo volverá a ser como antes. El punto verde desaparecerá, el bip dejará de oírse, DALÍ NIÑO se irá por la derecha y LORCA, DALÍ e INOCENCIO X volverán a comportarse como si nada hubiese pasado.)
DALÍ—
(A INOCENCIO X, reanudando el torneo dialéctico.)
... De mi saber.
(A LORCA mientras moja el pincel de pintura en la paleta que le ofrece el poeta.)
Dame verde que lo quiero verde, verde manto, verde Gala, benemérita la mar, y sublime la montaña.
PAPA INOCENCIO X—
In qüesto instante sólo tengo una obsesione; is vedere il vostro corpo herético consumato per le fiame de una pira en la piazza pública!
(LORCA, aprovechando que DALÍ le da la espalda porque está pintando, intenta sodomizarlo con el cuerno blanco. Instintivamente DALÍ se gira y le descubre. Se aparta rápido de LORCA y le coge el cuerno. Por poco le cornea.)
DALÍ—
¡Aaaaayyyyy! El torito Lorca, siempre a punto de corneaaaar-me.
(DALÍ da el cuerno de media luna a INOCENCIO X. Le pinta con el cuerno. LORCA se marcha por la izquierda.)
PAPA INOCENCIO X—
¡Satánico!
DALÍ—
O sea, infernal. Me tienta, me tienta el fuego. El infierno es un estado de fiesta perpetua.
PAPA INOCENCIO X—
(Refiriéndose a que le está pintando con la media luna en las manos.)
Acaso credete que sono el separatista Papa Luna?
DALÍ—
¡Quieto, el modelo no se mueve! Como le decía, la moral no existe en el infierno. Las posibilidades de fornicación entre hermanos y hermanas son ilimitadas. La sodomía es exquisita.
PAPA INOCENCIO X—
Pagliaso. Ma voi veramente credete en Dío?
DALÍ—
Creo en Dios pero no tengo la fe. Y eso es terrible, terrible, terrible...
(El PERIODISTA 4 vuelve a salir por debajo del piano con su micrófono.) PERIODISTA 4— Señor Dalí, soy Muñoz Molina. Dígame, ¿es usted un reaccionario?
DALÍ—
(Dándole el billete de 10 dólares.)
Tenga mercenario. No me moleste y lárguese. Foti el camp!
(El PERIODISTA 4 vuelve a desaparecer indiferente por debajo del piano. Debe ser tan cretino que ignora que un dólar pintado por DALÍ vale mucho más que un dólar real.)
DALÍ—
(A INOCENCIO X mientras le va pintando el brazo derecho.)
O sea, según las matemáticas y las ciencias particulares, estoy completamente seguro, completamente seguro... de que...
(Percatándose de que el brazo lo ha acabado con un puño.)
... Perdone, perdone, perdone...
(Rectifica la mano. Le abre el puño y pinta la mano extendida. INOCENCIO X está haciendo un saludo fascista.)
... de que todo lo de nuestra religión es absolutamente verdadero, pero me falta aún esa gracia que es una gracia de Dios.
(Un SEGUNDO PERIODISTA JUEZ ha ido avanzando por detrás del piano hasta llegar al centro del teclado.)
PERIODISTA JUEZ 2—
(Con peluca de juez inglés y un rodillo de pintar paredes que utiliza como un micrófono.)
Mr. Dalí, the people acuse you of being an excentric!
DALÍ—
Ah! I keep you perdon. Yes, it's true. I'm excentric but in the same time, I'm con-cen-tric.
PERIODISTA JUEZ 2—
Thank you, very much!
(El PERIODISTA JUEZ 2 se marcha por donde ha venido.)
DALÍ—
De res.
(A INOCENCIO X que le pintará como si los cuernos fuesen un bigote y luego, rectificará para convertirlos en un arco.)
Y hablando de Dios, que precisamente no era ningún coloso tal y como lo pintó el pompier de Miguel Ángel, en el techo de vuestra casa, sino que se trata de un señor de una belleza sublime y que mide exactamente un metro, como... como Picasso, como Picasso, y que no puede llevar de ninguna manera... ¡una barba ra-di-cal so-cia-lista!
PAPA INOCENCIO X—
Ah, desgrachiato, sei un loco!
DALÍ—
¡Loco! ¡Loco!
(DALÍ golpea fuertemente el piano para que lo oiga el PERIODISTA 4. El PERIODISTA 4 sale con un ramo de micrófonos.)
DALÍ—
(Al PERIODISTA 4.)
Attendez, gusano! L'unique différence entre Dalí et un fou, c'est que je ne suis pas fou. Mais, quand même, je suis fou du chocolat Lanvin.
(Por la tela negra aparece un «spot» publicitario de tres segundos, del chocolate francés Lanvin.)
PAPA INOCENCIO X—
Sei un bufone, un brighella, sei un arlecchino, un pantalone, sei un «tartaglia», un zanni, un p olichinela...
(DALÍ le cierra la boca, pintándosela hasta que ya no puede pronunciar la palabra polichinela)
...polichinela, polichinela, polichi... ne... laaa... aa... a..
.
DALÍ—
Santidad, haberlo conocido personalmente, me ratifica la genialidad de Velázquez, ya que, efectivamente, efectivament, tal y como refleja el maravilloso retrato, es usted un déspota mezquino del género je-su-í-ti-co, morros de cony. O sea, que es mucho mejor ¡disfrutarlo en pintura!, que padecerlo al natural y de cuerpo presente. Pero, Dalí, generoso, ya era hora, para dignificar su mediocridad, le va a pintar una barretina catalana, que es lo más legítimo para bailar la sardana, nuestra danza local, porque tal como dice Josep Pla, lo ultralocal es lo más universal... Voilà!
(DALÍ hace caer la cabeza de INOCENCIO X de una pincelada. Silencio. La ENFERMERA, en la cama, ha dado la pastilla a DALÍ y camina lentamente hacia delante del piano.)